domingo, 22 de marzo de 2020

RIESGOS Y PANDEMIA

Detecte y ocúpese de los problemas
en su estado más incipiente antes de
que se hagan grandes y se vuelvan fatales.
Pearl Zhu

Una de las principales lecciones de la
gestión de riesgos es que un mar que
se retira no es su generosa oferta de
un pedazo mayor de playa sino
la señal de que viene un tsunami.
Jos Berkemeijer

Presentación

Antes que nada permítanme un poquitín de autobombo.

He trabajado en análisis de riesgos durante más de 25 años. Durante todo ese cuarto de siglo largo he analizado principalmente riesgos industriales desde la óptica de una cobertura de todo riesgo operativo y riesgos del trabajo bajo muy variadas circunstancias.

No digo esto para pavonearme ni para estampar mis blasones en la cara de nadie, aunque más no sea por la sencilla razón de que los datos de mi CV no son blasones. Representan tan solo un cuarto siglo largo de experiencia; años en los que tuve el privilegio de aprender cómo se hacen las cosas mediante el contacto directo con las personas que las hacían. Y los que las hacían sabían lo que estaban haciendo.

Fin de la presentación. Punto aparte y vayamos al grano.

Los argentinos y sus grietas

Los argentinos son buenas personas en su enorme mayoría. Por supuesto que entre ellos – como entre cualquier otro grupo humano del mundo – hay delincuentes de toda laya; pero el 99% de los argentinos es buena gente; buenas personas que lo único que quieren es vivir en paz, tener una linda familia, salir con amigos, disfrutar de buena compañía, comerse un buen asado y mirar un buen partido.

Hoy ya no se usa la expresión, pero antes solía decirse que el argentino es "gaucho"; siempre dispuesto a hacer una "gauchada" si un amigo se lo pedía. Ahora se dice que es "solidario" o que tiene "empatía" con sus semejantes. El egoísmo demoliberal con su justificación de la codicia y el individualismo egoísta ha hecho estragos en esta característica del argentino, es cierto. Pero, en el fondo y sobre todo fuera de las grandes concentraciones urbanas, el argentino sique siendo el gaucho que le va a dar una mano si Usted también es una buena persona y se lo pide bien.

Desgraciadamente no todas son rosas. El argentino también tiene sus características menos amigables. Una de ellas, que le viene desde la Revolución de Mayo, es que ante cualquier tema importante que aparezca, en la Argentina inmediatamente se generan dos bandos dispuestos a agarrarse de los pelos y terminar a las trompadas. Incluso a los tiros en algunos casos.

Morenistas y saavedristas, unitarios y federales, radicales y socialistas, peronistas y gorilas, subversivos y represores, kirchneristas y antikirchneristas... llámense como se llamen, en la Historia argentina siempre hubo una "grieta" divisoria. Y no sólo en política. Porque, como no podía ser de otro modo, incluso en esto de la pandemia del COVID–19 ya se ha formado una "grieta" con los que se cuidan de un lado y los que putean contra las medidas tomadas por el otro.

¿Saben por qué el gobierno ha tomado las medidas que tomó? Porque son las únicas medidas que se pueden tomar.

El COVID-19 en la Argentina

Hay un virus. Bastante desconocido hasta ahora. No hay vacuna para prevenir el contagio. Menos todavía hay un antiviral para combatirlo. Es tremendamente contagioso. Cualquier persona mayor de 60 años, sobre todo si tiene alguna enfermedad preexistente (¿y cuántos mayores de 60 años no tienen alguna?) tiene un serio riesgo de muerte. [1] ¿Qué demonios se supone que hay que hacer en un caso así? ¿Encogerse de hombros y atender a los contagiados a medida en que van apareciendo?



La única alternativa hubiera sido simplemente no hacer nada. ¿Y saben qué hubiera pasado en ese caso?  En muy pocas semanas la velocidad de propagación del SARS-CoV 2 [2] generaría tantos casos que los recursos sanitarios y hospitalarios quedarían desbordados, los médicos no tendrían más remedio que dejar morir a los viejos con poca probabilidad de recuperarse para tratar de atender a los más jóvenes con más probabilidades. Al final, tendrían que pedirle camiones al ejército para llevarse los ataúdes con los muertos porque los crematorios de algunas ciudades no darían abasto. Y en ese caso, todos estarían a los gritos, puteando al gobierno por no hacer nada. ¿No me creen? Pregúntenle a los tanos y después me cuentan. Porque eso es casi exactamente lo que pasó en Italia. [3]

¿Que el plan de emergencia implementado por el gobierno es criticable y causa un sinfín de dolores de cabeza? Sí. Es cierto. Pero ¿saben por qué?

Planificación vs Improvisación

En primer lugar porque no es un plan. Es una serie de medidas obvias tomadas entre gallos y medianoche por unos políticos a los cuales hay que reconocerles el mérito de haber escuchado – ¡por una vez en la vida! – a los infectólogos y epidemiólogos expertos que tiene el país; y eso a pesar de tener un Ministro de Salud que hasta apenas unos días atrás jugaba a la ruleta rusa afirmando a quien quisiera oírlo que la pandemia podía no llegar a la Argentina y después salió a tratar de justificar su tremendo error argumentando que, en realidad, lo que pasó fue que llegó antes de lo esperado.

En segundo lugar porque en la Argentina demoliberal y garantista no hay planes. No los hay porque los políticos no piensan en términos de necesidades sino en términos de votos. Si hay algo que genera satisfacciones traducibles en votos, la demagogia – ésa que ahora le dicen "populismo" – hace que (quizás) algo de eso se haga. Si no genera votos, a nadie le importa un comino porque, como se dice en los pasillos y fuera de micrófono: no genera "rédito político". A menos, por supuesto, que a pesar de eso genere algún "rédito" económico; pero en ese caso ya estaríamos hablando de una "especialidad" política diferente.

No hay planes porque, además de traducirlo todo a votos, la visión del político argentino se extiende solo hasta el final de su mandato. Con suerte, hasta ese final más el tiempo de una reelección. Excediendo ese tiempo, al "rédito político" (incluso al económico) hasta puede heredarlo alguien de la oposición y la Patria será la Patria, el Movimiento será el Movimiento y los Hombres serán los Hombres, pero tampoco es cuestión de avivar giles para que se vuelvan contreras.

En tercer lugar, las medidas implementadas generan muchos chisporroteos porque, al no tener un verdadero plan preparado de antemano, tanto los que disponen las medidas como quienes deben ejecutarlas no tienen más remedio que improvisar sobre la marcha, adaptando cosas, inventado procedimientos, luchando contra años de desidia y desmantelamiento, encargándole tareas a personal que nunca fue ni capacitado ni mucho menos adiestrado para llevarlas a cabo y todo eso luchando contra toda una manga de reverendos pedazos de pelotudos que, en lugar de ayudar, protestan porque están recontra convencidos de que ellos la saben mejor.

Y la creen saber mejor porque comparan las peores cifras anuales de la gripe con las de apenas tres meses del COVID-19. Comparan los casos del cáncer con los del coronavirus pasando por alto el pequeño detalle de que el cáncer no es contagioso. Incluso leí por ahí el ditirambo de un genio que denostaba las medidas tomadas argumentando que hay más accidentes de tránsito que casos de coronavirus.  Todas pruebas irrefutables de que los miembros de la Sexta Internacional siempre son mayoría. En este momento (21/03/2020), hay 225 infectados y más de 3.200 detenidos por violar la cuarentena. Como dijo una buena amiga mía: eso demuestra que tenemos más imbéciles que enfermos... y después algunos quieren que la democracia funcione.

Échenle la culpa al NOM

Y por favor no me vengan ahora con el argumento del Nuevo Orden Mundial. Desde las últimas dos o tres décadas del Siglo XX que vengo escuchando el tema de la "explosión demográfica" y yo mismo me he referido en varias oportunidades al tema del aumento de la población mundial. Porque el tema de la sobrepoblación del planeta ES un problema serio.

Entre muchas otras razones, el sistema socialmarxista colapsó porque fue incapaz de garantizarle una vida decente a los seres humanos que gobernó. Lo que pasa es que el sistema económico liberalcapitalista actual va en vías de meterse en casi el mismo callejón sin salida. Ya hoy no tiene más remedio que admitir que no puede sostener una población en constante crecimiento. De modo que al actual sistema le quedan solo dos opciones: o bien cambia completamente de orientación, de valores y de métodos de gobierno y de producción, o bien frena el crecimiento demográfico y sigue igual pero con menos gente.

Como los poseedores actuales del Poder Real no tienen ni la más leve intención de cambiar de orientación, valores morales, métodos de gobierno y modos de producción, es obvio que en el pasado y en el presente estuvieron y siguen buscando la manera de achatar la curva demográfica. Y no la están encontrando porque la población no para de crecer. Los dueños del Poder Real tienen motivos para estar bastante nerviosos.

Las Piedras-Guía de Georgia
Henry Kissinger hoy es un viejo carcamal de 96 años que está con un pié en el ataúd y la mitad del otro en el cementerio. Pero sí, es cierto que fue un vigoroso propulsor del control de la natalidad y la reducción demográfica. Sí. Es cierto: George Soros, Bill Gates y varios más se han manifestado y trabajan en el mismo sentido. No sé si puntualmente Christine Lagarde dijo "los ancianos viven demasiado y es un riesgo para la economía mundial"; no pude encontrar en toda la Internet una referencia exacta de cuando lo dijo, en qué ocasión y en qué contexto. Pero sí sé que en abril de 2012 el FMI alertó sobre "... las implicaciones financieras potencialmente muy grandes del riesgo de longevidad; es decir, el riesgo de que la gente viva más de lo esperado" [4].  También es cierto que el extrañísimo monumento llamado "Las Piedras de Georgia" – construido en 1979 – tiene grabada una propuesta para mantener a la población mundial por debajo de los 500 millones (sic) de habitantes.  Y sí. Es cierto. Coudenhove-Kalergi propuso en la primera mitad del Siglo XX un plan para la mestización completa de Europa. Todo eso es cierto o, por lo menos, bastante aproximadamente creíble aunque de lejos no tan infantilmente simple como lo quieren los amantes de las conspiraciones.


Lo que no veo es de qué cuernos nos sirve saber todo eso – y varias otras cosas más que andan circulando por ahí – para superar la pandemia del COVID-19 hoy en la República Argentina. No hay caso. Pongan a un montón de personas frente a un problema. Lo primero que hará la mayoría en la Argentina es buscar un culpable en lugar de buscar una solución. Y después, cuando encuentren al culpable, lo putearán hasta en jeringoso mientras los aplasta la falta de soluciones reales.

Hay métodos para buscar soluciones. No son fáciles y requieren mucho estudio y muchísimo trabajo. Probablemente por eso es que no son muy populares que digamos. Pero si quieren tener un panorama serio acerca de cómo se deben encarar las grandes catástrofes y tienen, además, la suficiente paciencia o curiosidad para seguir leyendo, lo que sigue puede darles una idea de cómo se gestiona un riesgo como el de una pandemia.

El riesgo

Hay muchas definiciones del concepto de riesgo, varias de ellas demasiado ajustadas al tipo de riesgo que se desea analizar. Una definición genérica, pedestre, sin demasiados academicismos, podría ser: "riesgo", como concepto, remite a todo lo que no quisiéramos que pase. Cualquier cosa que pueda impedir la realización de mi actividad – aunque esa "actividad" sea simplemente la de vivir – representa un riesgo.

Las dimensiones básicas del riesgo con las que se trabaja en el análisis son dos: la frecuencia y la severidad.

La frecuencia nos indica cuantas veces en determinada unidad de referencia es probable que, según la experiencia, ocurra el hecho que no quisiéramos que suceda. Por ejemplo: la experiencia nos indica que una elemento de la turbina de un avión se gasta y deja de funcionar después de X horas de vuelo; después de N kilómetros un neumático puede reventar; una cerradura se rompe después de Z veces de abrir y cerrarla; en una epidemia ocurren X casos por día, por mes o por año,  etc. etc.

Por su parte, la severidad nos indica el daño que el riesgo puede producir. Por ejemplo: el incendio de la totalidad o solo una parte de una fábrica; el colapso de una torre; la caída de la carga de una grúa; la discapacidad o la muerte del afectado; etc. etc.

¿Qué se puede hacer con el riesgo? Básicamente cuatro cosas:
  • Asumirlo y no hacer nada. Es lo más simple. Estoy expuesto a riesgo, no hago nada al respecto. Si el daño se produce, lo asumo, me hago cargo de las consecuencias y a otra cosa.
  • Eliminarlo: si una actividad o tarea genera riesgo, cesando la actividad o suprimiendo la tarea, el riesgo queda eliminado. Por supuesto, en la enorme mayoría de los casos esta alternativa es impracticable.
  • Controlarlo: tomando medidas de control y prevención que contribuyan disminuir la frecuencia y/o la severidad del daño. Es decir: bajando la probabilidad de que el daño ocurra y, si a pesar esas medidas el fenómeno se produce igual, que cause el menor daño posible.
  • Transferirlo: encargándole la tarea a otro o comprando un seguro. Con el seguro, sin embargo, hay que tener cuidado porque lo que se transfiere no es el riesgo en sí sino tan solo el costo del daño que puede producir.
No quiero aburrirlos con los mil matices y considerandos de cada una de estas alternativas de acción. Si desean profundizar en el tema, uno de los libros que les puedo sugerir es: "Introducción a la Gestión Integral de Riesgos Empresariales - Enfoque ISO 31.000" de Isabel  Casares  San  José-Martí y Edmundo R. Lizarzaburu Bolaños. Lo sugiero porque es uno de los pocos que valen la pena y se puede descargar de la Internet. [5]

Las actitudes frente al riesgo

En el universo del riesgo las personas se distribuyen entre dos extremos. En uno de esos extremos están los "favorables al riesgo"; en el otro los "hostiles al riesgo".

Los extremadamente favorables al riesgo son los "optimistas" que lo toman como un desafío. En parte porque son adrenalina-adictos, en parte porque tienen la tendencia a minimizar cualquier exposición al riesgo y en parte porque su carácter es el de los temerarios que sienten una casi obligación de despreciar todo riesgo para afirmar su personalidad. Son los que se hacen pilotos de Fórmula 1, paracaidistas, motociclistas de competición, militares de tropas de élite y todas las demás profesiones de riesgo.

El otro extremo de los hostiles al riesgo se compone de los "cobardes" que entran en pánico ni bien aparece una amenaza sobre el horizonte. Son los paranoicos, los miedosos, los que prefieren huir, guarnecerse en algún lugar seguro y quedarse allí antes que salir y tratar de controlar la situación de alguna manera. Son los que llenan su casa de alarmas, trabas, puertas de seguridad, candados y llaves de todo tipo; los que tienen un duplicado de todo; los que guardan toneladas de cosas inútiles "por las dudas"; los que desconfían de un modo enfermizo de todo el mundo y compran seguros hasta para el collar del perro.

Y en algún lugar intermedio entre optimistas y cobardes están los egoístas a quienes no les importa el riesgo mientras crean que a ellos no los va a afectar y disfrutan de la vida burlándose de los demás mientras pueden seguir creyéndose exentos, pero salen histéricos a pedir protección cuando la realidad los obliga a cambiar de opinión. Son hiper-optimistas al principio, pero se vuelven increíblemente cobardes cuando las papas empiezan a quemar. Es lo que siempre me comentaba mi madre que vivió los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial: "Es increíble como un bombardeo te puede mostrar la verdadera cara de las personas." Pongan a cualquiera de esos karatecas orales en una situación de verdadero peligro y fíjense lo rápido que se convierte en una rata arrastrada buscando refugio a los empujones y hasta a las trompadas.

Refugio Antiaéreo de la Segunda Guerra Mundial

Por supuesto que no todo el mundo es así. En líneas generales la enorme mayoría de las personas normales se distribuye entre los dos extremos aproximadamente de acuerdo a una Campana de Gauss.

Las recomendaciones

Después de analizar un riesgo lo que por regla general se hace es un informe al final del cual generalmente se agregan algunas recomendaciones. Entre ellas hay recomendaciones puntuales específicamente referidas al riesgo analizado y pueden agregarse recomendaciones genéricas en materia de gestión y administración de riesgos.

De estas recomendaciones genéricas, las más usuales son:

No apueste más de lo que está dispuesto a perder

Si usted considera que algo no es imprescindible, déjelo estar. No se preocupe. El perderlo, sea en un incendio, en un robo, o en cualquier otra circunstancia, no le cambiará la vida. Pero aquello que sí le importa, aquello que para usted es imprescindible y, sobre todo, lo que no podrá reponer si se daña o se destruye, a eso sí protéjalo porque si lo llega a perder no le va a quedar otra que hacer lo que hizo el proverbial lord inglés quien, cuando se le incendió el castillo, le ordenó a su mayordomo que le sirviera el té en el jardín y se sentó a tomarlo mientras murmuraba: "¡Oh! ¡ Asombroso! Verdaderamente. Un espectáculo que no se ve todos los días".

La otra recomendación, especialmente dirigida a los grandes amigos del riesgo es:

No exponga otras personas al riesgo que Usted asumió

Si a usted le encantan las altas velocidades y logra convencer a Mercedes para que lo deje subir a un F1 W10 EQ Power+, pues ¡Aleluya! Vaya, corra su carrera, diviértase, brinde un buen espectáculo y lo aplaudimos a cuatro manos. Si es adicto a la adrenalina vaya y dígale a un compañero que se tire antes llevando el paracaídas de Usted. Luego tírese sin paracaídas, alcance a su compañero, póngase el paracaídas en el aire, ábralo y aterrice elegantemente en medio del huracán de vítores del público. ¡Bien por Usted! ¡Felicitaciones!

Pero si tiene un buen fierro estándar y le gusta pisarlo, por favor no lo haga en la ciudad haciendo picadas y violando los semáforos a las tres de la mañana. En una esquina puede encontrarse de pronto con un pobre tipo que salió de raje de su casa en un viejo y destartalado Renault 4 porque su pibe está vomitando con 40º de fiebre y no consiguió un taxi para llevarlo al hospital.

Está bien; lo que acabo de decir es exagerado, pero sirve para ejemplificar. Lo que quiero decir es que, si Usted decidió asumir un riesgo, eso no le da derecho a exponer a otras personas a las consecuencias de la decisión que USTED tomó.

En otras palabras en lenguaje de barrio: si Usted quiere matarse, mátese nomás y sea feliz. Pero no me obligue a matarme con usted o por culpa suya. Si quiere, desparrame 10 litros de nafta por su casa, préndale fuego y siéntese en la vereda de enfrente a hacer la del lord inglés. Pero si yo soy su vecino avíseme porque no me haría ninguna gracia que SU fuego se propague a MI casa. Si a Usted no le importa la probabilidad de enfermarse, pues vaya, expóngase alegremente al riesgo, dado el caso enférmese, gócelo y dele mis saludos a la Parca. Pero no me contagie a mí porque no tengo ganas en absoluto de cometer semejante estupidez.

Espero haber sido claro.

La tercera recomendación es:

Aprenda a interpretar estadísticas y porcentajes

No voy a hablar de estadísticas en detalle. Solo quisiera llamar la atención sobre la multitud de pequeñas y grandes "trampas" que existen en materia estadística, algo que a George Bernard Shaw le hizo formular aquella definición ya clásica en cuanto a que "la estadística es el arte de mentir con números". Aunque la verdad es que el inefable irlandés se quedó un poco corto. Porque es peor que eso. La estadística permite engañar SIN mentir.

A quienes quieran profundizar un poco en esto les recomiendo un libro muy bueno, simple, sin complicados formuleos matemáticos, y hasta divertido porque está escrito con un excelente sentido del humor. Es de Darrell Huff y se llama (no podía tener otro título) "Cómo mentir con estadísticas". Pueden descargarlo de la Editorial Virtual. [6]

Aquí quisiera contarles solo un poco sobre promedios.

Cuando hablamos de promedios la enorme mayoría de los mortales comunes – y especialmente la amplísima gama de personas normales que simplemente odian las matemáticas – piensa en el promedio clásico de la tradicional suma de datos dividida por la cantidad de datos. Es decir; si tengo cinco datos, p. ej. 60, 30, 15, 99 y 22, el promedio sería 60 + 30 + 15 + 99 + 22 = 226 / 5 = 45,2

Pues bien, en la jerga estadística por lo general no se habla de "promedios" sino de "medias" y la que acabamos de ver es la denominada "media aritmética". El nombre, por supuesto, no es lo importante. Lo importante es que muchísima gente cree que es el único promedio que existe. Y eso no es cierto. Hay muchas otras medias. Por lo menos cuatro principales aparte de la aritmética: la media ponderada, la media geométrica, la media armónica y la media cuadrática.  Después, podríamos hablar de la media muestral y de la media poblacional, y luego terminar considerando la moda y la mediana.

Como pueden apreciar, es un verdadero lío. Pero no se mareen. Ante la afirmación de cualquier artículo periodístico que hable de "promedios", lo que hay que saber es qué media se ha aplicado para calcularlos. Si eso no está indicado (como que casi nunca lo está), desconfíen. La media aritmética común suele distorsionar mucho si entre los números promediados hay algunos excepcionalmente divergentes del resto. Por ejemplo, si tienen ustedes una serie de 50 números en la que 48 de ellos están en un valor entre 1 y 500 mientras que los dos restantes tienen valores de, digamos, 96.000 y 180.000 respectivamente, una media aritmética les dará una cifra muy poco representativa del promedio real.

Si desean chequear algunos datos o jugar un poco con estos promedios, la buena noticia es que no tienen que aprender necesariamente los formuleos que en algunos casos son bastante complejos. Quienes tienen alguna habilidad con las planillas Excel, disponen de un modo bastante simple de calcular medias, medianas y modas con las funciones incorporadas al software. Excel tiene una muy amplia colección de funciones estadísticas con las cuales pueden "jugar" si lo desean.

La otra cosa que hay que aprender es a leer porcentajes. Si me dicen que el 10% de los trabajadores padece siliconosis, yo no sé cuántos trabajadores afectados hay. Si me dicen que el 1,5% de los expuestos a una epidemia se contagiaron y que de ellos murió el 0.9% no tengo ni la más repálida idea de cuántos pacientes se tuvieron que atender y cuantos cadáveres hubo que enterrar o cremar. Si estamos hablando de la población argentina de 44.560.000 de personas, esos porcentajes representarían 668.400 casos de los cuales se nos morirían unas 6.016 personas. Más de medio millón de casos con más de 6.000 muertos no sería para tomarlo a la chacota. Al menos a mí no me causaría ninguna gracia.

Pero, dado el caso también podrían ser relativamente pocos. Si estamos considerando una pequeña ciudad de 30.000 personas, con esos porcentajes tendríamos 450 afectados y  4 muertos. Algo que podría sonar a poco. Claro que, si entre esos cuatro muertos uno es tu hijo, lo que acabo de escribir no te gustaría para nada. Es lo que los analistas de riesgo decimos siempre: la estadística es muy linda hasta que uno no forma parte de ella.

Los grandes genios del post-facto

Una de las grandes frustraciones que tenemos los analistas de riesgo es que en muchísimas oportunidades no podemos demostrar el valor o el éxito de nuestro trabajo.

Vamos a una casa. Vemos que no tiene ni rejas, ni alarmas, ni cerraduras como la gente. El sueño dorado de cualquier ladrón. Supongamos que voy, relevo la situación y en mis recomendaciones pongo que, como mínimo, pongan rejas en las ventanas y llaves doble paleta en las puertas. El dueño de casa salta como leche hervida argumentando que eso le sale un vagón de plata, que no se justifica, que en 20 años que vive ahí nunca tuvo un robo, que el barrio es tranquilo y que etc. etc. etc. La compañía de seguros le contesta que, o pone las rejas o no suscribe el seguro. Punto. Se acabó la discusión.

El tipo va, refunfuña, protesta, te dice de todo menos bonito pero saca las cuentas y llega a la – en realidad bastante obvia – conclusión que un par de rejas y cerraduras le sale más barato que el perder el home theater, la computadora, la consola de juegos, la guitarra y el amplificador junto con un buen par de cosas más que un eventual ladrón se llevaría. Así que pone las rejas y las cerraduras, contrata el seguro.... y se va de vacaciones. Cuando vuelve, la casa está entera, nadie le robó nada; no pasó nada. Y el tipo va y con cara de sobrador canchero te dice:

— ¡Já! ¿No le dije que no iba a pasar nada? Usted me hizo gastar una ponchada de plata y al final resultó que fue al divino botón.

Ante esos genios post-facto que hasta se burlan de uno justo y precisamente cuando las medidas de prevención funcionaron, lo único que queda es ponerles cara de "claro-por-supuesto" y soportarlos con estoicismo. No hay otra alternativa. Y no la hay porque:

Una tesis negativa no puede ser demostrada.

A Usted, que siguió las recomendaciones y puso rejas en las ventanas, nunca le voy a poder mostrar la cantidad de robos que NO ocurrieron justamente porque tenía rejas en las ventanas. Nunca voy a saber cuántos rateritos pasaron por su casa, vieron las rejas, y dijeron "Naa, ésta es demasiado jodida. Vamos a una más fácil, loco". Y si le hago instalar una alarma, la misma se dispara y Usted es uno de esos amantes del riesgo que indefectiblemente la saben mejor, siempre me podrá argumentar que fue el gato, o que esas alarmas de mierda se disparan solas a cada rato y no sirven para nada.

Por supuesto que hubo casas con rejas hasta en las claraboyas en las que los ladrones entraron rompiendo todo o simplemente organizaron una "entradera" [7]. Por supuesto que muchas veces las alarmas (de mala calidad, o mal instaladas, o de diseño antiguo y especialmente las de los automóviles) se disparan solas. Y sí, es cierto que a veces se disparan por un gato o por un perro, sobre todo si no están bien ubicadas. Pero si hay casas desprotegidas en el barrio y la suya parece una fortaleza, póngale la firma que la de Usted va a ser una de las últimas que los señores ladrones van a querer visitar. Y si suena la alarma y no encuentra a nadie cuando se asoma a mirar, Usted tampoco va a saber jamás si fue un gato o un ladrón que la pensó mejor cuando escuchó la sirena y salió corriendo.

Yo nunca le voy a poder demostrar que lo que NO le pasó fue porque tomó las medidas de prevención del caso. Pero Usted tampoco me va a poder demostrar a mí cuantos casos NO le hubieran pasado incluso si NO tomaba esas medidas de prevención.

Del mismo modo, si usted en una pandemia se queda en su casa y no se expone al divino botón, NADIE va a poder demostrar de cuantas oportunidades de contagio se salvó. Pero Usted TAMPOCO me va a poder demostrar a mí que, si hubiera salido, NO se hubiera contagiado.

Así que no sea cabeza dura, quédese en casa y salga lo menos posible.

La Planificación

Por último, hablemos también un poco de planificación.

Toda vez que terminamos un análisis de riesgo y exponemos nuestras recomendaciones, los que toman estas cuestiones en serio – que, en general son los que tienen mucho para perder – varias veces nos piden que les hagamos un Plan de Seguridad.

Respecto de los planes de seguridad hay 3 cosas que deben saberse:
  1. Un Plan de Seguridad no es 1(un) plan. Son 3 (tres).
  2. Lo único que sabemos con seguridad absoluta es que la seguridad absoluta no existe.
  3. Los planes de seguridad no se construyen tratando de adivinar el futuro sino tratando de prever y prevenir la ocurrencia de riesgos conocidos.
Vayamos por partes.

Un buen Plan de Seguridad está compuesto por tres planes coherentes y consistentes:
  • Un plan de prevención para que lo indeseado no ocurra, o que cause el menor daño posible si ocurre.
  • Un plan de emergencia que detalla los procedimientos a activar si a pesar de la prevención lo indeseado ocurre igual.
  • Un plan de recuperación, con lo que hay que hacer para recuperarse lo más rápido posible de los daños que el evento indeseado causó.
El armado y la redacción de estos planes no es nada sencillo. Hay muchos detalles, muchos procesos, muchas cadenas de acontecimientos, muchos sucesos tipo "efecto dominó" a considerar. Incluso hay que tener presente que hay riesgos imposibles de evitar y que, encima, tienen fechas de ocurrencia también casi imposibles de prever. Son los eventos que hasta la industria del seguro conoce técnicamente como "actos de Dios": erupciones volcánicas, terremotos, tsunamis, inundaciones, huracanes, ciclones y tornados, etc.etc. En estos casos lo único que cabe hacer es tratar de minimizar el daño; por ejemplo con construcciones antisísmicas en el caso de terremoto.

De cualquier manera lo que hay que hacer es: analizar el riesgo, armar los tres planes que hacen al Plan de Seguridad, capacitar y adiestrar a  las personas afectadas con simulacros regulares, revisar todo al menos una vez al año y después....

¿Quieren que les diga con total sinceridad lo que hacemos después todos los analistas de riesgo? No se lo digan a nadie, es un secreto del oficio, pero cruzamos los dedos y le rezamos a San Azar y a Santa Alea pidiéndoles de rodillas que, por favor, intercedan ante el Altísimo para que el evento no ocurra.

¿Que por qué hacemos eso? Ya lo dije antes: lo único que sabemos con seguridad absoluta es que la seguridad absoluta no existe.

¡Cuídense!

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NOTAS
1)- Al momento de escribir estas líneas (21/03/2020) había en el mundo 305.000 diagnosticados y 13.000 muertos en 160 países con casos denunciados. La tasa de letalidad era, pues, del 4,26%.  
De los 13.000 fallecidos hasta ahora, el 22% de los casos tenía entre 80 y 99 años, el 11% entre 60 y 79.
2)- El SARS-CoV 2  es el nombre del virus; COVID–19 es el nombre de la enfermedad.
3)- https://www.bbc.com/mundo/noticias-51977246
4)- Nota de prensa del capítulo 4. EL IMPACTO FINANCIERODEL RIESGO DE LONGEVIDAD Informe sobre la estabilidad financiera mundial (GFSR), abril de 2012. Preparada por S. Erik Oppers (jefe del equipo), Ken Chikada, Frank Eich, Patrick Imam, John Kiff, Michael Kisser, Mauricio Soto yTao Sun. Disponible en: https://www.imf.org/external/spanish/pubs/ft/gfsr/2012/01/pdf/presss.pdf  (pág. Consultada el 21/03/2020)
5)- Pueden encontrarlo en: https://fundacioninade.org/sites/inade.org/files/web_libro_3_la_gestion_integral_de_riesgos_empresariales.pdf    (Consultado el 19/03/2020)
6)- www.lanuevaeditorialvirtual.blogspot.com  O directamente desde: https://drive.google.com/file/d/0B6QXUcoelzmpUGxYcmVqVXlhdVU/edit
7)- En la Argentina llamamos así al método que usan los ladrones cuando esperan y entran con Usted cuando abre el garage para salir o entrar con su auto, o cuando alguien de la casa entra o sale por la puerta de calle.














2 comentarios:

  1. Gracias Don Denes. Clarísimo.
    Y yo soy uno de esos "te lo dije" que cuando le hacen caso siempre la idea fue de otro y que además, no puede demostrar su participación en las "desgracias que no suceden"... Pero alguien lo tiene que hacer. Creo que esas son las personas "Amadas por Zeus" de la mitología. Abrazo.

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