Y los siete ángeles que tenían las siete trompetas
se aprestaron a tocarlas, y el primero tocó la trompeta,
y hubo granizo y fuego mezclados con sangre,
que fueron arrojados sobre la tierra,
y fue incendiada la tercera parte de la tierra;
y fue incendiada la tercera parte de los árboles,
y fue incendiada toda hierba verde.
Apocalipsis VIII:6-7
James G.
Rickards,
asesor de inversiones y ex-asesor estratégico de la CIA, ya ha escrito
anteriormente sobre las enormes pérdidas de Ucrania y todavía – en abierta
contradicción a los medios del sistema – sigue pronosticando el posible colapso
de Ucrania. En su último análisis agregó que, en el caso de una derrota de Zelensky,
Estados Unidos prácticamente no tendría más remedio que enviar soldados a
Ucrania para salvar su estrategia. Lo cual, como es obvio, podría terminar en un
verdadero desastre.
A principios de Enero, Rickards escribió un largo artículo
de opinión revelando que los ucranianos perdían entre 8 y 10 veces más soldados
que los rusos con lo que, finalmente, en
algún momento podrían derrumbarse debido a esa sangría constante de vidas. Ahora
ha escrito otro artículo de opinión sobre la guerra, en el que también dice que
las pérdidas de los ucranianos son insostenibles. Según él, los informes
norteamericanos "reales" muestran que las bajas ucranianas a esta
altura de la guerra podrían rondar las 500.000 personas.
En honor a la verdad hay que decir que no está muy claro en
qué informes se basa Rickards para sostener ese número. A fines del año pasado,
la inteligencia norteamericana "estimó" el número de soldados ucranianos muertos
en el conflicto en alrededor de 100.000 bajas y el mismo número se "estimó" para
las bajas rusas. Incluso la presidenta de la CE, Ursula von der Leyen, se refirió
a esas pérdidas ucranianas en ese momento. No obstante, también es cierto que,
desde entonces, uno de los informes filtrados de la inteligencia alemana indicó
que los ucranianos pueden estar teniendo pérdidas diarias significativas de hasta tres dígitos tan solo en los combates por la ciudad de Bakhmut.
Volviendo a Rickards, el ex-asesor de la CIA estima que el
informe, al menos en lo referente a los 100,000 soldados rusos, está exagerado.
Más todavía: señala que es en vano que la prensa occidental dominante insista en
que Ucrania puede ganar la guerra con la ayuda de los blindados Abrams
norteamericanos, los Challenger británicos y los Leopard alemanes.
Los tanques británicos y alemanes tardarán varios meses en
llegar, y hay muchas posibilidades de que los Abrams puedan entrar en servicio
en Ucrania recién en 2024 como muy pronto. Y no solo Rickards estima esto; los
datos están bastante bien confirmados por lo publicado en el prensa especializada.
Es que los tanques estadounidenses tendrán que sufrir varias modificaciones, y
sus sistemas de combate y blindaje no serán tan avanzados como los originales.
Los del Pentágono no son tontos: no tienen ningún interés en que los rusos
tengan en sus manos un Abrams original para estudiar y quizás copiar si alguno
de los entregados a Ucrania llega a caer en sus manos.
Aparte de eso, la guerra en Ucrania ha demostrado
precisamente la relativa obsolescencia del tanque como arma de guerra frente a
los misiles y drones de los que hoy se dispone. Si los tanques de la OTAN
llegan a Ucrania, es muy probable que los rusos los destruyan con bastante
rapidez con artillería, armas antitanque y misiles de precisión. Los blindados
prometidos a Zelensky son buenos tanques, eso no se discute, pero en primer
lugar no son invulnerables y en segundo lugar, como ya se ha señalado, no
dispondrán del equipamiento completo. Esto concuerda con los informes de los
que indican que los rusos no están particularmente preocupados por ellos.
También hay que tener en cuenta que, en un despliegue, los
tanques tendrían una gran necesidad de apoyo aéreo y Ucrania no puede
proporcionarlo por el momento. El general estadounidense James Stavridis, ex
comandante en jefe de las fuerzas europeas de la OTAN, también manifestó lo
mismo hace unas semanas atrás. Por eso, Ucrania pide ahora la entrega de los
F-16, pero según Rickards, ni siquiera esos aviones serían una ayuda
suficiente.
La evaluación que hace James Rickards es que, si cae la
ciudad de Bakhmut – algo que podría suceder en unas semanas – el hecho será un
golpe militar significativo para Ucrania, mucho más de lo sugerido por mayoría de la prensa occidental. Según sus propias palabras: “Toda la línea de defensa de 800 millas de Ucrania
comenzará a colapsar y no tendrán una posición fortificada a la que retirarse.
Los soldados ucranianos, valientes y competentes como son, están agotados y se
están quedando sin suministros". Mientras tanto, es evidente que Rusia
está aumentando la presión. Según el Financial Times, los rusos lanzarán una
ofensiva con una gran cantidad de tanques, aviones y artillería en los próximos
días.
La conclusión del análisis de Rickards es terminante: "Con base en esta investigación, creo que
Rusia ganará la guerra militarmente. El apoyo militar occidental puede
prolongar la lucha, pero no puede cambiar el resultado. Solo retrasa lo
inevitable y provoca muchas más muertes. Se acerca un final terrible",
escribió.
Por supuesto que a todo esto se agrega la posibilidad – muy
esgrimida en los medios – de una guerra nuclear. No es cuestión de ser agorero pero las
posibilidades de que estalle una guerra nuclear, si bien hoy son muy remotas, están
aumentando. El hecho – que ahora ya es evidente e innegable para todo el mundo – es que no
se trata de una guerra entre Ucrania y Rusia; es una guerra de Estados Unidos y
sus aliados contra Rusia. Si los norteamericanos llegan a la conclusión de que Zelensky
ya no es un mandadero confiable para ganar la guerra con una Ucrania desangrada,
las posibilidades que le quedarán a los Estados Unidos serán básicamente solo dos:
o bien aceptan una victoria rusa, o bien
se involucran directamente en la guerra. En otras palabras: o bien la resignación
o bien la escalada. Y en el segundo caso, el final de esta locura es completamente
imprevisible.
En todo caso, no necesariamente hay que tomar estos análisis como una verdad revelada. Los pronósticos respecto de las guerras muchas veces han resultado equivocados. La guerra, al igual que todo un montón de cosas que hacemos los seres humanos, conlleva una enorme dosis de irracionalidad y hasta del más puro azar. A veces, a la guerra la decide más Doña Fortuna que Doña Atenea. Pero, así y todo, una derrota ucraniana no está para nada tan lejos de ser posible como quiere hacerlo creer la información sesgada de los medios oficiales.
En realidad, la gran y cruel ironía de todo esto es que, quizás – y solo quizás – una victoria de Ucrania le convenga a Occidente más que una victoria de Rusia. Porque una derrota, dependiendo de la reacción del Poder Real norteamericano, puede llegar a tener consecuencias muy adversas para todos nosotros. Por decir lo menos.
Una plutocracia norteamericana enloquecida tomando medidas desesperadas
en una guerra directa y abierta entre Estados Unidos y Rusia es lo más parecido
a un Armagedón que, hoy por hoy, podemos imaginar.