miércoles, 13 de febrero de 2019

LA SANGRE DE DRESDEN

Nos queman las palabras, nos silencian,
y la voz de la gente se oirá siempre.
Inútil es matar,
la muerte prueba que la vida existe...
Litto Nebbia

DRESDEN, FEBRERO DE 1945


La ciudad y el contexto

Dresden siempre había sido una de las ciudades alemanas más hermosas del mundo, comparable con Praga o Viena. Edificada a orillas del río Elba y llena de hermosos edificios, iglesias, universidades, museos, plazas y parques,  no es casualidad que se la llamara "La Florencia del Elba".

Dresden hacia 1900

Hacia fines de la Segunda Guerra Mundial, Dresden era una de las pocas ciudades alemanas cuyas zonas residenciales no habían sido severamente bombardeadas por los angloamericanos.  Es que la ciudad no tenía valor militar alguno. Y las zonas periféricas – industriales y ferroviarias – o bien ya habían sido destruidas por los bombardeos de Octubre 1944 y Enero 1945, o bien, como en el caso de las industrias sobrevivientes, se hallaban mayormente paralizadas por falta de transportes,  insumos y materias primas.

Es que, para Febrero de 1945, faltaban apenas tres meses para que terminara la guerra. Los ejércitos alemanes estaban retrocediendo en todos los frentes empujados por los rusos desde el Este y por los ingleses y norteamericanos desde el Oeste. De hecho, los rusos ya estaban a unos 100 km de Dresden y avanzando. Alemania estaba dando sus últimas batallas. El 30 de Abril, moriría Hitler. Para los primeros días de Mayo, todo habría terminado. [1]


La población

En esas primeras semanas de Febrero, Dresden estaba atestada de refugiados provenientes del Este que huían de las atrocidades cometidas por la soldadesca del Ejército Soviético. La población normal de la ciudad al principio de la guerra, en 1939, ascendía a 625.174 habitantes. [2] En 1946, después de la guerra el censo arrojó un total de 510.000 personas. [3] Con la gran masa de refugiados al momento del bombardeo la ciudad albergaba a aproximadamente 1.300.000 seres humanos. [4]

Los bombardeos

En ese contexto, el 13 de Febrero de 1945 [5] por la noche, la RAF británica realizó dos ataques a Dresden. En la primera oleada, empezaron marcando el centro de la ciudad con bombas luminosas indicadoras. Este solo hecho demuestra que el blanco a destruir no fueron las escasas industrias de la periferia sino los sectores urbanos densamente poblados. En otras palabras: como ya había sucedido en un sinnúmero de otras ciudades alemanas, el objetivo a destruir no fueron blancos de interés militar sino que se eligieron deliberadamente centros urbanos residenciales para aniquilar la mayor cantidad posible de civiles a fin de quebrar psicológicamente la resistencia alemana; un objetivo que, por otra parte, jamás fue logrado.


Lancasters británicos bombardeando Dresden
Después de marcar la zona a bombardear, 244 aviones Lancaster bombardearon la ciudad. Cuando esa primera oleada se retiró y las unidades de rescate y las dotaciones de bomberos estaban justo tratando de rescatar a las víctimas y apagando los incendios, vino la segunda oleada de 529 Lancasters más. En total, en ambas oleadas se lanzaron sobre Dresden 2.659 toneladas de bombas, entre explosivas e incendiarias. [6]
Lanzamiento de bombas de un B17
Diez horas después de estos ataques, ya a plena luz del día 14 de Febrero, llegó la tercera oleada de 316 Boeing B-17 "Fortalezas Volantes" norteamericanas que lanzaron un adicional de 682 toneladas de bombas. Debido a que la humareda de los incendios producidos por los bombardeos anteriores todavía ocultaba gran parte de la zona elegida como blanco, los norteamericanos tuvieron que realizar el ataque "por instrumento" (es decir: por radar) — un eufemismo por no decir "prácticamente a ciegas". [7]

No deja de ser notable que casi todas las obras que tratan sobre Dresden se limitan a los bombardeos del 13 y 14 de Febrero de 1945.  El hecho es que, si uno investiga un poco en la documentación histórica disponible, de pronto descubre que  — aparte de los dos ataques ingleses del 13 de Febrero  — los norteamericanos bombardearon Dresden en 6 (seis) oportunidades. El historial completo de los ataques norteamericanos e ingleses es el siguiente: [8]

Bombardeos norteamericanos
Toneladas de bombas arrojadas
Fecha
Aviones
Explosivas
Incendiarias
Total Tm.
07 Octubre 1944
38
100,5
--
100,5
16 Enero 1945
133
279,8
41,6
321,4
14 Febrero 1945
316
487,7
194,3
682,0
15 Febrero 1945
211
465,6
--
465,6
02 Marzo 1945
406
940,3
140,5
1080,8
17 Abril 1945
572
1.526,4
164,5
1690,9
TOTALES
1.676
3.800,3
540,9
4.341,2

Bombardeos ingleses
Toneladas de bombas arrojadas
Fecha
Aviones
Explosivas
Incendiarias
Total Tm.
13 Enero 1945
733
2.659
2.659   
TOTAL GENERAL  
7.000,2

Como puede apreciarse, los norteamericanos ya habían bombardeado Dresden en dos oportunidades antes del 14 de febrero. Según los registros históricos de la Fuerza Aérea norteamericana, el 07/10/1944 el bombardeo se concentró sobre objetivos industriales mientras que durante el 16/01/1945 los blancos principales fueron las playas de maniobras ferroviarias. [9] Con un total de más de 420 Toneladas de explosivos arrojadas entre Octubre de 1944 y en Enero de 1945, (entre ellas 41,6 toneladas de bombas incendiarias) de las escasas instalaciones de interés militar no debe haber quedado mucho. Dadas las características típicamente civiles de Dresden, eso explica bastante bien por qué para Febrero de 1945 nadie esperaba un bombardeo sobre el centro residencial. Desde el punto de vista militar, la ciudad ya no representaba un peligro para nadie.

Pero el cuadro de más arriba revela que eso no es todo en absoluto. El 15 de Febrero de 1945 — es decir al día siguiente del 14 — cuando todo Dresden no era más que un montón de ruinas humeantes, los norteamericanos volvieron a bombardear la ciudad con 211 Fortalezas Volantes y 465 toneladas de bombas explosivas. Y, no contentos con eso, entre el 2 de Marzo y el 17 de Abril (es decir: en este último caso, apenas tres semanas antes del fin de la guerra) lanzaron sobre la ciudad 2.466,7 toneladas de bombas explosivas y 305 toneladas de bombas incendiarias. O sea, más de dos mil setecientas toneladas de bombas entre los dos últimos ataques, en unas fechas en las que la suerte de la guerra estaba completamente decidida a favor de los Aliados y este tipo de ataques no tenían ningún sentido práctico militar en absoluto.

Y a todo esto agréguense las salvajadas cometidas por los cazas-escolta de los bombarderos, que después del bombardeo bajaban a atacar "blancos de oportunidad", eufemismo que significa simplemente: "ametrallar cualquier cosa; en especial si se trata de personas". 

Las víctimas

Dresden: Pilas de Cadáveres
La cantidad de víctimas que ocasionaron los bombardeos es una cuestión discutida hasta el día de hoy. Las autoridades alemanas actuales y en su momento los Aliados trataron de "rebajar" las cifras al máximo posible. Según los datos preliminares del informe realizado poco después del bombardeo por el Teniente Coronel E. Matthes quien en su momento fue oficial de Estado Mayor del Área de Defensa Dresden y simultáneamente Director Administrativo de la ciudad de Dresden, el total de muertos ascendió a 245.000. De ellos, se identificaron plenamente 35.000; 50.000 solo pudieron serlo parcialmente y 160.000 muertos no pudieron ser identificados en absoluto. [10]

Actualmente, la cifra oficial de muertos ha sido "establecida" por las autoridades alemanas en un total de 35.000 (es decir: solo se reconocen los plenamente identificados) y, si bien en este caso no está prohibido por ley dudar de esta cifra, el cuestionarla no es para nada bien visto por el establishment políticamente correcto porque, supuestamente, una cifra mayor "dificultaría  la reconciliación." ¿Con quién?

Edificios destruidos por las bombas y el fuego
En realidad es cierto y hasta comprensible que nadie haya podido establecer la cifra exacta de las personas que murieron en Dresden a causa de los bombardeos aliados. Según el arqueólogo Uwe Müller, en algunos sótanos a tres metros de profundidad se encontró que la arenisca se había fundido y convertido parcialmente en vidrio. Esto significa que en esos sótanos la temperatura ascendió a 1300/1400 ºC.  lo cual implica que en la superficie, al nivel de la calle, la temperatura debe haber estado cerca de los 1600 ºC. [11] A esa temperatura, de un cuerpo humano prácticamente solo quedan cenizas y no solo la identificación de los cadáveres se vuelve imposible sino incluso resulta impracticable saber cuántos cadáveres han sido afectados cuando uno lo único que encuentra es un montón de cenizas y algunos huesos desparramados por ahí. Y ni hablemos de aquellos sótanos sobre los que se derrumbaron edificios enteros y las personas quedaron allí enterradas  y nadie las contó.... hasta que, eventualmente y después de la guerra, las palas mecánicas removieron los escombros; pero para ese momento ya nadie tenía interés en contar nada, suponiendo que aparecieran algunos huesos calcinados.
 
Resultado del Bombardeo
Por lo tanto, concedido: no podemos establecer con absoluta exactitud cuántos murieron. Pero podemos usar un poco de matemáticas y una cantidad razonable de sentido común tanto como para dejar de lado cifras completamente ridículas fabricadas con fines de propaganda política.

Para un cálculo rápido concentrémonos en el bombardeo de los días 13 de febrero de 1945 y posteriores. Aceptemos que los bombardeos de Octubre de 1944 y Enero de 1945 ocurrieron en sectores industriales y ferroviarias fuera de la ciudad, aunque, obviamente, también allí murieron personas. 

Para empezar sabemos que el área demarcada por las "bombas marcadoras" fue de aproximadamente 7 x 4 km; o sea 28 km2. Sabemos también que más de 12.000 edificios del centro de la ciudad quedaron reducidos a escombros y también sabemos que la población normal de unas 600.000 personas se hallaba más que duplicada con los refugiados. Por último, sabemos por los documentos aliados ya citados que, se lanzaron sobre la zona 6.578,3 toneladas de bombas, entre explosivas e incendiarias. [12]

Entonces: 6.578,3 toneladas de bombas sobre 28 km2 dan unas 235 toneladas por km2 en números redondos.  Es muy poco probable que en cada uno de esos km2 hayan quedado muchos con vida considerando que se trató de explosivos de alto poder [13] y de bombas incendiarias de una efectividad tan devastadora que, al ser lanzadas de un modo sistemático en grandes concentraciones, terminaron provocando lo que se conoce como un "huracán de fuego".[14]. 

Vayamos ahora pues, a la cantidad de víctimas.

Pilas de Cadáveres en Dresden
Sabemos que durante los bombardeos se destruyeron más de 12.000 edificios en el centro de la ciudad. Quedémonos con 12.000 para un cálculo de mínima. Con la densidad de bombardeo que acabamos de calcular creo que no será exagerado suponer que, en los sótanos de esos 12.000 edificios, de los que se fueron a refugiar allí no quedó casi nadie vivo porque los que no murieron por las llamas, murieron sofocados por el humo y la falta de oxígeno, o directamente murieron aplastados por los derrumbes. De modo que la pregunta es: ¿cuántas personas había en esos edificios?

Recolectando cadáveres en las calles de Dresden
Y aquí hay que tener un poco de cuidado. La pregunta no es: ¿cuántas personas vivían allí? La pregunta es ¿cuántas personas había allí? No nos podemos olvidar de los refugiados. Porque, en primer lugar, a muchos los alojaron en donde se pudo y una cantidad importante de casas estaban repletas de ellos. Y, en segundo lugar, cuando empezaron los bombardeos cada cual corrió desesperado a refugiarse en el primer sótano en el que pudo meterse, de modo que los sótanos de esos edificios (y hasta los edificios mismos) estaban repletos de personas de las más diversas procedencias. ¿Cuántos habitantes por edificio podríamos calcular?

Por de pronto tengamos en cuenta que no se trató de edificios pequeños, de planta baja solamente, construidos para albergar a una sola familia. Las fotografías, incluso las que solo muestran edificios parcialmente derrumbados, son bien claras al respecto. Fueron estructuras edilicias complejas, de varios pisos, con una capacidad nada menor de albergar habitantes. Por consiguiente, si calculamos una cifra poco menos que ridícula de 20 personas por edificio la cuenta nos da 20 × 12.000 = 240.000 personas. Seamos un poco menos optimistas, ¿digamos 30 por edificio? Eso nos daría 360.000 personas.  Si calculamos una cifra de 40 personas por edificio, algo que sigue siendo bastante conservador desde todo punto de vista, la cantidad de personas afectadas ascendería a 480.000.

¿Cuántas de estas personas murieron? A una temperatura exterior de 1600 ºC y una densidad de 235 toneladas de explosivos de alto poder e incendiarios y por km2 la cantidad de sobrevivientes a todas luces no pudo haber sido muy grande. Pero seamos optimistas y digamos que el 20% de los afectados se salvó. Eso nos daría una cifra de entre 288.000 y 384.000 muertos en los edificios solamente.

A eso súmese la gente que quedó en la calle sin hallar un refugio; la que quedó en estaciones ferroviarias, en las plazas y en los hospitales;  la que se tiró al río Elba tratando de apagar sus ropas en llamas y murió ahogada o por la infección de sus quemaduras; más la que intentó refugiarse en iglesias, museos y otros edificios públicos. Y por último tampoco olvidemos a las que fueron ametralladas a mansalva por los cazas que buscaban sus "blancos de oportunidad".

Conclusión

Abran por favor la Wikipedia en el artículo sobre "Dresde"  [15]

Les cito textualmente lo que dice allí:
"El número de muertos se estimó en un principio en varios cientos de miles y varía enormemente en función de la fuente, pero la línea mayoritaria en la historiografía actual lo sitúa entre 22.700 y 35.000 muertos, decantándose los estudios más recientes por las cifras más bajas."
Ahora, por favor, vayan en la misma Wikipedia al artículo sobre "Bombardeo de Dresde" [16]. Allí nos ilustran con que:
El número de víctimas varía enormemente en función de la fuente, pero la línea mayoritaria en la historiografía actual lo sitúa entre 25.000 y 40.000 muertos.
¿En qué quedamos? ¿De 22.700 a 35.000? ¿O de 25.000 a 40.000?

Dresden: Cadáveres en un sótano
En a Wikipedia en inglés, el artículo sobre Dresden indica "aproximadamente 25.000 personas" mientras que el del Bombardeo de Dresde [17] afirma que la cantidad de muertos se estima entre 22.700 a 25.000.

Tomemos el número de 35.000 víctimas oficiales como promedio y, para ser generosos, sigamos eliminando de nuestro cálculo de víctimas los bombardeos de Octubre de 1944 y Enero de 1945. Nos quedarían, pues, 6.578,3 toneladas de explosivos arrojados sobre la ciudad con posterioridad a Enero de 1945.  Si promediamos este número tenemos que para la políticamente correcta Historia Oficial los pilotos anglosajones habrían necesitado 6.578,3 toneladas de bombas para matar a 35.000 personas; o sea casi 188 kg de bombas para matar ¡a una sola persona!

¿Alguien puede creer eso?

Yo no.

En la Historia de los seres humanos es raro hallar hechos en blanco y negro. En muchos casos lo que hay son grises y analizando los datos objetivos descubrimos, no solo que "los buenos" no fueron los que ganaron sino que, a veces, hasta fueron peores que "los malos".

Aunque, por supuesto, el que gana siempre figura como el "bueno".

Porque el que gana es el que escribe la Historia.

Sin embargo, aun así los datos hablan. Solo hay que usar un poco de sentido común y escuchar su mensaje.

El que quiera oír, que oiga.

Es como dijo el poeta:
... Si la historia la escriben los que ganan,
eso quiere decir que hay otra historia:
la verdadera historia,
quien quiera oír que oiga.
Litto Nebbia
Denes Martos
Febrero 2019

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NOTAS:

1)- El texto de la capitulación de Alemania fue firmado el 8 de mayo de 1945,
2)- Enciclopedia Británica 1954, Volumen VII, pág. 648 —
Citado por Tustin, Joseph P. — Chief Historian. Historical Division. Office of Information Services. Headquarters United States Air Forces in Europe, 11 December 1954. — (Historiador Jefe. División Histórica. Oficina de Servicios de Información. Cuartel General de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos en Europa, 11 de Diciembre 1954). Cf. media.defense.gov/2013/May/23/2001329959/-1/-1/0/Dresden%20again.pdf
Consultado el 16/01/2019
Nota: Las próximas referencias marcadas con [#] son citas que figuran en este documento.
3#)- Statistisches Bundesamt (Oficina Federal de Estadísticas), Oficina de Wiesbaden, Alemania, 15 de Noviembre 1954,
4#)- Rodenberger, Axel Der Tod von Dresden (La muerte de Dresden) Franz Müller-Rodenberger, Dortmund, Alemania, 1953, pág. 16
5)- Tanto como para poner una nota al margen para los triscaidecafóbicos supersticiosos: el 13 de Febrero de 1945 fue un Martes 13. Aparte de eso, era carnaval y el miércoles14 siguiente fue, como siempre, el Día de San Valentín - el día de los enamorados. Algunas fechas tienen cierta ironía.
6#)- Tustin, Joseph P. Op.Cit. pág. 10
7#)- Lt. Gen. Doolitle, James H. — General al mando de la 8a. Fuerza Aérea —  The Army Air Forces In World War II. (Las Fuerzas Aéreas del Ejército en la Segunda Guerra Mundial). Testimonio del autor ante la conferencia de los comandantes de las Fuerzas Aéreas Aliadas, el 15 de Febrero de 1945.
8#)  Tustin, Joseph P. Op.Cit. pág. 13
9#) Tustin, Joseph P. Op.Cit. pág. 12
10)- Diario Die Welt, del 12/02/1995 pág.8 Citado en: https://vielspassimsystem.wordpress.com/2016/02/13/ein-wirklicher-holokaust-dresden-13-14-15-febuar-1945/ 
Nota: citas siguientes de esta fuente están marcadas con ##.
11##) Die Welt 03/03/1995 Pág.8
12)- No tenemos la discriminación exacta de bombas explosivas e incendiarias para el 13 de Febrero de 1945. Pero, calculando que la proporción de incendiarias fue de un promedio del 17% del total sumando los demás casos, podemos estimar que en esa fecha se arrojaron 2209 toneladas de bombas explosivas más 450 toneladas de bombas incendiarias.
13)- El Informe de Tustin, Joseph P. habla de "High Explosives"
14)- El fenómeno se produce cuando el núcleo de un incendio produce una cantidad tan grande de calor que el aire caliente disparado hacia arriba ocasiona un "efecto aspiradora" al nivel de la superficie terrestre con lo que el aire frío que entra por abajo lo hace a tal velocidad que se aproxima a la de un huracán. En el bombardeo de Hamburgo el fenómeno se produjo espontáneamente. En Dresden fue calculado y provocado ex-profeso.
15)- https://es.wikipedia.org/wiki/Dresde#Guerras_Mundiales
16)- https://es.wikipedia.org/wiki/Bombardeo_de_Dresde
17)- https://en.wikipedia.org/wiki/Bombing_of_Dresden_in_World_War_II




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Kurt Vonnegut


ARMAGEDÓN EN RETROSPECTIVA
Traducción de Denes Martos [18]


Kurt Vonnegut (1922 2007) fue un escritor y además un diseñador gráfico estadounidense.
Luchó en la Segunda Guerra Mundial; fue hecho prisionero por los alemanes y enviado a Dresden donde presenció el bombardeo de la ciudad por los Aliados. A su regreso, estudió Antropología en Chicago y, desde los años 60, fue uno de los críticos más feroces de la sociedad contemporánea, aludiendo a la guerra, a la destrucción del medio ambiente y a la deshumanización.
Expresó estos temas a través de la ciencia ficción, mezclándola con un humor ácido e hilarante, inspirado por varios escritores estadounidenses notables de ciencia-ficción. De hecho, uno de sus personajes recurrentes, Kilgore Trout, es un trasunto de todo un clásico del género: Theodore Sturgeon. Otras influencias le vienen de H.L. Mencken, Hunter S. Thompson, Louis-Ferdinand Céline y su amigo Joseph Heller.
Ha escrito catorce novelas, entre las que destacan "Las sirenas de Titán" (1959), "Matadero cinco" (1969) y "El desayuno de los campeones" (1973).

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Dresden en 1890

Lo que recibimos durante nuestro primer día de entrenamiento básico fue un discurso de rutina pronunciado por un pequeño y vigoroso sargento:

"Señores, hasta ahora han sido norteamericanos buenos y limpios amantes del espíritu deportivo y del fair play. Aquí estamos para cambiar eso.

"Mi trabajo consiste en convertirlos en el montón de matones más canallas y sucios de la Historia Mundial. De aquí en más, olvídense de las reglas del Marqués de Queensberry [19] y de cualquier otra clase de reglas. Aquí cualquier cosa vale; todo vale.

"No le peguen nunca a un hombre por arriba de la cintura si pueden pegarle por debajo. Háganlo gritar al bastardo. Mátenlo de cualquier forma en que puedan. Maten, maten, maten. ¿Entendieron?"

Su discurso fue saludado por risas nerviosas y un acuerdo general en cuanto a que tenía razón.

"¿Acaso no dijeron Hitler y Tojo que los norteamericanos eran todos una manga de blandengues? ¡Ja! ¡Ya van a ver!"

Y, por supuesto, Alemania y Japón lo vieron: una democracia acusada de blanda terminó siendo tan endurecida que derramó una furia de llamas abrasadoras que no pudieron detener. Se suponía que era una guerra de la razón contra la barbarie, pero con las cuestiones en riesgo colocadas en un plano intelectual tan alto que la mayoría de nuestros febriles combatientes no tenía ni idea de por qué se estaba peleando – aparte de porque, como nos dijeron, el enemigo no era más que un montón de bastardos. Era una nueva clase de guerra; con todas las destrucciones y todas las matanzas aprobadas.

A mucha gente le gustó la idea de la guerra total: tenía un toque moderno, en sintonía con nuestra espectacular tecnología. Para ellos era como un partido de fútbol.

Cuando volví a los Estados Unidos, las esposas de tres comerciantes de un pequeño pueblo, de mediana edad y algo regordetas, me dieron un aventón en su auto mientras volvía a casa de a pie desde Camp Atterbury. "¿Mataste a muchos alemanes?" preguntó la que manejaba en un tono superficial y casi alegre. Le dije que no lo sabía.

Lo tomaron por modestia. Cuando me estaba bajando del auto, una de las damas me palmeó maternalmente la espalda: "Apuesto a que ahora te gustaría cruzar el mar y matar a algunos de esos japos mugrientos ¿no es cierto?"

Intercambiamos guiños cómplices. No les dije a esas almas simplotas que en el frente estuve apenas una semana antes de caer prisionero de los alemanes.  Y, más específicamente, tampoco les dije lo que sabía y pensaba acerca de matar alemanes mugrosos y acerca de la guerra total. La razón por la cual me sentí mal entonces, y sigo sintiéndome mal ahora, tiene que ver con un hecho que tuvo un tratamiento muy superficial en los diarios norteamericanos. En Febrero de 1945, Dresden, en Alemania, fue destruida y en esa destrucción murieron más de 100.000 seres humanos. Yo estuve ahí. No muchos saben qué tan dura se puede volver la democracia norteamericana.

Fui uno más de un grupo de 150 soldados de infantería, capturados en la Batalla de las Ardenas y llevado a trabajar a Dresden. Nos dijeron que Dresden era la única ciudad alemana importante que, hasta el momento, se había librado de los bombardeos. Eso fue en Enero de 1945. Su suerte se explicaba por el nulo valor militar de sus instalaciones que se limitaban a hospitales, cervecerías, plantas de procesamiento de alimentos, casas de suministros quirúrgicos, cerámica, fábricas de instrumentos musicales y similares.

Desde el comienzo de la guerra, la principal preocupación de la ciudad fueron los hospitales. Cada día cientos de heridos llegaban desde el Este y el Oeste a sus tranquilos santuarios. Por la noche, podíamos oír el sordo ruido de ataques aéreos distantes. "Esta noche le están dando a Chemnitz",  solíamos decir, y especulábamos cómo sería estar en el papel de aquellos brillantes jóvenes pilotos con sus miras ópticas y sus retículos en cruz.

"Gracias al cielo que estamos en una ciudad abierta", pensábamos, y de la misma manera pensaban miles de refugiados – mujeres, niños y ancianos que e inundaron la ciudad hasta el doble de su población normal y que llegaban en un desahuciado reguero humano procedentes de las humeantes ruinas de Berlín, Leipzig, Breslau, Munich...

No había guerra en Dresden. Es cierto que los aviones pasaban casi todos los días y las sirenas sonaban, pero los aviones siempre estaban en camino hacia otro lado. Las alarmas incluso proporcionaban un período de alivio en una tediosa jornada de trabajo. Producían algo así como un evento social, una oportunidad para chismear en los refugios. De hecho, esos refugios no eran más que una muestra, un reconocimiento casual, de la emergencia nacional: en su mayor parte no eran más que bodegas y sótanos con bancos para sentarse y bolsas de arena que bloqueaban las ventanas. Había unos cuantos bunkers más adecuados en el centro de la ciudad, cerca de las oficinas públicas, pero nada como la fortaleza subterránea firme que hacía que Berlín fuera impermeable a los golpes diarios. Dresden no tenía motivos para prepararse para un ataque – y por eso se relaciona con ella una gesta bestial.

Dresden era, sin duda, una de las ciudades más hermosas del mundo. Sus calles eran anchas, bordeadas de árboles que les daban sombra. Estaba salpicada de innumerables pequeños parques y estatuas. Tenía maravillosas iglesias antiguas, bibliotecas, museos, teatros, galerías de arte, cervecerías al aire libre, un zoológico y una famosa universidad.

El Altmark (Mercado Viejo) de Dresden hacia 1900
En su momento supo ser un paraíso turístico. Seguramente los turistas habrán estado mucho mejor informados sobre los placeres de la ciudad que yo. Pero la impresión que tengo es que en Dresden – en la ciudad física – estaban los símbolos de la buena vida; esa vida agradable, honesta, inteligente. Eran símbolos de la dignidad y de la esperanza de la humanidad. Monumentos a la verdad en estado de espera. Dresden, el tesoro acumulado durante cientos de años, hablaba con elocuencia de aquellas cosas excelentes de la civilización europea por las que nuestra deuda sigue siendo profunda.

Fui un prisionero, hambriento, sucio, lleno de resentimiento hacia mis captores; pero amé esa ciudad y vi el bendito milagro de su pasado y la rica promesa de su futuro.

En Febrero de 1945 bombarderos norteamericanos convirtieron este tesoro en escombros triturados y en brasas; destriparon a la ciudad con potentes explosivos y luego la incineraron con bombas incendiarias.

Es posible que la bomba atómica represente un avance fabuloso, pero es interesante notar como el primitivo TNT y la termita lograron exterminar en una sola sangrienta noche más personas que las que murieron en todos los bombardeos de Londres. La supuesta "Fortaleza Dresden" disparó una docena de tiros contra nuestros aviadores. Probablemente, una vez de regreso en sus bases y sorbiendo su café caliente, habrán comentado algo como: "La FLAK [20] estuvo inusualmente liviana esta noche. Bueno, supongo que es hora de ir a dormir". 

Pilotos británicos capturados, provenientes de las unidades de cazas tácticos (que son los que cubren las tropas de primera línea), solían criticar a los pilotos que habían volado bombarderos pesados en incursiones sobre las ciudades con comentarios parecidos a: “¿Cómo demonios soportaron el hedor a orina hirviendo y a cochecitos para bebés quemados?"

Una rutina de noticias perfecta: "Durante la última noche nuestros aviones atacaron Dresden. Todos los aviones regresaron sin inconvenientes". 

El único alemán bueno es el alemán muerto: más de 100.000 hombres malos, mujeres y niños (los físicamente aptos estaban en los frentes) fueron para siempre purgados de sus pecados contra la humanidad. Por casualidad me encontré una vez con un bombardero que participó del ataque. "Odiamos hacerlo", me dijo.

La noche en que vinieron, la pasamos en una cámara de carne subterránea en un matadero. Tuvimos suerte, porque era el mejor refugio de la ciudad. Los gigantes anduvieron de caza por la tierra sobre nosotros. Primero vino el suave murmullo de sus bailes en las afueras, luego los gruñidos de sus esfuerzos por llegar hacia donde estábamos y, finalmente, el estruendo ensordecedor de sus tacones sobre nosotros – para desvanecerse por las afueras otra vez. Y volvieron a barrer una y otra vez: bombardeo de saturación.

Una anciana me contó: "Grité y lloré y arañé las paredes de nuestro refugio. Le pedí a Dios: por favor, por favor, por favor, querido Dios, haz que se detengan. Pero Dios no me oyó. Ningún poder podía detenerlos. Llegaron, ola tras ola. No había manera en que pudiéramos rendirnos; no hubo manera de decirles que ya no podíamos soportarlo más. Nadie podía hacer otra cosa que sentarse y esperar la mañana”. La hija y el nieto de la anciana habían sido asesinados.

Nuestra pequeña prisión terminó quemada hasta los cimientos. Se decidió que seríamos evacuados a un campamento periférico ocupado por prisioneros sudafricanos. Nuestros guardias formaban un grupo melancólico: Volksstürmers [21] ancianos y veteranos discapacitados. La mayoría de ellos eran residentes de Dresden y tenían amigos y familiares en algún lugar del holocausto. Antes de que marcháramos,  un cabo que había perdido un ojo después de haber estado dos años en el frente ruso, averiguó que su esposa, sus dos hijos y sus padres habían sido asesinados. Tenía un solo cigarrillo. Lo compartió conmigo.

El ángel que llora sobre las ruinas
Una foto casi "clásica" del bombardeo de Dresden
La marcha a nuestros nuevos cuarteles nos llevó a la periferia de la ciudad. Resultaba imposible creer que alguien hubiera sobrevivido en su centro. Normalmente, el día habría sido frío, pero las ráfagas ocasionales del colosal infierno nos hicieron sudar. Y el día habría sido claro y brillante a no ser por una nube opaca y alta que convirtió el mediodía en crepúsculo.

Una sombría procesión obstruyó las carreteras hacia las afueras. Personas con rostros ennegrecidos llenos de lágrimas; algunos llevando heridos y otros llevando a cadáveres. Se reunían en los campos. Nadie hablaba. Unos pocos, con brazaletes de la Cruz Roja, hacían lo que podían por las víctimas.

Alojados con los sudafricanos, disfrutamos de una semana sin trabajo. Al final, se restablecieron las comunicaciones con un cuartel general de rango superior y se nos ordenó caminar siete millas hasta el área más afectada.

Nada en el distrito había escapado a la furia. Una ciudad de edificios aserrados, con estatuas astilladas y árboles destrozados; todos los vehículos detenidos, retorcidos y quemados, abandonados para que se oxiden o se pudran en la estela de una fuerza maléfica. Los únicos sonidos aparte de los nuestros fueron los de la caída de los revoques y sus ecos.

No puedo describir la desolación con propiedad, pero puedo dar una idea de cómo nos hizo sentir recurriendo a las palabras de un soldado británico que deliraba en un improvisado hospital de prisioneros de guerra: "Es aterrador, le digo. Caminaba por una de esas malditas calles sangrientas y sentía mil ojos detrás de mi cabeza. Los oía susurrar detrás de mí. Me daba la vuelta para verlos y no había ni un alma en pena a la vista. Puedes sentirlos y oírlos, pero nunca hay nadie allí". Y sabíamos que lo que decía era exactamente así.

Para nuestro trabajo de "salvamento", nos dividieron en pequeños equipos, cada uno bajo una guardia. Nuestra macabra misión consistía en buscar cuerpos. La recolección fue abundante, tanto ese día como los muchos que siguieron. Empezamos a pequeña escala, una pierna aquí, un brazo allí y un bebé ocasional, dimos con una veta principal antes del mediodía.

Nos abrimos paso a través de la pared de un sótano para descubrir un apestoso montón de más de 100 seres humanos. Las llamas deben haber barrido el sitio antes de que el colapso del edificio sellara las salidas, porque la carne de los que quedaron atrapados se asemejaba a la textura de las pasas de uva. Se nos explicó que nuestro trabajo consistía en meternos entre los escombros y sacar los restos. Alentados por la amenaza de quedar detenidos, esposados y otras amenazas guturales que nadie entendió, nos metimos  a vadear por un desagradable caldo compuesto por el agua de las tuberías reventadas y las vísceras de las víctimas con las que estaba cubierto el suelo.

Varias víctimas, que no murieron en forma inmediata, quizás habían   intentado escapar por una estrecha salida de emergencia. En cualquier caso, había varios cuerpos apretujados en el pasillo. Su líder había logrado llegar hasta la mitad de los escalones antes de quedar enterrado hasta el cuello por una caída de ladrillos y revoque. Habrá tenido unos 15 años, creo.

Lamento manchar la nobleza de nuestros aviadores, pero muchachos, sepan que ustedes mataron aquí a una apabullante cantidad de mujeres y niños. El refugio que acabo de describir e innumerables otros como ése estaban llenos, repletos, de ellos. Tuvimos que exhumar sus cuerpos y llevarlos a las piras funerarias en los parques. De ahí es que lo sé.


La técnica de la pira funeraria se dejó de lado cuando se hizo evidente la dimensión del número de víctimas. No había suficiente mano de obra para hacerlo bien, así que al final mandaban a un hombre con un lanzallamas para incinerarlos allí donde yacían los muertos. Quemados vivos, asfixiados, aplastados – hombres, mujeres y niños asesinados en forma indiscriminada.

Cuando nos habíamos acostumbrado a la oscuridad, al olor y a la carnicería, comenzamos a especular sobre lo que cada uno de los cadáveres habría sido en la vida. Era un juego sórdido: “... hombre rico, hombre pobre, mendigo, ladrón. . . [22] " Algunos tenían bolsos gordos llenos de cosas y joyas; otros tenían comida, algo muy valioso en aquellos días. Un niño todavía sostenía la correa atada a su perro.

A cargo de nuestras operaciones en los refugios antiaéreos teníamos ucranianos renegados con uniforme alemán. Venían rugiendo borrachos de unas bodegas adyacentes y parecían disfrutar su trabajo una enormidad. Es que les resultaba rentable ya que despojaban a cada cuerpo de todo objeto de valor antes de que los lleváramos a la calle. La muerte se convirtió en un lugar tan común que hasta podíamos bromear acerca de nuestras lúgubres cargas y deshacernos de ellas como si fuesen basura.

No fue así con los primeros, especialmente con los jóvenes. Los levantamos con cuidado sobre las camillas, colocándolos con cierta apariencia de dignidad funeraria en su último lugar de descanso sobre la pira. Pero, como dije, nuestra dignidad, atónita y triste, dio paso a la insensibilidad. Al final de un día espantoso, fumábamos y observábamos el impresionante montón de muertos acumulados. Uno de nosotros arrojó su colilla de cigarrillo a la pila: "Campanas del infierno," – dijo – "estoy listo para la muerte cuando quiera que venga a buscarme".

Unos días después del bombardeo, las sirenas volvieron a aullar. A los sobrevivientes, apenados y desconsolados, esta vez los rociaron con folletos. Perdí mi copia de esa épica acción, pero recuerdo que fue algo así:
“Al pueblo de Dresden: nos vimos obligados a bombardear su ciudad debido al intenso tráfico militar de sus instalaciones ferroviarias. Nos hemos damos cuenta de que no siempre le acertamos a nuestros blancos. La destrucción de cualquier otra cosa que no haya sido un objetivo militar fue consecuencia de una inevitable y lamentable mala fortuna de la guerra. "

Eso explicó la matanza a entera satisfacción de todo el mundo, estoy seguro, pero no despertó más que desprecio.

... y la vida, a pesar de todo, continuó sobre los escombros...
Es un hecho que 48 horas después de que el último B-17 se hubo alejado rugiendo hacia el oeste para gozar de un merecido descanso, los batallones de trabajo se distribuyeron por los rieles de ferrocarril dañados y los restituyeron a su servicio casi normal. Ninguno de los puentes ferroviarios sobre el Elba quedó fuera de servicio. Los fabricantes de visores de bombardeo deben haberse sonrojado al saber que sus maravillosos dispositivos habían colocado las bombas hasta a tres millas [23] de distancia de lo que los militares declaraban que habían sido los blancos a destruir.

El folleto debió haber dicho:
"Destruimos todas las benditas iglesias, hospitales, escuelas, museos, teatros, la universidad, el zoológico y todos los edificios de departamentos de la ciudad, pero, sinceramente, no lo hicimos demasiado a propósito. C’est la guerre. Lo sentimos mucho. Por otro lado, el bombardeo de saturación está de moda últimamente, así que ya saben".

Existió una razón táctica: detener los ferrocarriles. Una maniobra excelente, sin duda, pero la realización fue horrible. Por sus bahías de bombas los aviones comenzaron a vomitar explosivos de alto poder y bombas incendiarias por los alrededores de la ciudad pero, por el patrón que presentaron sus impactos, debieron haber seguido las indicaciones de un tablero de Güija. [24]

Ruinas de la "Frauenkirche" (Iglesia de Nuestra Señora) en Dresden
El cartel dice: "Ingreso prohibido. Peligro de derrumbe"
Calculen pérdidas y ganancias. Más de 100,000 no combatientes y una magnífica ciudad destruida por las bombas lanzadas bien lejos de los blancos declarados: los ferrocarriles quedaron inutilizados aproximadamente tan solo por dos días. Los alemanes lo consideraron la mayor pérdida de vidas sufridas en una sola incursión. La muerte de Dresden fue una tragedia amarga, innecesaria y deliberadamente ejecutada. El asesinato de niños, sean cuales fueren, y de cualquier enemigo que el futuro pueda depararnos, nunca podrá ser justificado.

La respuesta fácil para los grades reproches como el mío es el más odioso de los lugares comunes: "Son cosas de la guerra."; o bien el otro: "Se la buscaron. Lo único que entienden es la fuerza".

¿Quién se la buscó? ¿Quién es el que solamente entiende por la fuerza? Créanme, no es fácil racionalizar la devastación de las viñas que contienen las uvas de la ira [25] cuando se recogen bebés en canastas o se ayuda a un hombre a cavar donde cree que puede estar enterrada su esposa.

Ciertamente, las instalaciones militares e industriales enemigas debieron haber sido destruidas, y ¡ay de aquellos lo suficientemente estúpidos como para buscar refugio cerca de ellas! Pero la política de "Hazte Dura Norteamérica ", el espíritu de venganza, la aprobación de cualquier destrucción o asesinato, nos han hecho famosos por practicar brutalidades obscenas.

Nuestros líderes tenían carta blanca en cuanto a lo que podían o no podían destruir. Su misión era ganar la guerra lo más rápido posible; y si bien estaban admirablemente capacitados para hacer precisamente eso, sus decisiones sobre el destino de ciertas reliquias mundiales invalorables –Dresden en este caso – no siempre fueron sensatas. Cuando, al final de la guerra, con la Wehrmacht quebrándose en todos los frentes, nuestros aviones fueron enviados a destruir esta última gran ciudad, dudo que  alguien se hiciera la pregunta: “¿Cómo nos beneficiará esta tragedia y cómo se comparará ese beneficio con los efectos negativos a largo plazo?

Lo que vi de nuestra guerra aérea, a medida en que el conflicto europeo se acercaba a su fin, tenía todos los signos de ser una guerra irracional por la guerra misma. Los blandos ciudadanos de la democracia estadounidense habían aprendido a patear a un hombre por debajo del cinturón y hacer que el bastardo gritara.

Cuando llegaron los rusos y descubrieron que éramos norteamericanos, nos abrazaron y nos felicitaron por la completa desolación que nuestros aviones habían producido. Aceptamos sus felicitaciones con buena educación y la adecuada modestia, pero en aquel momento sentí lo mismo que siento ahora: que hubiera dado mi vida por salvar a Dresden para las generaciones futuras.

Frauenkirche ("Iglesia de Nuestra Señora").
Diseñada por Georg Bähr, construida en 1726/43
destruida por el bombardeo aliado de 1945 y reconstruida en 1992/2005 después de la
caída del Muro de Berlin y la reunificación alemana.

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18)- Original en https://pulsemedia.org/2011/06/25/the-blood-of-dresden/ Visitado el 19/02/2017
"Armagedón en Retrospectiva" es un relato en donde Vonnegut describe las escenas de "obscena brutalidad" de las que fue testigo mientras era un prisionero de guerra en Dresden y que le inspiraron para escribir su clásica novela "Matadero cinco".
19)- Las Reglas del Marqués de Queensberry son un conjunto de normas generalmente aceptadas en el deporte del boxeo. Fueron respaldadas públicamente por John Douglas, 9º marqués de Queensberry y se publicaron por primera vez en 1867.
20)- Acrónimo de artillería antiaérea.
21)- El Volkssturm fue una milicia nacional creada hacia finales de la guerra (el 18 de octubre de 1944). Bajo las órdenes de Joseph Goebbels todos los varones entre los 16 y 60 años fueron conscriptos e integrados al plan de defensa.
22)- Se trata de un juego infantil de conteo con las palabras: "Tinker, tailor, soldier, sailor, rich man, poor man, beggar man, thief,"  (Hojalatero, sastre, soldado, marinero, hombre rico, hombre pobre, mendigo, ladrón,) - Lo juegan preferentemente las niñas en el marco de un juego más amplio para "adivinar" con quién habrán de casarse.
23)- Unos 4.8 kilómetros.
24)- La Güija (u Ouija) es un tablero de madera sobre el cual figuran el alfabeto y los números. Mediante el mismo los espiritistas supuestamente se comunican con los espíritus.
25)- Referencia a la novela Viñas de Ira (también Uvas de la Ira) de John Steinbeck (1902-1968)