domingo, 30 de junio de 2019

LGTB, DECADENCIA Y NORMALIDAD

Nunca pelees contra un cerdo.
Terminarás todo mugriento y,
aparte de eso, al cerdo le gusta.
George Bernard Shaw

A veces hago cosas que no debería.

Un par de días atrás me enredé en una discusión en Facebook a propósito de la publicación de la siguiente imagen:


La persona que publicó la imagen lo hizo en referencia a la llamada marcha del "orgullo gay" del día anterior con la obvia intención de subrayar el caos moral en el que nos toca vivir merced al cual la imagen de arriba debe soportar todo el desprecio del hembrismo abortista mientras que la de abajo ya es motivo de "orgullo" para cierto tipo de personas.

Cuando la cuestión se plantea desde el punto de vista moral – lo que es algo perfectamente válido – por regla general me abstengo de participar en los debates que se suscitan en las redes sociales por la simple razón que esas redes sociales no sirven para plantear y debatir cuestiones tan complejas y muchas veces tan sutiles como lo son las cuestiones morales y éticas. Ni el tiempo ni el espacio del que uno dispone en esos casos, y por sobre todo el nivel de la mayoría de los que se meten a opinar cualquier gansada, da para un debate serio; y en materia de ética y moral, si el debate no es serio y fundamentado, la discusión por la discusión misma es una miserable pérdida de tiempo.

Pero, en fin, por ahí a consecuencia de un comentario medio tonto no pude con mi (mal) genio y, seguramente bajo el influjo subconsciente de ciertas lecturas spenglerianas, puse algo así como "El solo hecho que ambas imágenes puedan ser comparadas para ilustrar una realidad demuestra el grado de degeneración al que ha arribado la decadencia de Occidente".

¡Para qué! Inmediatamente saltó uno preguntándome, en tono de ironía, en primer lugar por qué "dos personas besándose" era signo de degeneración y, además, en tono desafiante quiso saber "¿Qué es degeneración para vos."? Me la vi venir pero respiré hondo, cargué el mataburros en la computadora y respondí con toda la calma de la que soy capaz cuando tengo que responder con una obviedad a preguntas que revelan una no menos obvia incapacidad para razonar sobre una realidad que mi interlocutor tiene servida en bandeja ante los ojos.

Así que empecemos por el principio. El significado del término "degeneración" no depende de opiniones; depende de definiciones. Y las definiciones de un término están en el diccionario. No existe un significado de "degeneración" para vos, otro para mí, otro para Juanita, otro para Pedrito, y otro para Pirulo y así sucesivamente. Es cierto que el significado de los términos es convencional pero eso no quiere decir que la definición de un término se deja librado al capricho, a la conveniencia o a la interpretación de cualquiera. Porque, si fuese así, cada persona tendría su propio idioma y la comunicación entre las personas se haría imposible. Por consiguiente, según el diccionario:
DEGENERACIÓN
1)- Proceso por el que una persona o una cosa pasa a un estado peor del original por perder progresivamente cualidades que tenía.
2.)- Alteración grave de la estructura celular de una parte del cuerpo.
Obviamente no se trata de un concepto místico ni una terminología que solo manejan los físicos nucleares. Pero, así y todo fue suficiente para hacerle saltar los fusibles a mi ocasional contertulio que contestó con una andanada de preguntas al estilo de: "¿A qué estado peor pasan dos personas por darse un beso? ¿Qué cualidades se pierden? ¿Qué alteración celular se produce por un beso?" y algunas otras por el estilo intercaladas por algunos comentarios supuestamente incisivos y/o irónicos. Y después, como quien comprende que esas preguntas no alcanzan para un buen ataque, mi buen contertulio, en otro post aparte, me manda la pregunta de "¿Qué es lo normal para vos?" y algunas otras consideraciones sobre la normalidad que ya ni recuerdo pero que dejaban bastante en claro que me las tenía que ver con alguien que seguramente había marchado muy orgulloso el día anterior.

Confieso que a esta altura del partido ya tenía ganas de dejar la cosa así como estaba y dedicarme a algo un poco más constructivo. Sabía ya que al pobre pibe, le dijera lo que le dijera, igual no lo iba a convencer porque en todos estos casos no se trata de convicciones sino de autojustificaciones. Pero, después, también tuve que pensar en los lectores y si abandonaba el diálogo estéril en ese punto, alguno medio joven y no muy experimentado en estas discusiones inútiles podía llegar a creer que las preguntas de mi interlocutor no tenían respuesta. Y no es así. No es así para nada. De modo que, suspiro de resignación mediante, me puse a teclear.

En primer lugar, por un simple beso nadie pierde nada y por cierto que no queda peor de lo que estaba antes de besar. Entrar a explicar eso es ingresar al reino de la tautología. Pero cuando ese beso se da entre dos personas del mismo sexo con claras características de expresar una pasión de contenido sexual, el gesto por supuesto que no produce la homosexualidad, pero indica claramente una orientación homosexual. Y con esta orientación sexual tenemos un problema.

Para simplificar el argumento dejemos provisoriamente de lado la cuestión de la Creación y la trascendencia. Tanto si el Homo Sapiens es producto de una Creación divina como si es el producto de una aleatoriedad evolutiva contingente, el ser humano ha sido durante miles y miles de años – incluso quizás durante millones – un mamífero de reproducción sexuada y como tal se ha ido desarrollando hasta llegar a los tiempos históricos. Sea que haya sido creado específicamente a imagen y semejanza de la divinidad; sea que haya emergido de la materia por el azar y una evolución influenciada por el medio; sea que resulte ser el producto de ambas cosas a la vez; lo concreto es que nace, crece, se reproduce y muere como todos los seres vivos y, en materia de reproducción, es un ser sexuado que necesita de la concurrencia de dos sexos diferentes – varón y mujer – y fundamentalmente de dos gametos diferentes – óvulo y espermatozoide – para garantizar la supervivencia de la especie.

Y aquí está el problema: las personas homosexuales carecen de esta capacidad. Ya sea por cuestiones físicas o psicológicas no tienen la capacidad de reproducirse relacionándose con el sexo opuesto con el objeto de formar familias fértiles en cuyo marco se pueden desarrollar luego hijos sanos y equilibrados con una buena imagen materna y paterna. Consecuentemente tenemos aquí un claro caso de personas que han pasado a un estado peor del original por haber perdido la cualidad que los seres humanos tenían para reproducirse y para constituir familias que cuidaran adecuadamente de la prole. Capacidad, esta última, que también han perdido muchos heterosexuales; dicho sea de paso. Por lo tanto es perfectamente lícito hablar de degeneración en estos casos.

Sí. Ya sé. Hay casos individuales y cada caso es un mundo diferente. Y también están los trucos y recursos que pone a disposición la medicina actual más todo el mercado de alquiler de vientres, compra de óvulos y espermatozoides, congelamiento de óvulos fecundados y otros procedimientos. Todo eso bajo el romántico paraguas del gran aaaamooor que supuestamente justificaría cualquier cosa, desde la adopción de niños por parejas homosexuales hasta la manipulación genética y la inyección de espermatozoides comprados en el supermercado del banco de esperma. Como que también es cierto que las lesbianas, si lo desean, pueden obviar su incapacidad, simplemente adoptando una actitud completamente pasiva, tapándose la nariz, respirando hondo y dejando que un varón circunstancial haga su trabajo. Se supone que, al fin y al cabo, una golondrina no hace verano. En el caso los varones homosexuales la cosa se complica bastante más.

El hecho es que todas estas engañapichangas y técnicas artificiales no tapan ni mucho menos anulan la condición degenerada del homosexual por haber perdido una capacidad que es normal en las personas bien desarrolladas. Las técnicas médicas pueden ayudar, por supuesto, a parejas heterosexuales que por alguna cuestión anatómica o fisiológica no llegan al embarazo por las vías normales. Y en ese caso, ¡bienvenidas sean! Pero en el caso de los homosexuales, sean varones o mujeres, la tecnología médica no borra la condición degenerativa de la ausencia del impulso heterosexual de reproducción por la misma razón por la que las pelucas, por mejor hechas que estén, no borran la calvicie ni eliminan un pelo horrible y la cirugía estética puede disimular una cara horrible pero no un alma horrible.  

Y llegamos a lo normal.

En cuanto a la precisión, estamos en el mismo caso que el anterior. Tampoco la normalidad es una cuestión de opiniones. No existe lo normal "para Usted", lo normal "para mí", ni lo "normal" para doña Rosa o para don Mateo. La diferencia con el término "degeneración" está dada, sin embargo, por el hecho que mientras "degeneración" es un término que depende de una definición, lo "normal" es un concepto que depende de un cálculo matemático.

Dicho en términos simples, lo "normal" se calcula mediante una función matemática aplicada a los datos obtenidos de la realidad y graficados en una curva que, no por casualidad, se denomina Curva de Distribución Normal, o también Curva de Gauss. El aspecto de una Curva de Gauss ideal es éste:


Imaginen que estamos investigando la estatura normal de una población. Pues tomaríamos la altura de las personas bajo estudio (en general una muestra representativa) y anotaríamos en el eje horizontal X las alturas observadas, desde la mínima en el extremo izquierdo hasta la máxima en el extremo derecho y en el eje vertical Y la cantidad de individuos para cada rango de estatura considerado. Uniendo los puntos así marcados obtendríamos en un caso ideal la curva que muestra la ilustración.

De ella podríamos deducir que los muy bajitos y los muy altos (en las zonas grisadas de los extremos) son relativamente pocos en comparación con el resto. Mientras que la gran mayoría se concentra en el medio alrededor de cierto valor central que en nuestro caso podría ser, por ejemplo y solo como ejemplo, unos 1.65 m de estatura. Aplicando a este conjunto de valores el cálculo de las desviaciones estándar tendríamos que a 1 desviación estándar de la media abarcamos el 68,3% de los casos. Estos son los valores que se consideran normales para una población dada. A dos desviaciones estándar abarcaríamos el 95,5 % de los casos pudiéndose eventualmente considerar el 27,2% que excede lo normal como casos "atípicos" o, dado el caso, "excepcionales". Todo lo que está fuera de dos desviaciones estándar cae claramente dentro de lo que es anormal.

Sí. Soltado así a boca de jarro suena feo, hay que admitirlo. Pero reitero: no es una opinión ni un juicio de valor; es el resultado de la aplicación de un método científico a los datos objetivos de la realidad. 

El cálculo de la Curva de Distribución Normal es tremendamente útil porque todo proceso en el que solo existan causas aleatorias de variación sigue una ley de distribución normal. Y lo realmente interesante de esto es que esta condición aparece en muchísimos fenómenos naturales.
Incluso en el de la homosexualidad cuya frecuencia, lamento tener que decirlo, no cae dentro de una desviación estándar de la media.

Lo último que sé de mi orgulloso contertulio es la confesión de que ni siquiera quiso leer mi contestación porque de entrada nomás la encontró "aburrida", siguió luego con un consejo de que "saliera del closet" (sea lo que fuere que quiso decir con eso; yo en el closet no me dedico a escribir, pero no importa) y luego me exigió con muy poca amabilidad que no le rompiera las pelotas. Dicho lo cual, me bloqueó.

¡Menos mal!

Me lo tengo merecido por no hacerle caso a Bernard Shaw.