domingo, 24 de marzo de 2019

EN DEFENSA DE LA VIDA Y LA MUJER

Los dioses han hecho dos cosas perfectas:
la mujer y la rosa.
Solón.

En tres tiempos se divide la vida:
en presente, pasado y futuro.
De éstos, el presente es brevísimo;
el futuro, dudoso;
el pasado, imborrable.
Séneca

Soy consciente de que es un tema al que le he dedicado ya varias páginas y que corro el riesgo de saturar la paciencia de todos ustedes. Pero no puedo callar. Honestamente siento que pocas cuestiones hay – y Dios sabe que hay muchas – más importantes que éste, el de la vida. Porque no se trata de la simpleza binaria de "aborto sí" o "aborto no". Tampoco la cuestión se simplifica con un "feminismo sí" o "feminismo no" ni con "ideología de género sí o no". La cuestión abarca todo eso y mucho más. Desde el punto de vista ético se trata de si hay, o no hay, cosas sagradas que el ser humano no debería tocar y mucho menos manipular desde su ignorancia; y desde el punto de vista político se trata de si hay, o no hay, cuestiones del Bien Común que no deben ser tratadas desde la perspectiva personal de la conveniencia, el interés, el mero capricho o el egoísmo del placer individual.

Marcha a favor del niño por nacer en Buenos Aires 23/03/2019
Dejemos por ahora en suspenso y para más adelante la cuestión ética – aun cuando sin duda es la más importante – y pongamos bajo la lupa la cuestión política. En el mundo de la política actual uno no puede menos que tener la fuerte percepción de que el egoísmo individual se halla por encima del Bien Común, que mezquinos intereses personales prevalecen por sobre el interés general y por consiguiente lo que la comunidad políticamente organizada necesita queda en muchos casos arrinconado en un muy relegado segundo plano.

La droga

Tanto como para ilustrar el punto, tomemos, por ejemplo, el caso de las drogadicciones. Cada vez es más frecuente que se haga referencia a los posibles "usos medicinales" de ciertas drogas; que se haga la comparación con el tabaco o el alcohol y que se insista en hacer referencia a los supuestos hallazgos positivos de ciertos estudios callando ominosamente el hecho de que la mayoría de estos estudios están financiados por los mismos que venden las sustancias así como hasta no hace mucho las grandes tabacaleras llenaban el ambiente publicitario promoviendo sus productos incluso en los grandes eventos deportivos.

El argumento de los "usos medicinales" de ciertas sustancias es tremendamente tramposo. Por ejemplo, los opiáceos se utilizan desde hace añares en la medicina para tratar el dolor o causar sueño y, entre otras cosas, constituyen una de las herramientas eficaces para calmar los dolores que produce el cáncer. Lo cual no significa que cualquier médico los vaya a recetar a Doña Rosa para que los consuma como caramelos cada vez que el batifondo de sus vecinos no la deja dormir, o le aconseje a Don Raúl que se dé un saque de morfina cada vez que le duelen los callos.

De modo que es cierto: hay usos medicinales para varias sustancias que también circulan por el mercado del narcotráfico. Pero el argumento del "uso medicinal" enarbolado por los participantes de ese mercado apunta a otra cosa. Apunta a habilitar el otro argumento consistente en preguntar: "¿Por qué si está permitido como medicina ha de estar prohibido para uso personal? ¿Por qué el Estado ha de meterse en mi vida dictándome qué puedo tomar y qué no?" No creo que haga falta una larga explicación para demostrar que aliviar el dolor de un enfermo de cáncer es una cosa y justificar la autodestrucción de un pobre tarado que insiste en querer suicidarse flotando sobre una nube de heroína es algo completamente diferente.

Pero, por supuesto, lo anterior es una explicación que ningún drogadicto aceptará. Es que, por regla general, el adicto es un propagandista de su adicción. Lo es porque una de sus mayores obsesiones es que su adicción sea socialmente aceptada y deje de ser marginado o criminalizado por su dependencia. Mientras más adictos haya, mientras más generalizada sea la adicción, menos probabilidad habrá de que el adicto sea estigmatizado. Al fin y al cabo, si todo el mundo lo hace ¿por qué habría de ser malo que lo haga él también?

Que una multiplicación de drogadictos no es precisamente lo que requiere el Bien Común difícilmente necesite ser explicado. La popularización y la tolerancia frente a las drogas tendiente a despenalizar no solo su consumo sino incluso su comercialización es algo obviamente contrario al interés general y solo puede ser propuesto por quienes ponen el placer y el interés individual por sobre el interés de la comunidad olvidándose de que nadie puede prosperar en una comunidad que ha caído en la decadencia. Y esto más allá de si la prohibición es realmente efectiva – que obviamente, así como está implementada, no lo es – y de si la despenalización sería, o no, una verdadera solución – que tampoco lo sería por sí misma ya que la única solución verdadera es reducir el consumo hasta eliminarlo.

La herencia soviética

La promoción política del aborto funciona de manera similar aunque se entreteje con el gramscismo mediático y, a través de él, sus orígenes se remontan hasta el marxismo de origen soviético.

Pocas personas lo saben, pero el Estado soviético fue el primero en instaurar de modo legal el aborto gratuito para cualquier mujer que lo solicitara, en cualquier momento de la gestación, incluso hasta poco tiempo antes del parto. La medida respondía simplemente a la lógica de la cosmovisión materialista dialéctica del marxismo según la cual, hasta que alguien no salía del vientre de su madre no era un ser humano y, en el eventual conflicto entre los progenitores, la madre, como física y materialmente portadora del feto, tenía el poder absoluto de decisión.

La ideología liberal – igual de materialista y para colmo hedonista e individualista a ultranza – asimiló sin dificultad este criterio, sobre todo gracias a la mutación del marxismo que pasó de la estrategia revolucionaria leninista a la estrategia cultural gramsciana después del colapso de la URSS. Gracias a eso, el original criterio soviético continuó siendo cultivado tanto por la izquierda liberal como por una izquierda de oposición tolerada y se difunde por los medios masivos de difusión así como por "Organizaciones No Gubernamentales" supuestamente "independientes", entrelazadas en realidad con proyectos políticos globales como el de la Open Society  (Sociedad Abierta) de George Soros o emprendimientos en gran medida primariamente económicos como el de la Planned Parenthood.

La deshumanización como arma

Antes de entrar de lleno en la controversia, lo más importante que hay que comprender es que no existe ninguna mujer mental y físicamente sana que se someta a un aborto pensando: "Ahora voy y mato a mi propio hijo; le destruyo la vida así me lo saco de encima." Lo que sucede es que durante ya varias generaciones a las mujeres se les ha estado diciendo, repitiendo y enseñando la perversa ideología según la cual el feto no es un ser humano. Esto es lo que a algunas les hace aceptable – al menos en teoría y al principio – la destrucción del feto a pesar de que la ciencia ha determinado de un modo inequívoco que la vida humana comienza con la concepción. Algo que se condice hasta con el sentido común. 

Es por esta propaganda ideológica que muchas mujeres descubren demasiado tarde que la vida del feto es una vida humana, por lo que después tienen que soportar durante el resto de sus vidas la carga de haber sido partícipes de una tragedia mortal. La verdad es que después de la destrucción de la vida que estaban gestando, las mujeres que abortan terminan en muchísimos casos siendo las principales víctimas. Víctimas de las que, a pesar de los grandes discursos de sororidad y solidaridad, ya nadie se ocupa porque a los impulsores de la ideología el arrepentimiento les importa un bledo.

La estrategia abortista

Para combatir esta tendencia lo primero que hay que hacer es entender las tácticas que se emplean. Por suerte, no es algo demasiado complicado porque la propaganda abortista está edificada sobre tan solo tres pilares.

El primero de ellos es la deshumanización de la vida fetal mediante la falacia de afirmar que el feto no es un ser humano. Con ello logran despersonalizar la interrupción de su vida y hacerla socialmente más aceptable porque, al fin y al cabo, el argumento es que no se trataría más que de "un montón de células". En forma complementaria, también se escuchan con frecuencia diferentes teorías sustentadas por argumentos pseudocientíficos en cuanto a que la vida humana comenzaría después de la primera respiración, después del primer latido del corazón o después del desarrollo de la sensibilidad al dolor.


Todas estas teorías son falaces y no sólo porque se contradicen entre sí y es imposible que todas sean ciertas al mismo tiempo. No están equivocadas sólo porque la biología humana ha demostrado de manera irrefutable que la vida de un ser humano comienza con un óvulo fecundado y todos los argumentos que van más allá de esto son puras especulaciones. Además de falaces son inadmisibles porque, si alguien se arroga el derecho de determinar quién y cuándo es un ser humano, es obvio e inevitable que establecerá las condiciones de forma tal que sean favorables a sus creencias – sean éstas las que fueren.

Presentar al feto como tan solo "un montón de células" es una forma artera de deshumanizarlo. Lo mismo sucede cuando por ahí se habla de un "ser parcial" o "incompleto". En un sentido estricto, todos, hasta los adultos y los ancianos,  somos "un montón de células" si vamos al caso; y la idea de que un ser humano en gestación es un "ser incompleto" y por lo tanto no es humano vendría a ser como decir que un brote de soja no es una verdura o que un pimpollo de jazmín no es una flor.

El segundo pilar de la propaganda abortista es la argumentación con lo excepcional.

Por supuesto que existen las excepciones. Según el viejo proverbio hasta son las que justifican la regla. Cuando la vida de la madre se halla en peligro hasta las normas más estrictas priorizan la vida de la mujer embarazada. Y también es muy cierto que hay zonas grises que, desde ciertos puntos de vista, pueden estar abiertas a debate como, por ejemplo, los casos de violación o los casos de malformaciones gravísimas del feto. Pero incluso en estos casos extremos – que por otra parte representan estadísticamente una proporción ínfima del total – el posible debate debería ser extremadamente cuidadoso y respetuoso, teniendo en cuenta que se trata de cuestiones éticas y morales muy complejas sobre las cuales, si se toma una decisión, hay que estar muy seguro de haber optado por el mal menor.

Sin embargo, las personas que esgrimen las excepciones como argumento, en la enorme mayoría de los casos no lo hacen en estos términos. Invocan la excepción pretendiendo imponer a partir de ella la norma general, en muchos casos porque con ella pueden presionar con mayor éxito las glándulas lacrimales de la audiencia (¿quién es el duro de corazón tan cretino que no va a sentir lástima por la pobre nena menor de edad violada por un sexópata?). O bien utilizan las excepciones en los debates porque saben que no es precisamente muy simpático confesar que no les importa un pito eliminar las consecuencias no deseadas de un coito imprudente e irresponsable sacando al feto de a pedacitos del vientre de su madre, o matándolo químicamente antes para que no sea necesario llegar a eso.

De cualquier manera que sea, la argumentación por la vía de las excepciones es hipócrita y falaz. Desde un punto de vista lógico los casos excepcionales no pueden ser esgrimidos para aplicar una norma general. Si eso fuese aceptable, entonces si a un automovilista le está permitido frenar de golpe y hacer una maniobra evasiva para no pisar a un peatón imprudente, le debería estar igualmente permitido clavar los frenos a la mitad de cualquier cuadra y circular haciendo eses al ritmo del Danubio Azul de Strauss retumbando por los altoparlantes.

Por su parte, desde el punto de vista ético y moral, la universalización de la excepción choca de frente no solo contra varios preceptos religiosos básicos sino hasta contra la simple y sencilla regla del imperativo categórico de Kant que decía: "Actúa de tal manera que las máximas de tu voluntad puedan, simultáneamente, ser válidas para una legislación general." [1] En pocas palabras: la universalización de la excepción contradice tanto la lógica como la moral.

Finalmente, el tercer pilar de los argumentos abortistas es la pobreza, vale decir: el problema económico.

En rigor, ésta es otra de las líneas argumentales heredadas de la dialéctica marxista y no es más que una variante de la lucha de clases. El argumento no resiste demasiado el análisis porque, en esencia, apela a nuestra sensibilidad señalando que es "injusto" que las mujeres de las clases media y alta puedan tener abortos seguros porque tienen con qué pagarlos mientras que las mujeres pobres deben recurrir a abortos clandestinos en dónde el riesgo de muerte de la madre es supuestamente enorme.
De nuevo estamos en lo mismo. ¿Quién será el duro de corazón que no sienta lástima por la pobre chica de la villa que decide deshacerse del feto porque no tiene con qué mantenerlo después de que nazca? (Agréguese, si se estima necesario para lograr un mayor efecto,  un papá borracho, una madre prostituta y/o un novio drogadicto o con procesos pendientes por varios crímenes). Con esto otra vez se nos está exigiendo el derrame de nuestras más piadosas lágrimas porque nadie, a menos que sea un verdadero cretino, va a comentar un hecho semejante con algo así como: "yo no tengo la culpa; que se embrome."

Pero, al igual que en los casos anteriores, el argumento abortista falla tanto por ética como por lógica. En primer lugar, matar a un ser vivo es un acto que merece la misma calificación tanto si lo hace un rico como si lo hace un pobre. Si no fuese así, a los homicidas deberíamos juzgarlos y condenarlos solo en el caso de que fuesen ricos. La falacia consiste en afirmar que un aborto no implica la destrucción de un ser vivo, por lo que debería estar permitido y el ser pobre no debería ser un obstáculo para realizarlo. Y la verdad es muy distinta: de hecho implica la muerte de un ser vivo – que para colmo ni siquiera se puede defender – y la pobreza no puede justificar el hecho por la misma razón por la cual una mala situación económica por sí sola tampoco justifica el homicidio.

Las mujeres y la vida

Es inútil. Por más vueltas que se le dé al asunto y por más argumentos que se tiren al debate, al final del día nos encontraremos siempre con dos opciones excluyentes: una de ellas puede significar una situación complicada, sobre todo desde el punto de vista material-económico, mientras que la otra obliga a convivir con la certeza de haber destruido una vida. 

El aborto es moralmente inaceptable, éticamente injustificable y lógicamente indefendible. Admitamos, sin embargo, una cosa: lo que acabo de escribir es la típica conclusión de un varón. Es la típica clase de conclusiones a las que llega una persona cuando analiza un caso en el cual no está directa y físicamente involucrado. Es el caso clavado de la diferencia que existe entre el incendio descripto por el liquidador de siniestros de la compañía de seguros y el mismo incendio contado por el bombero que concurrió a apagarlo.




Hay algo que no puede ser soslayado: entre el incipiente ser humano vivo que se prepara para nacer y los recursos médicos disponibles para eliminarlo lo único que realmente se interpone es la voluntad y la conciencia de la mujer.

No debemos caer ni en el juridicismo ni en el igualitarismo, esos elementos tan típicos de la mitología liberal.

No debemos creer en que todos los problemas humanos son solucionables sancionando una ley al respecto. Las leyes no son más que normas escritas que reflejan decisiones políticas tomadas por legisladores humanos y una decisión mal tomada inevitablemente generará una mala ley condenada a ser derogada y eventualmente suplantada por otra. Las leyes humanas no son ni infalibles ni eternas. Ni siquiera son necesariamente buenas.

Y en materia de la gestación de la vida tampoco debemos creer en que varones y mujeres están igualmente implicados. No es cierto. Ambos están implicados, sí; pero no de la misma manera. No igualmente. Los varones fecundamos pero no gestamos. Estamos para cuidar, ayudar, defender, garantizar un entorno adecuado y, en suma, para hacernos cargo, tanto de la situación como de las obligaciones que corresponden a una paternidad responsable. Pero la que hospeda la vida en su seno es la mujer y es ella la que siente en carne propia – literalmente – su crecimiento y su desarrollo. El aborto sin su consentimiento solo puede lograrse mediante una violencia criminal y, existiendo su decisión de abortar, solo forzándola con un grado muy similar de coerción y violencia se puede evitar que la mujer lleve a cabo su decisión si no escucha, porque no quiere escuchar, la voz de su propia conciencia.

El feto no es DE la mujer como quisiera argumentar un feminismo andrófobo. Se ha originado a partir de 23 cromosomas femeninos y 23 cromosomas masculinos necesitándose ambos para formar un ser humano vivo; de modo que ni la mujer ni el varón son sus "propietarios" exclusivos. Pero si bien la vida en su origen no es DE ninguno de los dos progenitores – en el sentido de disponer de ella como de una propiedad privada y autorizarlos a hacer con esa vida cualquier cosa que se les antoje – lo cierto es que está EN custodia de la mujer y ella es su principal guardiana.

Es cierto que la mujer que se encuentra con la disyuntiva de tener que considerar un aborto se halla expuesta a una disyuntiva muy difícil. Por un lado debe considerar las consecuencias de gestar y traer al mundo una nueva vida con todos los riesgos que ello implica y, por el otro lado, debe hacerle frente a su propia conciencia y a su propio instinto que le dice que la vida es sagrada y que ella, como mujer, está para cuidarla y no para destruirla.

Y además de todo hay algo que nadie quiere reconocer: no sabemos qué es exactamente la vida. Lo único que sabemos es describirla y reproducirla. Nunca hemos conseguido crearla y a pesar de nuestros grandes avances científicos seguimos sin tener ni idea de por qué con los 23 cromosomas de un óvulo y los otros 23 de un espermatozoide se forma un óvulo fecundado que empieza a vivir y que al cabo de unos 9 meses sale al mundo llorando, desnudo y desvalido, para continuar creciendo hasta ser una persona adulta y luego ir envejeciendo lentamente hasta llegar al final del camino al que arriba sin excepción toda vida que existe sobre esta tierra.

Sabemos que es así. Las ciencias hasta pueden llegar a describir el proceso con bastante lujo de detalles. Lo que nadie sabe a ciencia cierta es por qué la vida es así, cómo es que resultó ser así. Por eso es sagrada. Es sagrada porque no hay que tocarla; porque no tenemos en realidad ni la más pálida idea del desastre que podemos producir si empezamos a manipularla sin tener noción alguna de las posibles consecuencias. En cuanto a la vida en sí, lo único que tenemos son solo especulaciones – irreproducibles e inverificables en cualquier laboratorio – y una propaganda obcecadamente anti-religiosa que insiste en afirmar que todos, incluso nosotros mismos, no somos más que el producto de una simple casualidad y cientos de millones de casualidades subsiguientes a lo largo de miles de millones de años.

La destrucción de la mujer

Hay que entender algo que no por obvio ha sido suficientemente destacado: toda la movida abortista, toda la promoción de la ideología de género, todo el activismo del hembrismo feminista, todas esas campañas están directamente dirigidas a destruir a la mujer. Y lo están porque quienes las implementan saben perfectamente bien que destruyendo a la mujer se destruye todo lo que ella representa y sostiene, con lo que la manipulación comercial y política de la sociedad se facilita en muy gran medida. Una mujer que realmente cree que es libre siendo la sirvienta de un gerente y está convencida de que se convierte en esclava al ser la esposa de un marido, es una persona encadenada al sistema y más todavía cuando ese mismo sistema está organizado de tal modo que el sueldo de una sola persona no alcanza para sostener a toda una familia. 

Destruyan a la mujer y habrán destruido el matrimonio. Destruyan el matrimonio y habrán destruido a la familia. Destruyan la familia y habrán destruido el grupo social básico de la sociedad de Occidente. Y destruido ese grupo social básico lo que queda son millones de individuos aislados, solitarios y frustrados, muchísimo más fáciles de manejar y manipular que grupos y comunidades de familias, sobre todo si éstas aprenden a ser solidarias entre sí y defienden sus derechos e intereses de un modo políticamente organizado. Destruyan a la mujer y habrán destruido el centro de gravedad alrededor del cual se organiza todo el sistema jerárquico del Orden Natural social típico de Occidente.

Destruyan a la mujer y habrán destruido a la comunidad organizada.

Y cuidado, porque con esa destrucción se destruirán también los valores gracias a los cuales esa comunidad puede construirse y organizarse en absoluto. Un hato de individuos aislados, egoístas, enfocados exclusivamente es su placer y en su interés, nunca será una comunidad. Personas incapaces de construir familias menos todavía van a saber construir comunidades y sociedades. Quien ya no puede lo menos, nunca va a poder lo más. Quien no es capaz de amistad, mucho menos va a ser capaz de lealtad; quien no es capaz de soportar las adversidades cotidianas con constancia, menos todavía va a ser capaz de cultivar la disciplina y la perseverancia; quien solo tiene orgullo pero no tiene dignidad, jamás va a entender qué es el honor; quien solo mira su propio placer y su propio provecho, nunca va a practicar la solidaridad. Como con muchas otras cosas, también la práctica de los valores bien entendidos empieza por casa. Y esa casa, ese hogar, no existirá jamás sin un varón y una mujer.

Destruyan a la mujer y habrán destruido la vigencia los valores fundacionales de nuestra cultura. Los varones solos no podremos sostenerlos.

Y no solo eso. ¿Alguien cree que habrá alguna vez un poeta que cante la belleza de las ménades semidesnudas ostentando la envoltura de sus glándulas mamarias a grito pelado y con el cuerpo todo pintarrajeado de consignas? ¿Alguien cree que se levantará alguna vez un edificio aunque más no sea lejanamente similar a una catedral para alojar el culto a la amazona androfóbica, parcial o totalmente lésbica que, si tiene hijos, es porque compró un poco de semen en alguna parte y se lo inyectaron con una jeringa? ¿Alguien cree que alguna vez se escribirá la epopeya de los delicados hombrecillos – para ponerlo lo más suavemente posible – que a veces acompañan a estas ménades? ¿Hay entre todos ustedes alguien que crea que algún día un pintor creará una obra maestra con el grupo de féminas orinando y defecando delante de una iglesia?

Destruyan a la mujer y habrán destruido todo el arte.

O quizás debería haber escrito "habrán terminado de destruir", porque buena parte de todo lo señalado ya está destruido.

Lamentablemente.

La batalla continúa

La propaganda de la ideología de género y el hembrismo feminista pretende que la conciencia sea relegada en beneficio de la conveniencia. Que la función natural sea relegada en beneficio del placer. Que la obligación y la responsabilidad sean relegadas en beneficio del capricho.

Lamentablemente muchas personas han caído en la trampa y han optado por promover este camino. Por suerte no son todas. Ayer, 23 de marzo de 2019, miles y miles de hombres y mujeres han marchado (otra vez) por las calles de Buenos Aires y varias otras ciudades en defensa de la vida.
Y eso es bueno.

Es bueno porque fortalece en los varones el sentido de responsabilidad y reafirma en las mujeres la seguridad de que no las dejamos ni las dejaremos solas en este conflicto que las ataca principalmente a ellas.

No sé si les ha llamado la atención pero pueden comprobarlo por ustedes mismos. En las manifestaciones pro-aborto prácticamente solo hay mujeres.


En cambio, en las que rechazan el aborto varones y mujeres están presentes en proporciones mucho más equilibradas.



No es casualidad.


  
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NOTAS
1)- En el original: "Handle so, dass die Maxime deines Willens jederzeit zugleich als Prinzip einer allgemeinen Gesetzgebung gelten könnte". 

jueves, 21 de marzo de 2019

GRIETAS Y MENTIRAS

Todos los partidos políticos
terminan muriendo sofocados por
sus propias mentiras.

El patriotismo consiste en
defender a tu Patria siempre
y a tu gobierno cuando se lo merece.

Supongamos que eres un idiota,
y supongamos que eres miembro del Parlamento;
... aunque creo que me estoy repitiendo...

Mark Twain



Liberación o dependencia

Hay palabras que, en cierta medida, definen toda una época.

Hace no tantos años atrás, probablemente la palabra más repetida en todos los ámbitos imaginables fue "liberación". Tuvimos así liberaciones de todo: desde la liberación sexual para hacer el amor y no la guerra, pasando por la liberación de los pueblos oprimidos con el solícito apoyo de la URSS y los curas del primer, del segundo y del tercer mundo,  hasta la liberación de las normas impuestas por el establishment – o "eshtablimesh" como recuerdo que dijo por ahí un cretino cuyo nombre prefiero olvidar. 

Hoy, después de toneladas de LSD, nubes de cannabis, pastillitas de todos los colores y jeringas de inyectables varios, venimos a enterarnos de que, en materia del amor y no la guerra, todavía nos quedaba liberarnos del patriarcado y de todos sus machismos conexos.

Así como, después de miles de muertos en una numerosa serie de las guerras – civiles e internacionales – más sucias, estúpidas e inútiles que conociera la Historia Universal, seguimos asistiendo al espectáculo de países enteros que colapsan porque sus dirigentes se preocupan más por la lucha de clases y por inmolar a los demás en el combate metafísico contra los dioses del "imperio" que por cuidar y defender a su propia gente que huye de a millones de los paraísos marxistas que nadie soporta para tratar de entrar en los infiernos liberales en dónde nadie los quiere.

Asistimos también al espectáculo de iglesias que se convierten en teatros, boliches, restaurantes, gimnasios y hasta queserías o skate-parks, no solo porque ya nadie concurre a ellas sino también porque no quedan curas para atenderlas y a los que quedan ya nadie les cree. [1]

Iglesia Asturiana convertida en pista de skate
Y finalmente los mayores beneficiarios de la liberación de las normas del famoso establishment han sido los criminales que cuentan con mayor protección jurídica que las personas honestas porque en lo que a estas personas honestas se refiere, no solo no se han liberado de nada sino que soportan inflaciones, presiones impositivas, devaluaciones, estanflaciones y cada vez más rígidos controles orwellianos por parte de los políticamente correctos; no sea cosa que a alguien se le ocurra darse cuenta de que el rey está desnudo y señale que el sistema no funciona o, peor aún, se dedique a explicar por qué no funciona para la gente normal que (todavía) trabaja mientras que funciona estupendamente bien para cierta secta de Elegidos a la que hasta por ley está prohibido criticar.

Sí. Nos hemos "liberado" de un montón de cosas. Pero, si lo que logramos con esa tan manoseada y hasta sanguinaria "liberación" es la única libertad que puede ofrecer el sistema, me temo que estamos devaluando la libertad en la misma proporción en que hemos conseguido devaluar la moral, la ética y hasta el sentido común con la consiguiente e inevitable inflación en los rubros de criminalidad, corrupción, perversión y depravación.

Porque ahora, desde que se hizo bastante evidente que el sistema es incapaz de ofrecer alternativas reales, se implantó la palabrita que define la época actual. Esa palabreja profusamente citada es: "grieta".

La grieta

El empleo alegórico de la palabreja es algo relativamente nuevo; su significado, en cambio, es más viejo que andar de a pié: significa simplemente "conflicto no resuelto" y se aplica a conflictos que continuamente se reiteran a lo largo de la Historia. Ricos y pobres; poderosos y humildes; viejos y jóvenes; cultos y brutos; civilizados y salvajes; fuertes y débiles; autóctonos y bárbaros; ateos y creyentes; herejes y ortodoxos; burgueses y demagogos; aristócratas y plebeyos, valientes y cobardes; trabajadores y vagos; disciplinados y revoltosos; inteligentes y estúpidos; suegras y yernos, hinchas de River y de Boca...

No crean que esto último es tan extemporáneo. Hace más o menos unos 1.500 años, en la antigua Bizancio, los "verdes" y los "azules" constituían las dos barras bravas más importantes de las carreras del hipódromo. La "grieta" entre estas dos hinchadas terminó siendo tan importante que trascendió hasta los más altos niveles del gobierno y, en el 532 DC, bajo Justiniano I, estalló por diferentes motivos en un enfrentamiento que la Historia registra como "Los Disturbios de Niká". No piensen que se trató de una reyerta parecida a las emboscadas que se practican a veces en el fútbol argentino. La de Niká fue tremenda en serio. Según Procopio, la revuelta fue sofocada al costo de la muerte de unas 30.000 personas. [2]

Como podrán apreciar, no solo las grietas sangrientas sino hasta la famosa cifra de los 30.000 tiene cierta manía de repetirse. Los 30.000 muertos de Rotterdam en Mayo de 1940 (que al final resultaron ser 814) [3]; las algo más de 30.000 personas que, según la OIM, murieron entre 2014 y  2018 tratando de emigrar de sus países [4]; las 30.000 personas fallecidas que en España seguían cobrando pensiones [5]; los 30.000 drogadictos que en los Estados Unidos murieron en 2017 por sobredosis de fentanilo [6];  y por supuesto nuestros 30.000, los de aquí, en la Argentina... Es curioso. Pongan 30.000 muertos en el buscador de Google. A mí me acaba de dar 3.560.000 resultados. ¿Habrá algo de cabalístico en la cifra de 30.000? ¿O es que para los armadores de noticias, eso de 30.000 es tan solo sinónimo de algo así como "mucho pero todavía creíble"?

Perdón por la digresión. Lo de las mentiras lo veremos un poco más adelante. Por ahora dejemos la numerología periodística y volvamos a la grieta.

¿Cuántas grietas sufrimos en la Argentina? Pues prácticamente todas las apuntadas más arriba y algunas más; "de yapa", como diría Jauretche. Si quisiéramos tratarlas a todas probablemente tendríamos  que escribir todo un manual de sociología. Especialmente de sociología política porque las sociedades, como el proverbial pescado, empiezan a pudrirse por la cabeza y en términos políticos esa "cabeza" – metafóricamente hablando – es el Estado.

Grietas en la Argentina

Las grietas sociopolíticas en la Argentina son varias, de muy diferentes índoles y algunas hasta tan contradictorias que resultan difíciles de entender si uno se limita a usar exclusivamente las herramientas de la razón. 


Tenemos, por ejemplo, la grieta clásica entre "peronistas" y "gorilas"; o sea: entre peronistas pasionales y antiperonistas viscerales. Hasta ahí todo bien. Es decir: "todo bien" no. En realidad "todo mal" porque estos dos siempre terminan a los cascotazos peleándose por cosas que pasaron hace 64 años. Pero al menos la bronca se entiende; en parte justamente por esas cosas que pasaron hace 64 años.  Sin embargo la cuestión ya se complica horrores cuando uno se da cuenta que, en forma transversal, a esa grieta la entrecruza otra que divide a "fachos" de "zurdos"; ambos embanderados tras la consigna de que "hay que trabajar dentro del peronismo". Y para colmo hay otra muy similar, también interrelacionada aunque en un plano ideológico, y por ende de índole un poco más abstracta, que divide a "la derecha" de "la izquierda" con tipos parados a uno y otro lado de esa grieta gritando a voz de cuello que lo de "izquierda" y "derecha" ya no tiene sentido porque se volvió obsoleto y superado y que ahora hay que ser de Tercera Posición. Pero después resulta que hay una Tercera Posición tipo nipo-nazi-fasci-falanjo-peronista y otra Tercera Posición de clase demagogo-populista-clasista-marxista-gramsciana; a las cuales, si les agregamos la Cuarta Teoría Política de Aleksandr Dugin, obtenemos tres Terceras Posiciones con sus respectivas grietas y nos quedamos preguntando por qué la de Dugin tiene que ser la cuarta. [7]

Después hay también otras grietas. Hay algunos que consideran que un ser viviente en el vientre de su madre es solo una cosa que, dado el caso, se puede simplemente eliminar porque no hay por ahí una ley que lo considere "persona", y del otro lado de esta grieta están quienes consideran que un ser vivo es un ser vivo (valga la tautología) y que matar a un ser vivo es asesinato. También hay personas que afirman que la relación hombre-mujer no es más que un apareamiento mutuamente consentido mientras que, del otro lado, todavía quedan hombres y mujeres que aún entienden el significado de la palabra "familia".

No me quiero extender enumerando todas las "grietas" que operan en la actualidad, tanto en nuestro país como en el mundo entero. La lista es, por desgracia, muy larga y no creo que lo realmente importante sean sus múltiples instancias y versiones. Creo que ganaríamos mucho más investigando un poco de donde provienen.

La realidad social

Las tensiones en una sociedad son algo natural y normal. La imagen idílica de una sociedad sin conflictos que subyace, en forma explícita o tácita, a todas las utopías y especialmente a las de izquierda es una fantasía irrealizable por la simplísima razón de que no se condice con la propia condición humana. En cualquier grupo de seres humanos, más temprano que tarde, surgirán conflictos producidos por los diferentes intereses, los diferentes gustos, las diferentes aspiraciones, las diferentes creencias, los diferentes talentos y hasta por los diferentes temperamentos. Es que – admitámoslo de una buena vez – los seres humanos NO somos iguales y la unanimidad de voluntades no es precisamente lo que más nos caracteriza.

Por el otro lado, muy pocas personas tienen una cabal y consciente noción del futuro. Pregúntenle a cualquier persona de, digamos, 30 años qué es lo que prevé hacer cuando tenga 60 y les apuesto que el 90% de los entrevistados – si es sincero – contestará que no tiene la menor idea. Es que las personas normales tienen limitado su horizonte de previsión, en primer lugar por la duración de la vida propia y, en segundo lugar, por la estabilidad percibida en el medio en que viven. Nadie hace muchos planes en ambientes de gran volatilidad – en la Argentina tenemos una sólida experiencia en eso – y tampoco alguien haría planes para cuando cumpla 100 años. Consecuentemente, desde el momento en que las sociedades y los organismos políticos tienen una duración histórica que abarca generaciones y siglos enteros, es de lógica elemental que, en alguna parte, tiene que haber una instancia encargada de la planificación a mediano y largo plazo a no ser que se quiera vivir corriendo a los hechos desde atrás en medio de los manotazos de una improvisación permanente – que en eso también tenemos una sólida experiencia aquí en la Argentina.

Y por último las sociedades requieren líderes, conductores. Como con buen sentido crítico marcaba Jaime María de Mahieu, hasta las sociedades anónimas comienzan sus actividades nombrando a un presidente [8] y no es ninguna casualidad que en las empresas el concepto de liderazgo esté últimamente muy vigente y sea algo tan estudiado. Es que, como por su parte señalaba Ortega y Gasset, ya la misma palabra sociedad proviene, obviamente, del latín socius = socio; pero, etimológicamente, socius a su vez proviene de sequor que es el secuaz, el que sigue. Con lo cual, dice Ortega, ya los romanos sabían que no existe sociedad sin algunos pocos que "echen para adelante" y otros muchos que les sigan. [9]

Por consiguiente, toda sociedad, todo organismo político, toda comunidad organizada, si aspira a perdurar en el tiempo con al menos algún grado de libertad y soberanía,  necesita inevitablemente de una instancia dedicada a: 1)- armonizar las divergencias a fin de obtener consensos fundamentales, 2)- planificar un futuro necesariamente positivo para el largo plazo y 3)- conducir al conjunto hacia el logro de ese futuro.

El Estado y las grietas

Esa instancia de conciliación, planificación y conducción es el Estado y las actividades de síntesis, previsión y liderazgo responden a las funciones esenciales que, no solo todo Estado tiene que cumplir, sino que incluso justifican en absoluto la existencia del Estado como institución política y social siendo que, contrariamente a lo que siempre se afirma, el auténtico Estado no gobierna a la sociedad sino en nombre de la sociedad.

Ahora bien, visto lo anterior si nos preguntamos por qué surgen las grietas la respuesta es bastante obvia: las principales grietas surgen porque el Estado ha fallado en cumplir con sus funciones esenciales.

En la Argentina tenemos grietas porque una manga de políticos ignorantes entendió a Carl Schmitt exactamente al revés y malinterpretó con mezquindad y resentimiento la noción de "enemigo político" que, en rigor, solo es aplicable al enemigo de todo el organismo político y jamás al adversario de tan solo una facción del mismo. [10] Llevando al campo político la lógica del enfrentamiento incondicional de la lucha de clases y utilizando tan solo una fraseología algo diferente para licuar la dureza del planteo marxista, esta secta política petrificó el "nosotros contra ellos" que durante casi todo el Siglo XX desgarró el cuerpo social de la Argentina. 

Luego de la reimplantación de la democracia en 1983, el resentimiento del clasismo marxista, tras fracasar en su intento de asaltar el poder mediante la insurrección armada, volvió por su venganza y en lugar de superar el conflicto, echó sal en las heridas y cavó trincheras para imposibilitar hasta el menor intento de restablecimiento de la paz social. De allí surge una de las principales grietas que todavía sigue padeciendo la República Argentina.

Otra serie de grietas surge por el hecho de que en la Argentina no existen las llamadas "políticas de Estado", un eufemismo utilizado para no tener que admitir que no existe ninguna planificación que trascienda el mezquino horizonte electoral de la politiquería partidocrática.

En parte, ésta es una característica inherente a la democracia misma. Ningún político se dedicará a elaborar planes para los próximos treinta o cincuenta años si su propia gestión está limitada a cuatro o seis. Menos todavía cuando la implementación de esos planes requeriría necesariamente el consenso de unos cuantos políticos adicionales de quienes no se sabe si continuarán en sus cargos dentro de tan solo un par de años más. Así, al no haber una visión política integral a largo plazo, la economía está obligada a tratar de dominar las coyunturas con "planes económicos" sin sustento político y muy limitados alcances. Con ello toda política económica se limita a producir planes meramente técnicos que por supuesto quedan expuestos – en  un estado de indefensión casi total – a los vaivenes y caprichos de "los mercados" dominados por la plutocracia.

El resultado de esta inversión de prioridades en la que la política queda subordinada a la economía, es la grieta cada vez mayor que separa a ricos de pobres. Y a esa grieta se suma otra que es quizás peor todavía: es la que divide a los que todavía tienen trabajo y producen de aquellos que viven de subsidios y no producen ni siquiera el equivalente de lo que consumen. En estas condiciones no existe, porque no puede existir, plan económico alguno capaz de dominar la situación y menos aún pueden tener éxito planes de corto y muy mediano plazo que parten del supuesto de que si los números de la economía están bajo control todo lo demás estará bien de un modo automático.


Por último, una tremenda y enorme grieta separa a los políticos de todo el resto de la población. Y esto es por una razón muy simple: ya no les creemos. [11] No les tenemos confianza, siendo que la confianza es un ingrediente indispensable al liderazgo el cual, a su vez, es el impulsor indispensable del consenso. No podemos seguir a alguien en quien no confiamos. No podemos aceptar como líderes a personas que nos han mentido innumerable cantidad de veces, en parte porque la mentira es su inclinación natural, en parte porque ideológicamente están convencidos de las mentiras que dicen y en parte porque saben que si dijeran la verdad no los votaría nadie. Y la grieta de la desconfianza es tan grande porque abarca mucho más que tan solo a la política partidaria y las personas que la encarnan. Se refleja con la misma – o mayor – intensidad en la vida económica y hasta en la vida cultural en general lo cual incluye la moral, la ética, la filosofía y hasta la religión misma.

La desconfianza y el descreimiento

No somos solamente nosotros los ciudadanos de a pié los que no creemos en la política de los politicastros. Los empresarios tampoco pueden confiar en ellos. Al  no haber un plan político explícito nadie sabe hacia dónde se dirige la Argentina; al no haber capacidades reales de liderazgo nadie sabe quién y cómo podría lograr los consensos imprescindibles que son necesarios para superar las tensiones internas; al haber solo emparches de coyuntura nadie sabe cuánto durarán las medidas que los genios de la economía toman para navegar con más pena que gloria de una crisis a la otra. En esas condiciones, asumir el riesgo de una inversión de cierta envergadura es equivalente a ponerse a jugar a la ruleta rusa. En caso de tenerlos, ¿usted pondría 100 millones de dólares en las manos de un Dujovne?  Yo no. Ni ebrio ni dormido, como diría Mariano Moreno.

La desconfianza y el descreimiento se expanden como una mancha venenosa a todos los ámbitos. No le creemos a los medios masivos de difusión porque sabemos que mienten. La TV miente. Los Kirchner gritaban: "Clarín miente", lo cual era cierto, pero ellos mentían a su vez de modo que uno se quedaba en la clásica duda planteada por el mentiroso que dice que otro mentiroso miente.

Lo mismo sucede en muchos otros ámbitos. Las autoridades de la Iglesia mintieron para ocultar sus miserias morales. Los artistas famosos mienten cuando surge el tema de las drogas y muchos grandes magnates prefieren no tener que hablar del tema y, cuando lo hacen, mienten también. La CIA miente; el Mosad miente; el FSB miente; el MI6 miente. Hasta nuestra AFI miente y, encima, lo hace mal. La policía miente. Los jueces mienten. Los criminales mienten y sus abogados los asesoran para que mientan mejor. Facebook está lleno – yo diría repleto – de "fake news"; noticias falsas, algunas tan completamente disparatadas que uno se pregunta quién será el idiota que las cree.

A todo esto agreguemos la moda de relativizar todo, de poner todo en duda y de justificarlo con el argumento de que la duda sistemática es un método científico, olvidando que ese método fue creado para poner a prueba las distintas teorías e hipótesis racionales de las llamadas "ciencias duras" y no es aplicable a los ámbitos en los que la razón no necesariamente tiene siempre la última palabra como, por ejemplo, en la metafísica y en todas las cuestiones de fe o de mera opinión.

El imperio de la mentira

El resultado de todas estas mentiras y de las dudas que se generan es otra serie de grietas en virtud de las cuales los enfrentamientos ya se producen por la dialéctica del disparate. Teorías conspiranoicas de todas las clases y tendencias; iluminatis, reptilianos, annunakis, chemtrails, el hombre no llegó a la luna, las fotos del rover Curiosity que publicó la NASA no son de Marte, hay extraterrestres que viven entre nosotros, los Hombres de Negro, la tierra es hueca, la tierra es plana, el agua no se curva, el SIDA es un invento de la CIA y la industria farmacéutica, los Beatles nunca existieron, Elvis Presley está vivo, Hitler murió en la Argentina, los dinosaurios ayudaron a construir las pirámides egipcias... y etcétera, etcétera, etcétera.


Los grandes medios masivos directamente adoran todos estos dislates calificándolos – por supuesto – de "controversiales". Es que se trata precisamente de eso: de generar controversias, discusiones, enfrentamientos, incluso peleas si es posible. Y todo esto no se limita a disparates que, en cierto sentido, son solo ridículos. Es algo que se extiende por todo el ámbito cultural y termina abarcando cualquier tema. Aun cuando todos mientan la verdad no necesariamente estará entre los que dudan. Si no se puede confiar en nadie, tampoco se puede creer en nadie y menos todavía se puede creer en lo que dicen aquellos a quienes no les creemos. Pero, por otra parte, ¿por qué habríamos de creerles a los que ya no creen en nada y dudan de todo? ¿Por qué habríamos de confiar en los que no confían en nada ni en nadie?

Las grietas que padecemos se originan principalmente en la existencia de un Estado que se ha hecho esclavo del dinero, que ha renunciado a cumplir con sus funciones esenciales pero que continúa mintiéndonos a través de la corrupción y la ineptitud de los políticos que lo usurpan. A esto se agregan todas las demás grietas grandes y pequeñas que surgen de toda una enorme serie de grandes y pequeñas mentiras que contribuyen a aumentar la desconfianza y a producir enfrentamientos, algunos graves y otros simplemente estúpidos pero no por ello menos destructivos.

Al respecto me vienen a la memoria las reflexiones de dos grandes del pensamiento humano. Por un lado Alexander Solyenitzin que decía:  
"¡No debemos estar dispuestos a dispensar nuestra colaboración personal con la mentira! Aunque la mentira lo cubra todo con su ponzoña, aunque la mentira reine por doquier, nosotros no debemos claudicar. Afirmemos, en cualquier situación: » ¡No dominará con mi ayuda! «" [12]
Y por el otro lado, uno de mis proverbios favoritos de Marco Aurelio [13]:

Si no está bien, no lo hagas.
Si no es verdad, no lo digas

Las grietas que nos dividen son superables. Un Estado restaurado en sus funciones esenciales nos permitiría tener consensos, planificar nuestro futuro y generar liderazgos auténticos. Pero, por sobre todas las cosas, hará falta regresar a los sólidos fundamentos éticos de Occidente y declararle, en forma definitiva e incondicional, la guerra sin cuartel a la mentira.

Porque la grieta es hija de la mentira y su hermana gemela es la corrupción.

Y si permitimos que ambas sigan usurpando el poder, las grietas solo se ensancharán y en algún momento todos terminaremos cayendo en ellas.


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NOTAS
1)- Cf. Por ejemplo:
•    https://www.clarin.com/viajes/iglesias-transforman-ahora-hoteles-discos-restaurantes-teatros_0_ryROuXLH7.html
•    https://arquitecturaideal.com/historica-iglesia-convertida-en-una-casa-privada-en-holanda/
•    https://www.vice.com/es/article/787x5x/una-iglesia-convertida-en-una-pista-de-skate

2)- Cf. https://www.labrujulaverde.com/2017/11/los-disturbios-de-nika-la-tangana-deportiva-que-derivo-en-rebelion-abierta-contra-el-emperador-justiniano
3)- http://www.lagazeta.com.ar/rotterdam.htm
4)- https://www.elperiodicodearagon.com/noticias/internacional/mas-30-000-muertos-ultimos-5-anos-rutas-migratorias_1335547.html
5)- https://elpais.com/economia/2016/07/21/actualidad/1469119560_541140.html
6)- http://www.icns.es/noticia_aumento-muertes-sobredosis-drogas
7)- En realidad existe una explicación a esto. Dugin considera al liberalismo, al comunismo y al fascismo como los tres antecedentes de la política actual. De allí que considere que su teoría constituye la cuarta.
8)- Las jerarquías constituyen un fenómeno natural. "Por eso vemos a las asociaciones contractuales modelarse sobre los grupos naturales dándose, como primera medida, un presidente." de Mahieu, Jaime María:  El Estado Comunitario, Cap.I Inc.2
https://drive.google.com/file/d/0B6QXUcoelzmpcWRoa1padEZ2Vkk/edit?usp=sharing
9)- José Ortega y Gasset, Una Interpretación de la Historia Universal.
10)- Cf. Carl Schmitt, El Concepto   de lo Político,
https://drive.google.com/file/d/0B6QXUcoelzmpMGlMUHplWFFSR3c/edit?usp=sharing
11)- Una encuesta reciente (publicada el 20/03/2019) revela que Macri tiene una imagen negativa del 50.4%; Cristina del 47.2%; Urtubey del 34.1%; Massa del 40.3% ; Vidal del 36.3%; Lousteau del 23.6% y Lavagna del 18.6%.
Cf. https://www.lanacion.com.ar/politica/quien-es-politico-mas-mide-nid2230301
12)- Alexander Solyenitzin: No vivas en la mentira. (12/02/1974) - La Nueva Editorial Virtual
https://drive.google.com/file/d/0B6QXUcoelzmpR3VxcXRNX3JpQ3M/edit
13)- Marco Aurelio, Meditaciones - La Nueva Editorial Virtual
https://drive.google.com/file/d/0B6QXUcoelzmpZFZGaThtN0YwVUU/edit