El Incendio que nunca existió
Todos los 8 de Marzo, el feminismo festeja su día. Y digo el feminismo y no las mujeres, porque este aniversario fue instituido, cultivado y constantemente recordado por esa corriente de militancia femenina.
Típico taller de costura de la época |
Teóricamente en la fecha se rememora un hecho trágico. Aunque, según la mitología feminista, hay al menos dos versiones.
La primera dice que el 8 de marzo de 1908 murieron 129 mujeres en un incendio en la fábrica Cotton Textile Factory, de Nueva York, luego de que se declararan en huelga pero permaneciendo en su lugar de trabajo.
De acuerdo a la
segunda versión, se rememora el 8 de marzo de 1917 en
Rusia [[1]] cuando en medio de la Revolución Bolchevique las
mujeres rusas se declararon en huelga y supuestamente consiguieron provocar la dimisión
del Zar obteniendo así su derecho a voto.
El problema está en que ambas versiones no
son más que mitos. El primero de ellos es directamente falso. El segundo es
una, digamos, gruesa "exageración poética" del papel de las mujeres
en la Revolución Bolchevique rusa de 1917.
Por de pronto, no hay un solo documento que pruebe la existencia de un siniestro de
incendio en Nueva York durante el 8 de marzo de 1908 con
las características citadas. [[2]] En cuanto a la segunda versión lo único cierto
es que el 8 de marzo de 1917 las mujeres rusas
salieron a la calle para iniciar una huelga y que la agitación resultante fue
aprovechada por los partidarios de Lenin y Trotzky para iniciar la Revolución
Bolchevique. [[3]]
Clara Zetkin y Rosa Luxenburg |
Lo que llama la atención es que, tanto en Mayo de 1908 – a unos dos meses del supuesto fuego en la Cotton Textile Factory – como en la Segunda Conferencia de Clara Zetkin – en 1910, dos años después del pretendido hecho – nadie mencionó ese incendio.
¿Por qué ni en Chicago (1908) ni en Copenhague (1910) se mencionó siquiera el incendio de la Cotton Textile Factory del 8 de Marzo de 1908?
La razón es simple: porque ese incendio nunca ocurrió.
El incendio que sí existió
Sin embargo, la catástrofe ocurrió, pero en
1911 y en otra fábrica: la Triangle
Shirtwaist Co. de Nueva York, propiedad de
Max Blanck e Isaac Harris.
Tanto Harris como Blanck tenían una historia común. Ambos habían nacido en
Rusia, de familias judías; llegaron a los Estados Unidos en 1890 y, como tantos
de cientos de inmigrantes, se dedicaron al comercio de prendas de vestir.
El 25 de marzo de 1911
justo antes de la hora de salida, se produjo un incendio en el octavo piso del edificio
Asch, frente a Washington Square en el bajo Manhattan. El incendio se inició en
la Triangle Waist Company, una gran fábrica que
ocupaba los pisos octavo, noveno y décimo. Triangle fabricaba entre diez y doce
mil camisas, o blusas de mujer, por semana. La fábrica tenía grandes cubos de
basura debajo de los largos bancos de trabajo, llenos de retazos sueltos de
fino material de algodón y plantillas de papel. Debido a este material de muy
fácil combustión, el fuego se propagó rápidamente hacia los pisos superiores.
Los bomberos llegaron rápido y el fuego se
extinguió en una media hora, pero esa media hora fue mortal.
Y lo fue porque solo había pocas formas de
salir: una escalera y un ascensor en cada extremo del edificio, una escalera de
incendios y, en el décimo piso, una escalera al techo. La salida de incendios
estaba parcialmente bloqueada. Estaba desvencijada y se derrumbó matando a una
docena de trabajadores. Una escalera quedó bloqueada por el humo y el fuego. Lo
cual dejó solo una escalera, los ascensores y la claraboya hasta el techo como
vías de escape.
Los ascensoristas fueron héroes,
especialmente uno llamado Joseph Zito. Subieron repetidamente por más personas
a medida que el fuego avanzaba. De hecho, las pérdidas humanas no hubieran sido
tan graves si la puerta de la escalera del noveno piso no hubiera estado
cerrada con llave.
Max Blank e Isaac Harris |
La cuestión es que durante el incendio, en
el 9º piso algunas trabajadoras sucumbieron por inhalación de humo, algunas
murieron quemadas, otras fueron aplastadas contra las ventanas y cayeron o
saltaron por ellas para terminar cayendo a la calle ante el horror de las
personas que observaban el incendio. En esos pocos minutos murieron 146
personas. [[4]] Seis
de las víctimas nunca fueron identificadas.
Que 146 murieran de esa manera fue
impactante. Pero el hecho de que una puerta de salida estuviera cerrada con
llave para evitar que los empleados robaran, fue espantoso y hasta criminal. El
fiscal de distrito, Charles Whitman, acusó a los propietarios de homicidio
involuntario. Pero Blanck y Harris, a través de sus contactos en la mafia judía
neoyoquina, contrataron a un famoso – incluso hasta legendario – abogado judío
llamado Max Steuer. [[5]]
El juicio
Una de las mayores dificultades con las que Steuer se encontró fue el testimonio de la testigo estrella de la acusación, una joven seria y sensata llamada Kate Alterman, quien testificó que vio a su amiga tratando de salir, pero que, al no poder abrir la puerta cerrada con llave, murió quemada por el fuego. Terminó de testificar llorando y dejó al jurado claramente conmovido.
Max Steuer |
Obviamente nadie pudo corroborar el
testimonio de la testigo. Nadie había quedado vivo para hacerlo. Kate Alterman
se había salvado de milagro y era la única que había quedado para relatar esa
macabra escena.
Más tarde, la acusación presentó la
cerradura de la infame puerta como prueba. Pero, por desgracia, la cerradura se
había encontrado 16 días después del incendio. Si bien la fiscalía pudo probar
que provenía de la puerta cerrada con llave del noveno piso, Steuer
planteó que durante esos 16 días alguien podía haberla manipulado,
insinuando otra vez que los sindicatos estaban conspirando contra los acusados.
Al final, Blanck y Harris fueron absueltos.
Los sindicatos de trabajadores textiles juraron que las víctimas del incendio
en la fábrica Triangle Waist nunca serían olvidadas, pero casi lo fueron. Los
periódicos de la época no hicieron ningún esfuerzo sistemático por enumerar a
las víctimas. El informe del forense sobre el incendio no fue guardado por la
ciudad de Nueva York. La transcripción
judicial del proceso penal contra los dueños de la fábrica "se
perdió" en el Archivo Municipal de la ciudad. Steuer guardó su copia de la
transcripción y la donó a la biblioteca de una sociedad de derecho, pero la
sociedad "perdió" o "extravió" al menos uno de los tres
volúmenes. No fue sino hasta 2003 que el escritor David von Drehle finalmente
revisó periódicos de la época y otros documentos que relacionaban registros con
individuos y publicó una lista casi completa de víctimas. [[6]]
La indemnización del seguro
Pero el incendio tuvo, además, otro turbio
aspecto poco conocido: el del seguro que cubría la empresa. En la ciudad de
Nueva York, las instalaciones de protección contra incendio eran casi
inexistentes. Las primas cobradas por las compañías de seguros siempre están en
relación con el grado de riesgo asumido. Blanck y Harris eran
riesgos podridos y pagaban primas altas, pero como los corredores de seguros
cobraban sus servicios con un porcentaje sobre las primas, para ellos (aunque
no para las compañías de seguros) Blanck y Harris eran clientes
valiosos. A fin de solucionar esta clase de conflicto de intereses la industria
del seguro emplea lo que se llama la dispersión del riesgo. En lugar de
asegurar un bien en una sola compañía, la suma asegurada se divide en pequeñas
partes entre varias compañías de modo tal que, en caso de siniestro, cada
compañía paga solo una pequeña parte del daño y los corredores de seguros la
compensan luego colocando riesgos buenos con poca probabilidad de siniestro.
¿Por qué Blanck y Harris eran "riesgos
podridos"? Porque en repetidas ocasiones tuvieron incendios temprano por
la mañana cuando no había nadie en la fábrica. Hubo dos incendios en la fábrica
Triangle en 1901 (poco después de su apertura) y dos en su nueva fábrica – la Diamond
Waist Factory – en 1907. El negocio de las camisas tenía dos períodos pico en
el año. Tener un gran inventario al final del período pico no era un buen
negocio. Blanck y Harris pudieron deshacerse del inventario sobrante y la compañía
de seguros les reembolsó el dinero. Sus pólizas cubrieron todas sus pérdidas. Y
más también.
Aunque Blanck y Harris nunca fueron acusados de incendio intencional o fraude de seguros, la evidencia circunstancial de repetidos incendios matutinos al final de las temporadas, con el reembolso total de las compañías de seguros, habla por sí sola. Lástima tan solo que esto no salió a la luz durante el juicio.
Como quedó el lugar del siniestro después de retirar los cadáveres. |
Blanck y Harris, no se equivocaron al elegir abogado defensor. Steuer no solo los hizo absolver de los cargos de homicidio involuntario, sino que también los ayudó a obtener ganancias del incendio. Por de pronto se presentaron demandas que excedieron con creces las pérdidas. Enfrentadas a una pelea con Steuer, las compañías de seguros cedieron y pagaron 60,000 dólares por encima de las pérdidas documentadas. Eso equivalía a una ganancia de unos 411 dólares por víctima de incendio. Sin embargo, esta ganancia extra no despertó ni siquiera una pizca de generosidad hacia las familias de las víctimas. Steuer impidió que nadie recolectara algo del dinero del seguro pagado a Blanck y Harris. De hecho, a ninguno de los tres les importó un bledo la muerte de 146 personas.
Blanck y Harris no escarmentaron en
absoluto. Tenían dinero, tenían contactos y tenían poder. También tenían
antecedentes.
La cuestión es que, no solo no se hicieron
cargo de sus antecedentes. Tampoco aprendieron la lección después del incendio
de 1911.
En 1913, Max Blanck fue arrestado otra vez,
acusado de cerrar con llave una puerta durante las horas de trabajo en su otra
fábrica en la Quinta Avenida. En su juicio, admitió haber cerrado la puerta con
llave y volvió a alegar que los robos de sus trabajadores lo arruinarían si no
lo hacía. Blanck fue encontrado culpable, pero el juez – casi pidiéndole perdón
– le aplicó la multa mínima de 20 dólares...
Poderoso caballero es Don Dinero.
¿Por qué el mito del 8 de marzo de 1908?
La identificación de los cadáveres |
Uno no tiene más remedio que preguntarse por
qué. ¿Qué sentido tiene relacionar una conmemoración con un hecho que nunca
existió? ¿Por qué se intentó tapar el incendio de 1911 con el mito de un
supuesto incendio de 1908?
Lo que hay que tener en cuenta en el
análisis de éstos y similares casos es que, a veces, las motivaciones de los
seres humanos son muy complejas y hasta superpuestas. En política no es nada
infrecuente que varios grupos, normalmente antagónicos, se pongan de acuerdo en
lo mismo pero por distintos motivos. Lo del Día de la Mujer es, con toda
probabilidad, uno de estos casos.
Por de pronto, para la propaganda política
del establishment capitalista
norteamericano resultaba bastante inconveniente que los derechos de las mujeres
norteamericanas fuesen impulsadas con éxito por un feminismo bolchevique
revolucionario. Movimientos feministas promovidos por lideresas abiertamente comunistas
como Clara Zetkin y Rosa Luxemburg, no eran
precisamente fáciles de aceptar por los dirigentes de un país que blasonaba de
ser el ejemplo de una democracia liberal capitalista. Consecuentemente, no es
improbable que la maquinaria propagandística del demoliberalismo norteamericano
considerara conveniente "diluir" un poco la historia para que el
marxismo y su lucha de clases no se prestigiaran más allá de lo controlable.
Por el otro lado – y quizás más importante
todavía – el alejar la atención del incendio real de 1911 permitía barrer bajo
la alfombra los muy incómodos hábitos de un capitalismo salvaje practicado por
personas como Blanck y Harris que, por cierto, no eran ni por lejos los únicos
en comportarse de forma inhumana con sus trabajadores en "la tierra de los libres y el hogar de los
valientes". [[7]].
Hablar de un mítico incendio de 1908 permitiría ahorrar muchos detalles por
demás embarazosos que no había forma de ocultar en un relato del incendio real
de 1911.
En adición a todo eso había otro grupo
interesado en que no se hablara del incendio de 1911: la comunidad judía
norteamericana.
Es algo bastante poco conocido pero las "antiguas" familias judías norteamericanas que habían arribado al país durante el siglo XIX y que habían adquirido considerables fortunas – estamos hablando de los Loeb, los Goldman, los Sachs, los Seligman, los Guggenheim solo para nombrar algunos – no veían con demasiada simpatía a los "advenedizos" inmigrantes judíos de principios del siglo XX, indigentes y desahuciados, procedentes de los lugares más pobres de Europa Oriental.
Solomon Loeb, Marcus Goldman, Samuel Sachs, Meyer Guggenheim y Joseph Seligman |
Los judíos ricos, – cuyos integrantes se
consideraban parte de un grupo conocido familiarmente como "Nuestra
Pandilla" [[8]] y
que vivían en sus exquisitas mansiones de Park Avenue y la Quinta Avenida –
tenían todavía ciertas dificultades para ser admitidos por la flor y nata de la
alta sociedad anglosajona norteamericana. Para los judíos ricos no era nada
favorable que dicha alta sociedad los identificara con los marginales
"recién llegados" ya que eso hacía más difícil todavía su aceptación
por parte del grupo de "Los 400", denominación con la que eran
conocidos los miembros de la "aristocracia" plutocrática anglosajona.
Por eso, mientras menos se hablara de
sujetos tales como Max Blanck, Isaac Harris, Max Steuer y otros
similares de la mafia judía neoyorkina, tanto mejor sería para los
habitantes de las mansiones de Park Avenue y la Quinta Avenida. Y, por lo
tanto, tampoco a estos poderosos magnates les convenía que se ventilaran
con detalle los acontecimientos del 25 de marzo de 1911.
Una fecha diferente, un incendio ficticio,
algunos románticos argumentos revolucionarios feministas y todos contentos. El
Día de la Mujer ya no molestaría a nadie.
........................
Las mujeres merecen tener su día. Por supuesto que sí, y no creo que nadie – ni siquiera el más machista de los machos alfa dando vueltas por ahí – esté en contra de eso.
Para el feminismo desquiciado, el 8 de marzo
quizás esté bien. Pero las mujeres de verdad, las que trabajan, las que
estudian, las que sostienen hogares, las que son buenas madres y buenas
esposas, las que no salen en tetas a la calle a gritar "¡muerte al
macho!" porque tienen mil cosas mejores que hacer, ésas merecerían tener
un día mucho mejor.
Un día mucho menos relacionado con la mafia, con la codicia criminal y con lo más miserable de la condición humana.
NOTAS
[1] )- Calendario gregoriano. 23 de Febrero según el calendario juliano.
[2] )- Cf. –
Cote, Renée (1984) La Journée
internationale dês femmes ou les vrais dates des mystérieuses origines du 8 de
mars jusqu’ici embrouillés, truquées, oubliées : la clef dês énigmes. La vérité
historique. Montreal: Les éditions du remue ménage.
[3] )- Cf. Trotzky, Leon, La
Historia de la Revolución Rusa, Editions Internacionals Sedov, pág. 96 y ss - disponible
en Internet.
[4] )- El total de víctimas fue de 129 mujeres,
17 varones, y 70 personas heridas según
una versión. Según otra fueron 123 mujeres y 23 varones. Pero también se habló
de 148 o 141 víctimas.
[5] )- Max David Steuer, nacido en Humene, Eslovaquia, llegó con sus padres a los EE.UU. en 1876. Se recibió de abogado en la Universidad de Columbia y se hizo famoso por sus éxitos en varios juicios. Participó en las actividades de la Sociedad de Tamany Hall, la organización-motor del Partido Demócrata y actuó de presidente del American Jewish Congress (Congreso Judío Norteamericano) propulsado por B.G.Richards, el rabino Stephen Samuel Wise, Felix Frankfurter, el juez de la Suprema Corte Louis Brandeis, entre varios otros.
[6] )- Seis personas nunca fueron
identificadas.
[7] )- Estribillo del Himno Nacional
norteamericano. "the land of the free, and the home of the
brave".
[8] )- "Our Crowd" en inglés.
Literalmente Nuestra Muchedumbre; o multitud.
Cf. Birmingham,
Stephen: "Our Crowd", Globe
Pequot / Lyons Press, Marzo 2021.