nos coloca por debajo de aquellos a quienes odiamos.
François de La Rochefoucauld
El amor y el odio no son ciegos,
sino que están cegados por el fuego que llevan dentro.
Friedrich Nietzsche
Si las masas pueden amar sin saber por qué,
también pueden odiar sin mayor fundamento.
William Shakespeare
Broncas, grietas, iras y odios.
Hace unos días
atrás publiqué este meme en mi muro de Facebook:
La idea no
solamente cosechó unos cuantos "me gusta" sino que fue compartida una
interesante cantidad de veces – lo cual, como es de suponer, ha halagado
sobremanera mi no tan modesto Ego. De modo que muchas gracias amigos lectores;
prometo asimilarlo con sobriedad y modestia...😏
Hablando en serio
ahora; sucede que he recibido un apreciable número de consultas al respecto;
incluso de gente que me decía algo así como: "...pero a mi realmente me da
mucha bronca que..." y seguían una serie de razones tales como las
mentiras flagrantes de los políticos, la famosa "grieta" que no tiene
sentido, la corrupción generalizada, la estupidez y la ineptitud de muchos que
deberían tomar decisiones y solo atinan a patear la pelota para adelante, más todo un fárrago de otras razones.
No es cuestión de entrar en el terreno de las disquisiciones semánticas pero me he tomado el trabajo de buscar todos los sinónimos de "bronca" que pude encontrar. En total, encontré 53 palabras más o menos equivalentes a "bronca" pero el término "odio" no figuró entre ellas para nada.
El rechazo, la repugnancia y el enojo molestan, y puede que molesten mucho, pero el odio envenena, enceguece, impide apreciar las proporciones y las prioridades, destruye hasta la capacidad de raciocinio. Es que el que odia no razona; la ira que lo engendra le impide razonar, y este dominio de la ira merece una reflexión más profunda.
Características de los medios masivos
Desde la
irrupción de los medios digitales, la forma de presentar la información ha
variado muchísimo. Según Neil Postman [1],
la imprenta de Gutenberg hizo posible la ciencia moderna pero transformó la
sensibilidad religiosa haciendo que se erosionara la sacralidad de la
cosmovisión occidental. La tipografía – el libro, el panfleto, el diario, la
revista – fomentó la idea moderna de la individualidad, pero fue destruyendo el
sentido medieval de la comunidad y la integración social que brindaba la
iglesia con la reunión semanal de los fieles, la misa de los domingos, el
sermón, los bautismos, los casamientos, el consejo personal y el contacto
personal.
La radio retomó
el discurso excluyendo la imagen y el contacto humano directo con el
comunicador. Durante el primer tercio del Siglo XX puede decirse que, junto con
la imprenta, fue el medio de difusión por excelencia, sobre todo en materia de
ideas y noticias. Hoy ha perdido gran parte de su hegemonía de otrora pero, no
obstante, sigue siendo, un medio poderoso. Por un lado, el oyente de radio es,
por regla general, más fiel a la estación de radio que a los locutores o
titulares de programas por lo que una radio con la programación adecuada
retiene al oyente mucho más y durante mucho más tiempo que cualquier otro medio
masivo. "La radio acompaña y deja
hacer" es el mantra de la radiofonía. Es cierto; la radio puede sonar
prácticamente durante todo el día sin interrumpir las tareas que se realizan y
el mensaje hablado puede conectar con el oyente, si no de una manera constante,
al menos varias veces por audición. De ese modo puede dejar su mensaje, gota
por gota, en el consciente y en el inconsciente de quien está escuchando.
Cuando apareció
el noticiero filmado – generalmente breve – la película mostró por primera vez
los sucesos en forma dinámica, acompañándolos con un poco de relato. El
noticiero filmado fue el primer medio que no se limitó a relatar sino que se dedicó principalmente a mostrar y a hacerlo en forma dinámica superando ampliamente el impacto de las imágenes fijas y bastante primitivas de los primeros diarios y revistas.
La máquina más perfecta para el lavado de cerebros jamás inventada |
Con la televisión el panorama se amplió. Ya se podían mostrar imágenes dinámicas con comentarios más prolongados y el abaratamiento representado por las filmaciones digitales permitió luego alargar sustancialmente las filmaciones incorporadas a los noticieros. Esto, a su vez, hizo posible proyectar noticieros más largos y con temas más variados. Lo cual, según Postman, redefinió el significado del discurso público dándole un sesgo propio, tal como lo hace toda tecnología en última instancia. Por de pronto, el espectador de TV necesita un lenguaje audiovisual simple. En segundo lugar, la TV ofrece un gran abanico de temas, requiere un mínimo de madurez cultural para comprenderlas y está orientada, principal o casi exclusivamente, a lo emocional.
Y llegamos a
Internet.
Si Usted dedicara solo 30 segundos a ver una sola página de los 1.870 millones de sitios de Internet tardaría 1.779 años en verlas a todas
La primera característica notable de Internet es su vastedad. Frente a una cantidad
realmente notable de canales que puede ofrecer la TV satelital o por cable, en
el momento que estoy escribiendo estas líneas Internet está operando con más de
1.870 millones de sitios web activos. [2] Esto significaría que, si Usted quisiera ver una sola página de cada uno de
esos sitios, dedicándole nada más que 30 segundos a cada página, tardaría 1.779
años en verlas a todas. Esto es importante para entender la diferencia
enorme que hay entre hacer zapping
por TV y webear por Internet.
A esto se agrega otra característica típica de la web. Todos los medios que hemos mencionado hasta aquí padecen de un defecto casi insalvable: son medios de comunicación de una sola vía. Me refiero a que ninguno de ellos permite el diálogo. Usted no puede discutir con el sujeto que escribió ese artículo o ese guión, filmó esa escena o expresó esa opinión. Más allá de la "participación" de los oyentes vía telefónica, vía electrónica, o algunas cartas de lectores, el medio impreso, el cine, la radio, el televisor, condenan la audiencia a una actitud esencialmente pasiva: se lee, se escucha, se mira, y eso es todo. Se podrán hacer comentarios en la intimidad y algún exaltado hasta podrá llegar a vociferar improperios si el político opositor dice una barbaridad o si un jugador por ahí erra un penal. Pero eso no molesta más que a los familiares del individuo. A lo sumo. Frente a eso, Internet incorpora con bastante ingenio la posibilidad del diálogo en varias de sus aplicaciones. El chat, el blog, plataformas como FaceBook, WhatsApp, las páginas web de los diarios digitales que admiten comentarios, Twitter.... el menú es amplio.
Como se puede
apreciar, todos los diferentes medios de comunicación tienen características
propias, tecnologías propias, métodos y recursos propios. Sin embargo, todos
comparten una misma necesidad: necesitan retener
a su audiencia. Para usar el término de la jerga marketinera: necesitan "fidelizar" a las personas.
La necesidad de retener la audiencia.
A los efectos
económicos la audiencia es considerada como un conjunto de "clientes"
que "consumen" el producto del medio. La supervivencia del medio
depende del consumo de los contenidos ofrecidos; ya sea – al menos parcialmente
– por la venta misma del producto, ya sea – en forma mucho más importante – por
la publicidad incorporada al producto.
El beneficio económico de cualquier medio masivo está en relación directa con el tamaño de su audiencia.
Existe siempre una relación directa
entre el tamaño de la audiencia y el beneficio económico del medio. Una cosa es
obvia: mientras más personas compren el diario o paguen por conectarse a la
televisión por cable, tanto más beneficio obtendrá el diario o la distribuidora
de TV. Pero también hay un beneficio no tan obvio: el valor de la publicidad
que venden los medios está en relación directa con el tamaño de la audiencia.
Un diario o revista con muchos lectores, un canal de TV mirado regularmente por
muchas personas, cobrará mucho más por su publicidad que los diarios con pocos
lectores o un canal con pocos televidentes.
Por eso, a lo que
debe tender un medio impreso es a que Usted compre siempre ese mismo diario o esa misma
revista. La estación de radio tratará que Usted sintonice siempre esa misma estación; el canal de TV
querrá retenerlo siempre en el mismo
canal e Internet querrá que Usted vuelva siempre al mismo sitio web.
Por ejemplo, el
sesgo distintivo de la TV es el entretenimiento y este sesgo impone una
necesidad insoslayable por sus correlaciones económicas: hay que mantener al
espectador pegado a la pantalla y – muy importante – en el mismo canal. De otro
modo el televidente, o bien apaga el televisor o bien – mucho más probable –
toma el control remoto y hace zapping
buscando por otros canales algo, cualquier cosa, que le llame la atención. Sea
como fuere, el resultado de este comportamiento por parte de la audiencia es
desastroso para el programa y para el canal. Los espectadores que se retiran de
un programa hacen bajar el índice de audiencia, – el famoso rating – lo que disminuye el valor de la
publicidad con lo cual, como es fácil de ver, se pierde dinero. A veces mucho
dinero; tanto que a veces obliga a bajar el programa y buscar otra cosa que
retenga mejor al público en ese horario.
La gran pregunta,
por supuesto, es ¿con qué se retiene una audiencia?
Como seducir al cliente
La respuesta es
mucho más simple de lo que mucha gente cree. La audiencia se retiene con el contenido ofrecido por el medio.
Sean las noticias transmitidas por el noticiero, sean las cuestiones tratadas
en los programas periodísticos de opinión; sea en las opiniones vertidas por
los entrevistados, sean las peleas entre los figurones y las figuronas famosas,
sea la popularidad de los contrincantes en un programa deportivo o el grado de
riesgo en los deportes extremos, todo depende de la resonancia que el tema
tenga en el público-cliente.
De modo y manera
que la pregunta inicial deriva en otra: ¿Cuáles son los contenidos que más
atrapan al público? La respuesta es conocida por todo el mundo: aparte de lo vicioso, lo lúdico y lo lujurioso, cualquier cosa
que sea negativa, grave, catastrófica, dramática, trágica, espantosa, horrenda,
calamitosa, apocalíptica.
Son todos hechos
reales. Al menos la mayoría, porque a veces también los hay inventados o
levemente "acomodados" al relato obligado de lo sensacional. Pero lo
importante es que quien consume este tipo de bombardeo mental todos los días
termina creyendo que su entorno directo es algo excepcional y que lo
normal en todo el resto del mundo es la porquería que se ve en las pantallas.
Las consecuencias
Esa exposición
constante y sistemática a la desgracia, a lo negativo, a lo dañino, a lo
disfuncional, a la tragedia, al Mal, tiene sus consecuencias. El morbo
metódicamente alimentado y exacerbado de mil maneras diferentes, a propósito de
centenares de temas diferentes, por decenas de canales distintos y hasta por
millones de páginas web termina generando reacciones en el público; reacciones
de las cuales el receptor de los mensajes muchas veces ni siquiera consigue
identificar la causa.
Se comienza,
probablemente, con un descreimiento de lo bueno, lo verdadero y lo bello. El
Bien en el mundo mediático parece no existir fuera de sentimentalismos inocuos
y lacrimógenos, impotentes para cambiar radicalmente un estado de cosas dominadas
por el Mal. Pero el ser humano no soporta una existencia sin esperanza. No por
nada la entrada al infierno imaginada por Dante en el Canto Tercero de la
Divina Comedia tiene grabada esa conocida
inscripción con caracteres negros en el dintel de la puerta: "¡Oh vosotros los que entráis, abandonad toda
esperanza!"
La hipocresía
periodística quiere hacernos creer que los principales medios de comunicación solo
están informando sobre el odio que existe, pero de hecho lo están creando y
fomentando. Esto es así porque la ira está incorporada en el mensaje mismo de
los medios y el motivo de esto es que, para sobrevivir y prosperar
económicamente, necesitan mantenerlo enojado a Usted que los consume.
La rentabilidad de la ira
En un medio gráfico es casi imposible establecer con seguridad cual artículo ha sido el más leído, o cual foto ha sido la más vista. En radio y TV, a pesar de los avances tecnológicos y los diversos métodos de evaluación, las mediciones del rating conllevan un grado bastante alto de inexactitud. En los medios digitales este problema no existe. El click que hace un
usuario para acceder a una página web es perfectamente registrable. Más aun, en sitios como Facebook que permiten
clicks sobre íconos con significados como "Me gusta"; "Me encanta"; "Me interesa"; "Me
entristece" o "Me enoja" el click del usuario incluso se
registra calificado. Con esos clicks registrados en una sencilla base de datos es un juego de niños
hacer estadísticas razonablemente certeras sobre las preferencias o los
comportamientos de los usuarios.
Lo que estas
estadísticas han demostrado es que la ira es un motivador comprobado para
generar clicks.
Jonah Berger y
Katherine Milkman, de la Universidad de Pensilvania descubrieron que el contenido que evoca emociones fuertes,
especialmente la ira o el miedo, tenía muchas más probabilidades de llegar a la
lista de "más comentados" en una página web. [3]
Los artículos con
alto contenido de generadores de ira o miedo generan la mayoría de las
respuestas y reenvíos. A su vez, el contenido que evoca tristeza, es el peor cebo
de clicks de todos los analizados.
El punto es que
todos los medios tienen un sesgo hacia la ira. Lo que diferencia a Internet es
que ese sesgo se puede registrar y medir con lo cual se puede establecer casi
científicamente el impacto del contenido de un medio digital determinado.
En la revista Scientific American de Julio de 2012, la
periodista científica Natalie Wolchover se hizo la pregunta de "¿Por qué
todos en Internet están tan enojados?". [4] Para explicarlo, citó a Art Markman, un psicólogo de la Universidad de Texas. [5]
“Primero, los comentaristas a menudo son virtualmente anónimos y, por lo tanto, no responden por su mala educación. En segundo lugar, están a una distancia del objetivo de su enojo – ya sea del artículo que están comentando o de otro comentario sobre ese artículo – y la gente tiende a antagonizar las abstracciones distantes más fácilmente que a los interlocutores reales de carne y hueso. En tercer lugar, es más fácil ser desagradable al escribir que al hablar..."
Los efectos del odio
Las personas
poseídas por la ira y el odio que genera, necesitan argumentos para
soportarlo porque en caso contrario el sentimiento se vuelve tremendamente
autodestructivo. Por eso, una de las primeras cosas que hace alguien que odia
es tratar de demostrar que no está solo, que no es el único que tiene esa
furia. En consecuencia, acusará a otros de odiar aun a riesgo de confundir una
simple aversión con odio.
Si alguien lo acusa de odio a Usted, tenga la plena seguridad de que, en nueve de cada diez casos, el que odia es el acusador.
Si alguien lo
acusa de odio a Usted, tenga la plena seguridad de que, en nueve de cada diez
casos, el que odia es el acusador. Y la acusación es difícil de refutar porque
una tesis negativa no puede ser demostrada. Es fácil decirle a alguien que odia
mientras que es casi imposible para el acusado demostrar que no odia. El éxito de las acusaciones de
homofobia, antisemitismo, insensibilidad social, falta de empatía y otras
imputaciones frecuentes se basa justamente en este hecho: el acusado no tiene
mucho margen para defenderse; cualquier argumento que mencione en su defensa puede
ser fácilmente minimizado o ridiculizado por su acusador.
De hecho, las
personas que nos odian en realidad nos temen. Tal como lo señala el Dr. Vicente
Ezquerro Esteban, médico y psiquiatra de la Universidad de Barcelona: [6]
"En la ira hay miedo al otro, porque está haciendo algo que nos molesta, algo que nos ofende, algo que nos perjudica (...). El odio va mucho más allá, porque en el odio no es que haya miedo al otro, es que hay deseo de hacerle daño al otro. (....) El odio es persistente, es decir, la persona que odia vive en el odio, desea venganza, y ha elaborado la rabia de tres formas: quiere destruir, hacer sufrir y controlar a los demás."
De cualquier
manera que sea y por más vueltas que le demos al tema, una cosa hay que no
puede ser negada: la ira y el odio envenenan y destruyen más a la persona que
padece esos sentimientos que a la persona o personas contra las cuales se
dirigen esos sentimientos. Si alguien nos odia, podemos tener la certeza de que
esa persona se perjudica más a si misma que a nosotros. Y si devolvemos su odio
con un odio de nuestra parte hasta le estaremos haciendo un favor porque lo
estaremos ratificando en la motivación de su odio. Justamente por eso quien
odia acusa a los demás de odiar.
Es enfermizo, por
supuesto, pero quien odia necesita que lo odien para justificar su propio odio. El
argumento de fondo siempre es: "yo
no soy despreciable por odiar; el despreciable es Usted que se ha hecho odiar
por lo que ha dicho o hecho y hasta por lo que no dijo pero seguramente quiso
decir y por lo que no ha hecho pero seguramente haría si pudiera". Y
si Usted no ha dicho nada y no ha hecho nada de aquello de lo que se lo acusa,
pues tanto peor para Usted. El que lo odia encontrará indefectiblemente la
manera de tergiversar lo que Usted dijo, le adjudicará la peor intención a
cualquiera de sus actos e incluso, si le parece necesario, mentirá, falseará
hechos y lo acusará de mil crímenes que no solamente Usted no cometió sino que
ni siquiera ocurrieron.
Moraleja
La moraleja de
toda la historia es que odiar es una de las peores cosas que alguien puede
hacer. Como decíamos al comienzo: no en vano es un Pecado Capital. Hace daño a
los demás; o por lo menos lo pretende hacer. Pero quizás quien sufre el daño
mayor es la propia persona que odia.
Podemos enojarnos
y, en todo caso, despreciar a quienes hacen o dicen cosas despreciables que nos
hacen enojar. Pero nunca aceptemos la guerra en el terreno planteado por los
que odian. Perderíamos aun ganando la batalla. El Buen Combate requiere una
mente clara y un espíritu sereno. Un espíritu decidido, firme, valiente, hasta
duro si se quiere; pero sereno. El odio obnubila, ciega, envenena. No conoce
límites. Empuja a seguir destruyendo, matando, incluso después de haber, eventualmente,
ganado la guerra.
Quienes hablan de "deconstruir" lo que realmente quieren es DESTRUIR.
No nos dejemos
engañar por eufemismos: todo lo que hoy se pretende "deconstruir", todo lo relacionado con una propuesta de "deconstrucción" no es ni más, ni menos,
que una propuesta de destrucción disfrazada
con un neologismo. Quienes odian los valores fundacionales de Occidente no quieren
"deconstruirlos"; quieren destruirlos. Los quieren destruir porque
no soportan tener que vivir de acuerdo con ellos y pretenden que nosotros nos sumemos
a su odio destructor para intentar el armado de una cultura y una civilización utópicas,
inviables, imposibles de construir.
Enfrentemos al odio, mediante una firme, inamovible, determinación de combatir y vencer al Mal sin dejarnos atrapar por la ira. Si somos odiados, asegurémonos de ser mejores que quienes nos odian.
No nos permitamos nunca un sentimiento más negativo que
el desprecio.
Aunque tengamos que soportar el odio de los sicarios del Mal.
Aunque tengamos que
acostumbrarnos a las injusticias de una lucha desigual.
Ni aunque tengamos que aceptar, también, que la guerra contra el Mal es una guerra en la que no se hacen prisioneros.
NOTAS
[1] )- Neil Postman, "Divertirse hasta morir", Ediciones de la tempestad, 1991
[2] )- Cf. https://www.internetlivestats.com/total-number-of-websites/
Consultado el 06/07/2021 a las 19:30 Se detectaron exactamente 1. 871. 957.786 sitios.
[3] )- https://www.researchgate.net/publication/345698319_Emotion_and_Virality_What_Makes_Online_Content_Go_Viral
[4] )- https://www.scientificamerican.com/article/why-is-everyone-on-the-internet-so-angry/
[5] )- https://www.inc.com/author/art-markman
[6] )- https://www.doctologia.es/psicologia-psiquiatria/odio-ira-rencor/
Gracias don Denes...
ResponderBorrarGracias a Ud.
BorrarUn cordial saludo.
Muy buen artículo. Un abrazo
ResponderBorrarGracias Wermen.
BorrarUn abrazo!
Mil gracias por este artículo. Brillante como siempre, Denes.
ResponderBorrarGracias Estela. Un cordial saludo.
Borrar¡Excelente articulo Denes! Muchas gracias por compartir, y tomarse el tiempo y dedicación de elaborarlo.
ResponderBorrarUn abrazo.
Rodrigo.
¡Excelente articulo Denes! Muchas gracias por compartir, y tomarse el tiempo y dedicación de elaborarlo.
ResponderBorrarUn abrazo.
Rodrigo.
Gracias Rodrigo. Un abrazo.
BorrarNo se imagina cuánto disfruto de este blog. Resulta ameno e instructivo pero, sobre todo, consigue usted que la maleza no me haga perder de vista el sendero que conduce a la excelencia.
ResponderBorrarMuchas gracias.