MIS LIBROS

viernes, 25 de agosto de 2017

LA DECADENCIA Y EL CAMINO

Nunca las cuestiones del espíritu han tenido tan poco valor.
Nunca el odio por todo lo excelso ha sido tan manifiesto
-- desdén por lo bello, execración de la literatura.
Siempre he tratado de vivir en una torre de marfil
pero una marea de mierda está batiendo sus paredes
amenazando con socavarla.
Gustave Flaubert

Remanentes ideológicos y caprichos utópicos

En Occidente se están planteando y se siguen discutiendo, para colmo en forma bastante desordenada, varias concepciones que después resultan en confusas implementaciones de decisiones parcial y hasta totalmente contradictorias.

En buena medida estas concepciones nacen de residuos sobrevivientes de viejas ideologías; restos de antiguas especulaciones y utopías de los Siglos XIX y XX. Por un lado, un gramscismo cultural tardío trata de unir en una propuesta – ecléctica, diversa y en buena medida incoherente – lo que estos remanentes ideológicos todavía tienen de reivindicación social a fin de intentar con ellos la conquista de la sociedad civil. Por el otro lado, un liberalismo agotado sigue insistiendo en la demagogia de la libertad mientras trata de sostener un sistema que contradice lo declamado ya que, de hecho, restringe el ejercicio real de la libertad otorgándola solo a quienes tienen suficiente poder económico y se limita a tolerar ciertos desahogos y caprichos en el resto de la sociedad mientras fomenta artificialmente el consumismo masivo, necesario para mantener activas las ganancias procedentes de la producción de bienes y servicios. 

Gramsci y Rousseau

Así y todo, muchos creen que estas propuesta son aceptables por dos motivos: primero porque le hablan al placer y a la comodidad de un ser humano que ha terminado por concebir la vida ideal como una vida sin esfuerzo y, segundo, porque vienen presentadas con la alegre irresponsabilidad de un permisivismo negador de las consecuencias inevitables.

Gramsci y Rousseau
En lo esencial, la situación en la que nos encontramos es el resultado de haber perdido el marco firme de los lineamientos de nuestra organización social. Las nociones de autoridad, orden, disciplina, son resistidas y hasta negadas por los intelectuales que construyen el sustrato cultural que luego repiten como loros los operadores políticos y sociales. La forma misma del orden social que durante siglos y más siglos sirvió de matriz – con diferentes variantes – a las sociedades de Occidente ha sido suplantada por la idea de que ese orden social se puede construir casi de cualquier manera – y hasta que podría surgir de forma completamente espontánea – siendo que lo único importante es que sean "felices" a quienes abarca.

Y más aún: reviviendo viejas ilusiones anarquistas y mitos rouseaunianos, impera la noción de que el orden social ni siquiera tiene que ser un orden en absoluto, pudiendo bastar un acuerdo circunstancial bajo la forma de un contrato social expresado en un cuerpo jurídico modificable por la voluntad popular.

Y no es así.

No es así porque ni el orden social ni el universo que lo rodea admiten cualquier capricho humano, por más bienintencionado que sea y por más hermoso panorama que describa la utopía a través de la cual se lo relata.

La normatividad del Universo.

Basta con observar el universo con un mínimo de objetividad para percibir inmediatamente que el cosmos no es un caos. La naturaleza podrá incluir – como que, de hecho, incluye – eso que denominamos "azar" y podrá tener – como que, de hecho, tiene – lo que llamamos sus "caprichos". Pero más allá de lo aleatorio y de lo caprichoso (que bien podrían deberse a procesos que no entendemos demasiado bien) los fenómenos naturales responden a reglas, incluso a leyes inscriptas en la esencia misma de las cosas.

El orden cósmico no es arbitrario
Un sistema solar no se constituye de cualquier manera ni se mantiene de cualquier forma. La trayectoria de un planeta no es arbitraria. La vida no es posible de cualquier manera, bajo cualquier condición y en cualquier lado. Los fenómenos físicos, químicos y biológicos suceden de determinado modo y bajo ciertas condiciones y no otras. Existe la gravedad y tiene sus leyes. Existe la termodinámica con las suyas. Existe la genética con las suyas.  El mundo, el cosmos que habitamos, tiene sus normas y funciona según normas. Justamente uno de los principales cometidos de la ciencia es descubrir estas normas para describirlas y hacerlas comprensibles, predecibles y eventualmente manipulables. Cuando obtenemos acero del hierro natural no le estamos imponiendo al hierro una estructura molecular que se nos ocurrió a nosotros inventar. Estamos aprovechándonos de una propiedad del metal que, después de ciertos procesos y bajo determinadas circunstancias y condiciones, admite y adopta una determinada estructura que se caracteriza por su dureza y elasticidad.

Esta noción de la "normatividad" del cosmos no es nada nueva, por supuesto. Nos viene de los albores de nuestra cultura. Está presente en el antiguo pensamiento grecorromano, en la cosmovisión de los pueblos bárbaros invasores posteriores y en el pensamiento filosófico y teológico cristiano. Más todavía: constituye uno de los pilares del pensamiento científico actual.

La normatividad social.

Así como el universo responde a reglas y leyes, las sociedades humanas tampoco son enteramente producto del capricho de sus integrantes. La sociedad humana – y con mayor razón la sociedad política – funciona sobre la base de normas, ya sea implícitas (p.ej. morales, costumbres) o explícitas (p. ej. leyes, decretos).  Justamente cuando la normatividad social se resquebraja, se debilita o se pierde, sobreviene la anomia que rápidamente conduce a la anarquía la cual, a su vez, desemboca en el caos en el cual se desintegra no solo la sociedad en cuestión sino incluso toda la cultura que esa sociedad ha creado.

Y esto es porque las sociedades humanas no responden solamente al hecho de que el ser humano es un animal social que necesita del contacto con sus semejantes por razones de afecto y reproducción. Responden, además, a necesidades humanas concretas y básicas que deben estar garantizadas a sus miembros, tales como alimento, vivienda,  vestimenta, educación, seguridad, salud, trabajo.

Y, más allá de ello, las sociedades humanas responden también a la necesidad del ser humano de explorar, pensar, discutir y compartir con sus semejantes las preguntas y las respuestas a las cuestiones éticas, filosóficas y religiosas inherentes a la condición humana y matizadas por el entorno etnocultural en el que vive el ser humano concreto de carne y hueso que resulta bastante diferente del cuadro que pintan de él  las mitologías intelectuales creadas para encasillarlo en alguna utopía artificial. Y en un plano inmaterial las sociedades humanas responden incluso a necesidades estéticas, artísticas y espirituales, que – combinadas con todo lo anterior – acercan al Hombre a la idea de la perfección, al concepto de lo sublime y, finalmente, a la idea de lo sagrado y lo divino.

La catedral de Milan

Los seres humanos no nos reunimos organizadamente solo para acompañarnos, aparearnos y comprar cosas. Lo hacemos por necesidades que vienen impulsadas por el instinto de supervivencia y desarrollo de la especie. Lo hacemos para aumentar nuestras posibilidades concretas, con lo que aumentan nuestros márgenes de libertad porque la asociación aumenta las posibilidades reales de los individuos. Lo hacemos para sumar voluntades y esfuerzos a fin de aumentar nuestros márgenes de seguridad y ampliar nuestros horizontes de expansión y progreso real.

Y todo ello está sustentado por normas. Por criterios morales acerca de lo que "está bien" y lo que "está mal". Por criterios éticos y empíricos que nos explican por qué es bueno lo que la moral dice que "está bien" y por qué es malo lo que la moral señala como algo que "está mal". Por criterios estéticos que nos dicen qué es lo hermoso y qué es lo feo; qué es lo sublime y qué es lo chabacano. Por criterios de conocimiento, experiencia y sabiduría que nos dicen qué cosa es probablemente verdad, qué cosa es seguramente mentira y qué es todo lo dudoso que valdría la pena seguir investigando.

Los fundamentos últimos

Todo el gran edificio de normas y criterios que acabamos de delinear no es algo que se mantiene flotando en el aire. Descansa sobre fundamentos sólidos que toda cultura construye y elabora a lo largo de los siglos de su existencia. Esos fundamentos son las virtudes las cuales, a su vez, se perciben como valores por los que se rigen todos los miembros arraigados a una cultura.

Va de suyo que las distintas culturas han tenido – y tienen incluso hoy – distintos esquemas de virtudes y, por lo tanto, distintas escalas de valores. Los entornos etnoculturales ni son iguales ni son intercambiables. Todo proceso de transculturación es traumático y a veces hasta imposible dependiendo de las idiosincrasias involucradas y de la intensidad con la que las diferentes virtudes en cuestión han arraigado en los seres humanos o en las sociedades involucradas. Lo importante es saber y admitir que, contrariamente a lo pregonado por el igualitarismo, no todas las culturas son compatibles entre sí. Y esto es porque no todas profesan necesariamente las mismas virtudes, ni responden necesariamente a los mismos valores, ni le otorgan las mismas prioridades a determinados valores cuando éstos son compartidos al menos hasta cierto punto.

Occidente está en manifiesta decadencia. Lo está precisamente porque ha olvidado y hasta negado sus virtudes fundacionales. Se ha emasculado, hedonizado y relativizado. Ha hecho del igualitarismo lacrimógeno, del permisivismo indolente y del pacifismo cobarde sus valores máximos.

Occidente se ha emasculado, hedonizado y relativizado
La cultura actual ya no está basada en las virtudes, en las normas y en los criterios que le permitieron al Hombre de Occidente crear una cultura y una civilización cuyos logros hoy usufructúa todo el mundo. Logros que, en muchos casos, no se le reconocen y no se le agradecen porque Occidente también ha cometido grandes errores, la mayoría de las veces dejándose guiar y conducir por elementos que parasitaron la cultura occidental pero que no tuvieron – ni tienen – nada de occidentales.

Sea como fuere, nuestra cultura – si quiere evitar la decadencia completa que inevitablemente llevará al caos y a la desaparición – tiene un solo camino disponible: volver a sus fundamentos arrancando de raíz todo lo que contradiga sus virtudes y erradicando con mano de hierro toda teoría que rechace sus valores fundacionales.

Es un camino que, si es elegido, requerirá una fuerte operación de desmalezamiento para poder ser transitado. Y eso es algo que de ninguna manera podrá ser agradable, ni fácil.

Pero es el único camino que queda.

O recuperamos nuestras virtudes y valores, o pasaremos a la Historia como otro intento más de lo que podría haber sido y no fue.


10 comentarios:

  1. Muy buen artículo como siempre. Es una alegría tener a alguien que vea el panorama desde un lugar más alto que la cotidianidad que se ve en la prensa y sus medios. No sé si le guste Mahler pero le envío el final de su segunda sinfonía. La letra y la música son muy lindas. Me recordó su artículo este final de sinfonía por la idea de la resurrección o desaparición de occidente. https://www.youtube.com/watch?v=DUD3mrekxtk

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    1. Gracias Wermen. Personalmente soy más adepto de Richard Strauss, pero hay que reconocer que esta Finale es impresionante de verdad.
      Un cordial saludo.

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    2. Me alegro que le haya gustado. La vida de Mahler es muy interesante. Le adjunto este vínculo http://es.catholic.net/op/articulos/23683/cat/107/la-fe-de-mahler.html . De todas formas hay información en páginas no católicas. Richard Strauss obviamente también es genial, por suerte distinto, cada uno con su estilo y personalidad. Es interesante que tienen ambos una fuerte influencia de Wagner (mismo Mahler era famoso por sus versiones de las óperas de Wagner). En fin, de gustos hay mucho escrito y se puede escribir mucho más... Muy buena la nota nuevamente y como siempre espero seguir leyendo sus artículos. Cordial saludos.

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  2. Don Denes: a propósito de la foto "Occidente se ha emasculado, hedonizado y relativizado", creo que usted debería leer y publicar en su nueva editorial virtual los siguientes libros que desenmascaran la ideología sexual (ideología de genero) retratada en esa foto:

    Comprendiendo la Homosexualidad, de Jokin de Irala
    http://www.mediafire.com/file/2m1xiy14c4c5g0c/Comprendiendo+la+homosexualidad+-+De+Irala%2C+Jokin.pdf

    Comprender y Sanar la Homosexualidad, de Richard Cohen
    http://www.mediafire.com/file/mo5ejqdw9ic3mvq/Comprender+y+sanar+la+homosexualidad+-+Cohen%2C+Richard.pdf

    Prevención de la Homosexualidad, de Joseph Nicolosi
    http://www.mediafire.com/file/z9wp98v1w57t66z/Prevenci%C3%B3n+de+la+homosexualidad+-+PH.+D.+Nicolosi%2C+Joseph.pdf

    Prevenir la Homosexualidad (artículo), de Julio de la Vega-Hazas
    http://www.mediafire.com/file/o4fk3bdha5gm3tj/Prevenir+la+homosexualidad+-+De+la+Vega-Hazas%2C+J..pdf

    Hay otros libros más sobre el tema que tengo disponibles en PDF sobre este tema. Apenas pueda los puedo poner a su disposición si le interesa.

    Una de las mayores autoridades sobre este tema fue el psicólogo estadounidense Joseph Nicolosi, lamentablemente fallecido este año. Vale la pena leer sus escritos. Apenas encuentre el pdf de un libro de él, que no es el que coloqué anteriormente, lo voy a dejar a su disposición porque, aparte de explicar el problema, cita varios trabajos e investigaciones sobre el tema. Le dejo su página: http://www.josephnicolosi.com/

    El otro autor importante es Richard Cohen. El fue homosexual y llevó por largo tiempo una vida gay como la retratada en la foto (vale la pena aclarar lo siguiente: 'gay' es un concepto sociopolítico que pretende establecer como debería llevar su vida un homosexual, y en cambio 'homosexual' es una categoría psicosexológica que describe a una persona que se siente eróticamente atraída por personas de su mismo sexo; ergo un 'gay' por definición es homosexual, pero lo inverso, que un homosexual por definición es 'gay', no es necesariamente cierto). Él explica en el libro que le dejé para descarga como logró cambiar de la homosexualidad a la normalidad (heterosexualidad). Hoy tiene mujer y es padre de 3 hijos. Básicamente explica lo mismo que Joseph Nicolosi sobre las causas y naturaleza de la homosexualidad, y sobre todo aquello que el Lobby LGBT, la Ideología de Género y los medios de comunicación intentan censurar: que la homosexualidad no es normal y que es reversible. El Lobby LGBT le ha hecho la guerra, igual que la APA (asociación de psicólogos estadounidenses, hoy dominada por apologistas gay), por decir la verdad del asunto. El mismo ha sido terapeuta ayudando a personas homosexuales a superar el problema y, por lo mismo, la asociación le retiró la licencia de terapeuta por razones político-ideológicas obvias. Aún así sigue dando batalla.

    Vale la pena leer todo ese material. Una de las formas, o más bien LA FORMA, de combatir esta decadencia es con la VERDAD. En el fondo las fuerzas de la decadencia están usando a un grupo de la población que ha sido históricamente humillado y postergado como trampolín al poder, o para mantenerse en él, ofreciéndole "el Cielo en la Tierra" así como hacen con otros (llámese indígenas, negros, etc.). Nunca ha habido intención de redimir a esta gente por parte de los agentes de la decadencia si no todo lo contrario. Richard Cohen dice una cosa muy cierta: antes había rechazo e incomprensión, y hoy aceptación... e incomprensión, y que esa no es la manera de resolver el problema si no con amor y comprensión.

    Le dejo la página de la NARTH, una agrupación de psicólogos y psiquiatras que se han preocupado de investigar el problema y establecer terapias para resolverlo, una organización obviamente rechazada por el establishment politicorrecto dominante: https://www.narth.com/

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  3. Denes, no sé como lográs se tan sintético, claro, y a la vez profundo, todo en unos pocos párrafos. Gracias por la enseñanza.

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  4. Spengler ,en La Decadencia de Occidente ,señalaba que las sociedades evolucionan por motivos espirituales. Que la nuestra estaba en decadencia irreversible y apuntaba que, para el día de hoy estaríamos en un equivalente a los tiempos del imperio romano, a no mas de dos siglos de las invasiones bárbaras.

    Cuando escribió su libro (1930?), Spengler se preocupaba por el pacifismo socialista que debilitaría a los occidentales frente a los bárbaros.


    No se que habría dicho este señor con respecto al pábulo que se le concede a movimientos como el LGTB.

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  5. Como siempre, Don Denes, ovación de pie.
    Lo lindo es que ahora hay más aportes de sus lectores.
    Si se puede agregar el mío, sigo pensando que todo es cuestión de experiencia. Mi generación ha vivido relativamente más fácil que la anterior, y la de mis hijas bastante más fácil que la mía. Por lo tanto, cuesta un poco enseñar la virtud del sacrificio, por pequeño que sea. Lamentaría mucho que el mundo involucione tanto en el futuro como para que tengan que aprender, quizá mis nietos, todo junto. Abrazo grande!!!

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  6. Interesante artículo que toca el corazón de los problemas que tenemos hoy en día y que por lo tanto debería ser motivo de tertulias y programas de análisis de la sociedad. Aunque si estoy de acuerdo con lo expresado en el artículo, salvo alguna cosa (hay que utilizar las enseñanzas del maestro) me hubiera gustado que además se intentara dar una explicación a esta situación ya que si no la encontramos, no estaremos en condición de corregirla. Por ejemplo, intentar responder preguntas como, por ejemplo: ¿A quién o quienes beneficia esta situación?, ¿qué beneficio obtiene(n)? Aunque si estoy de acuerdo sobre la importancia del orden en la sociedad y en la imposibilidad de satisfacer a todo el mundo, por lo cual siempre habrá alguien infeliz, no dejo de reconocer que el orden propuesto tiene la desventaja del control sobre los individuos, si estos no ejercen a su vez, control sobre quienes lo gobiernan...que es la situación actual: los gobernantes hacen lo que quieren y usan las leyes como les conviene (y no me refiero a un país en particular, sino a todos...salvo alguna cosa...bueno algún país). Creo que una situación de orden "controlado por los gobernantes y no por los ciudadanos" es ideal para una dictadura "escondida en las reglas de la democracia". Hoy las cámaras de gas no son ya las de una vez...esas costaban dinero al jerarca de turno, hoy son más sofisticadas: te hacen perder tu trabajo, (lo que es más económico que pagar un tren para llevarte al lager), no te permiten conseguir otro, (que es más económico que tener que pagar el gas venenoso), no te dan sanidad para que no puedas curar tu depresión, (que es más económico que pagar guardias que mantengan el orden del lager) y así te coducen al suicidio (que es más barato ya que no necesitan ocuparse de tu cadaver) y luego se ocupan que la prensa no informe...bueno, acá copiaron al Fürer...también para que les salga más barato. Pero no digo que el orden no sea necesario: digo que lo que es necesario es el control de los gobernantes por parte de ciudadanos "alfabetizados" y no por borregos. Bueno...es solo una sugerencia

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  7. Estimado Sr:
    si es que se debe agregar algo a lo que Ud.tan bien expone, cabe-en praxis-lo siguiente:
    _Al dia de hoy tanto Rouseau como Gramsci,han sido superados en la praxis sicopolitica revolucionaria. En curso la deriva del "nuevo marx" de Berckley: Noaim Chomsky y su "teoria del Caos".
    Al igual de todo aquello que proviene del Aparato de Sometimiento Global--vistos Cuba, Venezuela, la Iglesia, y en proceso Colombia--la Restauracion de los Valores--en praxis--el "desmalezamiento" al que Ud. alude; ya no puede sino referirse al Ancla de una Nueva Covadonga.
    ¿Duro? Si.
    ¿Evitable? Ya NO.
    Opas abundan al extremo de plaga.Imposible convertirlos,resta su Derrota asi como la de sus "huestes" de infieles.
    Lamentable? Tal vez peor-y sin peor- la defeccion.

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