Sea cual fuere la opinión que los medios masivos globales quieren instalar, una cosa es cierta: la sociedad francesa emitió su propia opinión sobre la revuelta protagonizada por los inmigrantes africanos en toda Francia durante la última revuelta.
El hecho desencadenante fue mencionado por los medios de todo el mundo: un joven árabe menor de edad, manejando un auto robado, fue detenido por un control policial. Trató de huir y un policía le disparó causándole la muerte. Dos aclaraciones al respecto: 1)- La policía francesa está autorizada a disparar si un sospechoso huye y 2)- La versión de que se trataba de un auto "alquilado" es falsa. (1) No obstante ello, el policía fue suspendido, arrestado y enfrenta un juicio que, desde ya, promete estar bajo una enorme presión mediática.
Ante eso, surgieron iniciativas de realizar una colecta para ayudar al policía y a su familia y, del mismo modo, se inició también otra colecta para ayudar a la familia del joven abatido. Así, la opinión de los franceses sobre el caso quedó bastante bien reflejada en el resultado de ambas colectas: se recaudó casi 4 veces más dinero para el policía que para el árabe baleado. Como era de esperar, esta diferencia en el apoyo financiero causó una furiosa indignación en la izquierda francesa que no consigue digerir el fenómeno.
Para la colecta del policía, la iniciativa del “crowdfunding” en la página de GoFundMe fue dirigida por Jean Messiha, una figura destacada en los medios de la derecha francesa y partidario de la candidatura presidencial de Eric Zemmour en 2022. Esa campaña recaudó hasta ahora más de 1.56 millones de dólares a través de más de 74.000 donaciones privadas. Por su parte, las donaciones a la familia del joven árabe ascienden a 413.000 dólares aportados por 19.800 donantes. (2)
Los políticos de izquierda han descrito la recaudación de fondos en términos airados. Olivier Faure, ex primer secretario del Partido Socialista, describió la colecta para el policía como una "recaudación de la vergüenza" y según Manon Aubry, una eurodiputada de izquierda, esa colecta manda un mensaje según el cual "vale la pena matar a un joven árabe" porque es económicamente redituable.
Lo que la “indignación” de la izquierda francesa está tratando de imponer es que la colecta demuestra la desigualdad y la injusticia que justifica la lucha de clases. Que el policía haya recibido una suma tanto mayor que el árabe demostraría – según la lógica clasista – que al policía lo apoyaron los ricos y que el pobre joven árabe lamentablemente no ha tenido más remedio que conformarse con la solidaridad de los pobres. Es una verdadera lástima, pero parecería ser que la izquierda está tan imbuida de su razonamiento dialéctico clasista que se olvida de sacar cuentas antes de ponerse a gritar.
Si uno divide los 413.000 dólares del joven muerto por los 19.800 donantes, obtiene 20.86 dólares por donante. En términos argentinos, a 493 pesos el dólar, vendrían a ser algo así como 10.300 pesos per cápita. No es para agarrarse la cabeza, pero digamos que es una moneda hasta en Francia. Por el otro lado, 1.560.000 dólares divididos por 74.000 donantes nos dan exactamente 21.08 dólares por donante. O sea que, sacando la cuenta en forma rigurosa, los supuestamente “ricos” donantes del policía aportaron per cápita apenas 22 centavos de dólar más que los donantes "pobres" de la víctima. Nadie con dos dedos de frente protestaría si uno dice que la donación individual de ambos bandos fue la misma a los efectos prácticos.
Lo que sucede es que, fundamental y esencialmente, no se trata de una cuestión clasista y económica. En Francia, como en muchos otros lados, la policía a menudo es objeto de violencia y, en este caso, nadie puede ocultar que los suburbios de las grandes ciudades de Francia no son seguros ni siquiera para la propia policía. Y no se trata de una guerra económica. Se trata de un enfrentamiento etnocultural que explota cada tanto, y explota porque oficialmente nadie lo quiere admitir. Jean Messiha puso el dedo justo en la herida cuando defendió su iniciativa diciendo que el policía fue sancionado injustamente y que la recaudación de fondos simbolizaba el rechazo de Francia a ese ataque a traición.
La verdad es que esa recaudación de fondos se convirtió en un plebiscito.
Dos etnoculturas, muy diferentes, prácticamente forzadas a convivir bajo un dogma igualitarista que se niega por principio a admitir la realidad, siendo que ninguna de las dos culturas considera ni bueno ni posible convivir con la otra, por lo que ninguna de las dos quiere convivir con la otra, constituyen un barril de pólvora que tarde o temprano tiene que explotar. El delirio de la Europa mestiza de Coudenhove-Calergi no conduce a la paz. Conduce directamente a la guerra civil etnocultural. Una de las formas más sangrientas y crueles de la guerra interna. Precisamente por eso es que hay personajes por demás siniestros, como George Soros, que la fomentan.
Para evitarlo, lo primero que hay que hacer es eliminar la hipocresía del ámbito político. Porque en muy gran medida el peligro de la explosión del barril de pólvora proviene de aferrarse hipócritamente a dogmas ideológicos en los que las personas normales en su enorme mayoría ya no creen. Es que no pueden creer teniendo los resultados a la vista. Y, si lo piensan un poco, menos todavía pueden creer porque esos dogmas no solo no se condicen con la verdad, sino que ni siquiera respetan las leyes básicas del Orden Natural. El igualitarismo a ultranza, el mito de la infinita educabilidad del ser humano, el desprecio por la incidencia de la religión en la sociedad, el hedonismo como norma suprema, la negación de las diferencias etnoculturales, y docenas de prejuicios similares o concordantes, conducen irremisiblemente a la anomia porque, ante su fracaso, las personas dejan de creer en las normas teóricamente vigentes.
Y, si las normas dejan de respetarse, el caos final y el derrumbe de todo el sistema es inevitable.
No se trata de que los blancos franceses no quieren admitir a los inmigrantes de color. De hecho, ya los admitieron. Ya tienen más de 8,5 millones de ellos y creciendo. De ese total de 8,5 millones, entre 5 y 6 millones son musulmanes que cuentan con 2,623 mezquitas y centros de culto. La comunidad islámica de Francia es la más importante de Europa (3).
El problema no es que los franceses no quieren a los inmigrantes. El problema es que esos inmigrantes no quieren ser franceses.
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NOTAS
(1) - Ver Caso "Toubache", muy similar al de Nahel M.. Cf, Arts.122-4 del Código Penal francés y el art. L.2338-3 del Código de la Defensa francés. En consecuencia, el Tribunal de Apelación consideró que el uso del arma por parte del gendarme era absolutamente necesario para detener el vehículo. El Tribunal de Casación compartió esa postura. Luego, obviamente, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos revirtió la sentencia a pedido de los familiares de la víctima que invocaron un completamente genérico e impreciso "derecho a la vida" (artículo 2º de la Convención Europea de Derechos Humanos) con el que prácticamente se puede declarar ilegal cualquier muerte que no satisfaga los requerimientos ideológicos del Tribunal.
(2)- Según datos disponibles al 03/07/2023. Las cifras son un promedio de varias fuentes consultadas.
(3)- Cf. https://www.elfinanciero.com.mx/opinion/leon-opalin/2022/06/06/francia-propagacion-del-islam-oscurantista/