En 1945, después de la Segunda Guerra Mundial, Hungría pasó a formar parte de los territorios ocupados por la Unión Soviética. Cuatro años después, el inestable equilibrio político del país quedó definitivamente alterado cuando los comunistas – cuya representatividad política real no pasaba de un muy módico 17% – se adueñaron completamente del poder bajo la dirección de Mátyás Rákosi y el obvio respaldo de Moscú.
Luego de siete largos años de rígida dictadura comunista, el 23 Octubre de 1956 una manifestación estudiantil encendió la mecha de lo que sería una de las rebeliones más sangrientas de la Historia. Stalin había muerto tres años antes y en Marzo de ese mismo año de 1956 Nikita Khrushchev había pronunciado ante el XX Congreso del Partido Comunista su famoso discurso criticando al otrora hombre fuerte de la URSS con lo que se despertaron expectativas de una apertura del régimen hacia formas menos dictatoriales.
Se había iniciado la "desestalinización" del comunismo soviético. La represión comenzaba a debilitarse en Rusia y los líderes comunistas de los países satélites – como Wladislaw Gomulka en Polonia, o Imre Nagy en Hungría – creyeron llegado el momento de, al menos, aligerar en algo la presión que la URSS ejercía sobre Europa Oriental.
Desatada y en buena medida conducida por estudiantes e intelectuales, la Revolución Húngara de 1956 comenzó espontáneamente como corolario de la apertura polaca. Sin embargo, los soviéticos consideraron que, si bien habían podido retener el control real sobre Polonia, en el caso húngaro podían llegar a perderlo. En consecuencia, mandaron sus tanques y, literalmente, ahogaron la revolución en sangre. Los revolucionarios húngaros, a pesar de su manifiesta inferioridad de condiciones, pelearon con un valor y una determinación que sorprendió al mundo entero. Combatieron contra toda esperanza en una lucha de victoria imposible, incluso después de pedir desesperadamente ayuda a un "Mundo Libre" que los había alentado con las transmisiones de la radio Free Europe desde Munich pero que luego consideró más importante al conflicto del Medio Oriente cuando Israel, Francia e Inglaterra atacaron a Egipto el 29 de Octubre de 1956 abandonando así a Hungría a su propia suerte.
Para principios de Noviembre de 1956 resultó evidente que la batalla estaba perdida y no fue sino 33 años más tarde, que Hungría recuperaría su libertad. Desde la perspectiva de los años transcurridos sin embargo, la Revolución Húngara no fue en vano. Fue una de esas derrotas gloriosas a las que buena parte de la humanidad le debe más que a las victorias inmerecidas. Constituye la primer fisura seria en el sistema comunista creado después de aquella otra Revolución de Octubre que tuvo lugar en Rusia, en 1918, encabezada por Lenin y Trotsky, y cuyo colapso definitivo comienza el 9 de Noviembre de 1989 con la destrucción del Muro de Berlín.
El 9 de Noviembre. Apenas 9 días después del fin de otro Octubre.
Al lado de las banderas tricolores
tres juramentos pongamos:
uno de llorar con lágrima pura,
y otro de odio a los tiranos,
y para ti, pequeño país, sea el tercero:
que entre los vivos no lo olvide nadie;
la libertad nació un día señero
cuando en Budapest de sangre se tiñó la calle.
Lajos Tamási(1923-1992)
Admiro mucho a los húngaros que ahora se resisten al comunismo cultural que se les imponen desde la UE y la OTAN. Infelizmente, creo que mucho no pueden hacer nuevamente, es un país pequeño, sin salida al mar, con poca soberanía por ser miembro de esas dos instituciones que son el núcleo duro del Nuevo Orden Mundial, y si Hungría (o Polonia, o República Checa, o Eslovaquia) si empecinan a resistir, la UE y la OTAN tienen varios medios a disposición para hacerlos doblegar, más que nada usando instrumentos económicos (expulsión de la UE, embargo commercial, sanciones económicas, cierre de fronteras), sin tener que lanzar una costosa invasion como hicieron los soviéticos. En este caso, el tiempo juega a favor de la UE y la OTAN, y en contra de los húngaros. Espero sin embargo equivocarme, y les deseo todo éxito, con la seguridad que aun si la empresa fracasa en este mundo, los que participaron en ella (como los que resistieron en 1956) tendrán su recompensa más allá.
ResponderBorrarMuy bueno Denes.
ResponderBorrarUna observación destacable, es que Hungría históricamente fue un bastión de defensa europea; otro icónico ejemplo es la resistencia en el asedio de Eger, gran sacrificio altruista que no solo beneficiaba al pueblo Magyar sino a toda Europa.
Es un caso de estudio importante la querida e indomable colectividad húngara a la cual tengo el honor de pertenecer.
Un gran saludo.