miércoles, 31 de julio de 2019

PENDULEOS, DISPARATES Y EL COMBATE INEVITABLE

Es mejor retroceder un metro
que avanzar un centímetro
en la dirección equivocada.
Lao Tse

Ya que las condiciones de vida
os parecen insoportables,
¿por qué no os imponéis la
obligación de luchar contra ellas?
Yorimoto Tashi

Nadar contra la corriente
no es necedad si las aguas
corren hacia las cataratas
Nicolás Gómez Dávila

Los penduleos


Hay una curiosa característica del ser humano que se revela ni bien uno se pone a analizar su comportamiento y sus creencias a lo largo de la Historia. Tomándome las libertades del caso, yo lo llamo su tendencia al "penduleo".

El péndulo religioso

Por alguna misteriosa razón el Homo Sapiens es adicto a los extremos en toda una serie de cuestiones. Tomemos, por ejemplo, la religión. En esta cuestión, hoy mismo – Anno Domini 2019 – el penduleo va desde el extremo de los fundamentalistas protestantes norteamericanos que afirman que Dios creó al mundo hace poco más de 6.000 años en seis días de 24 horas porque así lo dice la Biblia y en el otro extremo tenemos a los ateos materialistas dogmáticos que no se cansan de decir que Dios no existe, que el mundo surgió por pura casualidad – o que no "surgió" porque siempre "estuvo" – y quien piense otra cosa es un idiota.

De modo que por un lado tenemos a una serie de personas diciéndonos que el planeta tierra fue creado poco antes de los antiguos egipcios y que el varón humano, construido a partir de una maqueta de barro, es un sujeto creado apenas ayer nomás. Por supuesto, según estos mismos representantes de la literalidad bíblica la mujer es otra cosa – vaya novedad – pero es posterior. Como que para Eva, en lugar del barro, Dios empleó una costilla de Adán. Así. Literalmente. Y quien pregunte por qué entonces nosotros los varones no tenemos una costilla de menos, es un sacrílego.

En el lado de enfrente tenemos una serie de personas que nos hablan de una tierra que apareció, solita ella y por capricho exclusivo de la materia. Nuestra tierra tiene así una edad de, digamos, unos 4.500 miles de millones de años durante cuyo tiempo por pura casualidad una minúscula ameba se puso a vivir porque se le dio la gana y los descendientes de esa ameba – créalo o no estimado lector – somos Usted y yo, claro que unos miles de millones de años después.

Y así está la discusión. En un extremo del péndulo, tercos obnubilados fanáticos que insisten en tomar literalmente hasta la más evidente de las metáforas versus el extremo opuesto de los no menos fanáticos ateos materialistas que empujan la teoría de la probabilidad hasta lo imposible solo para no tener que admitir que la ciencia que estudia la realidad en rigor de verdad no está haciendo más que tratar de entender la complejidad irreductible y específica de una Creación divina negada ab ovo por pura petición de principio.

El péndulo político

Algo muy similar sucedió también en el campo político. No hace tanto tiempo atrás, en un extremo del péndulo teníamos anarquistas que exigían la eliminación del Estado y de toda autoridad posible mientras que del otro extremo se oían las voces de los discípulos directos de un Hobbes no demasiado bien entendido que repetían que el Hombre es el lobo del Hombre y que solo se porta bien cuando se lo tiene muy cortito de riendas con una autoridad que, al menos en teoría, no debería tener límites.

Después de unos cuantos pavorosos ríos de sangre el péndulo no dejó de oscilar pero cambió levemente de dirección aunque no de amplitud. Hoy, sin llegar al anarquismo y a la autocracia tenemos a liberales que sostienen al individuo aislado como medida de todas las cosas mientras que en el otro extremo tenemos a socialistas y comunistas que solo entienden al individuo como un elemento básicamente anónimo que forma parte de la gran masa de una clase social. Lo gracioso es que estos dos extremos pendulares individualistas y colectivistas están completamente de acuerdo en afirmar que el Estado no sirve para nada. Los liberales quisieran verlo reducido a su más mínima expresión, convertido en un simple, pequeño – y sobre todo barato – aparato administrativo. Los comunistas, por su parte y siguiendo a Marx, hasta sueñan con su completa desaparición, con lo cual le hacen un guiño de simpatía a sus primos hermanos anarquistas.

¿Es cierto que hemos superado las ideologías? Que han caducado es obvio pero solo algunos (pocos) las han superado de verdad. Muchos se limitan a no nombrarlas con los cual la mayoría despistada cree que ya no existen. Así ya no se habla del dogma liberal sino de la defensa de los derechos individuales y de "achicar el Estado para agrandar el país". Tampoco se habla ya de la dictadura del proletariado sino de la "solidaridad social de la clase trabajadora" para lograr una fuerza combativa que aniquile a la burguesía parásita. Cambia el discurso. El relato. La terminología. En el fondo es el mismo penduleo de siempre: ateos contra creyentes; demócratas individualistas contra colectivistas anarquistas.

Y, por supuesto, todos son democráticos. Hasta los autoritarios. Todos reivindican para sí la representatividad de la "verdadera democracia" porque quien no comulga con ninguno de los extremos del péndulo es un nazifascista que ni siquiera merece existir.

El péndulo histórico

No hay que creer, sin embargo, que el penduleo se da siempre entre dos bandos coetáneos que se oponen y que forman esas "grietas" de las que tanto se ha hablado en los últimos tiempos y que de una manera tan deplorable dividen el cuerpo social para gran beneplácito de quienes se benefician de las peleas que enfocan la atención de la muchedumbre en cuestiones completamente secundarias – a veces hasta estúpidas – y la alejan de lo realmente importante. Basta un vistazo a los tiempos idos para detectar tendencias contrapuestas que se han sucedido, una después de la otra, a lo largo de los tiempos.

El popular personaje de Betty Boop
antes y después de la aplicación
del código Hays.
Por ejemplo, yo pertenezco a una generación que en su infancia todavía escuchó a personas perorando contra el sexo prematrimonial y del "peligro" que representaba la "tentación de la carne". No hace tanto, todavía allá por los años '50 del siglo pasado hasta las películas románticas de Hollywood terminaban indefectiblemente en matrimonio y no era tan rara la película en donde, en la escena final, el muchachito besaba a la muchachita dándole la espalda a la cámara. En mi infancia y adolescencia el código Hays [1] ya no regía tanto como en los años '30 y '40 pero, así y todo, una gran cantidad de películas norteamericanas siguió ajustándose (más o menos) al mismo hasta 1967.

Después, casi abruptamente, en tan solo un par de años, nos fuimos al otro extremo. Nos pasamos a la pornografía y a la glorificación del hedonismo, con marchas por el "orgullo" homosexual femenino y masculino, el aborto gratis, la despenalización de las drogas, la erradicación de toda moralidad en la cultura y hasta la relativización agresiva de cualquier moralidad y toda la ética en absoluto.  Por supuesto que no es cuestión de ponerse en tía escandalizada porque la cuestión, obviamente, no es la necesidad de elegir entre la hipocresía de la puritana moralina burguesa y la degradación de una bacanal a todo trapo. Pero esos son los extremos del penduleo entre el ascetismo y el hedonismo que se han sucedido durante, digamos, los últimos 50 o 70 años.

El péndulo cultural

Y, finalmente, la tendencia humana de saltar de un extremo al otro, a veces en sólo un par de años, no se limita a la religión, a la política y a la moral. Después de todo eso, sería un verdadero milagro si no ocurriese también en el campo cultural.

Pues no hay tal milagro.

No lo hay, en primer lugar porque el campo cultural – especialmente el filosófico y sus derivaciones – se ha prestado siempre con extrema facilidad a la polarización de los opuestos hasta el punto en que no deja de tener una pizca de verdad aquel viejo apotegma que decía que para refutar a un filósofo basta con leer a cualquier otro.

No obstante hoy, con la cuasi uniformización del pensamiento mediante la implantación de lo "políticamente correcto" y la decadencia cultural generalizada, la cuestión pasa por otro lado. Se está verificando lo que alguna vez dijo el General Patton – que por cierto no fue un filósofo – acerca de la uniformidad del pensamiento: "Si todo el mundo piensa igual, alguien no está pensando en absoluto". [2] Y esto produce un fenómeno muy curioso del que me cuesta encontrar un antecedente en 10.000 años de Historia conocida.

Los Disparates

Los crédulos

Uno de los extremos del fenómeno se detecta al comprobar la existencia de un pensamiento aplastado, ajustado a la conveniencia de los usurpadores del poder, que en lo esencial está basado en la falsedad, la hipocresía y la ignorancia. Este pensamiento castrado, implantado desde arriba, ha producido una enorme masa de ignorantes que en lugar de pensar repite consignas, en lugar de investigar y guiarse aunque más no sea por su propio elemental razonamiento lógico prefiere regurgitar ovinamente lo que vio en la pantalla del televisor; lo cual, en un sinnúmero de casos, no es más que una serie de distorsiones, hipocresías y hasta mentiras flagrantes.

Así es como el integrante típico de Fuenteovejuna tiene una fe casi férrea en una serie de cosas que no son más que suposiciones, mitos, expresiones de deseos y hasta engaños deliberados. Por ejemplo, el hombre-masa actual todavía cree que metiendo un papelito dentro de una caja puede decidir sobre las cuestiones que afectan a toda su comunidad y que su opinión de ignorante es por lo tanto equivalente a la de cualquier persona altamente capacitada porque una persona es igual a un voto, todos somos iguales, la libertad de expresión da derecho a decir cualquier gansada y todo el mundo tiene que poner cara de circunstancias haciendo como que la respeta porque no hay que discriminar a nadie por sus opiniones.

La parte atea de Fuenteovejuna cree que lo único válido es lo que dicta la ciencia y tiene una fe a prueba de balas en que lo que la ciencia no explica hoy ya lo hará mañana, a medida en que avance el indetenible e infinito progreso del conocimiento humano. Conocimiento del cual el público mediático se anoticia a través de la nota de difusión científica escrita o contada por un periodista que sabe tanto de ciencia como yo de Gilgamesh y Sumeria gracias a las viejas historietas de Nippur de Lagash.

Roberto Baradel
Créalo o no, es un representante de los
docentes argentinos.
Naturalmente, dando por supuesto y sabido que todo es "una cuestión de educación" porque, por axioma indiscutible de la Ilustración, hay que creer en que el ser humano es infinitamente educable.

Y, si nadie en miles de años ha podido hacer un Gauss, un Leibnitz, o un Laplace a partir de un badulaque que no sabría escribir la "O" ni con un canuto – como diría Sabina – pues entonces aplicamos el mismo argumento que el ya usado en el caso de la ciencia: la culpa la tiene la imperfección de nuestro sistema educativo al que es necesario desarrollar para que finalmente logre ese milagro algún día. Léase: necesitamos programas "socialmente más comprometidos" pero, sobre todo, más presupuesto, mejores sueldos, más maestras y mucha más infraestructura. Y si no me creen pregúntenle a Roberto Baradel. No es ningún misterio inexplicable que el aparato educativo del sistema escupa ignorantes diplomados que no solo no saben qué es la ortografía y la sintaxis sino que ni siquiera poseen una aceptable comprensión de textos.

Los descreídos

Pero sucede que existe una gran diferencia entre el ignorante y el estúpido. Ignorante es quien carece de conocimientos; estúpido es quien carece de la capacidad de adquirirlos.

A la corta o a la larga, los que no son estúpidos comienzan a sospechar que en el relato políticamente correcto hay cosas que no cierran. Por ejemplo las armas de destrucción masiva de Sadam Husein que jamás se encontraron; el incidente del Golfo de Tonquín de julio 1964 que fue una operación de falsa bandera orquestado para justificar la participación de EE.UU. en la guerra de Vietnam; 
Bombardeo de los Aliados al sector civil de la ciudad alemana de Augsburgo
25 al 26 de Febrero 1944
la satanización sistemática del pueblo alemán por la II Guerra Mundial; el escamoteo de las numerosas atrocidades cometidas por los Aliados contra poblaciones civiles indefensas; la esclavización financiera de países enteros mediante sus deudas externas; las crisis fabricadas para poner de rodillas a posibles adversarios; las sanciones económicas aplicadas tan solo por una desviación del comportamiento esperado y permitido... y no sigo porque el etcétera daría para al menos un centenar de aburridas páginas más.

¿Y qué hizo la mayoría de estas personas carentes de conocimientos y de una formación sólida frente a este cúmulo de mentiras, falsedades e hipocresías pero poseedora del suficiente cerebro como para darse cuenta de que alguien les estaba mintiendo? Pues lo de siempre, esta gente se subió al péndulo y se fue directamente para el  otro lado. En lugar de separar la paja del trigo con conocimiento y criterio estas personas se dijeron: "si de este lado está la mentira, la verdad tiene que estar en el lado opuesto".

Un razonamiento no del todo injustificado pero errado en lo esencial. Y errado porque algo meramente diferente a una mentira no necesariamente es una verdad. Como que tampoco es necesariamente verdad la explicación o el desenmascaramiento de una mentira. Que los antiguos egipcios desplazaban los enormes bloques de piedra que utilizaban en sus construcciones sobre rodillos de madera es algo poco probable. Pero no necesariamente tiene que ser verdad que esos bloques fueron puestos en su lugar mediante los poderes de levitación de unos ingenieros extraterrestres.

El curioso fenómeno que hoy tenemos es gente estúpidamente crédula que cree en las mentiras de un lado y gente inteligentemente ignorante que cree que la verdad está justo en los delirios de los escépticos de la vereda de enfrente.

Así muchas personas cayeron en el péndulo de siempre pero no en uno que oscila – o al menos trata de oscilar – en entre el cielo de la verdad y el infierno de la mentira sino en otro que pendulea de un lado para el otro sin salir de las tinieblas del averno. Hades se debe estar divirtiendo a mares en el inframundo con su propia versión del Péndulo de Foucault.

Los escépticos

Por todo lo expuesto, muchas de las personas que descubrieron varias mentiras detrás de las versiones oficiales del sistema terminaron cayendo en los brazos de toda una serie de charlatanes que también mienten pero hacen creíbles sus mentiras alegando que luchan contra las mentiras del sistema. Sí; ya sé. La frase es un poco complicada pero es como si les dijera: "Miren, yo sé al igual que ustedes que el sistema miente; por eso, para combatir este sistema mentiroso, quiero contarles algo: la NASA es un fraude; los robots exploradores supuestamente puestos en Marte no existen y, además de eso, la tierra es plana."

¿Qué por qué haría yo una cosa así? Pues podría ser por una larga serie de razones y no todas se excluyen entre sí. Una de ellas – quizás la principal en muchos casos – podría ser simplemente por el afán de figurar, llamar la atención y hacerme fama del sabelotodo perspicaz que descubrió un secreto celosamente guardado.

Lanzamiento, alunizaje y amerizaje del Apollo 11
Un tipo que se entusiasma y dice "¡Que grande! ¡La humanidad llegó a la luna!" no llama la atención de nadie; ni aunque sea uno de los mejores discípulos de Wernher von Braun. Además se expone a la crítica lacrimógena del miope de izquierda que inmediatamente saltará con el archigastado argumento de las escuelas y los hospitales que se podrían haber construido con la plata gastada en la investigación espacial. Pero un ignoto Juan de los Palotes que lanza delante de una cámara de televisión algo así como "La NASA y el gobierno yanqui mienten; jamás el hombre llegó a la luna; todo fue un fraude..." seguramente será recibido con los brazos abiertos por más de un periodista amarillo y más de un productor, militante de izquierda, lo citará con tal de tirarle con algo a los malditos imperialistas yanquis. Fabuladores de esta clase, enfermos de figuronería, se encuentran de a patadas en todos los temas y en todos lados. Pregúntenle a Erich von Däniken.

Otra posible razón podría ser que alguien que necesita ocultar algo non sancto le pague buen dinero a otro para que escriba un libro, o el guión de una película, o varios artículos de opinión en medios masivos incluyendo Internet – o todo eso junto – para desviar la atención de la gente. Así, no sería imposible que algunos de los que cometieron una serie de salvajadas en el marco de iniciativas bastante sucias – como, por ejemplo, el famoso Proyecto MK Ultra – hayan destinado un presupuesto nada exiguo para pagar a guionistas, periodistas y formadores de opinión a fin de divulgar toda una historia de suspenso y misterio con tal de barrer bajo la alfombra los casos reales de Frank Olson, Harold Bauer [3] y una pila bien grande de otras barrabasadas adicionales entre las que puede estar, incluso, el caso de Theodore Kaczynski, el Unabomber. Mientras los incautos televidentes se entretienen con la película del periodista que arriesgando su vida "revela" oscuras maquinaciones de la CIA que nunca tuvieron lugar fuera del guión, los verdaderos agentes de la CIA que cometieron las verdaderas animaladas guardan silencio, hacen mutis por el foro, cobran sus jubilaciones y terminan muriendo tranquilamente en sus camas sin que nadie los moleste.

En fin, así como en muchas ocasiones el fuego se combate con fuego, la verdad que puede llegar a desenmascarar un fraude se combate con otro fraude consistente en difundir una mentira presentada como la "revelación de la verdad" acerca del primer fraude. Podrá ser un poco complicado pero el hecho es que funciona.

Así ha nacido toda una serie de teorías estrambóticas; algunas relativamente ingeniosas y al menos bien armaditas mientras que también las hay tan burdamente idiotas que uno se maravilla como puede caer en ellas gente que en una de esas podrá ser ignorante, pero no es estúpida. Probablemente la única respuesta posible a este enigma es que, al fin y al cabo, hay de todo en la viña del Señor y quizás la inteligencia de algunos no consigue controlar la patología de su enfermizo afán de protagonismo que los impulsa a pretender que tienen una respuesta para todo.

La Lucha

El difícil equilibrio

Está bien; reconozco que tampoco es siempre cuestión de ser exageradamente estrictos. En un mundo lleno hasta la coronilla de hipocresías, falsedades, exageraciones tendenciosas y mentiras flagrantes no es fácil orientarse y, en consecuencia, tampoco es demasiado difícil caer en el escepticismo extremo.

A decir verdad, yo tampoco sé cómo fue exactamente que mataron a John F. Kennedy. He leído un montón de cosas al respecto; hasta vi la película de Oliver Stone/Kevin Costner y sigo sin tener demasiadas certezas. Pero que ese magnicidio NO sucedió como se desprende del Informe Warren, de eso estoy prácticamente seguro. Y algo muy parecido me pasa con lo de las Torres Gemelas. No sé si fue otro de esos atentados de falsa bandera a los cuales los norteamericanos son históricamente bastante adeptos, pergeñado para justificar la guerra en Irak. Lo que sí sé con una convicción cercana a la certeza es que las cosas NO ocurrieron tal como lo relató la Comisión del 11-S.

La reina de Inglaterra
Según la teoría reptiliana de David Icke
Tengo pues, es cierto, mi buen montón de dudas en cuanto a la veracidad y exactitud de las versiones de varios hechos históricos. Especialmente cuando, como siempre, a las versiones de la Historia Oficial las escriben los que ganan. Pero eso no me empuja a tratar de explicar hechos como los mencionados afirmando, por ejemplo, que a Kennedy lo mataron los Anunnakis y que la reina Isabel es un reptil disfrazado de humano. Está bien que la Real Chabela británica se ponga unos sombreros medio horribles pero de ahí a confundirla con un lagarto me parece un poco mucho...

Aristóteles enseñaba hace 2.500 años que “la virtud es un justo medio entre dos extremos”. Entre la credulidad extrema y el escepticismo extremo debería haber un justo término medio dictado, aunque más no sea, por la razón elemental y el sentido común. El problema con ese "justo medio" aristotélico es que no parece demasiado atractivo; suena muy parecido a "mediocridad". Es muy fácil malinterpretarlo como una especie de división por 2 de cualquier planteo que contenga dos polos opuestos. Y eso no satisface. Especialmente no satisface a la juventud y a las personas que, más allá de sus años, tienen una mentalidad esencialmente emprendedora y una verdadera pasión por tratar de mejorar las cosas. El reaccionar a los conflictos y a las dudas con un sistemático "bueno, tranquilos, no es tan así, no hay que generalizar, no todo es tan malo..." al final no convence a nadie. 

A las personas en general – y especialmente a la gente simple – les gusta razonar en términos binarios. Les gusta poner a los "buenos" de un lado y a los "malos" del otro. Por eso es que, cuando los grandes genios de la intelectualidad posmoderna vienen con sus relatos a decirnos que el bien y el mal son "mandatos culturales" relativos, la gente simple se confunde y pierde por completo su anclaje ético y moral. Al fin y al cabo el relativismo actual no es más que un extremo frente al otro extremo del determinismo a ultranza.

Dejemos la discusión sobre el justo medio aristotélico a los filósofos. Para la enorme mayoría de la gente, el mensaje posible y útil en este aspecto es el de la necesidad de equilibrios. Por ejemplo, en materia de política tenemos que comprender que una de las funciones esenciales del Estado es la de constituir una instancia constructora de consensos que sinteticen satisfactoriamente las inevitables discrepancias que generan los intereses contrapuestos en una sociedad. Y la primera condición para construir consensos es: no exagerar. Ni maximizando ni minimizando.  Hasta la juventud más llena de energía y de sed de acción reconocerá que no hay que confundir un fueguito de campamento con un incendio forestal ni un balde de agua con un camión de bomberos. Porque, aunque parezca ridículo, si caemos en esa confusión lo que sucederá es que el día en que realmente tengamos un bruto incendio forestal vamos a salir corriendo a buscar algo para apagarlo y ahí nos vamos a dar cuenta (demasiado tarde) de que en realidad el balde no era un camión de bomberos.

Las preguntas básicas

También es cierto que padecemos una avalancha de sobre-información. Los medios impresos, los radiofónicos, los televisivos y últimamente sobre todo los electrónicos, nos inundan de informaciones de todo tipo, clase y orientación de los que por lo menos la mitad no nos sirve de nada. Absolutamente de nada. Al margen ahora de la veracidad, confiabilidad o integridad de los datos, el solo volumen de los mismos hace imposible un análisis crítico exhaustivo de lo que se nos informa todos los días. Y a eso todavía cabe sumar la diversidad caótica de los datos presentados.

Ante esto, una de las cosas que podemos hacer es aplicar el método de las 5 preguntas propuestas por Darrell Huff para desenmascarar las mentiras estadísticas: [4]
1.    ¿Quién lo dice?
2.    ¿Cómo lo sabe?
3.    ¿No falta algo?
4.    ¿No está sesgada la información?
5.    ¿Tiene sentido?
A éstas, a mí me gusta agregarle otras dos:
6.    ¿A quién beneficia?
7.    ¿De qué me sirve saberlo?
En el 70% de los casos la información difundida por los medios masivos no pasa la prueba. Los datos, incluso los que sirven de base a los artículos de opinión, provienen de agencias de noticias que responden a los intereses de sus dueños, o de sus accionistas, y su origen no está nada claro. De modo que ya de entrada tenemos que el "quién lo dice" es una empresa que representa intereses y tiene intereses como cualquier empresa; y el "cómo lo sabe" en muchos casos es un misterio.

Si "falta algo", o no, es a veces algo difícil de determinar. Pero en muchas ocasiones uno lo descubre encontrando huecos muy sospechosos en el relato. Y esos huecos son interesantes porque en ellos puede muy bien estar justamente lo que los manipuladores de la información quieren que se deje de lado. Parodiando a Voltaire que decía "muéstrame a quien no puedes criticar y te diré quién te oprime" uno podría llegar a decir: "muéstrame qué es lo que falta y te diré cual podría ser la realidad que alguien no quiere que veas". No es cuestión de exagerar con esto porque la falta de un dato en medio del cúmulo de datos de una situación compleja no necesariamente es indicio de manipulación; pero cuando el hueco es muy grande hasta los crédulos desconfían.

Por ejemplo, volviendo a lo de las Torres Gemelas y el informe de la Comisión del 11-S. ¿Por qué cuatro aviones? [5] Si era una operación de falsa bandera y lo que querían era tener un pretexto para invadir Irak con los dos de las torres gemelas ¿no hubiera alcanzado? ¿O es que fue realmente una serie de atentados terroristas y el Estado norteamericano se limitó a "permitirlos" a fin de tener ese pretexto? ¿O no sólo los "permitió" sino que incluso los "ayudó" en alguna medida, con lo que volvemos a la teoría del operativo de falsa bandera? Pues bien; son preguntas que, con los datos disponibles, no tienen una respuesta satisfactoria. Por lo tanto aquí falta algo. No es por nada, pero yo hasta diría que falta mucho.

Y esto que es válido para hechos reales resulta doblemente útil para desechar teorías descabelladas. Si los muchachos del Apolo 11 nunca estuvieron en la luna ¿por qué en la Unión Soviética nadie saltó a denunciar la farsa? En medio de la Guerra Fría y en plena carrera espacial, los norteamericanos se mandan un fraude de proporciones piramidales ¿y los rusos fueron tan estúpidos como para no darse cuenta de nada? [6] Por supuesto que la realidad es bien diferente. El astronauta ruso Georgy Grechko, incluso con ironía, es lacónico al respecto: "Cuando recibíamos señales de la Luna, las recibíamos de la Luna, no de Hollywood". ¿Nadie entre los partidarios del fraude espacial norteamericano se dio cuenta todavía de que los rusos monitoreaban todo el programa Apollo con un interés y un nivel de detalle quizás hasta mayor que el monitoreo de los propios yanquis?

Lo mismo sucede con teorías como las de la tierra plana, los reptilianos, el planeta Nibiru, los chemtrails y varios más: esos relatos están llenos – repletos, diría yo – de huecos de información que no tienen respuesta. Si un avión volando a 800 o 1000 metros de altura sobre Buenos Aires tirara uno de esos famosos chemtrails de tenebrosas sustancias químicas sobre la ciudad, el viento de allí arriba haría caer esas misteriosas sustancias, enormemente dispersadas, en medio del Océano Atlántico. O bien sobre algún campo de la provincia de Santa Fe si es que sopla una pequeña sudestada. Los aviones fumigadores de verdad vuelan a un máximo de 5 metros de altura. [7] Además, a los fanáticos de los chemtrails no les haría nada mal investigar un poco por qué existen los llamados "winglets" y "sharklets" en la punta de las alas de muchos aviones. Entre otras cosas.
 
En  cuanto a la planitud de nuestro planeta, recuerdo que varias veces, en el cielo nocturno de la Patagonia, con unos cuantos amigos pudimos ver satélites que surcaban el cielo gracias a que reflejaban la luz del sol. Todavía no he encontrado un partidario de la tierra plana que me explique cómo es posible que puedo ver un satélite, de tan solo un par de metros de superficie, que se encuentra en una órbita terrestre de, digamos, unos 10.000 km (hasta 35.790 km para órbitas geoestacionarias), y desde Buenos Aires (o pongamos por caso desde Punta del Este) no puedo ver las luces de Ciudad del Cabo en África que está a tan solo 6.879 km de distancia cruzando el Atlántico sin nada en el medio. Si la tierra fuese plana debería poder verlas. Cuando en Buenos Aires son las 9 de la noche, en Ciudad del Cabo son las 2 de la madrugada del día siguiente.

La Estación Espacial Internacional
Pero dejemos eso porque ni hace falta ir tan lejos. He podido ver perfectamente un satélite de órbita baja como la Estación Espacial Internacional [8] – que es un pedazo de metal que ni siquiera tiene luz propia y solo refleja la luz del sol desde una altura de unos 400 km  – y desde el edificio más alto de Buenos Aires no puedo ver ni siquiera las luces de Rosario que está en línea recta a 281 km de distancia. Todo el delirio de la tierra plana es un colador de huecos de información que no tienen respuesta.

Y así podemos seguir con las demás preguntas hasta que llegamos a la última que, en cierto sentido es mi favorita: ¿de qué me sirve saberlo?

Hay muchas cosas que uno busca, investiga y aprende por simple curiosidad, o por interés en lo que podríamos llamar la "cultura general". Y por supuesto que no está nada mal; todo lo contrario. Si algo despierta mi interés, obviamente me gusta entrar en detalles y conocer más. Lo que no soporto es que, algo que NO despierta mi interés para nada – incluso algo de lo cual sé positivamente que es una fábula – me sea repetido hasta el recontra cansancio y que incluso me sea exigido como una cosa de conocimiento necesario y de adhesión obligatoria.

Por ejemplo, hace unas semanas pasadas se conmemoró la explosión del 18 de julio de 1994 en la Mutual Judía AMIA. Dicho sea de paso: siempre me pregunté por qué la otra explosión del 17 de marzo de 1992 en la embajada de Israel en Buenos Aires tiene muchísima menos prensa; pero dejemos eso por ahora. Desde hace 25 o 27 años que la gran discusión gira alrededor de la típica pregunta de novela policial: "¿quién lo hizo?" Que los sirios, que los libios, que los propios judíos, que la conexión local y desde hace ya una pila de años, que Irán.... ¿Quieren que les confiese una cosa? Me importa un reverendísimo rábano el "whodunnit" como dicen los norteamericanos cuando tipifican obras como las de Agatha Christie o Ellery Queen. [9]

A lo largo de todo el amplio largo y ancho del planeta, de todas las embajadas de los 194 países del mundo, de pronto en Buenos Aires vuela por el aire la embajada israelí. Y dos años más tarde, otra vez en Buenos Aires, explota la Asociación Mutual Israelita Argentina. Yo las preguntas que me hago son ¿por qué justo en la Argentina? ¿Por qué justo en Buenos Aires? ¿Por qué las dos veces a la comunidad judía? ¿Por qué tantas enormes dificultades en la investigación? ¿Por qué el verdadero desastre armado por el juez Galeano? ¿Por qué tuvo que morir el fiscal Nisman? ¿Por qué el periodista Damián Pachter huyó corriendo apenas unas horas después de la muerte de Nisman para refugiarse en Israel y no ha vuelto desde entonces? [10] ¿Por qué nunca se cerró ninguno de los casos en la justicia?  Realmente: de qué me sirve saber si lo hicieron los iraníes, la propia MOSSAD, la CIA, la FSB rusa, el MI6 británico, los sirios, los libios, los de Hamas, los del Hezbolá, los palestinos en general, los hombrecitos verdes de Aldebarrán o los Anunnakis de Nibiru? No me interesa el quién lo hizo; lo que me interesaría saber es por qué se hizo.

Está bien que sabiendo a ciencia cierta el "quién" en teoría resultaría más fácil averiguar el "por qué". Pero ése es un problema de los investigadores; no un problema mío. Yo no estoy investigando el caso, sólo me gustaría entenderlo. No me vengan con suposiciones acerca del "quién-lo-hizo" que encima no están comprobadas y no han sido verificadas ni demostradas ante una corte imparcial. Todas esas conjeturas no me sirven para nada; es más: incluso me resultan bastante sospechosas. Hasta Raúl Kollman en Página 12 reconoce que:
"Ahora se difunden informes de inteligencia, cuyo origen ni siquiera está claro, para tratar de darle un cierre a la cuestión del atentado con conclusiones justito a la medida de la política belicista de Washington y que, al menos hasta ahora, no se condicen con buena parte del expediente judicial." [11]
Cuando los medios empiezan a bombardearnos con información que no nos sirve para nada, lo que puede estar pasando es una de dos: o bien no tienen nada para informar y deben llenar los huecos del informativo con lo superficial, con lo obvio y con la repetición de lo ya publicado; o bien la información-basura está para tapar algo que no quieren, no pueden, o no deben, informar.

La lucha inevitable

Frente a toda esta manipulación de la realidad y la propuesta de interpretaciones delirantes para tratar de explicar una realidad manipulada, lo que en realidad tendríamos que hacer todos es detenernos y, además de las preguntas ya apuntadas, hacernos una pregunta final y decisiva: ¿hacia dónde nos lleva todo esto?

No es muy difícil verlo. Vamos avanzando cada vez con mayor velocidad por el plano inclinado de la degradación y la decadencia. Con la relativización de los valores y su conversión a meras opiniones discutibles; con el rechazo caprichoso de elementos sociales o políticos seguros y avalados por siglos de experiencia positiva con el displicente argumento de los "mandatos culturales" (como si un "mandato cultural" fuese algo malo de por sí y en sí); con la prioridad del placer como fuente prácticamente única de la "felicidad" y con la hegemonía de los derechos por sobre los deberes que los tendrían que justificar; con todo eso y varias otras cosas más que omito por brevedad, el futuro de nuestra cultura no autoriza a ser optimistas. En absoluto.

Ante esta realidad es totalmente inconducente recurrir a teorías disparatadas que no son sino engaños para apartar la atención de lo sustancial. Frente a esta cuestión caben, básicamente, solo dos actitudes. La fatalista expresada en aquél viejo proverbio oriental que decía "siéntate a la puerta de tu casa y verás pasar el cadáver de tu enemigo"; o bien la de aquellos que, aun en la derrota, siguen luchando porque, como pedía el poeta, no se dan por vencidos ni aún vencidos. [12] Uno siempre se puede sentar a la puerta de su casa y a veces hasta hay que admitir que puede llegar ser sabio hacerlo en ciertas circunstancias extremas. Pero, si la decisión es ésa, también hay algo que no me voy a cansar nunca de repetir y es que el mal que no se combate, se propaga. Y si uno no quiere que se propague, no hay más remedio que ponerse de pie, tomar la espada, levantar el escudo y aceptar el desafío del Buen Combate.

Pero cuidado, tampoco es recomendable lanzarse a la lucha armado tan solo de una espada, un escudo y de una enorme mochila llena de buenas intenciones. Aparte de aquello de que el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones, hay que tener perfectamente en claro cuál es el objetivo final por el cual se lucha. Porque, si eso no se sabe bien de antemano, aún el obtener una victoria aplastante sería perfectamente inútil.

Por lo tanto, no es cuestión de ser fanáticos discípulos de Immanuel Kant – y no lo soy para nada – pero hay cuatro preguntas planteadas por el filósofo alemán que bien vale la pena hacerse para al menos entender la realidad antes de decidir un curso de acción:

1. ¿Qué debo hacer?
2. ¿Qué puedo saber?
3. ¿Qué me cabe esperar?
4. ¿Qué es el Hombre?

Y para contestar esas cuatro preguntas acerca de la realidad, hay que saber dónde buscar las respuestas. A los efectos de nuestras necesidades, a la primera pregunta responden la moral y la ética; a la segunda responden la ciencia y la lógica; a la tercera la prospectiva y el análisis de datos; y a la cuarta la religión, la metafísica y el conjunto de las Ciencias del Hombre.

En última instancia la cuestión es aprender, entender la realidad lo mejor posible, fijar objetivos, decidir estrategias, adoptar tácticas y luego salir a luchar con inquebrantable voluntad de vencer. El resto hay que dejarlo en las manos de Dios.

Porque como sentenció Santa Juana de Arco: "los hombres combaten, pero sólo Dios da la victoria.” Y, si alguno de ustedes no cree en Dios, pues puede dejar tranquilamente la eventual victoria en manos del Destino o de la Fatalidad.

El resultado final no va a cambiar por eso.

Al fin y al cabo Dios puede, si quiere, decidir incluso sobre destinos y fatalidades.

Santa Juana de Arco
"Los hombres combaten, pero sólo Dios da la victoria"


------------------------------------
NOTAS

1)- El llamado "código Hays", adoptado en 1930 e impuesta en Julio 1934 limitaba la exhibición de películas que mostraran "insinuaciones sexuales, mestizaje, consumo de drogas ilegales, infidelidad, aborto, violencia intensa u homosexualidad". El código rigió en Hollywood – con unas cuantas excepciones – hasta 1967.

2)- “If everybody is thinking alike, then somebody isn't thinking.”  Existe también una frase muy similar atribuida a Benjamin Franklin  según el cual "Si todos piensan igual NADIE está pensando" (If everyone's thinking alike then NO ONE is thinking.)

3)- Frank Olson fue un bacteriólogo empleado por la CIA al que le hicieron ingerir LSD sin su consentimiento. Poco después murió tras saltar por la ventana del piso 10 de un hotel de Nueva York. Por su parte, Harold Bauer fue un tenista norteamericano que murió a consecuencia de inyecciones de Methylenedioxyamfetamina como parte del proyecto MKUltra.

4)- Huff, Darrell, Cómo Mentir con Estadísticas, https://drive.google.com/file/d/0B6QXUcoelzmpUGxYcmVqVXlhdVU/edit

5)- Dos en las torres, uno en el Pentágono (si es que el del Pentágono fue un avión en absoluto) y el cuarto avión – el vuelo 93 de United Airlines – que se estrelló cerca de Shanksville, en Pensilvania.

6)- Cf. https://www.perfil.com/noticias/ciencia/los-rusos-no-creen-que-eeuu-haya-ido-a-la-luna-y-quieren-viajar-a-comprobarlo.phtml

7)- https://www.engormix.com/agricultura/articulos/aviacion-agricola-y-tecnologia-de-pulverizacion-t28235.htm

8)- De hecho, uno de los objetos más luminosos del cielo nocturno es la Estación Espacial Internacional a unos 400 km de altura. (Cf. https://astroaficion.com/2011/09/06/se-pueden-ver-satelites-en-el-cielo/)

9)- Ver https://es.wikipedia.org/wiki/Whodunit

10)- https://tn.com.ar/politica/patcher-el-periodista-que-se-fue-del-pais-despues-de-dar-la-primicia-de-la-muerte-de-nisman-no_933088

11)- Cf- https://www.pagina12.com.ar/207457-atentado-a-la-amia-la-historia-segun-los-servicios

12)-
No te des por vencido, ni aun vencido,
no te sientas esclavo, ni aun esclavo;
trémulo de pavor, piénsate bravo,
y arremete feroz, ya mal herido.
Pedro Bonifacio Palacios (Almafuerte)


12 comentarios:

  1. Qué bueno y cuánta falta hace leerte Denes. Un gran abrazo. Ignacio (el que te paso el documental de Scruton sobre la belleza)

    ResponderBorrar
  2. Maravilloso Denes. Seguís siendo el propietario del sentido común. No lo pierdas nunca.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Gracias! Lamentablemente sigue siendo el menos común de los sentidos...

      Borrar
  3. Grande Denes, leías Nippur y Gilgamesh, en El Tony o Fantasía, la otra revista, Intervalo, creo, tenía en historietas obras de grandes escritores Balzac, Hugo, Dostoievski y eso terminó acercándome a la literatura. Saludos. LA NOTA MUY BUENA.

    ResponderBorrar
  4. En el péndulo político los dos extremos de la oscilación no interesan, lo interesante es averiguar quién sostiene la piola.

    ResponderBorrar
  5. Denes, no se pueden leer los artículos y libros de La editorial virtual ¿Son peligrosos?

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. No. Pero parece ser que Gran Hermano Google tiene otras ideas al respecto.
      En nombre de la democracia y la libertad de prensa ha censurado algunas obras. Entre ellas incluso algunas que son de libre acceso en cualquier biblioteca.
      Lo siento. No ha sido mi decisión. Voy a ver como lo arreglo.
      PD: incluso este comentario es ya la tercera vez que lo escribo. Parece ser que alguien no me quiere.

      Borrar
  6. Hola Denes, como siempre excelente artículo, lo aproveché para hablar con mi hijo y sobrino q estan leyendo sobre el tema del "holocausto". Quisiera aprovechar me aclararas el como reconoces una persona altamente capacitada y también ampliaras lo de la infinita educabilidad (no entiendo como tener esta posición si hay diversas limitantes). Sobre el tema de la felicidad, es bastante interesante, sobre todo cuando últimamente te vebden el dogma: venimos a ser felices, q por más vueltas no lo veo como fin último (a menos, q sea católico como yo y la felicidad sea Dios). Un abrazo desde Colombia.

    David

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Una persona altamente capacitada se reconoce por su actividad (no necesariamente por su profesión aunque eso también es un fuerte indicio).
      La teoría de la infinita educabilidad del ser humano proviene de la suposición que todo ser humano nace como una especie de hoja en blanco y toda su formación es consecuencia de la influencia de su medio ambiente y su entorno humano. Consecuentemente, según esta teoría si el entorno es el que forma a la persona, con el entorno adecuado cualquier persona puede convertirse en cualquier cosa que desee ser.
      De allí que todos los fracasos de la igualación por medio de la educación (que son bastante obvios)se adscriben al medio y no a los diferentes talentos y tendencias innatas y heredables que tienen los seres humanos.

      Borrar
  7. Bueno Sr. Denes, no se deben dar por tan “locas” ciertas teorías y menos cuando realmente no lo son, p. e. el que nos “gasean” con aviones.

    Le escribo desde España y le diré que esto es algo reconocido incluso por el Gobierno y nada menos que en el Boletín Oficial del Estado; supongo que en todos los países es igual lo digan o no.

    Solo tiene que ver el BOE de fecha 17-04-2020, Sec 1, pag. 29198, sobre medidas Covid, en cuyo texto, entre otras lindezas, reconoce:

    “…
    De entre las técnicas más eficaces de desinfección se encuentran la utilización de medios aéreos pues a través de ellos, con técnicas de nebulización, termonebulización y micronebulización, se alcanzan todas las superficies con rapidez, evitando depender de la aplicación manual, que es más lenta, y en ocasiones no llega a todas las superficies por existir obstáculos que impiden llegar a las mismas. Las unidades de defensa NBQ de las Fuerzas Armadas y la Unidad Militar de Emergencias (UME) disponen de medios personales, materiales, procedimientos y el adiestramiento suficiente para llevar a cabo desinfecciones aéreas, pues son operaciones que ejecutan regularmente, con la salvedad de que en vez de emplear productos biocidas lo hacen con otros productos químicos descontaminantes
    . …”

    Toda la orden y lo anterior reseñado no tienen desperdicio ¿Qué le parece? ¿gaseaban o no?

    Desde luego la Tierra no es plana y la NASA habrá llegado a la Luna, pero que nos gasean desde siempre también es verdad. Muchas otras barbaridades han hecho con pruebas atómicas y químicas los Estados contra su propia población. Hay que distinguir bien las locuras de lo que realmente el ser humano puede hacer, que es absolutamente todo dentro de su “poder”, por más bárbaro e increíble que parezca, como ya le dejo expuesto con normativa oficial incluida en este comentario y que usted mismo puede buscar y comprobar pues es de libre acceso en la red.

    Saludos

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Que el ser humano es capaz de cometer las barbaridades más increíbles está fuera de discusión. Diez mil años de Historia conocida lo demuestran.

      No obstante las leyes de la física y de la naturaleza en general le ponen límites hasta a la estupidez humana. Que se puede fumigar (o "gasear") por medios aéreos y producir desastres en la población es algo demostrado. Basta con citar los casos de cáncer producidos en poblaciones enteras por la fumigación con el glifosato de Monsanto. Eso es perfectamente posible y nadie lo niega. Lo que ya resulta más que problemático (por decirlo suavemente) es que eso se haga desde aviones volando a más de 1.000 metros de altura, tal como afirman (y hasta fotografían) los partidarios de los famosos "chemtrails".

      Pero, en fin. Hay quienes ven estelas en el cielo cerca de un aeropuerto muy transitado y gritan "¡chemtrails!". Y a estas personas no les sirve de nada que los mismos pilotos, de esos mismos aviones que han generado esas mismas estelas, les expliquen que no son gases venenosos ni productos psicotóxicos sino algo perfectamente conocido en aeronáutica y que se llama "estelas de condensación" ("contrails") y que también pueden ser generadas por los llamados "torbellinos de punta alar" para los cuales se diseñaron los "winglets" y los "sharklets" en la punta de las alas de los aviones comerciales modernos.

      De modo que repito: se puede fumigar desde un avión prácticamente cualquier porquería. Pero no desde un aparato volando a 1.000 metros o más de altura; a menos que se quiera fumigar cualquier cosa en cualquier lado con una saturación ínfima de gramos de producto por superficie. Y tampoco es indicativo de intenciones aviesas cualquier estela generada por un avión comercial de pasajeros o de carga.

      Un cordial saludo

      Borrar