sábado, 26 de octubre de 2019

¡SÍ, SE PUEDE! ... Pero no así.


El próximo domingo, con su voto,
el Pueblo decidirá el destino del país.

Linda frase.

Lástima que es mentira.

Mañana, domingo 27 de Octubre de 2019, no se decidirá ningún destino en la Argentina.

¿Por qué?

Es sencillo: porque el destino de la Argentina ya está decidido.

Y los políticos profesionales no tienen ni idea de cómo revertir esa decisión. En el supuesto caso, claro, de que la quieran revertir en absoluto.

Probablemente hay muchos votantes que, al menos en algún grado, hasta creen que la frase es cierta. Concurrirán a las urnas porque – aparte del hecho que en este bendito y hermoso país el voto es un derecho obligatorio lo cual es un fenomenal oxímoron – aparte de eso, decía, están convencidos de que el voto de la ciudadanía es importante y decide el futuro de la Argentina; en este caso por los próximos cuatro años ya que se trata de una elección presidencial.

Pues lamento, (y esta expresión mía en este caso no es un recurso literario), de veras lamento destruir ilusiones y expectativas.

La votación del próximo domingo no va a decidir nada. Y no va a decidir absolutamente nada porque el destino de la Argentina ya está decidido.

Y no precisamente por los argentinos.

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Lo mismo de siempre


Hay temas que, honestamente, ya me aburren y uno de esos temas es el de la democracia y las elecciones. En el fondo y en esencia se trata siempre de lo mismo: politicastros que hacen promesas que no cumplen – ya sea porque son imposibles de cumplir, o porque simplemente no tienen ninguna intención de cumplirlas; – comercio de votos, feroces peleas por un lugarcito en las listas, imperiosas necesidades de lograr una inmunidad parlamentaria so pena de terminar en la cárcel, plutócratas y muchos financiamientos inconfesados que compran compromisos inconfesables.... y un largo etcétera que ya harta por lo conocido y que, sin embargo, se reitera en forma monótona cada dos o cuatro años sin que nadie haga algo efectivo al respecto.

La actual campaña electoral no tuvo nada de esencialmente nuevo. Fue el mismo ritual demoliberal de siempre; necesario para la liturgia de hacerle creer a Fuenteovejuna que su opinión sirve para algo gracias al dogma según el cual cada argentino representa la 47 millonésima parte de esa nebulosa intelectual que se llama "voluntad popular".

Ni Rousseau creía demasiado en la soberanía de la volonté générale aunque más no sea porque, como es obvio, esa "voluntad general" nunca puede ser unánime y, por lo tanto, solo se expresa – en el mejor de los casos – a través de la voluntad de una mayoría circunstancial. Y digo que en el mejor de los casos porque ya tuvimos el caso de un presidente que llegó al poder con solo poco más del 20% de los votos [1].

Además, toda la cabalística matemática aplicada a las elecciones enturbia aun más los resultados. Por ejemplo, Donald Trump en las elecciones perdió la elección de 2016 frente a Hillary Clinton y, sin embargo, llegó a la presidencia gracias al mecanismo de constitución y votación del Colegio electoral norteamericano. [2] En la Argentina, la designación de legisladores se hace por el sistema D'Hont sobre el cual me gustaría algún día hacer una encuesta para ver cuántos ciudadanos saben cómo se calcula. [3] ¿Alguno de ustedes lo sabe? Por mi parte reconozco públicamente que, cada vez que aparece el tema, tengo que recurrir a mi biblioteca o a Google para recordar cómo era.

Pero todo eso, dirán ustedes, es pura teoría. No es tanto una teoría desde el momento en que así es como se interpreta y se aplica matemáticamente la supuesta "voluntad ciudadana" expresada a través del voto. Pero, sea como fuere, la cuestión actual es ¿por quién vamos a votar ahora? Tenemos los nombres, por supuesto, pero dentro de la monótona reiteración del ritual de siempre, la liturgia de esta elección ha incorporado un elemento algo sorpresivo que – digamos la verdad – esta vez no llama la atención por su originalidad sino por su cantidad.

Tránsfugas y Multifuncionales


Se trata del transfuguismo de los candidatos; una práctica popularizada por Eduardo Lorenzo Borocotó, allá por octubre de 2005 cuando, proviniendo del Partido Justicialista – en el que en 1996 se le ofreció integrar una fórmula junto a Luis Patti – pasó al partido Acción por la República de Domingo Cavallo, para luego terminar siendo elegido en 2005 diputado por el PRO de Macri y al día siguiente de salir electo pasarse al kirchnerismo. En su momento esto último hasta acuñó los neologismos de "borocotización" y "borocotizar".

Adivinen quién lo llamó en aquella oportunidad a Borocotó para invitarlo a "tomar un café" con el presidente Néstor Kirchner. Pues nada menos que el actual candidato a presidente, don Alberto Fernandez, quien en aquél momento era el Jefe de Gabinete. Al Néstor le bastó un poco más de una hora de rosca para convencerlo a Borocotó de pegar el salto. [4] Hay que reconocerlo: Néstor era bueno para la camándula. El Alberto tuvo de quién aprender.

El actual candidato a presidente también tiene un Currículum Vitae bastante borocotoso por mérito propio.  Antes de ser ungido candidato a presidente por el dedito mágico de la arquitecta egipcia, don Alberto Fernández ya había recorrido un largo camino que le sirvió para aprender el duro oficio del transfuguismo político.

De profesión abogado, estuvo con Alfonsín, con Menem y Domingo Cavallo, con Duhalde, con Néstor Kirchner, con Cristina Kirchner y – después de un interregno fuertemente crítico de Cristina en el que estuvo con Sergio Massa y Florencio Randazzo – tuvo una súbita amnesia de sus críticas y de nuevo se juntó con Cristina.

Fue director de Sumarios y subdirector General de Asuntos Jurídicos del Ministerio de Economía; superintendente de Seguros de la Nación; presidente del Banco de la Provincia de Buenos Aires; vicepresidente del Grupo Bapro, presidente de Gerenciar S.A., de Génesis Seguros de Retiro y de Provincia Salud. En 1998, estuvo a cargo de la administración financiera de la campaña presidencial de Duhalde; legislador de la Ciudad de Buenos Aires, por el partido Acción por la República de Cavallo; cajero en la campaña presidencial de Kirchner en 2003; Jefe del Gabinete de Ministros de Néstor y Cristina Kirchner. Alejado del Cristinismo a partir del 2008, en 2013 se suma al Frente Renovador de Sergio Massa de quien es jefe de campaña en 2015; jefe de campaña de Florencio Randazzo en 2017 y, finalmente, candidato a presidente por consagración de Cristina Kirchner a partir del 18 de Mayo de 2019 [5]. 

¿Qué tal? Multifuncional el hombre, nadie puede negarle eso.

Del otro lado de la grieta el panorama es bastante más breve pero no por eso muy diferente.
El Ingeniero Mauricio Macri antes de meterse en política pasó por solamente tres experiencias previas: 1)- lo secuestraron (1991), 2)- el padre se lo sacó de encima por inútil y 3)- se hizo presidente de un club de fútbol (Boca Juniors 1995/2008).

Después sí, se metió en política y fue Diputado Nacional (2005/2007); Jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires (2007/20015) y Presidente de la Nación (desde el 10/12/2015) [6]

No es tan polifacético como el anterior pero también hay que tener un buen grado de "maleabilidad" para pasar de empresario a presidente de Boca y de allí a la política para terminar aterrizando en la Casa Rosada.

Los candidatos


Considerándolos a todos tenemos a:
  • Macri: Un ingeniero y empresario futbolero metido a político
  • Fernandez: Un abogado todo terreno que agarra lo que venga siempre y cuando pueda sacar alguna ventajita.
  • Lavagna: Un bastante buen economista – liberal pero con algunos matices – que tiene experiencia y muchas relaciones internacionales, y se mete en política sin tener talento político ni para hablar en público.
  • Espert: Otro economista – ultraliberal en este caso – que no sabe absolutamente nada de política pero quiere ser presidente porque cree a pies juntillas que si los números cierran, todo lo demás está bien.
  • Del Caño: Un estudiante de Filosofía, Letras y Sociología de formación marxista/trotskista que sueña con la revolución de un proletariado al que no pertenece y que en el Siglo XXI ya prácticamente casi ni existe.
  • Gomez Centurión: Mayor retirado del Ejército, Veterano de Malvinas, condecorado con la Cruz al Heroico Valor en Combate, la más alta distinción militar argentina; varios cargos en empresas privadas; ex miembro del PRO de Macri, funcionario de la Dirección General de Aduanas, armó luego su partido político propio [7] y ahora, en lugar de sacar los tanques a la calle, quisiera llegar a la presidencia a través de unas democráticas urnas. 
Ésas son sus opciones estimado lector. Son seis. Igual que las caras de un dado de generala.

Después hay toda una cohorte de adláteres multifuncionales que también provienen de agrupaciones partidarias distintas a aquellas que integran hoy, siendo que han servido para cualquier cargo y se postularán para cualquier otro cargo el día de mañana. Tenemos, por ejemplo, a Kicillof  que viene de una formación inicial marxista y a Filmus que procede directamente del Partico Comunista [8] al igual que Néstor Sabatella, Carlos Heller, Aníbal Ibarra y unos cuantos más que hoy tratan de pasar desapercibidos mimetizándose con la versión kirchnerista del PJ [9] y algunos otros partidos. 

Podríamos seguir con sujetos como Felipe Solá, cuyas piruetas borocotísticas son bastante similares a las de Alberto Fernandez. Y hay muchísimos más; tantos que hasta se volvería aburrido el largo listado de traiciones mutuas, cambios de frente, reciclamientos, cambios de posición y roscas varias de toda una corporación de politicastros cuyos miembros hoy son porteros de alguna secretaría, o choferes de algún subsecretario, y aparecen como ministros mañana, para pasar a diputados en unos años, emerger como gobernadores tras algunos años más y eventualmente hasta aparecer como candidatos a presidente en cualquier momento en que alguien se descuide y llegue un poco tarde.

Lo importante es reservarse siempre un lugarcito frente al comedero y conseguir la plata para la campaña. Lo demás, según un principio inalterable de la política democrática argentina, "se verá sobre la marcha".

El destino


¿Y el destino de la Argentina?

Despreocúpense; eso ya está arreglado y decidido.

El destino de los países pertenecientes al globalizado mundo liberal – no solo el de la Argentina – se diseña en las grandes centrales del planeamiento estratégico del Nuevo Orden Mundial como, por ejemplo, el Council on Foreign Relations (CFR). Se coordina en las reuniones de los principales operadores del sistema como, por ejemplo, el Grupo Bilderberg. Se financia con el dinero del Banco Mundial, el FMI, y otras instituciones financieras,  según el análisis y las directivas de las llamadas calificadoras de riesgo como, por ejemplo, Standard & Poor's, Moody's, o Fitch. Se implementa mediante coacciones directas sobre los gobiernos a través de las presiones diplomáticas, financieras y mediáticas provenientes de los EE.UU. y los lobbies norteamericanos permanentes como, por ejemplo, el lobby Israelí. Al mismo tiempo estas presiones son apoyadas por el activismo de varias ONG como, por ejemplo, la Open Society Foundations que es una red de ONGs presente en más de 30 países y que dependen todas del financiamiento de George Soros.

Y si todo eso falla, siempre queda como último recurso el empleado, por ejemplo en Irak, en Afganistán y en varios otros lugares con el envío de tropas – o el financiamiento de movimientos terroristas como, por ejemplo, en Siria – para debilitar o dado el caso destruir a un gobierno demasiado poco flexible ante las demandas de la globalización y el famoso Nuevo Orden Mundial.

Hágase, estimado lector, una simple pregunta: ¿por qué todos los políticos argentinos de cierta relevancia peregrinan a Washington y a Nueva York antes de presentarse como candidatos y/o antes de asumir la función para la cual han sido votados?

El próximo domingo vaya y vote por quien se le ocurra.

No le digo que se quede en casa porque sería una incitación a violar una ley que lo obliga a ejercer un derecho.

Pero, haga lo que haga, no espere milagros.

No los habrá. El lunes tendrá que ir a trabajar (si es que tiene trabajo) como cualquier otro día, con un dólar probablemente más alto y unos precios seguramente aumentados.

El único cambio verdadero ocurrirá en la Argentina el día en que en lugar de prender una vela en el altar de la plutocracia para implorar de rodillas que "vengan las inversiones", a alguien se le ocurra la genial idea de crear trabajo mediante una ingeniería financiera propia que no nos mantenga como deudores permanentes de un sistema internacional que decide nuestro destino independientemente de lo que se nos ocurra votar.

¿Que eso es imposible?

No lo crean. Conozco el caso de un sujeto que consiguió darle trabajo a cerca de seis millones de desocupados en apenas algo más de tres años. Y eso con un ministro de economía que era liberal, masón y amigo de los banqueros ingleses.

Investíguenlo y convénzanse.

Sí; se puede.

Pero no así; no con este sistema.

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NOTAS
1)- En las elecciones de 2003, Néstor Kirchner terminó llegando al poder con el 22,24 % de los votos en primera vuelta después de que Carlos Menem retirara su candidatura que había obtenido  el 24,3%
2)- En las elecciones, Trump sacó 2.868.691 votos menos que Hillary. No obstante, en  el Colegio Electoral los votos que obtuvo le dieron 304 votos electorales a Trump y solo 227 a Clinton.
3)- Cf. https://www.lanacion.com.ar/politica/como-se-aplica-el-complejo-sistema-dhont-nid343066
o bien, recurriendo a la ubicua wikipedia:  https://es.wikipedia.org/wiki/Sistema_D%27Hondt
4)- Cf. https://www.clarin.com/ediciones-anteriores/borocoto-abandono-macri-paso-filas-kirchnerismo_0_B1LbLkv10Kg.html
5)- https://diarioanticipos.com/2019/05/18/alberto-fernandez-quien-fue-y-quien-es-su-historia/
https://razonyrevolucion.org/el-primer-borocoto-biografia-politica-de-alberto-fernandez-1983-2007/ 
https://www.cronista.com/economiapolitica/Alberto-Fernandez-un-peronista-de-amplio-espectro-20190518-0007.html
6)- https://es.wikipedia.org/wiki/Jefe_de_Gobierno_de_la_ciudad_de_Buenos_Aires#Lista_de_jefes_de_gobierno
7)- https://www.lanacion.com.ar/politica/un-pasado-polemico-y-muchas-internas-nid1929961
8)- https://www.lanacion.com.ar/opinion/cuestion-de-mentalidad-nid1610122
9)- http://www.laprensa.com.ar/476520-Gelbard-la-colonizacion-mental-del-peronismo.note.aspx



martes, 8 de octubre de 2019

JOSÉ Y SUS MIEDOS

La realidad virtual consiste en alimentar nuestros sentidos
con estímulos tan similares a lo que vemos en la realidad
que los interpretamos como la realidad misma.
En todos los demás medios tu conciencia está interpretando un medio.
Pero en la realidad virtual no existe ninguna brecha.
No la estás internalizando. Eres algo interno de esa virtualidad.
Es un salto cuántico en los medios
porque el medio mismo está desapareciendo.
Chris Milk, fundador de VRSE

La credibilidad de lo virtual
con frecuencia supera la irrealidad de lo real.
Vineet Raj Kapoor

JOSÉ


José es un chico normal de siete años.

No es un niño prodigio, no es un genio, pero tampoco tiene un pelo de tonto. Y eso que, si lo tendría, sería difícil encontrarlo porque tiene una melenita envidiada no solo por todas las mujeres de la familia sino – y especialmente – por su padre, que se corta el pelo casi al ras porque considera que ya no tiene sentido ostentar lo poco que le queda, y por su abuelo que si no peina canas es porque ya ni canas tiene para peinar...


También es, básicamente, un chico alegre. No es que no tenga sus ocasionales enfurruñes, porque los tiene, pero durante la mayor parte del tiempo José está contento. Su carita exhibe, casi siempre, una amplia y franca sonrisa que fácilmente evoluciona hasta convertirse en una risa contagiosa y resonante. Puede estar algo enojado o triste, pero no se deja atrapar ni por el enojo ni por la tristeza.

Supongo que su capacidad para superar la adversidad se debe, también y  en buena medida, al poder de su gran fantasía. José muy rara vez se aburre. Puede, claro está, hacerse el aburrido cuando debe hacer algo que mucho no le gusta, pero librado a su libre albedrío José inmediatamente juega. No juega con los juegos electrónicos de la PC y ni siquiera tiene una play station. (Bueno, en eso quizás, para lo que es normal hoy en día, ya no sería un chico tan "normal", pero dejémoslo ahí.) Juega a docenas de diferentes juegos que él mismo inventa gracias al poder de su fantasía: egipcios, piratas, seres fantásticos, dinosaurios, dragones, caballeros espadachines, vaqueros, indios, orcos enemigos, viajes intergalácticos, castillos misteriosos...  Todo eso y mucho más forma parte de ese mundo personal en el que José se mueve con pasión y alegría mientras juega.

Y cuando juega, José es feliz.

Y eso es bueno.
   

EL MIEDO


A veces las cosas vienen de a poco.

Hace cosa de algo más que un año atrás, cuando tenía alrededor de 6 años, de pronto el comportamiento de José empezó a ser un poco diferente. No fue un gran cambio repentino pero poco a poco sus juegos se hicieron menos fantasiosos. Muchas veces prefirió no salir al jardín y quedarse en su habitación. Estaba más serio. En ocasiones costaba sacarlo de una especie de ensimismamiento en el que se quedaba mirando un punto que parecía siempre estar en un "lejos" indefinido.

 — Está creciendo el hombre; se está poniendo serio – decían algunos.

— Ya se le va a pasar. Todos los chicos tienen etapas – comentaban los abuelos, aportando lo que se suponía que debía ser la voz de la experiencia.

Pero, como sucede muchísimas veces en estos casos, todos estaban equivocados.

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Un buen día, mientras la abuela lo llevaba a la escuela, de pronto José preguntó:

— Abuela, ¿existe el momo?

Por supuesto, la abuela no tenía ni la más remota idea de quién o qué cosa podía ser el "momo".

— No sé, José. ¿Qué es el momo?
— Un personaje
— ¿Lo viste?
— No; pero me lo contó una compañera en la escuela.
— ¿Y ella lo vio?
— Sí
— ¿Dónde?
— En la computadora.
— Ah no. Entonces no creo que exista de verdad. No lo sé pero me imagino que debe ser el personaje de un cuento o de una historia.

José se quedó pensativo y la conversación no pasó de ahí.

Pero el tema no terminó con eso. Varias veces durante algún tiempo la pregunta volvía y volvía a emerger, una y otra vez. Las antenas de la abuela, que para esto son muy sensibles, empezaron a captar señales de alarma. Pero la abuela es una mujer sabia. Por eso no forzó la situación sabiendo que más temprano que tarde el chico iría abriéndose a medida en que el problema se le hiciera más y más inquietante. 

Tal cual. Pasaron los días y progresivamente se fue haciendo cada vez más evidente lo que estaba sucediendo. En ocasiones José iba a la casa de sus amiguitos y cuando volvía casi ni se podía hablar con él.

De a poco se volvió más que obvio: José tenía miedo.

Se tapaba. Se escondía. Transpiraba mucho mientras dormía. Tal es así que una noche, a eso de las 2 de la madrugada despertó tan empapado de sudor que tuvieron que cambiarle todo, hasta las sábanas. 
Ahí fue la primera vez que admitió que tenía miedo.

También fue el momento en que todos decidieron que había llegado la oportunidad de intervenir. La situación estaba madura.

EL PERSONAJE MALDITO


El padre se sentó a su lado.

— ¿De qué tenés miedo José? Contame.

No fue fácil, pero después de algunas idas y vueltas, en voz muy baja y como temiendo que el sonido de su propia voz despertara algún monstruo dormido, José al final murmuró:

— Del momo.
— ¿Qué es el momo?
— Es muy feo...  ¡es muy feo papá!
— ¿Es una persona? ¿Es un personaje?
— Sí
— ¡Ah! ¿Lo viste?
— Sí
— ¿Donde?
— En la compu de Martín.
— Vení. Vamos a prender la compu y mostrame.
— ¡No! ¡No! ¡No quiero! No papá. ¡No quiero! ¡No quiero!
— Bueno, está bien; tranquilo. No tenemos que verlo si no querés. Decime una sola cosa: ¿es una persona, o un dibujo?
— Y... parece un dibujo.... pero ¡es muy feo y muy malo!
— ¿Como sabés que es malo?
— Me lo dijo Martín. Es malo y te obliga a hacer cosas malas.

El padre consideró que por el momento no convenía seguir avanzando. Pero, antes de darle un fuerte abrazo a José, le dijo:

— Los dibujos no son personas reales, hijo. Están en la computadora pero nunca jamás pueden salir de ahí. Más te digo: ni siquiera están en la compu de acá. Los dibujos están guardados en otra computadora que puede estar a miles y miles de kilómetros, muy lejos de aquí, y lo único que podés ver en tu compu es su imagen, su foto. Es como si miraras la foto de un dibujo que alguien hizo muy lejos y hace tiempo. No es real, José. No existe. Es solo una imagen. Es solo una foto, nada más. Y entendeme: nunca, de ninguna manera puede obligarte a nada. Y menos todavía a hacer cosas malas.

Eso fue bueno. Pero solo circunscribió el problema para no dejarlo avanzar. No lo resolvió.

************

Por supuesto que, con la información brindada por el chico, lo que los adultos hicieron en la primera oportunidad que se les presentó fue buscar en Internet a ese famoso Momo del que ahora estaba claro que no era una cosa sino un personaje.

Fue muy fácil encontrarlo. En aquél momento el Momo estaba muy de moda en todas las redes sociales. Una de las imágenes más difundidas era ésta:



El juego del Momo, o el Reto (Desafío) del Momo ("The Momo Challenge"), circulaba por WhatsApp y comenzaba incitando al jugador a contactarse con los creadores del juego para luego empezar a recibir el encargo de realizar ciertas "tareas" que el supuesto personaje ordenaba ejecutar bajo la amenaza de ciertos castigos que el jugador recibiría si la "tarea" no se llevaba a cabo. La mayor depravación del juego estaba en que las "tareas" encomendadas se hacían progresivamente más perversas y las amenazas cada vez más siniestras; a tal punto que se conocen casos de niños fácilmente influenciables que terminaron suicidándose. [1]

EL EXORCISMO


Afortunadamente José nunca entró realmente en el desafío. No tenía un celular propio, no podía acceder al WhatsApp y además su actividad en cualquiera de las computadoras de la familia se hallaba acotada y supervisada.

Sin embargo, como es obvio, José no vivía en una burbuja. Había visto al Momo en la pantalla de algún otro chico. Sus amiguitos le contaban, los chicos en la escuela lo comentaban, algunos muy probablemente incluso exageraban sus "conocimientos" agregándole esos detalles con los que siempre se construyen los mitos urbanos. Consecuentemente, el miedo de José era real – muy real – pero no había llegado a caer en la trampa. Su miedo estaba instalado pero no arraigado por una experiencia directa.

Todos querían ayudar a José. El chico siempre supo que podía contar con todos los adultos de la familia porque todos estaban dispuestos a protegerlo. Pero, aun así, quitarle el miedo a un chiquilín de 6 años no es tan fácil. Ni siquiera es fácil en un adulto cuando sucede. Y eso es porque con los miedos de nada sirven los argumentos racionales por la sencilla razón de que el miedo no es el producto de un proceso racional. Miedo se le puede tener a los fantasmas, a los demonios, a los vampiros humanos, a las almas en pena, a los Poltergeists, a los dragones o al Hombre de las Nieves. No se le tiene miedo al teorema de Pitágoras ni al trinomio cuadrado perfecto; excepto, claro, cuando no los estudiaste y vas a rendir examen de geometría o de álgebra, pero ése es otro tema.

La cuestión es que un día José preguntó por enésima vez:

— Pero abuela, ¿estás segura de que no existe el Momo?
— Si José. Estoy segura. Además, ¿qué te dijo tu mamá?
— Que no existe....
— ¡Ajá! ¿Y tu papá?
— Que no es más que un dibujo
— Y entonces, ¿por qué decís que existe?
— ¡Porque lo vi, abuela! ¡Y es feo! ¡Yo lo vi!

Eso era. En el cerebro del José la imagen virtual de la computadora se había convertido en una imagen real. Era absolutamente inútil que le dijeran que el personaje no existía. Se había implantado en su cerebro y adquiría allí una categoría de realidad que resistía cualquier argumentación porque el miedo generado bloqueaba todo argumento.

La abuela sabia decidió en ese momento que había que terminar con la historia. Los argumentos racionales obviamente no funcionarían pero... la sabiduría también tiene otros recursos.... por ejemplo, la estrategia de la aproximación indirecta aplicada a la pedagogía:

— Bien, si lo viste, contame cómo es.
— Es un hombre horrible, abuela. Tiene una boca muy grande y ojos saltones.
— ¡Ajá! Bueno; entonces hagamos una cosa: ¡Busquémoslo! Si existe lo tendríamos que encontrar.
— No abuela, no quiero ir a buscarlo. Me da miedo... 
— José. Entendámonos. El Momo, tal como te lo dijo mamá, no existe. Y tal como te lo dijo papá, es solo un dibujo. Pero está en tu mente. Se te metió en la cabeza. Tenés miedo porque está metido en tu cabeza. Lo bueno es que, si entró, también lo podemos sacar. ¿Entendiste? Vamos a hacer una cosa: vamos a sacarlo de tu cabeza y vamos a destruirlo. ¿Te parece?

La respuesta fue un "sí" más bien débil y dubitativo; pero a la abuela, una vez que ha tomado una decisión, ni toda una división de caballería motorizada puede impedirle que haga lo que se ha propuesto. Así que fue a buscar una hoja de papel y un lápiz.

— Muy bien.  Acá hay papel y lápiz. Quiero que me dibujes al Momo que está en tu cabeza.

 Después de protestar un poco, José se puso a dibujar "su" Momo pero lo hizo tan chiquito que el garabato resultaba completamente irreconocible.

— No José. Eso es demasiado chico.
— ¡Es que no quiero dibujarlo, abuela! ¡Me da miedo!
— Tenés que ser valiente. Dibujalo bien grande. Sacátelo de la cabeza y ponelo sobre el papel. Si lo hacés, ya va a estar afuera de tu cabeza. Una vez que lo tengamos afuera, después seguimos. ¡Dale!

Poco a poco una figura parecida a la del Momo virtual fue apareciendo sobre el papel; lógicamente en los trazos de un niño de 6 años. Cuando estuvo terminado José se quedó mirando a la abuela preguntando con la mirada: "¿Y ahora?"

La abuela fue y buscó un marcador azul bien gordo.

— Muy bien. Ahora con este marcador tachalo. ¡Tachalo bien tachado! Pero con ganas José. ¡Con ganas!

José obedeció y tachó lo que había dibujado. Pero no es que lo hizo "con ganas" como se le había indicado. ¡Lo hizo con furia! Cuando terminó, del dibujo original prácticamente no se veía nada; era todo un enorme, furioso, manchón azul.

Ya en tono mucho más alegre vino la pregunta por el próximo paso:

— ¿Y ahora, abuela?
— Ahora arrugalo, bien arrugado. ¡Con fuerza!

En segundos el Momo, tapado con el manchón azul del marcador, quedó atrapado dentro de un bollo informe de papel arrugado.

— ¡Muy bien! Y ahora viene el último paso. – La abuela tomó de la alacena una caja de fósforos – Vení conmigo
— ¿Adónde vamos?
— ¡A la parrilla!

Y una vez en la parrilla, por indicación de la abuela, el que tuvo que encender el fósforo fue José. Lo acercó al papel y en segundos el aire se llenó de una impresionante humareda de color entre azul y violeta.

— ¡Se está quemando el Momo, abuela! ¡Lo sacamos al Momo! – José saltaba de alegría – ¡Lo quemamos! ¡Se fue! ¡Para siempre! ¡Qué alegría, abuela! ¡Qué bien! ¡Qué bien! ¡Qué bien!

Durante unos segundos más, de la parrilla siguió subiendo un espeso humo azul. Después, el humo fue desapareciendo y solo quedaron los vestigios de un papelucho ennegrecido retorciéndose en sus últimos estertores.

El Momo se había ido.

Nunca más volvió.

La alegría y el alivio de José duraron semanas enteras.

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Cuando le conté esta historia a un amigo mío, su primer comentario fue:

— Hay cosas muy peligrosas en la Web. Hay que tener muchísimo cuidado. La mente de un chico de seis años no está preparada para separar lo verosímil de lo inverosímil. Un niño se cree todo.

— ¿Y los adultos no? – le retruqué – ¿Acaso los adultos no se tragan la carnada con anzuelo y todo en el caso de las "fake news" y todas las idioteces que aparecen en la Web, desde lo de la tierra plana hasta lo de Nibiru, los annunaquis, los reptiloides y los iluminatis? Y no sigamos porque hay muchísimo más. Los que se tragan esos cuentos no son chiquilines de seis años. Son grandulones de 20 años para arriba. Y los hay hasta ancianos si vamos al caso.

— Bueno.... Sí... Es que lo que se ha dado en llamar "realidad virtual" soporta cualquier fantasía pero, al mismo tiempo de ser virtual no deja de tener pretensiones de realidad. Es verdad: no solo los chicos están expuestos. Si vamos al caso todos lo estamos. A todos nos han metido, o como mínimo nos han querido meter, "cosas en la cabeza" como al José de tu historia.

— Es que el José de mi historia no es ningún invento mío. Es un chico real de carne y hueso. La historia no es una creación artística, es el relato de un hecho real del que fui testigo.   

Mi amigo sacudió la cabeza con incredulidad.

— ¿En serio? Creí que era uno de esos cuentos tuyos...

— No mi viejo. No es un cuento. Es un testimonio. Tenemos que convencernos de que hay que sacar de nuestras cabezas las cosas que otros nos metieron. En nombre de la tolerancia, la solidaridad y la famosa empatía nos están obligando a aceptar un montón de perversiones y hasta crímenes para mantenernos aceptando sin discusión un sistema decadente, injusto y siniestro que solo le conviene a una raza de parásitos.

Mi amigo se quedó pensando.

Es que, realmente, ya sería más que hora de darnos cuenta de que lo que estamos experimentando es una guerra por los espacios de nuestros cerebros. Una guerra en la que se nos crean artificialmente unas "grietas" a lo largo de las cuales discutimos a rabiar sobre cuestiones que, en cualquier sociedad sana, no serían objeto de discusión en absoluto. Una guerra en la cual se fabrican argumentos invasores que, una vez metidos en nuestros cerebros, destruyen todos nuestros valores, incluso los dictados por el más simple y elemental sentido común.

Será una especie de metáfora pero lo digo en serio: tenemos que pensar en cómo hacemos para destruir la basura que ha invadido nuestros cerebros. Tenemos que ver como la "dibujamos" para poder verla y analizarla en toda su atrocidad. Como la "tachamos" definitivamente para que quede claro que la hemos rechazado. Como "hacemos un bollo" con todo eso para reconvertirlo en lo que realmente es: pura basura.

Y, finalmente, tenemos que decidir cómo haremos para incinerar definitivamente esa basura y quienes la generan a fin de despejar el terreno y seguir construyendo lo que nunca tendríamos que haber dejado de construir.

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NOTAS
1)- Al principio algunas fuentes afirmaron que el Momo había sido creado por Midori Hayashi, un artesano japonés especializado en realizar figuras más o menos terroríficas a partir de muñecas.  Después se supo que en realidad, el Momo es una figura femenina llamada "Madre Pájaro" que estuvo expuesta en la "Vanilla Gallery" durante 2016 y es una creación de la empresa Link Factory, una empresa japonesa dedicada a efectos especiales.
 (Ver: https://heavy.com/news/2019/02/momo-challenge-photo-origins/
Ver: https://www.instagram.com/midori_dollartist/
Ver: https://heavyeditorial.files.wordpress.com/2019/02/screen-shot-2019-02-26-at-6.51.02-pm.jpg?quality=65&strip=all&strip=all )

El "juego" consistía en ponerse en contacto con los creadores del mismo para recibir luego diversos "desafíos" que el jugador debía superar bajo amenazas cada vez más siniestras y crueles.  Algunos usuarios compartieron un número telefónico de contacto  (+81435102539). El (+81) indica que el teléfono es de alguien ubicado en Japón.

Con todo el Momo Challenge no fue nada original. Antes de su aparición, otro juego prácticamente igual fue el de La Ballena Azul. La mecánica de este juego era la misma. El jugador recibía tareas muy extrañas a realizar – prácticamente una por día – hasta que el final, la última "tarea" a cumplir consistía en cometer suicidio.  Aunque cueste creerlo, La Ballena Azul se cobró un gran número de víctimas, varias de ellas fatales
(https://www.elmundo.es/f5/comparte/2017/03/06/58bd35f9468aeb58078b456e.html
https://www.maldonadonoticias.com/beta/sociales/9342-ya-suman-7-las-v%C3%ADctimas-en-6-departamentos-por-el-siniestro-juego-de-%E2%80%9Cla-ballena-azul%E2%80%9D.html)

Lo mismo y quizás hasta algo más desastroso aun sucedió con los desafíos del Momo.
(https://nexter.org/es/la-lista-escalofriante-de-todas-las-victimas-del-desafio-momo-por-todo-el-mundo-hasta-el-momento-argentina-los-estados-unidos-francia-y-muchos-paises-mas)

Lo peor de todo es que en varias oportunidades, el desafío del Momo fue insertado por unos hackers dentro de videos para niños como Peppa Pig y hasta Fortnite 
(https://infocielo.com/nota/102523/momo-challenge-alertan-que-volvio-en-videos-infantiles-el-reto-viral-que-incita-a-autoflagelarse/)

Mírelo como quiera. No son juegos inocentes. Son engendros de mentes enfermas destinados a enfermar las mentes de niños sanos.  Cuide a sus hijos.

Y, para poder hacerlo, empiece cuidando su propia mente.