Un gobierno que le roba a Pedro para darle a Pablo
siempre puede contar con el voto del Pablo.
George Bernard Shaw
siempre puede contar con el voto del Pablo.
George Bernard Shaw
Acabo de buscar la palabra en el Diccionario de la Real Academia Española y me encuentro con lo siguiente:
Solidaridad
De solidario.
1. f. Adhesión circunstancial a la causa o a la empresa de otros.
2. f. Der. Modo de derecho u obligación in solidum. [1]
Como soy un total analfabeto funcional en materia del latín jurídico no me queda más remedio que buscar eso de "in solidum" porque, honestamente, no tengo ni idea acerca de su significado. El mismo mataburros de la Real Academia me ilustra con la siguiente explicación:
in solidum
Loc. lat.
1. loc. adv. Der. Por entero, por el todo. U. más para expresar la facultad u obligación que, siendo común a dos o más personas, puede ejercerse o debe cumplirse por entero por cada una de ellas. Juan y Pedro son deudores in solidum.
La verdad es que (creo que) pesco la idea en términos generales, pero, honestamente, la definición me resulta tan clara como el agua del Riachuelo. Como no sé muy bien qué hacer con ella, me decido y consulto a uno de los expertos que rodean a nuestro insigne Presidente. Según él (el experto):
"Es el concepto que se utiliza en un momento crucial, en el que vastos sectores de la sociedad la están pasando muy mal porque han atravesado mucha penuria y por ello hoy se necesita la solidaridad de los que más tienen" [2]A ver; tratemos de poner un poco las cosas en su lugar.
Si por un lado se trata de una "Adhesión circunstancial a la causa o a la empresa de otros" (el resaltado es mío), lo de "circunstancial" – según el mismo Diccionario mencionado – significa: "Que implica o denota alguna circunstancia o depende de ella."
¡Ajá! Entonces me parece... que mi solidaridad es circunstancial porque depende de que "vastos sectores de la sociedad la están pasando muy mal porque han atravesado mucha penuria", según la autorizada opinión del experto. Bueno, eso es más o menos claro: se necesita mi solidaridad mientras (y solo mientras) vastos sectores de la sociedad la estén pasando muy mal. Tiene sentido, no digo que no. Pero me gustaría saber qué significa exactamente eso de "pasarla muy mal". Aunque yo diría que dejemos esos preciosismos semánticos de lado por ahora. Todos sabemos, desgraciadamente y por experiencia propia, qué significa "pasarla muy mal" en este bendito país. Si no me creen pregúntenle a cualquiera que haya sobrevivido a la 1050, al rodrigazo, al Plan Austral, al corralito, al uno-a-uno y siguen los éxitos.
Considerándolo todo y sin entrar en detalles, diría que hasta aquí venimos más o menos bien. No está demasiado clara la cosa, pero seamos flexibles, democráticos y comprensivos.
La duda metafísica escalofriante se me arma con lo de in solidum. Está bien que hay que ser solidarios con los que "la están pasando muy mal" pero – y perdonen la pregunta irreverente – ¿por qué están pasándola muy mal los que la están pasando muy mal? No sé si se entiende. Vamos otra vez y de otro modo: ¿Cuál es la causa por la que vastos sectores de la sociedad la están pasando muy mal? La pregunta es importante (creo) porque, si se me pide solidaridad, se supone que es porque estoy incluido en el in solidum según el cual la solidaridad que se exige es la "de los que más tienen". En otras palabras, se me exige solidaridad porque soy uno de los que más tienen. O sea: ¿yo soy uno de aquellos que tiene más?
Perdón: ¿más que quién?
Porque si el que gana más tiene que ser solidario con el que gana menos, unos cuantos, no digo millones (aunque probablemente podríamos llegar a esa cifra), pero ciertamente una buena cantidad de cientos de miles de argentinos, que ganan más y mucho más que yo, tendrían que ser solidarios conmigo. Lo lamento, pero a esa solidaridad no la he percibido ni la percibo por ningún lado. Y ahí está mi duda metafísica escalofriante: si yo tengo que ser solidario con los que ganan menos que yo, ¿por qué los que ganan más que yo no son solidarios conmigo?
Pero hay más; y ahí es cuando la duda se me convierte en un kilo de bombos conceptual que realmente no consigo desentrañar.
Está bien: hay gente que la está pasando muy mal. Lo sé, y quizás lo sé bastante mejor que los que pronuncian discursos al respecto. De última en casa tampoco estamos para tirar manteca al techo. Ni manteca ni nada. De unas cuantas personas que conozco, decir que no la están pasando bien sería trivializar su situación.
Pero la pregunta al respecto es doble:
1)- ¿Por qué la están pasando mal? y
2)- ¿Quién es el responsable por el hecho de que la estén pasando mal?
Lo lamento mucho pero, si respondo a la primera pregunta, no creo que alguien me vaya a discutir si digo que el 40% de pobres que – según dicen las estadísticas – tiene la Argentina es consecuencia de pésimas decisiones políticas y peores decisiones económicas. De hecho no hay absolutamente ninguna condición material objetiva para explicar el fenómeno de la pobreza. La Argentina es un país bendecido en el que no falta nada – desde comida, pasando por minerales, fuentes de energía, amplios espacios disponibles y hasta petróleo. Si hay un 40% de gente que carece de lo necesario es porque, una de dos: o bien en la Argentina existe un 40% de vagos inútiles incapaces de proveer a su propia subsistencia; o bien existe un 5% de parásitos, corruptos e ineptos, incapaces de organizar, dirigir y gestionar un Estado capaz de sintetizar divergencias, planificar estrategias y conducir la política y la economía de este bendito país.
Que me perdonen los que quieren saberla mejor pero he sido analista de riesgos industriales durante más de 40 años. Durante todo ese tiempo he recorrido la República Argentina de punta a punta hablando con la gente que hace las cosas. He visitado y analizado desde centrales hidroeléctricas, pasando por plantas automotrices y parques industriales hasta fábricas de galletitas. No presumo de haberlo visto todo pero he visto mucho en todas las provincias del país. Y si hay algo que puedo decir con bastante conocimiento de causa es que el pueblo argentino no está compuesto por un 40% de inútiles.
Fui y sigo estando convencido de que, en todas partes la mediocridad siempre es mayoría; especialmente cuando todo un enorme aparato mediático y educacional está casi científicamente calculado para fabricar mediocres culturales en serie. Pero una cosa es Fuenteovejuna y otra cosa es el Cotolengo. La Argentina, como cualquier otro país del mundo, podrá tener – y tiene – cierta cantidad de vagos e inútiles; especialmente entre los que más ruido estéril hacen. Pero no tiene un 40% de discapacitados, incapaces de producir al menos el equivalente de lo que consumen.
De modo que lo que nos queda a grandes rasgos es ese 5% responsable por las decisiones políticas y económicas que se han tomado y que nos han conducido a la actual situación. Y que quede claro: no fuimos nosotros – el restante 55% – los que empujamos al país al rodrigazo, al Plan Austral, al corralito, al uno-a-uno, a la monstruosa deuda externa, a la cesión de soberanía, al fracaso del Mercosur y a los demás "grandes logros" del demoliberalismo de "izquierda" y de "derecha". Y es obvio que el 40% de pobres no fue ni es responsable por el desastre. Quienes lograron esos resultados fueron ellos; los políticos y los economistas de ese 5%.
No tengo ningún problema en poner el hombro y hacer lo que haya que hacer para reconstruir el país. Y por cierto que no soy el único dispuesto a dar una mano, ni mucho menos. Al argentino no hay que enseñarle solidaridad. De base y de movida, el argentino es gaucho; lo cual, por si lo han olvidado, es sinónimo de ser solidario. Últimamente se ha vuelto algo desconfiado (¡y con razón!) pero el argentino no es un tipo que se niegue a hacer una "gauchada" si alguien se lo pide bien y con justa razón.
Pero lo que realmente me da bronca – y mucha – es que la solidaridad con los pobres nos sea impuesta de una forma prácticamente dictatorial y que ese término de "solidaridad" sea utilizado por la partidocracia simplemente porque nadie tiene el coraje de llamarlo "ajuste". Y encima de eso, la obligación solidaria nos la imponen los mismos corruptos e inútiles que generaron la pobreza en primer lugar.
Somos millones las personas que no tomamos absolutamente ninguna decisión para generar ese 40% de pobres. Pero ahora resulta que quienes sí hicieron – y mucho – para lograr esa cantidad de pobres, ahora usan nuestros aportes para tratar de paliar el desastre que generaron. Y para justificar el uso de nuestros aportes exigidos por coacción, nos exigen que nosotros seamos solidarios con los pobres que ellos crearon.
Está bien que hacer caridad con la plata ajena es fácil; lo que no consigo tragar es que me encajen una solidaridad obligatoria justo los que causaron el desastre y no se hacen responsables de nada.
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NOTAS
1)- https://dle.rae.es/?w=solidaridad
2)- https://www.clarin.com/politica/solidaridad--termino-alberto-fernandez-justifica-nuevo-formato-ajuste-instala-posgrieta_0_aHTFLx45.html
Estoy de acuerdo con que ese 5% que constituye la clase politica es la sistemáticamente no conduce al fracaso a todos los Argentinos y repitiendo incesantemente los mismos errores. Y eternamente bajo un manto de corrupción. Como asi también la estrategia del clientelismo.
ResponderBorrarOk.Ahora bien...cabe la pregunta...quien los lleva al poder?
Y es aqui donde cabe analizar las características del electorado. Del universo de votantes los partidos mayoritarios cuentan entre todos con un 50% considerados el núcleo duro. En ese componente hay que considerar fanaticos religiosos y otros por intereses viles. En el otro 50% se reparten entre decepcionados que ya no saben quien es el menos malo para ponerle el voto y solo un pequeño porcentaje que si piensa, elabora y fundamenta su voto con criterio y racionalidad. Pero...todos en la parte que les corresponden son responsables del resultado electoral. De alguna manea complices. Alguien lo escribió por ahi. Deberiamos cuestinarnos el sistema electoral actual. No es cuestion de la mayoría solamente.
Y en esto tambien cabe cuestinarnos el sistema democratico del cual nos enorgullecemos. Tal vez habria que ensayar otros modelos que se acomoden mas al cambio de paradigma que estamos viviendo en todo el mundo. Se que esto no suena políticamente correcto. Pero hay que animarse a estar mejor e incusionar en nuevos horizontes politicos con dirigentes elegidos por personas odoneas vapaces, responsables y honestas.
Solo tres observaciones: a) ¡Qué bueno el rescate de la frase de Bernard Shaw! b) A la "duda metafísica escalofriante", que me encantó , digo que el "poder", gauchamente también le respondería: no ta hagás el vivo..., eh! y c) que no tiene que ver con el artículo sino con un concepto del lector R. Pellegrino: "fanáticos religiosos". Es interesante como la ideología izquierdista impone conceptos fantasiosos, que al ser aceptados por la mayoría, se toma como algo fijo o demostrado. Entonces es como imponer un idioma: ya de antemano el adversario obligó y fijó el campo de batalla, sus premisas y su modos y caminos de razonamiento. Lo del "idioma", no es solo una idea figurativa. Fíjense por ejemplo en el inglés, con su para mi irritante polisemia. Y ya sé que a cada uno se le encuentran "defectos".
ResponderBorrarEs siempre agradable leer sus artículos. Gerald.