jueves, 21 de julio de 2022

GÉNERO FLUIDO

Habla la estulticia:
Diga lo que quiera de mí el común de los mortales,
pues no ignoro cuán mal hablan de la Estulticia
incluso los más estultos, soy, empero,
aquélla, y precisamente la única
que tiene poder para divertir
a los dioses y a los hombres. 

Erasmo de Rotterdam

A veces, un poco cansado de tratar de entender cosas bastante complicadas,  tengo ganas de perder el tiempo y divertirme un rato. Y para eso, algo que casi nunca me falla es FaceBook. No son los posteos propiamente dichos, aclaro. Aunque algunos de ellos dan como para agarrarse la cabeza y preguntarse si el Homo Sapiens es tan sapiens como se lo imaginó el antropólogo que inventó esa clasificación. La cuestión es que lo más gracioso generalmente no está ahí. Está en los comentarios. Sobre todo en las respuestas a los comentarios y en las respuestas a las respuestas, a lo cual después sigue toda una catarata de respuestas a respuestas y más respuestas.

Sabiendo cómo hacer "picar" a alguno de estos comentaristas  la cosa se puede poner de lo más hilarante. El secreto está en percibir la carga ideológica subyacente al comentario y voltear alguna de las "vacas sagradas" de dicha ideología. Si uno acierta con la vaca adecuada, el pez comentarista pica tragándose la carnada con anzuelo y todo.

Por ejemplo, el otro día un amigo publicó un posteo, muy simple, comparando el sistema de educación chino con el norteamericano. Decía así:

"Los estudiantes chinos de tercer grado están aprendiendo cálculo avanzado, mientras que los estudiantes estadounidenses de tercer grado están aprendiendo fluidez de género."

No hay gran cosa para comentar ante una afirmación así. Mucho menos algo gracioso. Por un lado, es cierto y por el otro lado es más drama que comedia. Como crítica, a lo sumo uno podría decir que no necesariamente en todos los establecimientos educativos norteamericanos la cosa es tan así porque, p.ej., en aquellos que están relacionados con alguna institución bien tradicional muy probablemente la "teoría de género" no goce de gran popularidad. Y en algunas escuelas del interior norteamericano profundo hasta es posible que haya sobrevivido todavía algo de sentido común. Un sentido que a algunos comentaristas evidentemente les falta. Por eso, ahí es donde empieza la diversión.

Por ejemplo, revisando esos comentarios me encuentro con el de una tal Raquel. No es el nombre con el que figura, así que no la busquen en FaceBook. Es solo que, en ese momento, Raquel me pareció un seudónimo adecuado para ella. Significa "oveja" en hebreo. [1]

Raquel, pues, comenta el posteo de mi amigo de la siguiente manera:

"Comparación esperpéntica. Los estudiantes estadounidenses de tercer grado viven en una democracia. Los estudiantes chinos de tercer grado en una de las dictaduras más siniestras del mundo. Los estudiantes estadounidenses podrían aprender cálculo avanzado en cualquier momento de sus vidas, siempre que lo deseen y lo consideren necesario. Los estudiantes chinos nunca escucharán hablar de fluidez de género"

¡Éstas son las cosas que me divierten! Veamos. Según Raquel, los chicos norteamericanos pueden aprender cálculo matemático avanzado "en cualquier momento de sus vidas" (siempre que lo necesiten o se les dé la gana) mientras que los pobres chinitos nunca se enterarán de que la fluidez de género existe en absoluto.

Bien. Ahora imagínense al yanqui en una entrevista laboral.

— ¿Sabe manejar planillas Excel?

— Sí, sí, por supuesto.

— ¿Tiene conocimientos de cálculo matemático avanzado?

— Bueno.... no. Pero puedo aprender rápido. De lo que tengo conocimientos  amplios es de la fluidez de género.

Un diálogo así y ya estoy viendo la cara del entrevistador que piensa: "¿Qué haría este idiota si yo le pidiera que exprese la fluidez de género con una planilla Excel?".

Dejemos esa pregunta sin responder. El comentario de Raquel me sugiere dos cosas: 

  1. Raquel es demoliberal, pero no de izquierda y
  2. Raquel es claramente feminista.  
Consecuentemente para que exponga sus auténticos argumentos y su verdadero pensar no hay que presionarla por el lado del socialismo marxista ni por el lado del feminismo combativo. Su punto débil debe estar – supongo en ese momento – en el desconocimiento real que debe tener de la teoría de género misma y en el desconocimiento obvio que tiene de la sociedad norteamericana.  Por lo tanto, le escribo a ver si pica:

Justamente: el que los estudiantes chinos nunca perderán el tiempo con la estupidez del "género" y su "fluidez" es la ventaja científica y moral que tendrán sobre los norteamericanos el día de mañana. Si es que no la tienen ya....

No pasan ni cinco minutos y Raquel me contesta:

Denes Martos. Qué usted considere que la identidad de género y sus distintas manifestaciones no es una realidad que debe ser reconocida y visibilizada en la sociedad actual y la considere una "estupidez" ya lo retrata. No existe ningún tipo de superioridad moral ni científica en el hecho de ignorarla, como tampoco existe ninguna ventaja en ignorar que los estudiantes chinos y el pueblo chino en su conjunto son los rehenes de una dictadura que atropella sin escrúpulos los derechos humanos y responsable de crímenes contra la humanidad. Los estudiantes chinos no pueden permitirse el lujo de perder el tiempo con otra doctrina que que no sea el "pensamiento de Xi Jinping", el nuevo Gran Timonel del sufrido pueblo chino. El lavado de cerebros comienza en la primaria donde los profesores deberán "plantar la semilla de amor al partido, al país y al socialismo en los corazones de los jóvenes". Pero, lamentablemente, un fantasma recorre el mundo: el fantasma de la fascinación por los tiranos. [2]

¡Bingo! Raquel mordió el anzuelo y casi se lo traga. ¿Cuáles son sus argumentos? Los siguientes:

  1. La teoría de género refleja una realidad que debe (el resaltado es mío) ser "reconocida y visibilizada". 
  2. Quien la considera una estupidez queda "retratado", presumiblemente, como un troglodita de la Edad de Piedra. 
  3. El ignorar la teoría de género no ofrece ninguna ventaja moral ni científica. 
  4. El régimen chino es una tiranía oscurantista que le lava el cerebro a los jóvenes manteniéndolos en la ignorancia. 
  5. Y algo realmente hermoso: Raquel copia la frase introductoria del Manifiesto Comunista para subrayar que la culpa de todo la tenemos quienes padecemos de una "fascinación por los tiranos".

Veamos, pues, qué tenemos.

1) Que la "perspectiva de género" refleja una realidad es algo que puede ser aproximadamente cierto. La cuestión, sin embargo, sería establecer qué tan bien la refleja y qué tanta importancia tiene esa realidad específica respecto de la realidad total de nuestra sociedad. Que hay personas con distintas desviaciones sexuales es un hecho. ¿La teoría de género las menciona? Sí. ¿Ofrece alguna solución para curar o corregir esas desviaciones? No. ¿Las personas que las padecen representan un porcentaje muy significativo de la población mundial? No. O sea: la teoría de género solo describe una serie de desviaciones sexuales, no ofrece ninguna solución para las mismas siendo que afectan solo a una pequeña minoría.

2)- En esas condiciones, ¿para qué sirve esa teoría? Si no es más que una descripción – y encima bastante incoherente – de un problema ¿por qué quien no le da importancia se convierte ipso facto en cavernícola, autoritario, machista, patriarcal, falocéntrico, abusador, violador, agresor y partidario de cuanto dictador o tirano ande suelto por ahí?

3)- ¿Qué desventaja real produce el ignorarla? Cambiemos la pregunta por la recíproca: ¿Qué ventaja ofrece sumergirse en una teoría que no es más que el relato mediáticamente inflado de un problema que afecta a una pequeña minoría?

4)- El régimen chino no es democrático. Está bien; eso es indiscutible. Lo discutible es que eso, dadas las circunstancias, sea un defecto.  Vayamos por partes. ¿La China actual es igual a la de Mao? No. ¿La China actual ¿es una potencia que tiene mayor poder internacional que el que tenía en la época de Mao? Sí. Entonces, los chinos, en términos generales, ¿han avanzado y están hoy mejor que hace apenas 42 años atrás? Sí. La sociedad china tiene problemas como todas las sociedades del mundo en materia de corrupción, criminalidad, marginalidad, injusticia social y otras lacras pero ¿alguien puede decir que es una sociedad en decadencia? No. ¿Se está fortaleciendo o debilitando? Obviamente, se está fortaleciendo.  Entonces: ¿por qué no dejamos a los chinos que arreglen sus cuestiones y construyan su país como ellos creen que les conviene?  En todo caso, si llegan a representar una amenaza o un peligro para nosotros, tomemos las medidas necesarias para que no nos perjudiquen y mantengámonos lo más lejos posible de ellos. Pero no nos enojemos con Xi Jinping  por no querer subirse a la moda del relato de género y preferir la enseñanza de matemáticas avanzadas en las escuelas chinas.

5)- "Un fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo." Es la frase con la que comienza el "Manifiesto del Partido Comunista" de Marx y Engels. [3] Bueno... parece que ahora hay más de un fantasma... o quizás el viejo fantasma cambió de continente.... o está un poco cansado, no le quedan agallas para ser comunista y se conforma con ser apenas populista. ¡Vaya uno a saber!

Está bien pero ¿qué le contesto a Raquel? Más allá de eso... ¿vale la pena? Miro el reloj. Es un poco tarde, pero todavía tengo algo de tiempo antes de irme a dormir así que no puedo resistir a la tentación de tirarle un poco de la lengua a ver cómo reacciona si uno invoca algunos criterios estrictamente científicos y un poco de Realpolitik. Por consiguiente, pienso un poco y tecleo:

Los temas involucrados en la "teoría de género" no son ninguna estupidez. La estupidez consiste en tratar de imponerlos como una "normalidad" aceptable cuando no son más que desviaciones enfermizas de una ínfima minoría que en nuestro país afecta a menos del 0.12% de la población según las estadísticas del último censo.

Además, es realmente estúpido tratar de negar que, en todo el mundo, la percepción de la sexualidad de más del 90% de la población se ajusta perfectamente a la definición científica del concepto de normalidad según la Curva de Distribución Normal y que los temas que pretende imponer la "teoría de género" afectan solo a personas que se ubican claramente más allá de dos desviaciones estándar de la media estadística.

Por eso es que los estudiantes chinos no pierden el tiempo con esas estupideces.

En cuanto a la valoración del régimen político imperante en China la forma en que Usted lo analiza revela que, en primer lugar no lo conoce en absoluto y, en segundo lugar, que lo juzga de acuerdo a los consabidos lugares comunes de la propaganda norteamericana difundida por los medios masivos.

Si Usted aplicara a la sociedad norteamericana los mismos criterios de análisis con los que juzga a la sociedad china actual, se daría cuenta de que no hay tanta diferencia entre los dos regímenes. La diferencia esencial está en que la norteamericana es una sociedad en decadencia mientras que la china es hoy, desde hace apenas unos 40 años, una sociedad en ascenso y desarrollo que emerge después de siglos de postración y opresión.

Sí.  Hay un fantasma que recorre el mundo. Es el fantasma de la estulticia encaprichada en imponer la adoración de un hedonismo hegemónico.

A lo cual Raquel me contesta:

Denes Martos Si usted piensa qué la identidad de género y sus manifestaciones disímiles que son cada día más aceptadas y visibilizadas en las sociedades del mundo son desviaciones enfermizas y que los temas de la teoría de género son estupideces usted debe ser una especie de ejemplar prehistórico de lo más casposo del oscurantismo homofóbico. En cuanto al tema chino, bueno.... no es necesario visitar los lugares comunes de la prensa norteamericana. A mí me basta con escuchar a mis amigos chinos que viven en España. Son una fuente de primera mano para conocer sin ambages la realidad de la dictadura china y su miseria, su desigualdad, sus lacras sociales y su corrupción. Qué usted pretenda hacer creer que la sociedad china puede compararse en libertades y bienestar a las sociedades democráticas demuestra solamente que es un ignorante. Un sujeto cegado por su intolerancia. Alguien capaz de un auto lavado de cerebro, esa triste hazaña de todos los fanáticos.

¡Brillante!

O sea que las estadísticas, el análisis científico de los fenómenos, la Curva de Gauss, el cálculo de una Desviación Estándar de la Media, todo eso importa un pito. Suponiendo que Raquel sepa en absoluto qué es una Curva de Distribución Normal y una desviación estándar – cosa que dudo. Lo importante, según la perspectiva raqueliana es que las manifestaciones del relato de género "son cada día más aceptadas y visibilizadas en las sociedades del mundo".  O sea: si está de moda tiene que ser bueno; si "todo el mundo" lo dice, tiene que ser cierto. Punto. Se acabó la discusión y al demonio con los argumentos científicos. He aquí el mecanismo mental que te lleva a sostener que el cálculo avanzado chino es mucho menos importante que la fluidez de género norteamericana.  ¿Se comprende ahora?

Además ¿vieron que yo tenía razón con lo de cavernícola, autoritario, machista y etcétera? Pues resulta que soy un "ejemplar prehistórico de lo más casposo del oscurantismo homofóbico". ¿Qué tal?

Y lo de los amigos chinos de Raquel (que vive en España) no tiene desperdicio. En primer lugar, esos amigos chinos que supuestamente comentaron las atrocidades del régimen en China, son – con casi total seguridad – chinos de Taiwan. Y preguntarle a un chino de Taiwan qué piensa del régimen de China continental es más o menos lo mismo que preguntarle a un ucraniano qué piensa de la Rusia de Putin. No es que las gentes de Taiwan y de Ucrania no tengan derecho a tener una opinión sobre esos temas, pero, con todo respeto, yo diría que esa opinión no puede considerarse como seguramente objetiva e imparcial – por decir lo menos.  

Y por último, lo del "auto lavado de cerebro" es un hallazgo espectacular.  ¿Alguien sabe cómo se hace eso? Confieso que me intriga.

Pues bien, a esa altura del intercambio de opiniones la cosa ya había perdido buena parte de su encanto original. Tenía la sensación de que ya podía adivinar las respuestas de Raquel a cualquier pregunta que le hiciera y la pura verdad es que a esa altura del partido ya había empezado a darme algo de lástima.

La había clasificado como la típica burguesita, feminista por terror a quedar fuera de moda, que se rige por arranques emocionales y caprichos irracionales más que por los datos de una realidad objetiva. Para cerciorarme, fui a su página personal y reconozco que me llevé algunas sorpresas. Por de pronto, Raquel es una señora de algo más de 60 años, bastante bonita y muy bien conservada, acompañada en las fotos por un hombre de muy buen aspecto muy probablemente más joven que ella. Aparentemente le gusta viajar y, por lo que pude ver, no tiene hijos.

¡Pobre Raquel! En realidad no es una tilinguita que quiere estar a la moda; es una mujer de cierta edad que se aferra a lo nuevo para no ser identificada con lo viejo. No es que quiera estar a la moda para que no la dejen afuera; quiere estar a la moda para que no la tilden de vieja.

Y, en cuanto a los sentimientos, después de navegar un buen rato por su página de FaceBook siento que debo – nobleza obliga – rectificar mi impresión original. Porque ahora se me hace que debe ser la típica señora burguesa de corazón sensible, llena de buenas intenciones – quizás hasta integrante de alguna Sociedad de Beneficencia –  capaz de ofrecerle al pobre un plato de sopa pero sin preguntar jamás por qué el pobre es pobre en primer lugar. No creerá nunca en cualquier explicación que uno intente darle porque está recontra convencida del mantra alfonsinista ése que dice "con la democracia se come, se cura y se educa" y que todos los problemas se solucionan con buenas intenciones y mucha educación. Jamás conseguirá comprender por qué, con ese mantra, Don Raúl terminó chocando contra una pared y tuvo que irse a su casa un 8 de Julio cuando, según la Constitución, tendría que haber entregado el poder un 10 de Diciembre.

Pero, con todo, me quedaba una incertidumbre del tipo de "duda metafísica escalofriante" según el maestro Miguel Brascó. ¿Cómo respondería doña Raquel al ser enfrentada con la realidad? Por supuesto que descontaba que lo haría negándola. Pero ¿con qué clase de negación? A veces las personas creen más en sus fantasías que en los hechos y las descoloca completamente el toparse con una realidad objetiva. Me jugaba a que con doña Raquel pasaría lo mismo pero me corroía la curiosidad para saber cómo se las arreglaría para negar lo obvio.

Así que tomé la fotografía que les muestro [[4]] y se la publiqué con el siguiente texto como despedida, sin ningún otro tipo de comentario o aclaración:

Supongo que esto la representa. ¿Correcto? Que tenga suerte!



Una aclaración para ustedes y para que tengan una referencia: la imagen muestra a "las" representantes oficiales del régimen de Biden en la Embajada de Francia en Washington D.C. con motivo de la Fiesta Nacional de Francia celebrada el 14 de julio de 2022.

"La" de la izquierda es Robert Levine, de 64 años, padre (sic) de dos hijos, almirante de cuatro estrellas del Cuerpo Comisionado del Servicio de Salud Pública de los Estados Unidos y actual subsecretario de Sanidad. A la derecha está Samuel Brinton, de 34 años, activista en favor de los homosexuales y subsecretario adjunto de Eliminación de Combustible Gastado y Residuos en la Oficina de Energía Nuclear de los Estados Unidos. Brinton vive en un matrimonio homosexual y es un “entusiasta de los juegos de rol con animales". [5]

Y, por supuesto, vino la respuesta de Raquel:

Denes Martos. Que usted pretenda exhibir a las personas del colectivo LGTBI como animales de feria no los despoja en absoluto de sus dignidad y sus derechos. Eso mismo lo hicieron con los africanos en Bélgica y ya sabemos lo que piensa ahora la gente decente de ese tipo de "teorías". Qué le vaya bonito...

Y me fue bonito nomás.  Pero ¿quieren saber la verdad?

Tengo que confesar que la última respuesta de doña Raquel me sorprendió un poco. Creí que la foto la descolocaría a ella y resulta que su respuesta casi me descoloca a mí. De acuerdo, bien merecido lo tengo, pensarán ustedes. Aceptado. Pero es que no tiene ninguna lógica. Le muestro la foto de dos personas de sexo masculino vestidas de mujer, una de ellas con el uniforme de la armada de los EE.UU., y me acusa a mí de mostrarlas como "animales de feria". Las dos personas retratadas son realmente ridículas y dan para la chacota; eso es evidente. Interpreto que doña Raquel percibió esa ridiculez pero opina que, si la muestro yo, eso está mal porque equivale a  presentar a esas personas como animales de feria. Ni se dio cuenta de que, obviamente, lo importante es que percibió la ridiculez pero trata de esconderla acusándome a mí.

Eso, mis estimados lectores, es el resultado de un verdadero lavado de cerebro. Así funciona. La persona que consintió en someterse a ese tratamiento no deja de percibir la verdad pero la terminará negando para reemplazarla por una entelequia implantada en su mecanismo mental mediante la reiteración de argumentos que atacan algún punto débil de su personalidad. En el caso de doña Raquel, su punto débil es el miedo a envejecer. De ahí su fobia a todo "lo viejo", a todo lo tradicional, y su pasión por todo "lo nuevo", lo joven, lo que "está de moda". La teoría de géneros fluidos funciona para ella como la promesa de una especie de elixir de la eterna juventud.

Es cuestión de anotarlo y tenerlo presente. El lavado de cerebros, mediático y educativo, al que hoy todos estamos sometidos opera muchísimas veces sobre esos puntos débiles de nuestro carácter que son nuestros miedos. Miedo a "quedar afuera"; miedo al rechazo explícito y a la marginación; miedo a perder status social; miedo a la pobreza; miedo a la enfermedad; miedo a una catástrofe; miedo a perder la libertad; miedo a la soledad; miedo a lo desconocido; miedo a la agresión; miedo al fracaso. Miedo. Miedo. Miedo. Es increíble la cantidad de tonterías y hasta idioteces que una persona puede llegar a cometer o aceptar dando manotazos desesperados en estado de pánico.

¿Saben qué? Empecé esto para divertirme un rato pero la verdad es que ya no tiene nada de divertido.

La estulticia puede ser cómica hasta cierto punto como lo demostró magistralmente aquél gran amigo de Santo Tomás Moro que fue Erasmo de Rotterdam. Pero una decadencia deliberadamente provocada mediante el ataque sistemático a la escala de valores que constituyó el fundamento mismo de nuestra cultura ya es otra cosa. Es, lisa y llanamente, el Mal. Y el Mal es algo siniestro que corrompe, destruye (de-construye), envilece, adultera, envenena, pudre, pervierte, deprava, envicia, degenera y, finalmente, mata.

Hay demasiadas personas que ya no reaccionan ante la tontería y la estupidez. Pero lo peor de todo es que ya ni siquiera reaccionan ante el Mal.

Y tengamos cuidado con eso; porque con el Mal no se discute, no se negocia, no se argumenta. No se lo tolera, no se lo disculpa ni se lo perdona. Al mal se lo combate.

Porque el Mal que no se combate, se propaga.

No me voy a cansar de repetirlo.




NOTAS

[1] )- https://www.conmishijos.com/nombres/20-bellos-nombres-biblicos-de-nina-con-su-origen-e-historia/

[2] )- Los errores de sintaxis y de tipeo son de la autora.

[3] )- https://webs.ucm.es/info/bas/es/marx-eng/47mpc/i0.htm

[4] )- Para ver diferentes versiones de la misma fotografía haga click AQUÍ:

[5] )- https://gloria.tv/post/u166BcvD2RKj3JmCgwS3uha7R


domingo, 26 de junio de 2022

LOS BUENOS VIEJOS TIEMPOS

¿Crees que alguno de nuestros nietos,
digamos dentro de 40 o 50 años,
recordará la década de los años '20 del Siglo XXI
como "aquellos buenos viejos tiempos"?
DM

Leyendo cosas de tiempos idos llegué a la conclusión que quienes nacimos antes de los años 70 del siglo pasado somos unos verdaderos héroes. No es que crea en la tontería esa de que todo tiempo pasado fue mejor. No es cierto y en parte por eso, pensándolo bien, hasta me cuesta imaginar cómo hubieran hecho las generaciones posteriores para sobrevivir durante las décadas siguientes si hubiesen vivido como nosotros.

En mi época no había cinturón de seguridad ni asiento para niños en los autos. Hasta la pintura de nuestras cunas contenía plomo. Podíamos abrir los frascos de medicamentos con facilidad, incluso los frascos de productos químicos. Las puertas no estaban equipadas con cerraduras de seguridad y cuando andábamos en bicicleta nadie se ponía un casco.

Bebíamos agua de la canilla, no de una botella. Construíamos nuestros primeros carritos con piezas de madera "conseguidas" por ahí y rulemanes viejos del taller mecánico de algún padre. El carrito no tenía freno, y por supuesto que hubo algunos accidentes, pero ¡salíamos a jugar! Estábamos afuera prácticamente todo el día. Muchas veces nuestros padres solo podían adivinar por dónde andábamos, porque casi no había un teléfono en toda la cuadra y, naturalmente, no existían los celulares. 


Jugábamos en el pasto y en la cancha todo el verano, pero no nos salió ningún sarpullido, ni tampoco tuvimos ataques alérgicos. Jugábamos a las bolitas en la tierra y salíamos negros de polvo al final del día, pero no era nada que no se podía arreglar con agua y jabón. Y si en la tierra nos encontrábamos con el regalo de algún perrito, pues agarrábamos una rama o una maderita, apartábamos el obsequio y seguíamos jugando.  Tampoco a nadie se le ocurría barrer y desinfectar la vereda para jugar a las figuritas.

Si algo se rompía o arruinaba, a nadie se le pasaba por la mente hacer un juicio por eso. ¿Acaso no era obvio que los culpables habíamos sido nosotros? Muchas veces llegábamos a casa con varios moretones, fruto de algunas agarradas a piñas, pero nuestros padres no ponían el grito en el cielo por eso.  Y ¿saben qué?: ¡sobrevivimos!

Comíamos muchas cosas poco saludables: choripan, salchichas, chicharrón, caramelos, algún chocolate. Ya más grandecitos bebimos alcohol algunas veces y nadie se volvió ni gordo ni alcohólico. El cacao no contenía vitaminas A, B, C, D ni E. El refresco estaba endulzado con azúcar. Comimos fruta del árbol sin lavarla, y las bacterias simplemente pululaban debajo del borde del inodoro. Bebimos de los vasos de un amigo y, aunque no lo crean, no nos enfermamos.

No teníamos: Playstation, Nintendo, X-Box, Videojuegos, 64 canales de TV, Películas de video, Sonido Envolvente, Computadora, Internet, Salas de Chat, WhatsApp, celulares ni nada parecido.

¡¡Pero tuvimos amigos!! Salíamos a la calle y nos encontrábamos o simplemente tocábamos timbre y nos dejaban entrar. ¡No teníamos que pedirles permiso a nuestros padres ni a los de ellos! Nuestros padres no tenían que llevarnos y traernos ¿lo pueden imaginar? Jugábamos con maderas, palos, pelotas y solo muy rara vez alguien salía un poco lastimado.

Al fútbol podía entrar a jugar cualquiera que supiera jugar, y si no era bueno, solo terminaba parado afuera mirando la cosa algo frustrado pero asumiendo el hecho y reconociendo que alguien no podía ser bueno en todo. Por lo que al rato se iba a jugar a otra cosa con los demás. El único que siempre podía jugar por más patadura que fuese era el dueño de la pelota pero cuando no aparecía nadie con una pelota "endeverdad" jugábamos con una de trapo a la que cada tanto algún gracioso le ponía un adoquín adentro.

Los partidos comenzaban invariablemente con una ceremonia que nadie entendía pero respetaba como un rito sagrado. Los equipos se disponían en la cancha y el capitán de un equipo pisaba la pelota y decía:

— ¡Andreadi! 

A lo cual el capitán del otro equipo respondía muy serio:

— ¡Diez!

Y allí empezaba el juego. Recién a los 40 o 45 años me enteré que por aquellos tiempos el lenguaje del fútbol todavía usaba muchos términos ingleses (p.ej. el centrodelantero era un "centroforward") y la liturgia que nosotros recitábamos sin saber significaba: "All ready?" a lo que el otro respondía "Yes!". [1]

Si hacíamos algo mal, asumíamos las consecuencias. Si un maestro nos daba un coscorrón, no lo apuñalábamos y ni le hacíamos juicio. Hasta nos alegrábamos si recibíamos un, y solo un, soplamocos por alguna trastada. Cuando rompíamos alguna regla nuestros padres no saltaban a defendernos; ¡más bien lo contrario! 

Teníamos obligaciones, noción de culpa, una moral no peleada con el sentido común, noción de lo correcto, sentido de responsabilidad y más, mucha más, libertad. Pero conocíamos – o al menos intuíamos – la profundidad de esas palabras. 

Los viejos tiempos no fueron mejores. Al contrario, desde muchos aspectos fueron bastante peores. Más duros, más difíciles, más crueles, con muchísimo menos recursos y comodidades. Pero quizás justamente por eso generaron una cantidad mucho mayor de buenas personas. 

Y sí. ¡Así éramos! Así vivimos. Así, con el tiempo, nos hicimos adultos. Con los criterios de hoy más de uno opinará que vivimos peligrosamente.  

Pero, ¿acaso no es así como viven los héroes?

Increíble ¿no?


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NOTAS
1)- ¿Todo listo? - ¡Sí!