El
lugar donde nacen los niños
y mueren los hombres, donde la
libertad y el amor florecen,
no es una oficina ni un comercio ni una fábrica.
Ahí veo yo la importancia de la familia.
Quienes hablan contra la familia
no saben lo que hacen,
porque no saben lo que deshacen.
Gilbert K. Chesterton
y mueren los hombres, donde la
libertad y el amor florecen,
no es una oficina ni un comercio ni una fábrica.
Ahí veo yo la importancia de la familia.
Quienes hablan contra la familia
no saben lo que hacen,
porque no saben lo que deshacen.
Gilbert K. Chesterton
Economizad
las lágrimas de vuestros hijos
a fin de que puedan regar con ellas vuestra tumba.
Pitágoras
a fin de que puedan regar con ellas vuestra tumba.
Pitágoras
La condición humana ha sido desde siempre un tema muy controvertido. Desde la noción que el hombre "es la medida de todas las cosas" hasta lo del "junco pensante"; desde el ser creado a imagen y semejanza de Dios hasta la noción darwinista de considerarlo como un mamífero de escaso vello corporal y caminar erguido – es decir: un animal medio raro pero animal al fin y no demasiado diferente de todos los demás animales – el ser humano se ha considerado a sí mismo de muy diferentes maneras.
En esto, como en varias otras
cosas, quizás el error que hemos cometido muchas veces es volar tan alto con
nuestro intelecto que nos olvidamos de lo básico y después, cuando las alturas intelectuales
de pronto nos dan vértigo, bajamos
otra vez a tierra firme pero renegando de esas cumbres a las que nos había
elevado nuestra capacidad de filosofar. Quizás, en el fondo, porque nos da algo
de vergüenza el miedo que nos dio el vértigo en su momento. O quizás, también
porque, en ese vuelo, a veces terminamos chocando contra los picos escarpados de lo
imposible y hasta de lo ridículo.
Es curiosa esa tendencia al
"penduleo" que parecemos tener. En política vamos de
"derechas" a "izquierdas" de época en época; de períodos de
las más férreas dictaduras y hasta tiranías, a períodos de la más salvaje
demagogia con anarquías cercanas al caos total. En modas femeninas vamos desde
épocas en que la moralina burguesa consideraba impúdica la exhibición hasta del
más inocente tobillo, hasta épocas en que la desnudez o la cuasi-desnudez se
convierten en algo tan cotidiano que lo que termina llamando la atención es un
vestido excepcionalmente elegante. En lo social vamos desde una organización
familiar moralmente hipócrita en la que al varón se le perdonan todas las
"canas al aire" mientras que a la mujer no se le admite ni una salida
a la calle sin compañía, hasta épocas en que las mujeres toman la delantera y
terminan considerando a sus maridos como algo apenas un poco más interesante y
útil que un electrodoméstico auxiliar.
A todos estos comportamientos
humanos – o por lo menos a una gran parte de ellos – la intelectualidad
postmoderna los ha caratulado con el rótulo de "mandatos culturales".
Con ello se nos sugiere que el comportamiento humano está formado por "constructos"
artificiales perfectamente prescindibles y arbitrarios, a veces incluso
intercambiables, que pueden ser libremente suplantados por otros, ya que lo
importante es "ser feliz" y cada cual puede intentarlo a su manera,
como le venga en gana, o simplemente como pueda, dadas las circunstancias.
Y eso es mentira.
Más allá de modas pasajeras, nuestros comportamientos
morales, políticos, sociales y familiares básicos y normales no son ni enteramente
arbitrarios ni determinados por el capricho de alguien o de algunos. Lo que
sucede es que, para comprender eso, hay que hacer al menos el intento de
entender la condición humana.
Por de pronto, el ser humano no
es, por cierto, solamente un animal.
Pero también es un animal.
Honestamente no creo que los darwinistas a ultranza jamás consigan probar su
teoría de que toda la vida sobre este planeta surgió por casualidad de una
casual célula que por pura casualidad se formó en una especie de
"sopa" primigenia que – también por casualidad – adquirió unas
misteriosas propiedades que le permitieron a Doña Casualidad fabricar eso que
llamamos un ser vivo. Son demasiadas casualidades para mi gusto. Cualquier
analista de riesgo les puede confirmar que el azar es un factor importante pero
que tiene sus límites; incluso considerando la Teoría del Caos.
De modo y manera que la teoría
darwiniana de la evolución – en la medida en que trata de explicar el fenómeno
de toda la vida en general – tiene serias dificultades para sostenerse y, en última
instancia, es bastante obvio que no es más que el obstinado intento de
prescindir de un Creador. Pero eso no quiere decir, en modo alguno, que la
evolución – como fenómeno particular y específico – no exista. Cualquier
ganadero y cualquier chacarero sabe y puede demostrar que las especies varían y
evolucionan. Puedo no creer en absoluto que ustedes y yo seamos descendientes
de esa mítica ameba ancestral surgida de un capricho del azar hace algo así
como 4.000 millones de años, pero eso no significa que el elefante actual y el
mamut no estén filogenéticamente emparentados. El origen casual de la vida es
una teoría – y nada más que una teoría – que todavía tiene que ser demostrada
ya que se basa en puras suposiciones, deducciones y especulaciones; pero la
evolución de las especies es un fenómeno comprobado y demostrado hasta por los
floricultores japoneses.
Creo que no hacen falta muchas
pruebas para demostrar que el ser humano, entre muchas otras cosas, también es un mamífero. La cuestión es
que, en su condición de tal, se halla sujeto a las mismas leyes evolutivas que
cualquier otro ser vivo. Y no lo está desde ayer, sino desde por lo menos
200.000 años como Homo Sapiens y muy probablemente desde cerca de 5.000.000 de años
como especie Homo. La consecuencia obvia de esto es que el comportamiento
natural y normal de la especie no es ningún "invento" del capricho
humano.
Por ejemplo, la familia normal de padre,
madre e hijos, con sus jerarquías y sus roles específicos, no es el invento de
ninguna Iglesia; no la inventó ni la sociedad burguesa, ni el Renacimiento, ni
la Edad Media, ni los romanos, ni tampoco los griegos. De hecho no la
inventaron ni siquiera los egipcios, los babilonios o los sumerios. La
organización familiar típica es el producto de millones de años de evolución. Y
lo es por la simple y sencilla razón de que constituye la organización óptima
para el cuidado y la educación de la descendencia. De no ser – entre otras
cosas – por la familia tradicional sólidamente constituida, nuestro pariente
Homo no hubiera llegado nunca a ser Sapiens y hubiera terminado extinguiéndose
al igual que los australopitecos.
Sucede simplemente que no cualquier organización familiar o
social garantiza la supervivencia y la evolución de la especie. No cualquier
"ensamble" de parejas y prole le brinda a la progenie el marco
adecuado para el desarrollo pleno de sus facultades y potencialidades. Y tanto
ese marco adecuado como el comportamiento que se requiere para constituirlo y
mantenerlo no puede ser caprichosamente alterado con el pueril argumento de que
ya no tenemos que vivir en cuevas ni lidiar contra lobos, leones o tigres de
Bengala. Creer que porque no estamos expuestos a los mismos riesgos que el Hombre
de Cromagnon podemos darnos el lujo de desechar comportamientos y formas de
convivencia optimizadas por millones de años de experiencia real no solo es
peligroso. Es directamente suicida.
Nuestro entorno actual presenta
tantos o más riesgos que los que tenía que enfrentar el cromagnónida de hace
43.000 años atrás. La única diferencia está en que esos riesgos son distintos. Y ni siquiera estoy muy
seguro de que sean menos peligrosos porque, mientras los del Cromagnon eran
principalmente físicos y podían evitarse o superarse mediante la habilidad, la
astucia o la fortaleza física, los actuales son mucho más sutiles y deben ser
enfrentados con las capacidades superiores de la mente humana. En otras
palabras: si me apuran tan solo un poco llegaría hasta al extremo de decir que
actualmente nuestros hijos necesitan a la familia bien constituida incluso bastante
más de lo que la necesitaron los benjamines del hombre de las cavernas. Los
peligros a los que se hallan expuestos nuestros hijos son mucho más insidiosos,
engañosos y traicioneros que un lobo, un león o un tigre de Bengala.
Las normas de comportamiento que
se requieren de varones y de mujeres para constituir la familia normal y
natural no constituyen ningún "mandato cultural". Lo de la familia tradicional
como "mandato cultural" es mentira. Es una mentira detrás de la cual
no hay más que hedonismo, terror a asumir responsabilidades y aversión visceral
a aceptar roles complementarios especializados. Es una mentira dirigida a tratar
de presentar como inocuas las desviaciones y degeneraciones que la mutación produce
tan solo esporádicamente a lo largo y a lo ancho de todo el mundo de los seres vivos.
No es una mentira que va en contra de la moralina burguesa. Es una mentira que trata
de borrar la verdad de millones de años de evolución de la especie.
Y el tratar de borrar eso es
algo tan fatídico como lo sería el tratar de borrar de nuestro ADN todas las
aquellas características que nos hacen humanos.
Mi más sincera gratitud y enhorabuena por su artículo.
ResponderBorrarUna pregunta Sr.Denes: ¿Ha pensado en publicar en formato papel sus artículos a modo de recopilación, por ejemplo, anual?
Muchos, entre los que me incluyo, nos encantaría poder tenerlos a mano en nuestras bibliotecas sin tener que depender de una máquina para poder hojearlos y estudiarlos.
Un cordial saludo desde España.
Pd: Sé que perfectamente podría imprimirlos uno por uno y encuadernarlos; pero no me parece honrado, ni tiene la categoría ni el valor de un libro publicado por Usted; con un prólogo, una edición y un año de publicación.
Lamentablemente amigo mío, una publicación en papel está completamente fuera de toda posibilidad realista por razones obviamente económicas. Justamente me he concentrado en este medio porque es el único que permite una difusión prácticamente global con los medios disponibles.
BorrarEn cuanto a imprimir los artículos, si puede y desea hacerlo, de mi parte no hay absolutamente ningún inconveniente. Es más: me honrará saber que hay alguien lo suficientemente interesado en lo que escribo como para tomarse el trabajo de imprimirlo y encuadernarlo.
Un abrazo!.
Buenas Denes, le sujiero que si Usted pudiese agregar una opción para descargar en formato PDF, eso permitiria descargar el texto al mismo tiempo que elimina la posibilidad de edición por parte de quienes lo descarguen. Saludos. Muy Interesante lo que escribió.
BorrarGracias, por fin pude encontrar una salida a mi relativismo de estructuas mentales contruidas en base a diversos factores, incluido entre ellos, el marco socio-cultural , siento que ahora hay un camino.
BorrarEs realmente un placer leer sus artículos. Desde hace años que lo sigo en la editorial virtual y la página de sus artículos. Saludos desde Lomas de Zamora
ResponderBorrarGracias Wermen. Espero seguir mereciendo esos elogios. . .
BorrarMuy interesante Denés, me encanta su forma de escribir.
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