“Todos los seres humanos nacen desnudos y desvalidos; por
lo tanto, son esencialmente iguales”.
Desde los días del iluminismo y la Enciclopedia francesa este dogma ha recorrido todo el mundo y durante varios siglos ha gozado de una aceptación casi universal. Regímenes políticos enteros se han basado – al menos en sus proclamas – sobre esta afirmación y sería difícil hallar hoy en día un político o un intelectual que se atreva a contradecirla. El igualitarismo, para conceptualizarlo en un término concreto, se ha convertido en dogma de fe y le ha sucedido lo mismo que a todos los dogmas similares: ha adquirido cierta inmunidad frente a los hechos reales que lo desafían y que señalan, irrecusablemente, su inconsistencia de fondo. Incluso su inconsistencia lógica porque, en rigor, la desnudez y la desvalidez difícilmente constituyan parámetros válidos y suficientes para determinar una igualdad esencial .... Seguir leyendo.
Click sobre la imagen para acceder al libro completo
No hay comentarios.:
Publicar un comentario