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Oh my God! ¿Y ahora qué hacemos? |
Como dicen en el barrio: calavera no chilla.
Usualmente la reacción de las personas que se equivocan en sus predicciones suele ser la de pretender que, en realidad, no se equivocaron. Yo podría tratar de argumentar que al fin y al cabo Hillary sacó más votos que Trump [1] y que la victoria de éste se debe al perverso sistema del colegio electoral norteamericano y no a la votación en sí porque bla, bla, bla, bla …
Sería perfectamente estúpido, por supuesto. En mi articulejo anterior aposté a que "
las próximas elecciones presidenciales norteamericanas las gana Hillary Clinton". Pues no las ganó. Punto. No hay argumento, por retorcido que sea, que pueda cambiar eso. Lo que corresponde, entonces, es pagar la apuesta y callarse la boca. En todo caso corresponde también averiguar la razón del error. Es una forma de aprender. Y hasta quizás sea la mejor forma. Porque se aprende más de los errores que de los aciertos. Claro que para eso hay que hacer algo que mucha gente no quiere hacer: reconocer que ha cometido un error.
Por eso: calavera no chilla. Paga y se la banca. (Aunque, digamos la verdad, tampoco fue tan dramático. Las "gastadas" fueron por demás amistosas y me divertí un buen rato. No exageremos).
¿Por qué le erré con mi predicción? Por algo muy simple en realidad: mi herramienta de análisis ya es obsoleta. Hasta la última elección de Obama funcionó aceptablemente bien. Uno iba, se fijaba en el dinero invertido en la campaña electoral y el candidato que más dinero ponía, ése ganaba. O lo hacían ganar de prepo como sucedió con George W. Bush hace tan solo 16 años atrás.
Además, el fenómeno del candidato que obtiene más votos reales pero pierde porque el candidato con menos votos consigue más representantes en el Colegio Electoral es algo muy viejo en la política norteamericana. Pasó al menos cuatro veces antes de esta elección. En 1824 Andrew Jackson obtuvo más votos pero menos representantes y perdió frente a John Quincy Adams. En 1876 Samuel Tilden perdió frente a Rutherford B. Hayes. En 1888 Grover Cleveland perdió frente a Benjamin Harrison. Y en el 2000, como ya vimos, Al Gore perdió frente George W Bush. Lo que importó siempre fue el dinero invertido y la estrategia de inversión. Al poner los grandes cañones electorales y publicitarios en Estados que envían muchos electores nunca importó demasiado perder en Estados que envían solo unos pocos electores. Pues ésta es una de las cosas que ya no funcionaron. Los grandes cañones electorales y publicitarios demostraron tener muy poca eficacia.
En materia de prensa escrita, por ejemplo, a Hillary la respaldó toda la artillería pesada de 229 diarios y 131 semanarios. En ese rubro Trump apenas si contó con 9 diarios y 4 semanarios. ¿Dónde está, entonces, la diferencia que explica el triunfo de Trump? Está en Internet. Está en las redes sociales. Está justo en el ámbito que no revisé como es debido porque pensé (equivocadamente) que el mundo virtual todavía no tenía una fuerza decisiva y que, en todo caso, el
establishment norteamericano podría manejarlo con un ejército de
trolls fáciles de alquilar. Pues no fue así, sea porque la dirección de la campaña de Hillary cometió el mismo error que yo, sea porque los
trolls de Trump se manejaron mucho mejor que los de Hillary (incluso siendo probablemente menos en cantidad), la cuestión es que cuatro días antes de las elecciones, Trump ya tenía 11,9 millones de "me gusta" en Facebook y 12,9 millones de seguidores en Twitter mientras Clinton llegaba a 7.8 millones en Facebook y a 10.1 millones en Twitter. [2]
Estos números, por supuesto, no lo explican todo, ni mucho menos. Pero son varios los analistas que señalan el intensivo uso de las redes sociales por parte de Trump. Pepe Escobar, que es un muy buen analista y que siempre tuvo una rara capacidad para ver más allá de las apariencias, lo publica con todas las letras: "
Trump ganó la Casa Blanca vía los medios sociales; los grandes medios principales nunca lo vieron venir." [3]
Tampoco lo vieron venir los encuestadores, aunque las fallas de las encuestas ya no son nada raras y, en algunos casos al menos, hasta han sido deliberadas para favorecer a algún candidato. Así y todo, no deja de llamar la atención que, a pesar de una tecnología cada vez más sofisticada que debería llevarlos a acertar cada vez más, los encuestadores aciertan cada vez menos. Le erraron con el Brexit, le erraron también con Colombia y ahora le erraron con Trump. [4] Muchos se preguntan cómo ha sido esto posible. La respuesta no es simple pero podría resumirse en:
- Demasiada atención puesta en las masas urbanas de las grandes ciudades e incluso hasta solo en determinados sectores de esas poblaciones urbanas.
- Mucha gente está harta de las encuestas (especialmente de las telefónicas) que preguntan por cualquier cosa: desde qué canal de TV estamos mirando hasta cual es nuestro grado de satisfacción con el intendente de nuestra zona. El hartazgo lleva luego con frecuencia a contestar cualquier gansada.
- Si todos los medios masivos de difusión insisten en que un candidato es impresentable, quienes piensan votar por él no siempre lo confesarán. Es el llamado "voto vergonzante" y tuvimos ejemplo de ello en nuestro país. Recuerden: cuando en 1995 Menem ganó su segundo mandato en primera vuelta todos nos preguntamos "¿Pero quiénes fueron los que votaron por este tipo?". [5]
- Y por último tampoco dejemos de considerar que las encuestas mismas son una herramienta de presión que puede utilizarse para fabricar la opinión pública en lugar de reflejarla. Si seis encuestadores dicen que Fulano no llega, muchísima gente puede terminar opinando que, efectivamente, Fulano no llegará; y a nadie le gusta apostar a perdedor. En última instancia, como decía Bernard Shaw, las estadísticas constituyen el arte de mentir con cifras y no es nada tan difícil amañarlas. [6]
El método de las encuestas está empezando a ser por lo menos tan obsoleto como mi método del dinero invertido en la campaña. La prueba está – otra vez – en Internet y el secreto se llama "Big Data" (Datos Masivos o Macrodatos), que consiste en almacenar enormes cantidades de datos y luego buscar modelos o patrones reiterativos dentro de esa masa de datos. Por ejemplo, si consiguiese armar una base de datos con todos los registros de ventas de todos los supermercados de Buenos Aires, no me costaría nada determinar qué marca de aceite comestible es la más vendida, o en qué zona de la ciudad la gente gasta más plata en el supermercado, o a cuanto asciende en pesos una compra promedio. Yo sabía que esto podía hacerse con la técnica del llamado "data mining" [7]. Lo que no sabía, y me vengo a desasnar ahora, es que esto mismo se puede aplicar a las redes sociales para averiguar las tendencias de la gente que participa en ellas.
De hecho, una de las pocas empresas que correctamente predijo el triunfo de Trump es justamente una empresa dedicada al "Big Data". La firma inglesa
Cambridge Analytica con sede en Londres [8] ya semanas antes de la elección observó un significativo avance de Trump en Estados como Ohio, Pennsylvania, Michigan y Wisconsin que pertenecen al llamado "Cinturón Industrial" de los EE.UU. A partir de esos datos la firma profundizó su análisis y terminó haciendo el pronóstico correcto. Según Matt Oczkowski, director del equipo que intervino en el proyecto, "
Donald Trump no es el típico candidato republicano, de modo que no se le puede aplicar la misma demografía de personas que en 2012 votaron por Mitt Romney. [...] La norma histórica de personas consideradas probables votantes republicanos nunca nos hubiera revelado quién ganaría esta elección". [9]
Para mí, la gran lección a aprender es que hay que prestarle cada vez más atención a Internet y a las redes sociales. Ya no se trata de un espacio de experimentación, de exploración y de esparcimiento. Decididamente es, cada vez más, una herramienta útil para múltiples fines. Y hay que aprender a usarla a fondo porque muchos procesos del futuro pasarán – como que varios del presente inmediato ya pasan – inevitablemente por ahí.
Básicamente no cuesta mucho entender el "efecto Internet" en política. Uno de sus principales aspectos es que permite calibrar con bastante precisión la aceptación que puede tener un criterio o una idea. Quienes tienen más o menos mi edad recordarán nuestras buenas viejas épocas del mimeógrafo y el panfleto de entrega manual. En aquellos tiempos, al final uno siempre se quedaba con la sensación de ser el único imbécil, último orejón del tarro, que peleaba contra molinos de viento con ideas que le importaban un pito a todo el mundo. En esas condiciones, con esas herramientas, resultaba completamente imposible pelear contra los cañones de grueso calibre que disparaban desde los grandes medios. Era la época inmediatamente posterior a la de Jauretche cuando escribió aquello de "
... dice La Nación, dice La Prensa..." Uno decía algo diferente y terminaba creyendo que estaba irremisiblemente solo con sus ideas trasnochadas.
Pues Internet nos permitió darnos cuenta de que no es así. No estamos solos. Es más: no solamente no estamos solos sino que somos unos cuantos. Cuando miro las estadísticas de este blog a veces me sigue costando creer que tanta gente se tome el trabajo de ingresar aquí para enterarse de lo que Denes Martos tiene para decir. Y no lo digo para hacerme autobombo. Una, porque no me la creo y dos, porque por más que el número de mis lectores en Internet sea muy superior al que jamás conseguiría con las tradicionales impresiones en papel, me queda perfectamente claro que – medido en términos justamente de Internet – el tráfico de este blog es modesto. Pero es bueno saber que todos ustedes están ahí y que, aunque meta la pata hasta el cuadril con mis apuestas, no soy un lobo solitario aullando en el desierto.
¿Por qué ganó Trump? Para tratar de entenderlo, lo primero que hay que tener presente es que los EE.UU. no son un país. Son dos países sobre el mismo territorio. Uno de ellos es la USA real, con gente que tendrá su identidad, su idiosincrasia y sus características propias como las tiene la población de cualquier país del mundo pero que, en lo esencial, no tiene una dinámica política y social demasiado diferente a cualquier otro país de Occidente. El otro es la USA imperial – o al menos con pretensiones imperiales – regenteado por una plutocracia que, dotada de un inmenso poder financiero, se cree capaz de dictarle el comportamiento político y económico a todo el resto del mundo.
Lo que sucedió el 8 de Noviembre pasado fue simplemente que la Norteamérica real le ganó la cuerda a la Norteamérica imperial. Emergió de pronto la Norteamérica profunda, harta y cansada de los experimentos globalizadores, pseudoimperiales, políticamente correctos y rematadamente hipócritas que empujaron a la Norteamérica real a perder posiciones y a empobrecerse paulatinamente. De repente los verdaderos pobladores de "la tierra de los libres y el hogar de los valientes" [10] se hicieron presentes y expresaron su hartazgo a pesar de la presión del establishment plutocrático internacional y la histeria de los intelectuales de la decadencia.
Lo más interesante de todo es que este fenómeno no es ni único ni totalmente nuevo. En los últimos tiempos viene dándose con sorprendente frecuencia. El UKIP en Inglaterra, Marine Le Pen en Francia, el AfD en Alemania, el Jobbik en Hungría y varios movimientos similares en otros países revelan la existencia de una importante cantidad de personas que no están para nada conformes con el famoso Nuevo Orden Mundial que la plutocracia norteamericana quiere imponer con la colaboración del liberalismo de izquierda. Un Nuevo Orden Mundial que solo ha tenido éxitos bastante parciales últimamente si consideramos el fracaso de la "primavera" árabe, el avance del coloso chino y la independencia hasta ahora invulnerable de la Rusia de Putin, tan solo para citar lo más obvio. Gracias a la hipocresía liberal, en casi todos los países democráticos, o supuestamente democráticos, puede apreciarse un país real debajo del país formal.
Y aquí es donde me surge la gran pregunta: ¿En qué medida es auténtico Donald Trump? ¿Es realmente representante de la Norteamérica real y profunda o es tan solo una válvula de escape permitida por el poder imperial para que los disconformes descarguen algo de presión? En los grandes bancos de cerebros – tanto los del Council on Foreign Relations como los de la Rand Corporation, la Trilateral Commission, los Bilderberg, George Soros y su Open Society Foundations y habría unos cuantos más para citar – ¿nadie, pero nadie se dio cuenta del gran descontento de una masa importante de la población real norteamericana? Me cuesta mucho creerlo. Como que también me cuesta horrores creer que nadie en la Norteamérica imperial pudo sacar de la galera un candidato mejor que Hillary Clinton. ¿Nadie se dio cuenta de que Hillary, una mujer con la simpatía de una iguana y la calidez de un bloque de hielo, no podía detener a un supuestamente rebelde cowboy norteamericano que se mofaba de las letanías políticamente correctas y expresaba libre y desfachatadamente lo que piensan millones de norteamericanos que todavía (o ya no) tienen el cerebro (completamente) lavado?
Repito la pregunta: ¿en qué medida es auténtico Donald Trump? ¿En qué medida es realmente lo que pretendió ser durante la campaña? No sé. Puedo equivocarme otra vez. Pero así como en Enero 2009 no me equivoqué por mucho cuando opiné sobre el recién elegido Obama y dije que no sería más que el CEO del establishment plutocrático, [11] realmente creo que es muy difícil que Trump sea el hombre capaz de poner a los plutócratas en su lugar y dar vuelta toda la política norteamericana. En primer lugar el hombre no es un político. Jamás tuvo ni ejerció un cargo público de modo que es un perfecto advenedizo en ese mar de arenas movedizas que es la política norteamericana. Y, en segundo lugar, estimo que todavía es demasiado pronto. A menos, por supuesto, que estalle una crisis indetenible, creo que el poder anti-sistema en EE.UU. (y no solo en EE.UU.) necesita todavía más tiempo para establecerse, fortalecerse y consolidarse. Todavía quedan unas cuantas vallas por superar para poder decir que la plutocracia financiera internacional ha quedado finalmente derrotada. Y es muy difícil que un advenedizo como Trump consiga liderar esa victoria. No estoy diciendo que esa victoria es imposible. Si creyera eso no estaría escribiendo esto aquí. Lo que no creo es que Trump sea el hombre y éste ya sea el momento.
Por más que sea muchísimo más flexible, a la larga el capitalismo colapsará del mismo modo en que se derrumbó el comunismo. Y por la misma razón: porque es inviable e insostenible en el largo plazo. Pero no creo que ese derrumbe sea tan inminente como para que le toque justo a Trump. Sigo pensando que, en última instancia, tanto Trump como Hillary no han sido más que payasos del mismo circo cuyos dueños están haciendo malabarismos para sostener el espectáculo. Cada día les cuesta más mantener funcionando el show, es cierto; pero todavía lo sostienen.
Por eso, finalmente, yo que Trump tendría cuidado. Llegar al puesto de presidente es una cosa; ejercer el poder es otra muy diferente y el poder real norteamericano tiene métodos bastante expeditivos de deshacerse de los presidentes que no le son funcionales. Hasta ahora mataron a cuatro (Lincoln, Garfield, MacKinley y John F. Kennedy) más un posible quinto (Harding) y casi un sexto (Ronald Reagan con 4 atentados, hasta que por fin entendió). [12] Y cuando eso no funciona, no conviene o resulta imposible, siempre queda el recurso que le aplicaron a Nixon.
Esperemos a ver el final de la película.
Gracias a todos por leerme.
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NOTAS
1)- A las 15 hs GMT del 9 de Noviembre, Hillary tenía 59,299,381 votos en total mientras que Trump cosechaba 59,135,740 sufragios. Había, pues, en ese momento 163,641 votos a favor de Hillary.
Cf. p.ej. http://metro.co.uk/2016/11/09/hillary-clinton-actually-got-more-votes-than-donald-trump-but-he-still-won-the-election-6247216/
2)- http://www.revistaanfibia.com/ensayo/los-diarios-hillary-los-fans-trump/
3)- https://www.rt.com/op-edge/366026-us-trump-markets-down/
4)- http://www.clarin.com/opinion/Ir-Hillary-volver-Trump_0_1684631524.html
5)- Cf. http://entrama.educacion.gov.ar/uploads/documentos/las_elecciones_de_1995/documento_1.pdf
6)- Ver Darrell Huff
Como Mentir con Estadísticas. La Nueva Editorial Virtual, 2014
7).. "Minería" o explotación de datos. http://www.sinnexus.com/business_intelligence/datamining.aspx
8)- https://cambridgeanalytica.org/
9)- Cf. http://mashable.com/2016/11/10/donald-trump-polling-data/#qarjxcgcUSqQ
10)- "
the land of the free and the home of the brave" . Estrofa-estribillo de
The Star-Spangled Banner, el himno nacional de los Estados Unidos.
11)- Ver mi artículo
¡Agárrense y no hagan olas! de Enero 2009 en
Doce Buenos Años, La Editorial Virtual, pág.561
12)- Ver otro artículo mío de Noviembre 2003
Yo no creo en brujas, pero que las hay.... en
Doce Buenos Años La Nueva Editorial Virtual, 2014, Págs. 235 y ss.