sábado, 21 de marzo de 2015

ISRAEL VA A LA GUERRA

No sé si la guerra es un interludio durante la paz,
o si la paz es un interludio durante la guerra.
Georges Clemenceau.


El 17 de marzo pasado se realizaron elecciones parlamentarias en Israel en las que – a pesar de la aparente leve ventaja que las encuestas le daban al opositor Isaac Herzog del partido "Unión Sionista"  – al final terminó venciendo el actual primer ministro Benjamin "Bibi" Netanyahu del Likud.

La composición del 20° Knesset, o parlamento israelí, se puede apreciar en el siguiente gráfico:

Composición del 20° Knesset - Marzo 2015
Resultado de las elecciones israelíes del 17 de marzo 2015.
Los números indican las bancas obtenidas en el 20° Knesset.[1]

¿Qué cambia en Medio Oriente después de estas elecciones?

Nada.

Al menos ésa es la primera respuesta que a uno se le ocurre. Porque, quitando algunos detalles de cierto interés – como, por ejemplo, la posición obtenida por la lista unificada de los partidos que representan a los árabes israelíes – el cuadro general de la política israelí no presenta grandes modificaciones. Lo que sucede es que tampoco las presenta si uno va al verdadero fondo de las cosas. Solamente en las escenificaciones teatralizadas pour la galerie por la dirigencia política y en los recurrentes estallidos bélicos es que los periodistas pueden explotar alguna novedad. Por lo demás, la política israelí de los últimos veinte o treinta años en realidad se ha caracterizado por una insípida monotonía.

Esta política, en esencia, se basa en el conocido juego del "policía bueno y el policía malo". Primero viene el policía malo, te muele a palos, te tortura y te destruye. Después, si no logra tu confesión, se va. Y al cabo de un buen rato aparece el policía bueno fingiendo que no sabe nada de lo que pasó, se compadece de tu situación, hace como que se pone de tu lado pero, al final, el "buen consejo" que te da es que confieses para librarte de una nueva visita del policía malo. Si se te ocurre no confesar, el policía bueno se va y el jueguito empieza de nuevo. Y, si se te ocurre confesar, el policía bueno deja de ser bueno.

Los israelíes perfeccionaron este juego para aplicarlo a su política de conquistas territoriales a expensas de los palestinos. La estrategia de Israel para con los palestinos es la de un "genocidio incremental" según la definición de Ilan Papé [2] quien ya en Septiembre de 2006 señalaba: "La muerte diaria de hasta 10 civiles dejará algunos miles de muertos cada año. Esto, por supuesto, es diferente al genocidio de un millón de personas en una sola campaña – la única inhibición que Israel está dispuesto a aceptar en nombre de la memoria del Holocausto. Pero si se duplica el número de matanzas diarias el número final crece en proporciones horrorosas y, lo que es más importante, puede obligar a un desalojo masivo al final del día..." [3]

Es obvio que incluso este genocidio con cuentagotas llevado a cabo por los "policías malos" debe ser, de algún modo justificado ante propios y extraños. Allí es donde entran en escena los "policías buenos" de la diplomacia para iniciar "conversaciones de paz". Conversaciones cuyo inevitable fracaso conducirá a una nueva oleada de matanzas. Y esto se perpetúa porque las conversaciones de paz no están para obtener la paz sino para obtener nuevos argumentos a fin de poder continuar con la guerra. El método es increíblemente simple: se hacen ofertas de paz que nadie en su sano juicio aceptaría y luego, cuando resurge la violencia, se le echa la culpa al que rechazó la oferta. Parafraseando a Clausewitz, para Israel la guerra ya no es la continuación de la diplomacia por otros medios, la diplomacia es la continuación de la guerra por otros medios.

Un ejemplo entre muchos: cuando en 2000 Ehud Barak hizo su oferta de paz, la misma implicaba un Estado palestino dividido en toda una serie de comarcas aisladas, la renuncia de los palestinos al derecho de regresar a sus tierras originales, y la cesión a Israel de gran parte de Jerusalén Oriental. En resumidas cuentas, la oferta israelí consistía en la creación de un Estado palestino completamente inviable, o bien y dicho de otra manera, en un Estado que nunca podría llegar a ser un Estado. [4]

Nadie puede extrañarse, pues, de que esta "oferta de paz" fracasara. Lo que sucede es que no estuvo diseñada para resolver el conflicto sino para justificar su escalada. Fue parte de la estrategia permanente israelí de ir ocupando e integrando territorios haciendo limpiezas étnicas parciales de un modo incremental. Y, si uno mira la secuencia de mapas de los 128 años que se extienden desde 1878 hasta 2008 se puede apreciar bastante bien que, con esa estrategia, a los israelíes tan mal no les ha ido.

Netanyahu representa simplemente la continuidad de este proceso y las pasadas elecciones solo parecen indicar que los israelíes aparentemente ya creen que no necesitan del fracaso del "policía bueno" como excusa para las acciones del "policía malo".

Porque que Bibi juega al policía malo, de eso no cabe duda alguna. Avi Shlaim lo retrata con nitidez: "Netanyahu no cree en una coexistencia pacífica entre iguales. Considera las relaciones de Israel con el mundo árabe como una interminable lucha entre las fuerzas de la luz y las de la oscuridad. (…) El gobierno de coalición encabezado por Netanyahu es el gobierno más agresivamente derechista, diplomáticamente intransigente y abiertamente racista de la Historia de Israel."

La caracterización que Shlaim hace del primer ministro israelí culmina con una sentencia poco menos que lapidaria: "Netanyahu no es un constructor de la paz; es un acumulador de territorio que pisotea los derechos palestinos sin ningún miramiento. Ha sido él quien ha convertido el llamado proceso de paz en un ejercicio de futilidad. Es como el hombre que pretende estar negociando la división de una pizza mientras continúa engulléndola." [5]

Y en esto la sociedad israelí lo acompaña. Lo hace porque, en realidad, es una sociedad etnocéntrica o, como diría Meron Rapoport recurriendo al esquema derecha-centro-izquierda, "predominantemente derechista". Según este esquema y las encuestas realizadas, más de un 50% de los ciudadanos israelíes considera que tiene ideas derechistas, 39% se define como de centro y solo un 20% declara que pertenece al espectro de la izquierda. [6]

En este contexto y dadas las condiciones del entorno internacional, el resultado de las elecciones del 17 de marzo no sorprende. Netanyahu se limitó a subrayar su argumento principal consistente en señalar la necesidad de enfrentar tanto a Hamas en Gaza como al proyecto nuclear iraní.  En resumidas cuentas a esto se redujo su discurso del 3 de Marzo ante el Congreso de los EE.UU. que demostró una vez más el poder del lobby israelí sobre la política norteamericana expuesto en su momento por los catedráticos norteamericanos Mearsheimer y Walt. [7]

Tampoco sorprende el hecho que la campaña electoral previa a estas elecciones haya sido decididamente hueca. Según la evaluación de Gideon Levy: "La campaña electoral se concentró en una sola cuestión: Benjamin Netanyahu, sí o no. Todas las demás cuestiones fueron dejadas de lado, resultaron marginadas o no discutidas en absoluto. (…) La palabra «paz» fue sacada de la agenda hace ya un largo tiempo y, junto con ella, se fue también la esperanza de lograrla". [8]

Dados estos elementos, es evidente que Medio Oriente no se encamina hacia la paz. Se dirige casi en línea recta hacia una conflagración mucho más sangrienta que la guerra librada en la actualidad por el ISIS, guerra que en cierto sentido no es nada más que el preludio de una contienda mucho mayor que aún está por venir.

La cuestión es que "Bibi" Netanyahu ha obtenido su reelección.

Queda por ver si obtiene también su guerra.

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NOTAS
1)- Fuente: http://www.tribunejuive.info/election-israelienne/la-20-eme-knesset-composition-finale
2)- Cf. http://electronicintifada.net/content/israels-incremental-genocide-gaza-ghetto/13562
3)- Ilan Papé en:  http://electronicintifada.net/content/genocide-gaza/6397
4)- Cf. Dan Glazebrook  en http://rt.com/op-edge/241905-israel-elections-zionist-union-likud/
5)- http://www.independent.co.uk/voices/commentators/avi-shlaim-obama-must-stand-up-to-netanyahu-7536456.html
6)- http://www.middleeasteye.net/columns/will-israeli-voters-do-right-thing-59197967
7)- Cf. https://drive.google.com/file/d/0B6QXUcoelzmpbFZsbElsZnNRd2c/edit?pli=1
8)- http://www.middleeasteye.net/fr/node/35271

Las páginas de Internet citadas fueron visitadas y estaban activas al 20/03/2015.





sábado, 14 de marzo de 2015

¿POR QUÉ NUESTRA DEMOCRACIA NO FUNCIONA?

La democracia debería ser
algo más que dos lobos y una oveja
votando sobre el menú del próximo almuerzo.
James Bovard

Porque depende del dinero

La cadena del razonamiento es bien simple: en una democracia, para llegar a algún puesto principal de poder hay que obtener una mayoría de votos. Para ser votado por una determinada mayoría – simple o relativa – hay que ser conocido. Para ser conocido hay que hacer campaña. Para hacer campaña hay que tener dinero.

La verdad de lo expuesto se demuestra por la inversa: sin dinero no se puede hacer una buena campaña; sin una buena campaña no se puede ser conocido; si no se es conocido no se pueden cosechar muchos votos; si no se pueden cosechar muchos votos no se puede obtener una mayoría; y si no se puede obtener una mayoría de votos, no se puede acceder a algún puesto principal de poder.

El dilema es de hierro.

En las próximas elecciones presidenciales de la Argentina, la suma máxima establecida por la Justicia para gastar en campaña asciende a $254 millones por candidato. Si bien es casi el doble de lo estipulado para la campaña del 2011, todos los candidatos están de acuerdo en que gastarán cerca de $1.000 millones cada uno. [1]

Sumemos entonces: 1.000 millones de Macri, más 1.000 de Masa, más 1.000 de Scioli y démosle unos módicos 500 millones al rejunte de la izquierda y la cuenta nos da unos 3.500 millones de pesos gastados en la próxima campaña electoral.

Con 30.530.323 electores habilitados [2] eso nos daría, según mi planilla Excel, unos 114,64 pesos por votante. A $ 12,60 por dólar [3] eso equivaldría a unos 9,10 U$D por voto. Lo cual concuerda muy bien con lo que dicen los expertos en el tema quienes afirman que, en el ámbito internacional y dependiendo de las muy variables condiciones locales de cada país, un voto democrático cuesta actualmente entre 5 y 15 dólares por campaña.

No por nada Cristina Kirchner le dijo en cierta oportunidad a Rafael Flores: "Para hacer política en serio hace falta »platita«". [4]

Como dicen en el barrio: los Kirchner la tenían clara.

Porque autogenera corrupción

¿Alguien de ustedes piensa que ese montón de dinero proviene de unos cuantos altruistas tan idealmente enamorados de la democracia como para financiarla pro bono?

No sé qué pensarán Ustedes, pero yo por mi parte no lo creo. Para nada.

Por de pronto, no son muchas las personas que pueden darse el lujo de poner plata en la política. La enorme mayoría de nosotros está feliz si llega a fin de mes. Y los que son tan ricos como para poner un buen pedazo de dinero en política son personas que nunca ponen nada si no están seguros de poder sacar después más de lo que pusieron. Si no fuesen esa clase de personas, pues, para empezar no serían ricos.

De modo que el dinero que necesita la democracia para poder funcionar, si proviene de quienes pueden financiarla, siempre viene con contraprestaciones previamente acordadas. Alguna licitación pública, alguna ley favorable, alguna desgravación impositiva, alguna sentencia judicial apropiada,  algún arreglo de cuentas… siempre hay una "moneda de cambio" para negociar.

Y si el dinero en cuestión no proviene del bolsillo de algún plutócrata, solamente hay otro sitio del cual puede provenir: de las cajas negras alimentadas con plata robada al Estado.

El primer método pavimenta la corrupción entre los funcionarios estatales y los plutócratas que los financian siendo que, a la corta o a la larga, los políticos terminan siendo empleados de quien los paga. Éste es el sistema que funciona en los Estados Unidos, por ejemplo.

El segundo método – que en principio tampoco descarta algún aporte del primero – entroniza la corrupción directamente permitiendo la ocupación del Estado por parte de simples ladrones que encuentran en la política una manera de enriquecerse siendo que serían incapaces de lograr el mismo progreso material ejerciendo alguna profesión útil a la sociedad. Éste es el sistema que impera en la Argentina.

La democracia funciona con dinero. Por consiguiente autogenera los mecanismos de corrupción que le permiten conseguirlo.

Porque debilita el poder al fragmentarlo

A todo esto, invocando un esquema al que ni siquiera Montesquieu le dio demasiada importancia, la democracia pretende segmentar al poder político en compartimentos estancos con la llamada división de poderes.

Curiosamente, hasta el insigne Rousseau se dio cuenta de la imposibilidad práctica de esta pretensión: "Por la misma razón por la cual la soberanía no se puede enajenar, tampoco se puede dividir […] Pero nuestros políticos, no pudiendo dividir la soberanía en principio la dividen en su objeto. La dividen en fuerza y en voluntad; en poder legislativo y en poder ejecutivo; en derecho de impuestos, de justicia y de guerra, en administración interior y en poder de tratar con el extranjero. Tan pronto unen todas estas partes, como las separan. Hacen del soberano un ser quimérico, formado de diversas partes reunidas, lo mismo que si formasen un hombre con varios cuerpos, de los cuales el uno tuviese ojos, el otro brazos, el otro pies, y nada más. [… y ] después de haber desmembrado el cuerpo social, unen sus piezas sin que se sepa cómo, por medio de un prestigio digno de una feria". [5]

La división de poderes no solo es poco aconsejable por la ineficiencia y la ineficacia que generan tres burocracias teóricamente separadas compitiendo entre sí por el mismo espacio de poder. Incluso es imposible por la sencilla razón de que, como muy bien señala Rousseau, la soberanía del Estado es indivisible. Subdividiendo al Estado en "poderes" formalmente independientes lo único que se logra – además de trabarlo en la coordinación de su funcionamiento – es que trate constantemente de volver a unificarse de un modo informal.

Con lo cual el Estado, si gana en eficacia, pierde en transparencia y, si gana en transparencia, pierde en eficacia.

Porque, si es eficaz, es debido a que los tres poderes consiguieron coordinarse de un modo informal que, por supuesto, se mantiene discretamente fuera del foco de la información pública. Y, si todos los actos de los tres poderes son públicos, se consolida la división del poder y con ella se pierde la posibilidad de coordinar eficazmente las funciones y las decisiones políticas esenciales.

Porque es hipócrita

La democracia no es lo que dice ser y no puede confesar lo que realmente es. Por ello no tiene más remedio que ser hipócrita.

Dice ser el gobierno de la mayoría cuando, en realidad y tal como ya lo señaló Tocqueville, es el gobierno de una minoría que domina a la mayoría.

Por otra parte, la democracia dice ser muy tolerante. Sólo manifiesta su intransigencia frente a los fascistas autoritarios. Ahora, claro, los demócratas no tienen la culpa de que, fuera de ellos, todos los demás sean íntegramente una manga de fascistas autoritarios. De cualquier manera, quién es y quién no es democrático, eso lo deciden los demócratas. Con lo cual la democracia es la dictadura de los demócratas que afirman que la democracia es la única alternativa posible a la dictadura.

La democracia dice también haber establecido la libertad de opinión. En la práctica, sin embargo, sobre cualquier cuestión importante hay solamente dos opiniones: la de los demócratas y la de los demás que por supuesto están completamente equivocados.

En determinados casos y en ciertos países, la opinión de los equivocados incluso se castiga con multas y prisiones. Sucede, por ejemplo, cuando la opinión políticamente incorrecta puede ser encuadrada en alguna legislación supuestamente antidiscriminatoria. Manifieste Usted algo ofensivo respecto de los negros en los EE.UU. y puede llegar a tener un serio problema legal bajo la acusación de fomentar el odio racial. (De los blancos puede decir todas las barbaridades que quiera; nadie lo acusará de racismo por eso). En Alemania puede usted dudar de Dios, de la finitud del universo, de la virilidad del Káiser Guillermo II, de la verdad absoluta o hasta de su propio estado de salud mental, y no le pasará nada. Pero no se le ocurra dudar del Holocausto. Créame. Le esperará una larga estadía en prisión si lo hace.

Según cierta etimología, en el idioma griego la palabra "hipocresía" (hypokrites) significa algo así como "responder desde detrás de una máscara". La democracia es la máscara detrás de la cual los demócratas formulan sus respuestas políticamente correctas.

Al otro lado de esa máscara está la realidad moralmente incorrecta que se esconde detrás de las declamaciones políticamente correctas.

Porque es mentirosa

Ya hemos visto que, para llegar a una posición de poder en una democracia, una persona con ambiciones políticas tiene que hacer campaña.

En esencia, una campaña se resume en dos cosas: marketing de imagen y  oferta de promesas. Ambas cosas son falsas.

La imagen está tan cuidadosamente diseñada y aderezada por los especialistas en el tema (cirujanos plásticos incluidos) que el producto final solo tiene un remoto parentesco con la realidad. Y en cuanto a las promesas todo el mundo sabe que las promesas electorales no están para ser cumplidas. Están para cosechar votos.

En toda campaña, la imagen de un candidato no es un reflejo de lo que esa persona es. Es el producto de lo que los asesores de imagen creen que la gran mayoría quiere ver en esa persona. Del mismo modo, una vez lanzado a la campaña electoral, el candidato no dice lo que piensa hacer. Dice lo que piensa que la gente quiere escuchar.

Y si después los votantes se enojan por el incumplimiento del candidato que votaron, lo único que pueden hacer es jorobarse y esperar cuatro largos años para intentarlo con otro que les mentirá de nuevo y que les hará perder cuatro años más.

Lo curioso es que todo el mundo sabe que los políticos de la democracia mienten. Así y todo, muchas veces la masa mayoritaria de votantes va y los vota igual. Incluso en ocasiones reelige a quienes ya le han mentido en la campaña anterior. Esto último es un rasgo de psicología social difícil de explicar. Quizás se debe a la vergüenza de tener que admitir que uno ha sido engañado; quizás es un rasgo de cierto masoquismo inherente a las masas; quizás es un gesto de desesperación.

Pero también puede ser que se trate de algo mucho más sencillo. En un ambiente en donde todos mienten, no es imposible que la gran mayoría considere que más vale mentira conocida que embuste por conocer.

Porque es miope

Basta echarle un vistazo superficial a la Historia de la humanidad para darse cuenta de que los procesos sociopolíticos y culturales abarcan por lo general grandes espacios de tiempo.  Muchos de estos procesos han tardado siglos – o, lo que es lo mismo, varias generaciones – en consolidarse.

Frente a esto, la democracia tiene un problema insoluble: sus cargos son temporales y se miden en lapsos de tan solo un par de años. Consecuentemente ningún político democrático está realmente interesado en el largo plazo. Su horizonte de planificación está limitado por las siguientes elecciones. Llegadas las cuales tendrá que hacerle frente a otra nueva campaña electoral y hasta esto tan solo en el caso de que una ley específica no le impida la reelección.

Con eso la planificación de un político democrático abarca, a lo sumo, unos cuatro o seis años, dependiendo de la legislación vigente. Esta miopía frente al futuro solo es salvada – parcialmente – en aquellos países en los que los políticos son empleados de los plutócratas y la verdadera planificación es la que hacen las grandes corporaciones, las grandes multinacionales y los grandes centros de poder. En estos países es posible pensar en políticas diseñadas para, al menos, un par de décadas.

Pero en los países en donde los políticos se financian principalmente con dinero robado al Estado y con aportes provenientes de fuentes inconfesables, a ningún político le interesa planificar más allá de la próxima campaña.

Obviamente siempre se podrá hablar de "políticas de Estado" como algo necesario y deseable. Pero, si no hay una instancia que imponga esas políticas de un modo más o menos coercitivo, la única política de Estado que le interesará al político democrático es la política que regula el acceso al Estado.

Porque es abusivamente individualista

Hasta hace no tantos siglos atrás el pensamiento político de Occidente arrancaba con la familia y terminaba en el Imperio. Hoy, el pensamiento democrático de "derecha" empieza con el individuo y termina en el mercado mientras que el pensamiento democrático de "izquierda" empieza con el individuo y termina en la clase social.

Esta hegemonía del individuo se refleja después en la legislación y muy especialmente en la penal en donde los derechos individuales adquieren una claro predominio sobre todos los demás derechos, siendo que siempre los derechos predominan sobre las obligaciones la mayoría de las cuales ni siquiera está establecida por ley.

De aquí es de donde surgen, después y en algunos países, el llamado "garantismo" y el "abolicionismo"; el primero interesado en darle al delincuente todos los recursos para defenderse y trabar a la acusación en todo lo posible mientras que el segundo apunta a disminuir y hasta a anular las penas si resultase ser que, a pesar de los múltiples tecnicismos legales que protegen al delincuente, al final no hay más remedio que pronunciar una sentencia condenatoria. En ambos casos, solo interesa el individuo mientras que la sociedad se considera meramente como un "entorno", la mayoría de las veces nefasto en la medida en que es una sociedad que no cumple con las condiciones establecidas por la utopía democrática.

Con este criterio, cuando la policía detiene a un delincuente, lo primero que se mira no es el peligro que ese delincuente representa para las personas honradas sino el peligro de que los derechos individuales del delincuente no sean respetados. Así, el individualismo exacerbado de la democracia llega al extremo de proteger al delincuente y desproteger al resto de la sociedad.

El individualismo abusivo, en lugar de castigar al delincuente por la comisión de un delito, castiga a toda la sociedad porque ésta no ha hecho realidad la fantasía democrática de un fraternal igualitarismo libertario.

En última instancia no es más que una especie de chantaje: mientras no aceptemos y realicemos la utopía democrática, los jueces y fiscales demócratas se solazan lanzando sobre nosotros a todos los criminales que encuentran.

Porque es culturalmente decadente

La teoría del igualitarismo es intrínsecamente necesaria a la idea democrática. Sin el igualitarismo resultaría insostenible el mito de que, en una democracia, una persona es igual a un voto, todos los votos valen lo mismo y cualquiera puede ser votado para cualquier puesto político.

El gran problema del igualitarismo es que es posible en una sola dirección: hacia abajo. Se puede establecer un sistema educativo lo suficientemente ineficaz como para igualar a todos los estudiantes en la ignorancia. Lo que todavía nadie ha conseguido es inventar un sistema educativo que convierta en genios a todos los que pasen por él. Es algo similar a las propuestas de ciertas románticas utopías políticas que, cuando llegan al poder, rápidamente consiguen eliminar a los ricos. Eliminar a los pobres es justamente lo que no consiguen hacer.

Por otro lado, los contenidos culturales de la democracia están determinados por los gustos de las grandes mayorías. Desde el momento en que estadísticamente está demostrado que la mediocridad es siempre mayoría, la democracia le otorga una soberanía cultural a la mediocridad.

Con ello, la decadencia cultural está prácticamente garantizada porque al mismo tiempo, si los políticos resultan seleccionados con los criterios que acabamos de ver, es evidente que los gobernantes también serán lo suficientemente mediocres como para ni darse cuenta de la mediocridad imperante. Con lo cual es obvio que no harán nada por tratar de elevar el bajo nivel cultural existente. De hecho, ni siquiera se darán cuenta de que existe un problema. Vivirán la decadencia como algo absolutamente normal.

Otra forma de formularlo sería diciendo que, si la democracia es el gobierno de las mayorías, puesto que la mediocridad siempre es mayoría, la democracia es el gobierno de los mediocres.

Porque es lenta, ineficiente e ineficaz

Gobernar, en última instancia, no es más que tomar decisiones y hacerlas cumplir. Es cierto que suena mucho más sencillo de lo que es en realidad pero, en lo esencial, no es más que eso.

Resulta que también en esto la democracia tiene grandes problemas. En primer lugar a todo buen demócrata le apasionan las asambleas. En ellas muchas personas pueden discutir durante mucho tiempo una determinada decisión y después votar por ella. La gran ventaja en esto es que, si la decisión sale aprobada, la responsabilidad por las consecuencias se diluye, o bien en el anonimato, o bien en una multiplicidad de personas equivalente a Fuenteovejuna.

En segundo lugar, en las asambleas democráticas no se discute; se perora. Escuchen cualquier debate parlamentario y verán que el legislador que hace uso – y maltrato – de la palabra ya tiene absolutamente posición tomada sobre el tema en cuestión y nada en el mundo le hará cambiar de opinión. A menos, por supuesto, que determinado "lobby" posiblemente afectado lo convenza de lo contrario por algún medio "extraparlamentario".

A uno de esos medios de persuasión el ex ministro de trabajo Alberto Flamarique lo llamaba "la Banelco". Pero eso es solo para iniciados.

La cuestión es que la democracia, por regla general tarda una eternidad en tomar una decisión. Cuando la toma sabe que no tendrá que hacerse responsable por las consecuencias ya que, como todo abogado sabe, "las decisiones políticas no son judiciables". Después, puede tardar otra eternidad en reglamentar la decisión ya tomada y, a la hora de instrumentarla, las licitaciones le abren la puerta a los que pagaron la campaña.

Los tiempos, en determinados casos, pueden disminuir bastante. Lo que nunca disminuye es la ineficacia y la ineficiencia alimentadas por la codicia de los intervinientes.

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De la democracia Winston Churchill dijo en 1947 que "es la peor forma de gobierno, excepto todas esas otras formas que cada tanto se han intentado". [6]

Sí. Pero eso lo dijo después de participar en dos Guerras Mundiales en las que Gran Bretaña había salido victoriosa y no se atrevió a arruinarle la fiesta a los ingleses quienes, a pesar de tener una monarquía constitucional digitada desde la City de Londres, todavía creen vivir en una democracia.

Mahatma Ghandi, que conocía muy bien a la democracia inglesa (aunque desde otra perspectiva que la de Churchill), no se dejó impresionar demasiado por el argumento y le devolvió la pelota con la siguiente pregunta: "¿Qué diferencia le hace a los muertos, a los huérfanos y a los que quedaron sin techo el hecho que la locura de la destrucción se desate en nombre del totalitarismo y no en el sagrado nombre de la libertad o de la democracia?"

Pero el que explicó definitivamente el misterio de la democracia fue el norteamericano Mark Twain cuando simplemente acotó con lógica elemental: "Si el voto sirviera para algo no nos dejarían emitirlo".

Ténganlo presente para las elecciones que ya asoman sobre el horizonte. Por más que analice, compare y lo medite en profundidad antes de tomar su decisión, el voto de dos ignorantes siempre valdrá más que el suyo.

En última instancia, ése es el problema de fondo.

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NOTAS:
1)- Ver: http://www.lanacion.com.ar/1773947-los-presidenciales-podran-gastar-254-millones-en-campana-pero-manejaran-mas-de-500-millones
http://www.lanacion.com.ar/1752213-campanas-millonarias-los-increibles-costos-que-insumira-el-sueno-presidencial
2)- http://www.pagina12.com.ar/diario/ultimas/20-226390-2013-08-09.html
3)- Cotización del dólar "blue" al 12/03/2015
4)- http://www.lanacion.com.ar/1196570-necesitamos-platita-para-hacer-politica
5)- J.J. Rousseau - El Contrato Social - Libro II - Cap. II -  Cf. https://drive.google.com/file/d/0B6QXUcoelzmpemRLWnVKd0xzSUU/edit?pli=1
6)- Winston Churchill, discurso en la Cámara de los Comunes, 11 de Noviembre 1947. Cf. http://hansard.millbanksystems.com/commons/1947/nov/11/parliament-bill#column_206









miércoles, 18 de febrero de 2015

¿DESAPARECERÁ ISRAEL?


El tirano muere y su autoridad pasa;
el mártir muere y su autoridad comienza
Soren Kierkegaard

Es la causa y no el castigo lo que hace al mártir
San Agustín.


A veces hay cosas que pasan y, en el momento, uno no les da importancia. Pero luego se reiteran y, en un segundo análisis, la cosa ya adquiere un significado diferente.

Cuando, luego de los atentados de Charlie Hebdo y el supermercado kosher de París, Benjamin Netanyahu instó a los judíos franceses a emigrar a Israel [1] uno pudo llegar a tomarlo un poco en solfa, como que Bibi estaba aprovechando la ocasión para hacer un poco de promoción a una nueva "aliá". [2]  Pero después sucedió el sangriento tiroteo de Copenhague y Netanyahu volvió a insistir sobre lo mismo: "Israel es vuestro hogar. Estamos preparados para acoger una inmigración procedente de Europa. A todos los judíos de Europa digo: Israel os espera con los brazos abiertos." [3]

Bueno, esto ya no es casualidad. No sé si equivale a promover una nueva "aliá" – es decir: una nueva inmigración masiva a Israel – pero, en todo caso, parece que la dirigencia israelí está previendo que necesita más gente. Y no es muy difícil imaginar por qué.

Sucede que, cuando uno se pone a investigar un poco, descubre que la cosa tiene sus antecedentes.

Durante la década de los años 70 del Siglo XX Henry Kissinger actuó de intermediario entre Israel y Egipto para la cesación de hostilidades luego de la Guerra de Yom Kipur. En ese contexto, se cuenta que, a fin de evitar confusiones y malentendidos, Kissinger le hizo saber a Golda Meir antes de entrevistarse con ella que él se consideraba en primer lugar un norteamericano, en segundo lugar un Secretario de Estado, y solo después un judío. A lo cual Golda Meir, ni corta ni perezosa, respondió: "Eso está muy bien, porque en Israel leemos de derecha a izquierda…" [4] 

Lo hayan leído como fuere, el hecho es que este mismo hombre, cerca de 40 años más tarde, en 2012, dejaría caer ante Cindy Adams del New York Post una frase por demás significativa: "En diez años, Israel no existirá más". [5]

Estamos a principios de 2015. ¿Le quedan solo algo así como 7 años de existencia al Estado de Israel?

A primera vista es un poco difícil imaginarlo. No es que Israel no tenga sus problemas. Pero, en primer lugar, no son muy diferentes de los que ya ha tenido en el pasado habiéndolos podido superar o al menos manejar de un modo más o menos eficaz y, en segundo, lugar ninguno de esos problemas aparece como una amenaza realmente letal considerando el poder del lobby israelí en los Estados Unidos [6] además de la tecnología y los recursos bélicos con los que cuenta el propio Israel.

Pero quizás no todo es como se ve en la superficie.

Por de pronto la amenaza más grave que puede llegar a afectar a Israel no proviene del entorno árabe o musulmán sino del propio Occidente.  Según el análisis (de 2012) de Alexander Maistrovoy: "La economía de Israel está atada a la Unión Europea; su seguridad y su legitimidad política está basada sobre sus relaciones con los Estados Unidos. Si esos canales se cierran Israel se hundirá en pocos años porque no puede soportar un estado de total aislamiento." [7]

Desde esta óptica, la presión que los terroristas islámicos están ejerciendo últimamente en forma principal sobre Europa y el cristianismo en particular empieza a tener un sentido práctico más allá de los dogmatismos religiosos e ideológicos. El mensaje de los atentados de los jihadistas islámicos puede traducirse al lenguaje corriente como: "Esto les pasa por apoyar a Israel y atacar al Islam."

Pero, desde la óptica israelí los mismos hechos pueden disparar un mensaje hacia el interior de las comunidades judías que, traducido al mismo lenguaje coloquial, podría leerse como: "Si no se sienten seguros con todos estos atentados, vengan a Israel." Que es, precisamente, el mensaje de Benjamin Netanyahu.

¿Qué conseguiría Israel si este mensaje fuese masivamente seguido? En primer lugar, lo obvio: una sobrepoblación del país. Israel cuenta actualmente con una población de unas 8 millones de personas, con 356 habitantes por kilómetro cuadrado. [8] Y, si bien algunos profesionales altamente calificados están abandonando Israel por cuestiones económicas – entre ellos dos premios Nobel de química [9] – también es cierto que durante 2014 Israel recibió el mayor número de inmigrantes judíos en los últimos 10 años. En total, llegaron a Israel unas 26.500 personas. De ellas, 7.000 provenían de Francia y 5.800 de Ucrania. [10] De aumentar esta tendencia abruptamente, es muy probable que la crítica economía israelí quede sobrepasada y, en ese caso, la dirigencia israelí podría fácilmente acusar a Europa de no haber hecho lo suficiente para proteger a las comunidades judías europeas. Con lo cual estarían dadas las condiciones para exigir de Europa – so pena de complicidad con el "antisemitismo" y el terrorismo – la continuidad e incluso un aumento del apoyo económico y financiero.

En el frente norteamericano las cosas tampoco son sencillas. Ya por la época en que Henry Kissinger pronunciaba su dramático pronóstico, las agencias de inteligencia norteamericanas apuntaban datos concretos corroborando en un informe la probabilidad del ocaso de Israel. Por de pronto, aunque no lo digan en público, una cantidad creciente de políticos y activistas norteamericanos está hace rato empezando a hartarse de las presiones israelíes. Según el informe mencionado, gran parte del público norteamericano mismo está sintiendo "un enconado resentimiento ante el imperioso dominio del discurso público por parte del lobby israelí", a lo cual cabría agregar que en la comunidad judía norteamericana misma el apoyo a Israel ya no es tan monolítico como solía ser. [11] De hecho, Israel es, en muchos sentidos, una piedra de molino colgada al cuello de la economía y la política norteamericana. Es un lastre que podía ser aceptable en determinados escenarios del pasado pero que se puede volver progresivamente inaceptable si los intereses reales de los EE.UU. y los de Israel empiezan a transitar por carriles divergentes.

Dadas ciertas condiciones bastante probables, ese "portaaviones terrestre" norteamericano en Medio Oriente que constituye Israel puede muy fácilmente dejar de ser un activo para convertirse en un pesado pasivo. A menos, claro está, que toda la región del Medio Oriente se mantenga desestabilizada a tal punto que obligue a los EE.UU. a mantenerse comprometido en la región. Quizás desde esta óptica se entiende mejor uno de los papeles principales que cumple ISIS en todo este ajedrez macabro.

Con sus cuidadosamente escenificadas y prolijamente filmadas escenas de terror, el ISIS está prácticamente obligando a los EE.UU. a seguir involucrándose en el Medio Oriente ya que, en buena medida, los desastres que están ocurriendo fueron originados por los propios norteamericanos cuando intervinieron en la zona con fuerzas militares y luego se retiraron sin haber resuelto ni uno solo de los problemas que afectaban a la región. Le guste o no a Obama, por más que se resistan demócratas y algunos republicanos a poner "botas sobre el terreno" y se limiten a autorizar ataques aéreos y apoyo indirecto, el involucramiento norteamericano en Medio Oriente es, por el momento,  inevitable. Y eso es exactamente lo que le conviene a Israel. 

Es un ajedrez complejo con muchas posibles posiciones de tablero al final. Personalmente no estoy para nada seguro de que la predicción de Kissinger se terminará cumpliendo e Israel desaparezca hacia 2022. Sea como fuere que se evalúen las posiciones actuales, con el terrorismo islámico amenazando a los judíos europeos y simultáneamente manteniendo atados a los norteamericanos al teatro de operaciones del Levante, Israel tiene todavía muchos movimientos posibles para jugar.  

En contrapartida, los que tienen cada vez menos opciones para elegir son los cristianos de la región. Hace tan solo unos 30 años atrás los cristianos representaban cerca del 20% de la población del Levante. Hoy constituyen apenas el 3% y su número disminuye en forma acelerada. [12]

Y es como que a nadie le importa un pepino.

Cuando el domingo 15 de febrero de 2015 el ISIS publicó un video con la decapitación de 21 cristianos coptos ejecutados por el solo hecho de ser cristianos, la única voz de condena que se escuchó fue la del papa. [13] Poco después, la nación de la que esos cristianos eran ciudadanos envió varios aviones de combate para bombardear en represalia un bastión de los jihadistas ubicado a 1.300 kilómetros al este de Trípoli. El Estado de esa misma nación decretó siete días de luto nacional por los cristianos muertos.

¿Qué Estado creen ustedes que hizo todo eso?

¿Inglaterra? ¿Francia? ¿EE.UU? ¿Alemania? ¿Italia quizás?

No. No fue ningún Estado cristiano. Los cristianos de Occidente dijeron "¡qué barbaridad!" y se quedaron todos en casa mirando televisión.

Fue Egipto, [14] presidido por un señor llamado Abdelfatah Al-Sisi.

¿Hace falta que les aclare que Al-Sisi es musulmán?

A veces ciertos cristianos me dan vergüenza ajena.

Porque no sé si Israel habrá desaparecido hacia 2022. Honestamente, si tuviese que apostar, apostaría contra el pronóstico de Kissinger.

Pero que dentro de muy pocos años en Medio Oriente los cristianos habrán prácticamente desaparecido, de eso me quedan cada vez menos dudas.

¿Por qué ningún país cristiano de Occidente le ha abierto sus puertas a esos cristianos perseguidos y oprimidos? ¿Por qué, mientras fomentan el multiculturalismo y reciben a inmigrantes de todas clases, confesiones y condiciones, los países occidentales simplemente ignoran el drama de los cristianos de Medio Oriente?

¿Por qué en Occidente nadie se ha alzado para decirle a los cristianos perseguidos:  "Occidente es vuestro hogar. Estamos preparados para acoger una inmigración procedente de Medio Oriente. A todos los cristianos del Levante les decimos: Occidente os espera con los brazos abiertos?"


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NOTAS:
1) http://www.lanacion.com.ar/1759703-despiden-en-israel-a-los-cuatro-judios-muertos-en-paris-es-inaceptable-que-haya-miedo-a-salir-en-europa-con-la-kipa
2)- http://es.wikipedia.org/wiki/Aliy%C3%A1
3)- http://www.lanacion.com.ar/1768757-netanyahu-pidio-a-los-judios-europeos-que-emigren-a-israel
4)-http://www.worldjewishcongress.org/en/news/15348/wjc_honors_henry_kissinger_with_theodor_herzl_award_?print=true
5)- http://www.worldtribune.com/2012/10/22/kissinger-on-israels-coming-demise-senile-prophetic-or-merely-pragmatic/ - Adicionalmente unas 16 agencias de inteligencia de los EE.UU. coincidieron con el pronóstico.
6)- J.J. Mearsheimer y S.M.Walt, "El lobby israelí y la política exterior estadounidense", en https://drive.google.com/file/d/0B6QXUcoelzmpbFZsbElsZnNRd2c/edit?pli=1
7)- http://www.worldtribune.com/2012/10/22/kissinger-on-israels-coming-demise-senile-prophetic-or-merely-pragmatic/
8)- http://www.datosmacro.com/demografia/poblacion/israel
9)- http://actualidad.rt.com/actualidad/view/116118-israel-inestabilidad-economica-causar-exodo
10)- http://dailycaller.com/2015/01/02/2014-sees-spike-in-jewish-migration-to-israel/
11)- http://www.presstv.com/detail/2012/10/01/264485/no-more-israel-in-10-years-kissinger/
12)- http://blogs.timesofisrael.com/the-worlds-fastest-growing-faith-is-not-islam-2/)
13)- http://impulsonews.net/2015/02/16/el-papa-francisco-condena-la-ejecucion-de-los-21-cristianos-egipcios/
14)- http://www.infobae.com/2015/02/16/1627054-en-represalia-las-ejecuciones-egipto-bombardeo-al-isis-libia

sábado, 14 de febrero de 2015

CRIMEN Y CASTIGO


 … lo que más ofende no es que mientan
 – uno siempre puede perdonar la mentira –
la mentira es algo atractivo porque conduce a la verdad;
lo más ofensivo es que mientan
y luego le rindan culto a sus propias mentiras…
Fiodor Dostojevsky, "Crimen y Castigo"


Allá por los albores de la humanidad, por la época en que los seres humanos recién empezaban a organizarse en comunidades, si alguien le robaba algo a Usted, las opciones a su disposición no eran muchas. Si sabía quién era el ladrón podía ir, enfrentarlo, molerlo a garrotazos – incluso matarlo, dado el caso – recuperar lo robado y saquear su cueva en venganza. Siempre y cuando, claro, el ladrón no fuese más fuerte que Usted en cuyo caso, alternativamente, podía Usted juntar un grupo de amigotes y hacer lo mismo. Y, si no sabía quién había sido el ladrón – o lo sabía pero era un coloso bien fornido y Usted no tenía amigotes – pues no tenía más remedio que aguantárselas y, en todo caso, vigilar mejor sus pertenencias de allí en adelante.

Miles de años después, los sumerios inventaron algo mejor. En primer lugar, el procedimiento ya no quedaba librado a lo que Usted podía hacer por su cuenta sino que quedó encargado a las autoridades que regían el orden en la comunidad. Y, en segundo lugar, se estableció que debía haber una proporcionalidad entre el daño causado y la represalia de la víctima. En otras palabras: los sumerios terminaron con la justicia por mano propia y con la arbitrariedad del resarcimiento. Según este criterio la justicia debe ser impartida por la autoridad competente y sus penas deben guardar una relación lo más exacta posible con el perjuicio causado. La idea básica es que el criminal sufra el mismo daño que causó y el principio de esta relación entre el crimen y el castigo es conocido hasta el día de hoy por la habitual fórmula de "ojo por ojo, diente por diente".

Hace unos 3700 años, hacia el Siglo XVIII A.C., los herederos de los sumerios sistematizaron la idea. Hammurabi, el sexto rey del primer Imperio Babilónico, ordenó que se grabaran las 282 leyes de su código en un bloque de basalto. Varias de estas leyes incorporan la original idea sumeria que, mucho más tarde, los romanos denominarían "ley del talión" en dónde "talión" viene del latín "talio", "talionis", que implica "igual" o "idéntico".

De hecho, la idea no solamente se filtró en la legislación babilónica. Aparece en varias partes del Antiguo Testamento formando parte de la normativa hebrea.  En Éxodo 21:23-25 encontramos: "Pero si sucede una desgracia, tendrás que dar vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, quemadura por quemadura, herida por herida, contusión por contusión." [1]  En Levítico 24:19-21 se establece: "Si alguien lesiona a su prójimo, lo mismo que él hizo se le hará a él: fractura por fractura, ojo por ojo, diente por diente; se le hará la misma lesión que él haya causado al otro. El que mate a un hombre, será castigado con la muerte." [2] Y en Deuteronomio 19:21, refiriéndose a un falso testigo: "No tendrás compasión: vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie." [3]

Contrariamente a lo que siempre se sostiene, el criterio del talión representó en su momento un gran avance en la organización social. Por de pronto, se expresó en una ley puesta en manos de una autoridad válida, superando así la arbitrariedad impredecible de las "vendettas" personales. Pero, además de eso, le estableció a esa autoridad válida una norma para la sanción punitiva orientada a lograr que todos los miembros de la comunidad percibiesen esa sanción como algo justo.

El problema está en que esta norma no es percibida así en infinidad de casos.

Veamos.

Usted me rompe un diente. Yo le rompo un diente. ¿Le parece justo?

Usted me quiebra un hueso. Yo voy y le quiebro el mismo hueso. ¿Le parece justo?

Usted es tuerto y me saca un ojo. Yo voy y le saco un ojo. Yo quedo tuerto; Usted se queda ciego. Ojo por ojo. ¿Le parece justo? 

Ése es el problema.

Por eso es que, por ejemplo en el judaísmo, ya en la época talmúdica los rabinos abolieron la igualdad para los daños físicos personales y la suplantaron por pagos monetarios equivalentes. [4] En el cristianismo, a su vez, el criterio mismo de la ley del talión quedó abolido por el propio Jesucristo en su famosa frase: "Ustedes han oído que se dijo: "»Ojo por ojo y diente por diente«. Pero yo les digo que no hagan frente al que les hace mal: al contrario, si alguien te da una bofetada en la mejilla derecha, preséntale también la otra." [5] No obstante, en la Sharia – o derecho islámico – el principio no ha quedado desterrado para varios casos y se aplica en algunos países hasta el día de hoy.

El problema subsistente a la suplantación del criterio de la pena idéntica por el de una pena equivalente es que, desde el punto de vista de la justicia, la equivalencia tiene los mismos problemas que la identidad.

Yo le rompo un diente a Usted. El juez me sentencia a pagarle $100. ¿Le parece justo? ¿No? ¿Le parecería justo $200? ¿Tampoco? ¿Y si la sentencia fuese de $10.000.000? A Usted seguramente le parecería fantásticamente bien pero, ¿sería justo? ¿Quién establece y, sobre todo, cómo se establece lo que vale un diente? El precio que cobra un odontólogo por hacer un implante sería quizás una aproximación razonable pero estoy seguro que a muchos eso les parecerá demasiado poco.

¿Cuánto años de cárcel "vale" una vida humana? [6]  ¿10, 15, 20, 25? ¿Más? ¿Cuál es el equivalente en años de cárcel a una vida humana? ¿Cómo lo establecemos? ¿Con qué criterio?

En realidad, en la práctica estamos ante el mismo problema que en el caso de la ley del talión solo que expuesto de otro modo. En el caso de la ley del talión podíamos llegar a la injusticia, ya sea porque la pena podía resultar excesivamente severa o porque resultaba inaplicable. Pero en el caso de la pena equivalente podemos llegar a la injusticia por la imposibilidad de establecer la magnitud de la equivalencia de un modo tal que sea satisfactoria para todo el mundo y, además, también en este caso la pena monetaria puede resultar inaplicable por insolvencia del demandado. [7]

Si bien es cierto que las situaciones del ámbito penal difieren del las del ámbito civil y que habría muchos – realmente muchos – otros factores para agregar al análisis, el problema central de lo que en forma genérica se entiende por "inseguridad" es que el foco de atención está puesto casi excluyentemente en el delito, en el delincuente y en la pena. Todo el proceso judicial está casi enteramente enfocado sobre qué se hizo, quién lo hizo y qué pena le corresponde al que lo hizo.

Con ello, no es para nada de extrañar que el criterio del llamado "garantismo" ponga, a su vez, su foco de atención en el delincuente desde el momento en que resulta ser el protagonista central – y casi único – de todo el proceso. En esencia, el garantismo no es más que una corriente jurídico-intelectual orientada a lograr que, en lo que atañe al acusado, se cumplan efectiva y realmente aquellos principios establecidos por el iluminismo y el enciclopedismo del Siglo XVIII que han hallado una expresión legal concreta en las leyes sancionadas por las democracias liberales.

Tal como lo señala el actual juez Daniel Rafecas: "Desde los albores del iluminismo, y hasta las primeras décadas del siglo XX, los esfuerzos se concentraron por plasmar los ideales de libertad e igualdad en las normas jurídicas, mas se advirtió pronto que esto no era suficiente…" y más adelante lo ilustra con un ejemplo: "Por ejemplo, la cláusula constitucional que establece que las cárceles serán sanas y limpias, es una norma vigente (y además, válida), pero que no es efectiva, porque las «prácticas operativas» no la respetan." [8]

De modo que resumiendo y simplificando, para el garantismo lo importante es que la ley (especialmente la que establece garantías de inspiración liberal) se cumpla efectivamente. Lo cual, por supuesto, no es objetable porque, si es ley, está para ser cumplida. Como decían los romanos: "dura lex sed lex", la ley será dura pero es la ley. O bien, de un modo más coloquial: la ley es la ley y Usted tendrá que acatarla aunque no le guste. En todo caso mi amigo, vaya y cambie la ley.

El problema que así se presenta es múltiple. En primer lugar y para empezar, habría que debatir el trasfondo filosófico de la ley misma. Las románticas ensoñaciones de la utopía iluminista – compartidas tanto por liberales como por socialistas – no son trasladables al mundo real ni son convertibles en realidades concretas por el mero hecho de ser sancionadas y promulgadas en forma de ley. Con suficiente poder y mayoría parlamentaria yo podría establecer por ley que en la República Argentina cada ciudadano debe amar a su conciudadano como a sí mismo. Ahora, de allí a que esa norma se cumpla… 

Pues algo muy similar ocurre con los conceptos de "libertad" e "igualdad" arriba citados. Son ideales respecto de los cuales, como ocurre con todos los ideales, en el mejor de los casos solo puede lograrse una aproximación más – o menos – satisfactoria; nunca un logro pleno y completo. Y, tratándose de los ideales liberales, doscientos años de intentos reiterados demuestran que su viabilidad práctica y política es por demás discutible; de modo y manera que muy poco sentido tiene el insistir dogmáticamente en su vigencia jurídica. [9]

En segundo lugar, tenemos el problema de las "elasticidades" de la pena que son las que, en muchísimos casos, dejan a los damnificados con la sensación de que no se ha hecho justicia. Por ejemplo, en nuestro país y por el Art. 79 de la Ley 11.179 de 1984, el homicidio simple está penado con reclusión o prisión de ocho a veinticinco años. Con lo que el máximo de la pena es más de tres veces el mínimo. ¿Cuánto "vale" una vida en términos de pena para la justicia argentina? El solo hecho que se establezca una escala de tiempo tan amplia revela bastante a las claras la dificultad que estamos señalando: el legislador, en realidad, no tenía ni la más remota idea de cuál sería la pena justa y equitativa por lo que le dejó a los jueces 18 posibilidades a elegir, atendiendo a un sinnúmero de factores que luego podían ser interpretados según toda otra serie de criterios. [10]

Y en tercer lugar, tenemos el problema de la "dispersión" y hasta de la "reversión" de la culpabilidad. Este criterio adopta la postura ambientalista en relación con el comportamiento humano; algo que viene desde el optimismo antropológico de Rousseau con su tesis del noble salvaje y el supuesto efecto corruptor de la civilización. Con ello, sus partidarios ya no pretenden discutir ni las garantías procesales, ni los montos o alcances de las penas, sino que cuestionan la pena jurídica en sí misma y como tal.

Según este enfoque básicamente abolicionista de la pena jurídica, el ser humano sería principal y esencialmente producto de su medio ambiente. Por lo que, si es un criminal, la culpa recae en el entorno social puesto que – y aquí viene el argumento favorito de quienes sostienen esta posición –  "nadie nace delincuente". Pues tampoco nadie nace pianista, ni médico, ni escultor, ni ingeniero. Y sin embargo, en muchos contextos sociales, bajo las mismas condiciones del entorno y los mismos niveles socioeconómicos, algunos se hacen ingenieros, otros se hacen mecánicos, otros se hacen artistas, unos pocos se hacen políticos y algunos hasta se hacen delincuentes.

Un medioambiente de pobreza y de miseria no es para nada el mejor entorno para lograr personas honradas; eso está completamente fuera de discusión. Mucho menos pretendo justificar aquí, de manera alguna, la injusticia social en sus múltiples formas y manifestaciones. Pero que el medioambiente socioeconómico prácticamente determine el destino de una persona es simplemente mentira. Una de las tantas mentiras que difunde nuestra decadente incultura actual y en esto lo que más irrita no es tanto la mentira en sí sino, como decía Dostojevsky, el hecho que los mentirosos la hayan convertido en un objeto de culto.

Sea como fuere, la tesis básica de este enfoque es que la injusticia social, con su segregación y marginación, directamente genera la delincuencia, por lo que castigar a un delincuente es sumarle una injusticia a la injusticia social originaria. En otras palabras: para el abolicionista, ante el estrado de un juez no existiría una víctima y un victimario. Solo habría dos víctimas: la víctima del delito y el propio delincuente, víctima a su vez de la sociedad y su injusticia. Por supuesto, esta filosofía no ofrece – ni intenta, ni desea ofrecer – explicación alguna al hecho objetivamente verificable de que esa misma injusticia social no produce delincuentes más que en determinados casos mientras que miles y hasta millones de quienes la padecen siguen siendo personas honradas. A todo lo que apunta es que al delincuente se lo considere como víctima para reducirle la pena a un mínimo simbólico o incluso para declararlo inocente.

Y, por si fuese poco, encima de todo esto se infiltra, expresa o tácitamente, la mentalidad del clasismo marxista que promueve varios de estos criterios, no tanto porque los considere válidos en sí mismos sino porque constituyen una crítica al sistema capitalista. Esta actitud es propia hasta de quienes no se consideran marxistas en absoluto pero que han aceptado e incorporado a su razonamiento tanto el criterio de la lucha de clases como el de la primacía de lo económico por sobre todos los demás factores; dos postulados que caracterizan, precisamente, cualquier análisis desde una perspectiva marxista.

En el fondo toda la cuestión gira alrededor de una concepción básica y típicamente individualista. La preocupación casi exclusiva por el "qué se hizo, quién lo hizo y qué pena le corresponde", revela una atención concentrada sobre el delincuente que – por lo menos a los efectos prácticos y en un sinnúmero de casos penales – deja casi completamente de lado a las víctimas del delito. Esta distorsión o sesgo del criterio jurídico conduce después a decisiones y sentencias que se alejan cada vez más de aquello que la sociedad en general percibe como justicia.

Por de pronto, es evidente que en el medio jurídico hoy existe más preocupación por el delincuente que por la persona honrada perjudicada o afectada. Esto se refleja claramente en la famosa frase, atribuida al jurista italiano Francesco Carrara (1805 - 1888), según la cual "es mejor cien culpables libres que un inocente preso" repetida hasta el hartazgo por toda una pléyade de juristas actuales. [11] Sabiendo que la enorme mayoría de los receptores del mensaje está constituida por personas inocentes, la frase apela – de modo muy eficaz – al horror que todos sentimos ante la idea de ser encerrados en una prisión sin haber cometido ningún delito. Como argumento sentimental es, sin duda, muy efectivo. Lástima, tan solo, que no resiste el más elemental análisis objetivo.

Cien culpables libres significa cien injusticias para con las víctimas de esos culpables. Peor aún: significa la casi certeza de al menos otros cien delitos futuros porque es muy poco probable que los criminales así dejados en libertad dejen de delinquir. De modo y manera que con cien culpables libres tendríamos al menos doscientos crímenes prácticamente garantizados. Frente a eso, un inocente preso es una tremenda injusticia, pero es UN solo caso y solo UNA injusticia frente a – por lo menos – CIEN injusticias de la otra alternativa.

Hace falta toda la distorsión individualista de la mente demoliberal para considerar que cien injusticias son preferibles a una sola. Porque ahí está toda la cuestión: el demoliberalismo, y especialmente el garantismo y el abolicionismo actuales, sencillamente no consideran injusto que cien delincuentes queden libres. Según ese criterio la condena de un inocente es una injusticia – ¡obviamente! – pero la no-condena de cien delincuentes se justifica por argumentos filosóficos, ideológicos y hasta burocráticos.

Así es como se pueden llegar a entender muchos casos judiciales de los últimos tiempos que, de otro modo, resultan totalmente incomprensibles.

Por ejemplo, el juez Axel López que deberá enfrentar un Jurado de Enjuiciamiento el próximo 2 de marzo, liberó en 2012 a un delincuente condenado a 24 años de prisión por cuatro violaciones a pesar de que todos los informes psicológicos decían que el sujeto era y seguía siendo peligroso. Y de hecho lo era. Antes de estar un mes en la calle el sujeto violó y asesinó a la joven chaqueña Tatiana Kolodziez. La única justificación de López fue argumentar: "La conducta humana es imprevisible…"

Pero ésa no fue la única del juez López. Tiene varias más de éstas en su haber. Existen por lo menos otros cinco casos en los que concedió salidas transitorias, libertades condicionales o simplemente no contestó oficios, beneficiando a criminales que volvieron a cometer homicidios, violaciones y robos calificados. [12]

En mayo de 2013 finalizó el juicio del caso Píparo, la mujer embarazada a la que, en una "salidera" bancaria, le dispararon en el vientre haciéndole perder el hijo que estaba gestando. Cinco acusados involucrados en el hecho fueron condenados a prisión perpetua. [13]  En febrero de 2015 se conoció la decisión de la Cámara de Casación de la Provincia de Buenos Aires que simplemente le cambió la carátula a la causa y redujo las penas a los condenados. [14] Pero esto, con ser un tecnicismo jurídico discutible, no es lo peor. Lo peor de todo ocurrió en la TV pública en donde un comentarista festejó en tono triunfal el hecho afirmando muy suelto de cuerpo que "Nuevamente el punitivismo pierde otra batalla". [15]

Suponiendo que exista el "punitivismo" en absoluto, no es éste el que perdió una batalla en el caso Píparo. Los perdedores de todo el proceso son, en todo caso, la Justicia que perdió la oportunidad de enviar un mensaje claro y contundente tanto a los delincuentes como a la sociedad. Pero, sobre todo, la principal perdedora es Carolina Píparo misma.

Porque no sé si Carolina Píparo es, o no, una "punitivista". Lo que sí sé es que perdió un hijo por el balazo que un criminal le pegó en el vientre.

Y el imbécil del comentarista de la TV pública (perdón por el exabrupto, pero no se me ocurre otro calificativo), no tuvo mejor idea que justificar el cambio de carátula preguntando: "¿Qué es un homicidio en ocasión de robo?", para a continuación ilustrar nuestra supuesta ignorancia con la siguiente explicación: "Es algo imprevisto: vos vas a robar y terminás matando a alguien de forma imprevista". [16]

De forma imprevista. Claro. Para eso cargás un arma en la cintura. Para cubrirte de los "imprevistos". Con ese criterio salir armado a la calle es más o menos lo mismo que ponerse un casco para salir a andar en bici. Por los "imprevistos", ¿viste?

Lo descorazonador es que esto no va a cambiar. Mientras persista el criterio individualista de enfocar prácticamente toda la actuación judicial en el acusado no sea cosa que se lesione alguno de sus derechos o bien – ¡horror de los horrores! – se lo castigue con "excesiva" (¿cuál es el criterio para establecer aquí lo excesivo?) severidad; mientras esto persista todo seguirá como hasta ahora y la inseguridad seguirá aumentando.

Solo cambiará realmente el día en que, en lugar de concentrarnos en el  qué se hizo, quién lo hizo y qué pena le corresponde, nos pongamos a considerar el qué se hizo, quien lo hizo, qué daño representa eso para la comunidad y cómo hacemos para defender a la comunidad de la reiteración del daño por la misma persona. En otras palabras, en lugar de buscar la fórmula óptima para castigar al delincuente, lo que deberíamos hacer es buscar el modo óptimo de defender a las personas honestas de los criminales que les hacen daño.

No es una cuestión de "punitivismos"; es una cuestión de proteger a los honestos y honrados separando de la sociedad a los criminales y a los corruptos. Y a estos últimos, una vez aislados, no es cuestión de castigarlos. Simplemente es cuestión de aplicarles el principio de que todo el mundo tiene el deber de producir al menos el equivalente de lo que consume. De modo que levántese temprano mi amigo, desayune, vaya a trabajar, almuerce, descanse un rato y vuelva a trabajar. Después de eso, descanse, mire televisión si quiere, o dedíquese a algo más encomiable, vaya a cenar, entreténgase un rato y luego váyase a dormir. En una palabra: yo no pondría el énfasis en el castigo de los criminales. Simplemente los separaría de la sociedad y los obligaría a hacer lo que todas las personas honradas hacemos todos los días. Después podemos hablar de cantidades de años y otros detalles.

Pero no se preocupen estimados amigos. No habrá grandes cambios en el corto plazo (ni en el mediano tampoco). Todo seguirá igual que siempre. Cuando en marzo  el juez Axel López enfrente al Jurado de Enjuiciamiento estará custodiado por expertos.

Lo defenderá, entre otros, el ex miembro de la Corte Suprema Eugenio Zaffaroni.

Por supuesto.

Como decía un amigo mío: Dios los cría y el viento los amontona…

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Post data: (31/03/2015): Como era de esperar, el Juez Axel Lopez fue absuelto y actualmente puede seguir liberando criminales a su antojo. (Cf: http://www.lanacion.com.ar/1780653-juez-axel-lopez-jury).

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NOTAS:
1)- http://www.vatican.va/archive/ESL0506/__P21.HTM
2)- http://www.vatican.va/archive/ESL0506/__P39.HTM
3)- http://www.vatican.va/archive/ESL0506/__P4X.HTM
4)- http://tribuna.org.mx/en/ojo-por-ojo-la-ley-del-talion/
5)- Mateo 5:38-39
6)- La pena de muerte por homicidio ya sería un caso de la ley del talión.
7)- Así como en el caso del resarcimiento por equivalencia la sentencia puede resultar inaplicable porque el demandado es insolvente, del mismo modo la ley del talión también puede resultar inaplicable por motivos similares. Un sujeto mata una de mis ovejas pero es un vagabundo que no solo no posee ovejas sino que no posee absolutamente nada. ¿Y ahora qué hacemos?
8)- Daniel E. Rafecas, "Una aproximación al concepto de garantismo penal".  Ver:  http://www.catedrahendler.org/material_in.php?id=3  - Consultado el 13/02/2015
9)- Obviamente no me refiero aquí a normas como las de la limpieza y la salubridad de las cárceles y otras similares que son de índole eminentemente práctica y operativa, por lo que bien podrían implementarse. El problema se plantea cuando se trata de normas que pretenden imponer los conceptos abstractos y los requerimientos ideales  de una utopía filosófica esencialmente inviable.
10) Que serían 36 en realidad si consideramos que la pena podría ser de reclusión o de prisión. En nuestro país sucede, sin embargo, que la pena de reclusión ha quedado prácticamente abolida desde el 22 de febrero de 2005 al considerar la Corte Suprema derogado implícitamente el art. 24 del Código Penal por la Ley de Ejecución Penal 24.660 en el caso "Mendez, Nancy Noemi s/ Homicidio"
11)- Véase por ejemplo: "Creo en el principio de que es preferible que haya 100 culpables en la calle, que un inocente en la cárcel". - Juan José Hinojosa, decano de la Facultad de Derecho de la Universidad de Málaga, España. Cf. http://www.diariosur.es/20130317/local/malaga/juan-jose-hinojosa-preferible-201303170119.html
12)- Cf: http://www.infobae.com/2015/02/11/1626221-el-primer-caso-zaffaroni-renunciar-la-corte-suprema-sera-la-defensa-axel-lopez
13)- Cf- http://www.lanacion.com.ar/1581764-piparo-cinco-condenados-a-perpetua
14)- Cf- http://www.infobae.com/2015/02/03/1624662-redujeron-las-penas-los-condenados-el-caso-piparo
15)- http://www.infobae.com/2015/02/04/1624837-la-tv-publica-celebro-la-reduccion-penas-el-caso-piparo
16)- Ibidem.