MIS LIBROS

domingo, 29 de marzo de 2020

HUNGRÍA Y EL CORONAVIRUS

A veces el primer deber de una persona
inteligente es reafirmar lo obvio.
George Orwell

Prefiero la crítica más aguda de una
sola persona inteligente antes que la
aprobación ignorante de las masas.
Johann Kepler

Las personas inteligentes pueden ser crueles.
Pero los estúpidos pueden ser
monstruosamente crueles.
Jack London

Introducción

Después del derrumbe de la Unión Soviética los comunistas húngaros, ante la casi imposibilidad de que fueran votados en una elecciones libres, tuvieron que reciclarse. Lo consiguieron haciendo dos cosas: 1)- la vieja guardia marxista desapareció de escena y los hijos de los antiguos funcionarios ocuparon su lugar y 2)- la tesis del viejo socialismo como preludio al comunismo fue olvidada y la nueva generación – mas gramsciana que leninista – se amoldó estratégicamente al socialismo "light" del populismo liberal con sus derechos humanos, su democratismo a ultranza, sus teorías de género, su permisivismo, su garantismo prácticamente abolicionista, su globalismo y sus promesas de una libertad casi irrestricta rayana en la anarquía. En Hungría fueron conocidos como los "liberales de izquierda" o "zurdi-liberalitos" [1] en la jerga de la calle.

Budapest - El edificio del Parlamento
Consiguieron en un momento dado acceder al poder pero lo ejercieron de una manera tan increíblemente desastrosa que lo único que consiguieron fue poner al país de rodillas ante los caprichos de la finanza internacional y los centros de decisión de la Unión Europea mientras la situación de Hungría se iba deslizando hacia situaciones iguales a las de los últimos años del comunismo impuesto por los soviéticos.

El contragolpe al fracaso liberal de "izquierda" fue un masivo desplazamiento de los votantes húngaros hacia la "derecha" representada principalmente por la "Alianza de los Jóvenes Democráticos" [2] de característica conservadora que en 2010 desplazó a la izquierda del poder con un indiscutible triunfo electoral que le permitió obtener los dos tercios de los escaños del Parlamento unicameral.

Con el correr de los años y la razonablemente exitosa gestión política de todos los días, los hombres del FIDESZ, con Viktor Orbán a la cabeza más algunos aliados circunstanciales, se fueron afirmando en el poder hasta convertirse en la fuerza política indiscutidamente dominante de Hungría.

Entre muchas otras cosas, esto le permitió a Viktor Orbán encarar una reforma constitucional integral.

La reforma Constitucional

El 1º de Enero de 2012 entró en vigencia la nueva Constitución de Hungría impulsada por el actual partido en el gobierno y que generó un    verdadero huracán de aullidos de protesta en todo el arco de la izquierda. [3] La pura verdad es que, desde el punto de vista de un gramscismo pseudoliberal,  los herederos del comunismo húngaro tenían motivos para quejarse. Aunque no solamente los hijos de los ex-comunistas húngaros pusieron el grito en el cielo.

La nueva Constitución generó inmediatamente el rechazo y las exigencias de derogación incluso de personalidades internacionales tales como Hillary Clinton y José Manuel Durão Barroso, en ese momento presidente de la Comisión Europea y actual chairman de Goldman Sachs International. O sea: personas del ámbito internacional que no tenían absolutamente ninguna autoridad ni jurisdicción sobre el Estado Húngaro, exigían (!) la derogación de una Constitución votada en el Parlamento por una mayoría de dos tercios de los representantes del Pueblo Húngaro. La nueva Constitución pasó por algunas modificaciones desde entonces pero los artículos motivo de queja de los liberales de izquierda se han mantenido y, más aún, algunos conceptos se han reafirmado de un modo más estricto y claro todavía.

Los artículos constitucionales que más desataron la ira de la izquierda son varios. La nueva Constitución no sólo es restrictiva respecto al aborto ("la vida del feto se protegerá desde la concepción hasta el nacimiento") y contraria al matrimonio entre homosexuales así como a la adopción por parte de homosexuales, sino que arranca con el siguiente texto:

Nosotros, miembros de la Nación Húngara y a principios del nuevo milenio, conscientes de nuestra responsabilidad por todos los húngaros, declaramos lo siguiente:
 
Nos enorgullece que nuestro rey San Esteban pusiera al Estado húngaro sobre una base sólida hace mil años e hiciera nuestro país parte de la Europa cristiana. 

Estamos orgullosos de nuestros antepasados que lucharon por la supervivencia, la libertad y la independencia de nuestro país.

Estamos orgullosos de las grandes creaciones espirituales del pueblo húngaro.

Nos enorgullece el hecho que nuestro pueblo haya estado durante siglos combatiendo por Europa y haya acrecentado los valores europeos comunes mediante su talento y su esfuerzo.

Reconocemos el papel del cristianismo en la preservación de la nación. Respetamos las diferentes tradiciones religiosas de nuestro país.
No es de extrañar que esto y numerosas otras partes de la nueva Constitución hicieran saltar todos los fusibles en la mente de los marxistas ateos y materialistas de Europa. Principalmente los encaramados en la estructura burocrática de la Unión Europea.

El conflicto

Y los fusibles liberalmarxistas siguen saltando hasta el día de hoy.

Hungría, como es obvio, no ha escapado al coronavirus y a la necesidad de tomar medidas drásticas para evitar los contagios. Al momento de escribir estas líneas [4] Hungría tiene 408 infectados, 13 fallecidos, 34 curados y 12.148 personas testeadas. [5] Para conseguir una contención más segura el gobierno consideró necesarias varias medidas adicionales a las actuales para lo cual se elaboró un proyecto de ley que hace muy poco fue puesto a consideración del Parlamento.

¡Para qué!

Antes incluso de que el proyecto fuese votado ya saltó como picada por un escorpión la Secretaria General del Consejo de Europa enviando una carta al Primer Ministro Viktor Orbán en la que le "advierte" que cualquier medida que se tome debe, necesariamente, contar con el beneplácito de la burocracia de la Unión.

En pocas palabras: un Estado soberano, a través de un Parlamento libre y democráticamente votado por el pueblo, toma una medida que le disgusta a la titular de una oficina de la Unión Europea y la señora ya se siente autorizada a "advertir" que las medidas a tomar no pueden contradecir lo que decida un grupo de oficinistas que se creen autoridades supranacionales con derecho a veto.

Lo que no creo que la señora haya previsto antes de mandar su histórica carta fue la respuesta de Viktor Orbán.

Vale la pena seguir el intercambio epistolar como ejemplo de cómo puede reaccionar un dirigente político que insiste en tratar de que su país siga siendo soberano frente al avance de una simple funcionaria del Nuevo Orden Mundial que, a su vez, se siente lo suficientemente respaldada como para insistir en tratar de imponer una autoridad que no tiene.

La carta de la Buriç

Marija Pejčinović Burić
Carta de la Secretaria General del Consejo de Europa, Marija Pejčinović Burić, a la atención de Viktor Orbán, primer ministro de Hungría [6]

Consejo de Europa
El Secretario General

Estrasburgo 24 de Marzo 2020

Estimado Primer Ministro

La pandemia de COVID-19 impulsó legítimamente a los estados miembros del Consejo de Europa a tomar medidas drásticas para proteger la salud pública. Estas medidas restringen una serie de derechos y libertades individuales consagrados en las constituciones y en el Convenio Europeo de Derechos Humanos. Mientras que las normas de derechos humanos nacionales e internacionales aplicables permiten tales restricciones, su severidad puede requerir la implementación de un régimen derogatorio en forma de estado de emergencia, según lo dispuesto por el orden constitucional nacional.

Estoy siguiendo los acontecimientos relacionados con el estado de emergencia en Hungría con gran atención. En este contexto, me gustaría subrayar que las medidas que los Estados miembros toman en las circunstancias excepcionales actuales de la pandemia deben cumplir tanto con las constituciones nacionales como con las normas internacionales, y observar la esencia misma de los principios democráticos. Un estado de emergencia indefinido e incontrolado no puede garantizar que se observen los principios básicos de la democracia y que las medidas de emergencia que restringen los derechos humanos fundamentales sean estrictamente proporcionales a la amenaza que se supone que deben contrarrestar.

Además, el debate democrático en los parlamentos nacionales, en los medios de comunicación e Internet, así como el acceso a información y documentos oficiales son elementos esenciales de cualquier orden libre y democrático y de particular importancia en situaciones de crisis para mantener la confianza en la sociedad.

Nuestros estados miembros están decididos a abordar la amenaza resultante de la pandemia de COVID-19, pero esto debe hacerse de una manera que respete los valores fundamentales de la Organización: democracia, estado de derecho y derechos humanos. El Consejo de Europa sigue dispuesto a ayudarlos en este empeño, incluso poniendo a disposición toda la experiencia y asistencia que puedan ser útiles. Invito a las autoridades húngaras a aprovechar esta oportunidad”.

Lo saluda

Marija Pejčinović Burić

La respuesta de Orbán

Viktor Orbán
Respuesta del Primer Ministro de Hungría Viktor Orbán a la atención de la Secretaria General del Consejo de Europa, Marija Pejčinović Burić, [7]

Sra. Marija Pejčinović Burić
Secretaría General del Consejo de Europa
Estrasburgo

Budapest, 25 de Marzo 2020

Estimada Señora Secretaria General

Recibí su carta del 24 de Marzo.

Por favor, sea tan amable de estudiar el texto exacto del proyecto de ley que se halla a consideración de la Asamblea Nacional de Hungría. También la exhortaría a examinar las prácticas legales similares de otros países.

Si no puede ayudarnos en la presente crisis, por favor absténgase al menos de interferir en nuestros esfuerzos preventivos. 

La saluda

Viktor Orbán
Att. a todos los miembros del Consejo de Europa

Conclusión

Si todo esto es un experimento de ingeniería social para meter en "prisión domiciliaria" a toda una población a través del miedo, ¿por qué los zurdos se vuelven locos cuando se toman medidas drásticas justamente para lograr que todo el mundo se quede en su casa?

¿Será que la cuarentena es aceptable si la decide un social-marxista, pero, si la decide alguien que ni siquiera es "nacionalista" sino apenas un conservador que ama su país, hay que detenerlo a toda costa porque se trata de las medidas totalitarias de un "autócrata fascista"?

Pero a algunos "nacionalistas" tampoco los termino de entender. Cuando, bien que a los manotazos y sin ningún plan previo, Alberto Fernández toma ciertas medidas irritantes resulta que es un genuflexo que implementa dócilmente las medidas dictadas por el Nuevo Orden Mundial. Pero cuando esas mismas medidas las toma alguien que se aguanta y hasta contesta todas las puteadas de los funcionarios del NOM, entonces... ¿silencio de radio y hasta (discretos) aplausos?

Italia y España no quisieron creer en la severidad del COVID-19 y ahora que se les escapó de las manos están en plena diarrea no sabiendo qué hacer para pararla. Tanto Trump (132.000 casos confirmados) como Bolsonaro (4.200 casos), desestimaron y siguen queriendo desestimar las medidas de aislamiento preventivo y están más preocupados por el estado de la economía que por la vida de sus propios ciudadanos.

¿Acaso a ellos les ha ido mejor?


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NOTAS
1)- Ballibcsik  (pron: bal-libchik)  de "bal" = izquierda  y "libcsik"= liberalitos)
2)- FIDESZ  Fiatal Demokraták Szövetsége.
3)- https://www.vivireuropa.com/la-nueva-constitucion-de-hungria-al/
4)- 29/03/2020
5)- https://www.magyarhirlap.hu/kronika/20200329-mar-fertozott-van-magyarorszagon
6)- https://rm.coe.int/orban-pm-hungary-24-03-2020/16809d5f04
7)- https://pbs.twimg.com/media/ET-vGEXXYAEbSvv?format=jpg&name=large



domingo, 22 de marzo de 2020

RIESGOS Y PANDEMIA

Detecte y ocúpese de los problemas
en su estado más incipiente antes de
que se hagan grandes y se vuelvan fatales.
Pearl Zhu

Una de las principales lecciones de la
gestión de riesgos es que un mar que
se retira no es su generosa oferta de
un pedazo mayor de playa sino
la señal de que viene un tsunami.
Jos Berkemeijer

Presentación

Antes que nada permítanme un poquitín de autobombo.

He trabajado en análisis de riesgos durante más de 25 años. Durante todo ese cuarto de siglo largo he analizado principalmente riesgos industriales desde la óptica de una cobertura de todo riesgo operativo y riesgos del trabajo bajo muy variadas circunstancias.

No digo esto para pavonearme ni para estampar mis blasones en la cara de nadie, aunque más no sea por la sencilla razón de que los datos de mi CV no son blasones. Representan tan solo un cuarto siglo largo de experiencia; años en los que tuve el privilegio de aprender cómo se hacen las cosas mediante el contacto directo con las personas que las hacían. Y los que las hacían sabían lo que estaban haciendo.

Fin de la presentación. Punto aparte y vayamos al grano.

Los argentinos y sus grietas

Los argentinos son buenas personas en su enorme mayoría. Por supuesto que entre ellos – como entre cualquier otro grupo humano del mundo – hay delincuentes de toda laya; pero el 99% de los argentinos es buena gente; buenas personas que lo único que quieren es vivir en paz, tener una linda familia, salir con amigos, disfrutar de buena compañía, comerse un buen asado y mirar un buen partido.

Hoy ya no se usa la expresión, pero antes solía decirse que el argentino es "gaucho"; siempre dispuesto a hacer una "gauchada" si un amigo se lo pedía. Ahora se dice que es "solidario" o que tiene "empatía" con sus semejantes. El egoísmo demoliberal con su justificación de la codicia y el individualismo egoísta ha hecho estragos en esta característica del argentino, es cierto. Pero, en el fondo y sobre todo fuera de las grandes concentraciones urbanas, el argentino sique siendo el gaucho que le va a dar una mano si Usted también es una buena persona y se lo pide bien.

Desgraciadamente no todas son rosas. El argentino también tiene sus características menos amigables. Una de ellas, que le viene desde la Revolución de Mayo, es que ante cualquier tema importante que aparezca, en la Argentina inmediatamente se generan dos bandos dispuestos a agarrarse de los pelos y terminar a las trompadas. Incluso a los tiros en algunos casos.

Morenistas y saavedristas, unitarios y federales, radicales y socialistas, peronistas y gorilas, subversivos y represores, kirchneristas y antikirchneristas... llámense como se llamen, en la Historia argentina siempre hubo una "grieta" divisoria. Y no sólo en política. Porque, como no podía ser de otro modo, incluso en esto de la pandemia del COVID–19 ya se ha formado una "grieta" con los que se cuidan de un lado y los que putean contra las medidas tomadas por el otro.

¿Saben por qué el gobierno ha tomado las medidas que tomó? Porque son las únicas medidas que se pueden tomar.

El COVID-19 en la Argentina

Hay un virus. Bastante desconocido hasta ahora. No hay vacuna para prevenir el contagio. Menos todavía hay un antiviral para combatirlo. Es tremendamente contagioso. Cualquier persona mayor de 60 años, sobre todo si tiene alguna enfermedad preexistente (¿y cuántos mayores de 60 años no tienen alguna?) tiene un serio riesgo de muerte. [1] ¿Qué demonios se supone que hay que hacer en un caso así? ¿Encogerse de hombros y atender a los contagiados a medida en que van apareciendo?



La única alternativa hubiera sido simplemente no hacer nada. ¿Y saben qué hubiera pasado en ese caso?  En muy pocas semanas la velocidad de propagación del SARS-CoV 2 [2] generaría tantos casos que los recursos sanitarios y hospitalarios quedarían desbordados, los médicos no tendrían más remedio que dejar morir a los viejos con poca probabilidad de recuperarse para tratar de atender a los más jóvenes con más probabilidades. Al final, tendrían que pedirle camiones al ejército para llevarse los ataúdes con los muertos porque los crematorios de algunas ciudades no darían abasto. Y en ese caso, todos estarían a los gritos, puteando al gobierno por no hacer nada. ¿No me creen? Pregúntenle a los tanos y después me cuentan. Porque eso es casi exactamente lo que pasó en Italia. [3]

¿Que el plan de emergencia implementado por el gobierno es criticable y causa un sinfín de dolores de cabeza? Sí. Es cierto. Pero ¿saben por qué?

Planificación vs Improvisación

En primer lugar porque no es un plan. Es una serie de medidas obvias tomadas entre gallos y medianoche por unos políticos a los cuales hay que reconocerles el mérito de haber escuchado – ¡por una vez en la vida! – a los infectólogos y epidemiólogos expertos que tiene el país; y eso a pesar de tener un Ministro de Salud que hasta apenas unos días atrás jugaba a la ruleta rusa afirmando a quien quisiera oírlo que la pandemia podía no llegar a la Argentina y después salió a tratar de justificar su tremendo error argumentando que, en realidad, lo que pasó fue que llegó antes de lo esperado.

En segundo lugar porque en la Argentina demoliberal y garantista no hay planes. No los hay porque los políticos no piensan en términos de necesidades sino en términos de votos. Si hay algo que genera satisfacciones traducibles en votos, la demagogia – ésa que ahora le dicen "populismo" – hace que (quizás) algo de eso se haga. Si no genera votos, a nadie le importa un comino porque, como se dice en los pasillos y fuera de micrófono: no genera "rédito político". A menos, por supuesto, que a pesar de eso genere algún "rédito" económico; pero en ese caso ya estaríamos hablando de una "especialidad" política diferente.

No hay planes porque, además de traducirlo todo a votos, la visión del político argentino se extiende solo hasta el final de su mandato. Con suerte, hasta ese final más el tiempo de una reelección. Excediendo ese tiempo, al "rédito político" (incluso al económico) hasta puede heredarlo alguien de la oposición y la Patria será la Patria, el Movimiento será el Movimiento y los Hombres serán los Hombres, pero tampoco es cuestión de avivar giles para que se vuelvan contreras.

En tercer lugar, las medidas implementadas generan muchos chisporroteos porque, al no tener un verdadero plan preparado de antemano, tanto los que disponen las medidas como quienes deben ejecutarlas no tienen más remedio que improvisar sobre la marcha, adaptando cosas, inventado procedimientos, luchando contra años de desidia y desmantelamiento, encargándole tareas a personal que nunca fue ni capacitado ni mucho menos adiestrado para llevarlas a cabo y todo eso luchando contra toda una manga de reverendos pedazos de pelotudos que, en lugar de ayudar, protestan porque están recontra convencidos de que ellos la saben mejor.

Y la creen saber mejor porque comparan las peores cifras anuales de la gripe con las de apenas tres meses del COVID-19. Comparan los casos del cáncer con los del coronavirus pasando por alto el pequeño detalle de que el cáncer no es contagioso. Incluso leí por ahí el ditirambo de un genio que denostaba las medidas tomadas argumentando que hay más accidentes de tránsito que casos de coronavirus.  Todas pruebas irrefutables de que los miembros de la Sexta Internacional siempre son mayoría. En este momento (21/03/2020), hay 225 infectados y más de 3.200 detenidos por violar la cuarentena. Como dijo una buena amiga mía: eso demuestra que tenemos más imbéciles que enfermos... y después algunos quieren que la democracia funcione.

Échenle la culpa al NOM

Y por favor no me vengan ahora con el argumento del Nuevo Orden Mundial. Desde las últimas dos o tres décadas del Siglo XX que vengo escuchando el tema de la "explosión demográfica" y yo mismo me he referido en varias oportunidades al tema del aumento de la población mundial. Porque el tema de la sobrepoblación del planeta ES un problema serio.

Entre muchas otras razones, el sistema socialmarxista colapsó porque fue incapaz de garantizarle una vida decente a los seres humanos que gobernó. Lo que pasa es que el sistema económico liberalcapitalista actual va en vías de meterse en casi el mismo callejón sin salida. Ya hoy no tiene más remedio que admitir que no puede sostener una población en constante crecimiento. De modo que al actual sistema le quedan solo dos opciones: o bien cambia completamente de orientación, de valores y de métodos de gobierno y de producción, o bien frena el crecimiento demográfico y sigue igual pero con menos gente.

Como los poseedores actuales del Poder Real no tienen ni la más leve intención de cambiar de orientación, valores morales, métodos de gobierno y modos de producción, es obvio que en el pasado y en el presente estuvieron y siguen buscando la manera de achatar la curva demográfica. Y no la están encontrando porque la población no para de crecer. Los dueños del Poder Real tienen motivos para estar bastante nerviosos.

Las Piedras-Guía de Georgia
Henry Kissinger hoy es un viejo carcamal de 96 años que está con un pié en el ataúd y la mitad del otro en el cementerio. Pero sí, es cierto que fue un vigoroso propulsor del control de la natalidad y la reducción demográfica. Sí. Es cierto: George Soros, Bill Gates y varios más se han manifestado y trabajan en el mismo sentido. No sé si puntualmente Christine Lagarde dijo "los ancianos viven demasiado y es un riesgo para la economía mundial"; no pude encontrar en toda la Internet una referencia exacta de cuando lo dijo, en qué ocasión y en qué contexto. Pero sí sé que en abril de 2012 el FMI alertó sobre "... las implicaciones financieras potencialmente muy grandes del riesgo de longevidad; es decir, el riesgo de que la gente viva más de lo esperado" [4].  También es cierto que el extrañísimo monumento llamado "Las Piedras de Georgia" – construido en 1979 – tiene grabada una propuesta para mantener a la población mundial por debajo de los 500 millones (sic) de habitantes.  Y sí. Es cierto. Coudenhove-Kalergi propuso en la primera mitad del Siglo XX un plan para la mestización completa de Europa. Todo eso es cierto o, por lo menos, bastante aproximadamente creíble aunque de lejos no tan infantilmente simple como lo quieren los amantes de las conspiraciones.


Lo que no veo es de qué cuernos nos sirve saber todo eso – y varias otras cosas más que andan circulando por ahí – para superar la pandemia del COVID-19 hoy en la República Argentina. No hay caso. Pongan a un montón de personas frente a un problema. Lo primero que hará la mayoría en la Argentina es buscar un culpable en lugar de buscar una solución. Y después, cuando encuentren al culpable, lo putearán hasta en jeringoso mientras los aplasta la falta de soluciones reales.

Hay métodos para buscar soluciones. No son fáciles y requieren mucho estudio y muchísimo trabajo. Probablemente por eso es que no son muy populares que digamos. Pero si quieren tener un panorama serio acerca de cómo se deben encarar las grandes catástrofes y tienen, además, la suficiente paciencia o curiosidad para seguir leyendo, lo que sigue puede darles una idea de cómo se gestiona un riesgo como el de una pandemia.

El riesgo

Hay muchas definiciones del concepto de riesgo, varias de ellas demasiado ajustadas al tipo de riesgo que se desea analizar. Una definición genérica, pedestre, sin demasiados academicismos, podría ser: "riesgo", como concepto, remite a todo lo que no quisiéramos que pase. Cualquier cosa que pueda impedir la realización de mi actividad – aunque esa "actividad" sea simplemente la de vivir – representa un riesgo.

Las dimensiones básicas del riesgo con las que se trabaja en el análisis son dos: la frecuencia y la severidad.

La frecuencia nos indica cuantas veces en determinada unidad de referencia es probable que, según la experiencia, ocurra el hecho que no quisiéramos que suceda. Por ejemplo: la experiencia nos indica que una elemento de la turbina de un avión se gasta y deja de funcionar después de X horas de vuelo; después de N kilómetros un neumático puede reventar; una cerradura se rompe después de Z veces de abrir y cerrarla; en una epidemia ocurren X casos por día, por mes o por año,  etc. etc.

Por su parte, la severidad nos indica el daño que el riesgo puede producir. Por ejemplo: el incendio de la totalidad o solo una parte de una fábrica; el colapso de una torre; la caída de la carga de una grúa; la discapacidad o la muerte del afectado; etc. etc.

¿Qué se puede hacer con el riesgo? Básicamente cuatro cosas:
  • Asumirlo y no hacer nada. Es lo más simple. Estoy expuesto a riesgo, no hago nada al respecto. Si el daño se produce, lo asumo, me hago cargo de las consecuencias y a otra cosa.
  • Eliminarlo: si una actividad o tarea genera riesgo, cesando la actividad o suprimiendo la tarea, el riesgo queda eliminado. Por supuesto, en la enorme mayoría de los casos esta alternativa es impracticable.
  • Controlarlo: tomando medidas de control y prevención que contribuyan disminuir la frecuencia y/o la severidad del daño. Es decir: bajando la probabilidad de que el daño ocurra y, si a pesar esas medidas el fenómeno se produce igual, que cause el menor daño posible.
  • Transferirlo: encargándole la tarea a otro o comprando un seguro. Con el seguro, sin embargo, hay que tener cuidado porque lo que se transfiere no es el riesgo en sí sino tan solo el costo del daño que puede producir.
No quiero aburrirlos con los mil matices y considerandos de cada una de estas alternativas de acción. Si desean profundizar en el tema, uno de los libros que les puedo sugerir es: "Introducción a la Gestión Integral de Riesgos Empresariales - Enfoque ISO 31.000" de Isabel  Casares  San  José-Martí y Edmundo R. Lizarzaburu Bolaños. Lo sugiero porque es uno de los pocos que valen la pena y se puede descargar de la Internet. [5]

Las actitudes frente al riesgo

En el universo del riesgo las personas se distribuyen entre dos extremos. En uno de esos extremos están los "favorables al riesgo"; en el otro los "hostiles al riesgo".

Los extremadamente favorables al riesgo son los "optimistas" que lo toman como un desafío. En parte porque son adrenalina-adictos, en parte porque tienen la tendencia a minimizar cualquier exposición al riesgo y en parte porque su carácter es el de los temerarios que sienten una casi obligación de despreciar todo riesgo para afirmar su personalidad. Son los que se hacen pilotos de Fórmula 1, paracaidistas, motociclistas de competición, militares de tropas de élite y todas las demás profesiones de riesgo.

El otro extremo de los hostiles al riesgo se compone de los "cobardes" que entran en pánico ni bien aparece una amenaza sobre el horizonte. Son los paranoicos, los miedosos, los que prefieren huir, guarnecerse en algún lugar seguro y quedarse allí antes que salir y tratar de controlar la situación de alguna manera. Son los que llenan su casa de alarmas, trabas, puertas de seguridad, candados y llaves de todo tipo; los que tienen un duplicado de todo; los que guardan toneladas de cosas inútiles "por las dudas"; los que desconfían de un modo enfermizo de todo el mundo y compran seguros hasta para el collar del perro.

Y en algún lugar intermedio entre optimistas y cobardes están los egoístas a quienes no les importa el riesgo mientras crean que a ellos no los va a afectar y disfrutan de la vida burlándose de los demás mientras pueden seguir creyéndose exentos, pero salen histéricos a pedir protección cuando la realidad los obliga a cambiar de opinión. Son hiper-optimistas al principio, pero se vuelven increíblemente cobardes cuando las papas empiezan a quemar. Es lo que siempre me comentaba mi madre que vivió los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial: "Es increíble como un bombardeo te puede mostrar la verdadera cara de las personas." Pongan a cualquiera de esos karatecas orales en una situación de verdadero peligro y fíjense lo rápido que se convierte en una rata arrastrada buscando refugio a los empujones y hasta a las trompadas.

Refugio Antiaéreo de la Segunda Guerra Mundial

Por supuesto que no todo el mundo es así. En líneas generales la enorme mayoría de las personas normales se distribuye entre los dos extremos aproximadamente de acuerdo a una Campana de Gauss.

Las recomendaciones

Después de analizar un riesgo lo que por regla general se hace es un informe al final del cual generalmente se agregan algunas recomendaciones. Entre ellas hay recomendaciones puntuales específicamente referidas al riesgo analizado y pueden agregarse recomendaciones genéricas en materia de gestión y administración de riesgos.

De estas recomendaciones genéricas, las más usuales son:

No apueste más de lo que está dispuesto a perder

Si usted considera que algo no es imprescindible, déjelo estar. No se preocupe. El perderlo, sea en un incendio, en un robo, o en cualquier otra circunstancia, no le cambiará la vida. Pero aquello que sí le importa, aquello que para usted es imprescindible y, sobre todo, lo que no podrá reponer si se daña o se destruye, a eso sí protéjalo porque si lo llega a perder no le va a quedar otra que hacer lo que hizo el proverbial lord inglés quien, cuando se le incendió el castillo, le ordenó a su mayordomo que le sirviera el té en el jardín y se sentó a tomarlo mientras murmuraba: "¡Oh! ¡ Asombroso! Verdaderamente. Un espectáculo que no se ve todos los días".

La otra recomendación, especialmente dirigida a los grandes amigos del riesgo es:

No exponga otras personas al riesgo que Usted asumió

Si a usted le encantan las altas velocidades y logra convencer a Mercedes para que lo deje subir a un F1 W10 EQ Power+, pues ¡Aleluya! Vaya, corra su carrera, diviértase, brinde un buen espectáculo y lo aplaudimos a cuatro manos. Si es adicto a la adrenalina vaya y dígale a un compañero que se tire antes llevando el paracaídas de Usted. Luego tírese sin paracaídas, alcance a su compañero, póngase el paracaídas en el aire, ábralo y aterrice elegantemente en medio del huracán de vítores del público. ¡Bien por Usted! ¡Felicitaciones!

Pero si tiene un buen fierro estándar y le gusta pisarlo, por favor no lo haga en la ciudad haciendo picadas y violando los semáforos a las tres de la mañana. En una esquina puede encontrarse de pronto con un pobre tipo que salió de raje de su casa en un viejo y destartalado Renault 4 porque su pibe está vomitando con 40º de fiebre y no consiguió un taxi para llevarlo al hospital.

Está bien; lo que acabo de decir es exagerado, pero sirve para ejemplificar. Lo que quiero decir es que, si Usted decidió asumir un riesgo, eso no le da derecho a exponer a otras personas a las consecuencias de la decisión que USTED tomó.

En otras palabras en lenguaje de barrio: si Usted quiere matarse, mátese nomás y sea feliz. Pero no me obligue a matarme con usted o por culpa suya. Si quiere, desparrame 10 litros de nafta por su casa, préndale fuego y siéntese en la vereda de enfrente a hacer la del lord inglés. Pero si yo soy su vecino avíseme porque no me haría ninguna gracia que SU fuego se propague a MI casa. Si a Usted no le importa la probabilidad de enfermarse, pues vaya, expóngase alegremente al riesgo, dado el caso enférmese, gócelo y dele mis saludos a la Parca. Pero no me contagie a mí porque no tengo ganas en absoluto de cometer semejante estupidez.

Espero haber sido claro.

La tercera recomendación es:

Aprenda a interpretar estadísticas y porcentajes

No voy a hablar de estadísticas en detalle. Solo quisiera llamar la atención sobre la multitud de pequeñas y grandes "trampas" que existen en materia estadística, algo que a George Bernard Shaw le hizo formular aquella definición ya clásica en cuanto a que "la estadística es el arte de mentir con números". Aunque la verdad es que el inefable irlandés se quedó un poco corto. Porque es peor que eso. La estadística permite engañar SIN mentir.

A quienes quieran profundizar un poco en esto les recomiendo un libro muy bueno, simple, sin complicados formuleos matemáticos, y hasta divertido porque está escrito con un excelente sentido del humor. Es de Darrell Huff y se llama (no podía tener otro título) "Cómo mentir con estadísticas". Pueden descargarlo de la Editorial Virtual. [6]

Aquí quisiera contarles solo un poco sobre promedios.

Cuando hablamos de promedios la enorme mayoría de los mortales comunes – y especialmente la amplísima gama de personas normales que simplemente odian las matemáticas – piensa en el promedio clásico de la tradicional suma de datos dividida por la cantidad de datos. Es decir; si tengo cinco datos, p. ej. 60, 30, 15, 99 y 22, el promedio sería 60 + 30 + 15 + 99 + 22 = 226 / 5 = 45,2

Pues bien, en la jerga estadística por lo general no se habla de "promedios" sino de "medias" y la que acabamos de ver es la denominada "media aritmética". El nombre, por supuesto, no es lo importante. Lo importante es que muchísima gente cree que es el único promedio que existe. Y eso no es cierto. Hay muchas otras medias. Por lo menos cuatro principales aparte de la aritmética: la media ponderada, la media geométrica, la media armónica y la media cuadrática.  Después, podríamos hablar de la media muestral y de la media poblacional, y luego terminar considerando la moda y la mediana.

Como pueden apreciar, es un verdadero lío. Pero no se mareen. Ante la afirmación de cualquier artículo periodístico que hable de "promedios", lo que hay que saber es qué media se ha aplicado para calcularlos. Si eso no está indicado (como que casi nunca lo está), desconfíen. La media aritmética común suele distorsionar mucho si entre los números promediados hay algunos excepcionalmente divergentes del resto. Por ejemplo, si tienen ustedes una serie de 50 números en la que 48 de ellos están en un valor entre 1 y 500 mientras que los dos restantes tienen valores de, digamos, 96.000 y 180.000 respectivamente, una media aritmética les dará una cifra muy poco representativa del promedio real.

Si desean chequear algunos datos o jugar un poco con estos promedios, la buena noticia es que no tienen que aprender necesariamente los formuleos que en algunos casos son bastante complejos. Quienes tienen alguna habilidad con las planillas Excel, disponen de un modo bastante simple de calcular medias, medianas y modas con las funciones incorporadas al software. Excel tiene una muy amplia colección de funciones estadísticas con las cuales pueden "jugar" si lo desean.

La otra cosa que hay que aprender es a leer porcentajes. Si me dicen que el 10% de los trabajadores padece siliconosis, yo no sé cuántos trabajadores afectados hay. Si me dicen que el 1,5% de los expuestos a una epidemia se contagiaron y que de ellos murió el 0.9% no tengo ni la más repálida idea de cuántos pacientes se tuvieron que atender y cuantos cadáveres hubo que enterrar o cremar. Si estamos hablando de la población argentina de 44.560.000 de personas, esos porcentajes representarían 668.400 casos de los cuales se nos morirían unas 6.016 personas. Más de medio millón de casos con más de 6.000 muertos no sería para tomarlo a la chacota. Al menos a mí no me causaría ninguna gracia.

Pero, dado el caso también podrían ser relativamente pocos. Si estamos considerando una pequeña ciudad de 30.000 personas, con esos porcentajes tendríamos 450 afectados y  4 muertos. Algo que podría sonar a poco. Claro que, si entre esos cuatro muertos uno es tu hijo, lo que acabo de escribir no te gustaría para nada. Es lo que los analistas de riesgo decimos siempre: la estadística es muy linda hasta que uno no forma parte de ella.

Los grandes genios del post-facto

Una de las grandes frustraciones que tenemos los analistas de riesgo es que en muchísimas oportunidades no podemos demostrar el valor o el éxito de nuestro trabajo.

Vamos a una casa. Vemos que no tiene ni rejas, ni alarmas, ni cerraduras como la gente. El sueño dorado de cualquier ladrón. Supongamos que voy, relevo la situación y en mis recomendaciones pongo que, como mínimo, pongan rejas en las ventanas y llaves doble paleta en las puertas. El dueño de casa salta como leche hervida argumentando que eso le sale un vagón de plata, que no se justifica, que en 20 años que vive ahí nunca tuvo un robo, que el barrio es tranquilo y que etc. etc. etc. La compañía de seguros le contesta que, o pone las rejas o no suscribe el seguro. Punto. Se acabó la discusión.

El tipo va, refunfuña, protesta, te dice de todo menos bonito pero saca las cuentas y llega a la – en realidad bastante obvia – conclusión que un par de rejas y cerraduras le sale más barato que el perder el home theater, la computadora, la consola de juegos, la guitarra y el amplificador junto con un buen par de cosas más que un eventual ladrón se llevaría. Así que pone las rejas y las cerraduras, contrata el seguro.... y se va de vacaciones. Cuando vuelve, la casa está entera, nadie le robó nada; no pasó nada. Y el tipo va y con cara de sobrador canchero te dice:

— ¡Já! ¿No le dije que no iba a pasar nada? Usted me hizo gastar una ponchada de plata y al final resultó que fue al divino botón.

Ante esos genios post-facto que hasta se burlan de uno justo y precisamente cuando las medidas de prevención funcionaron, lo único que queda es ponerles cara de "claro-por-supuesto" y soportarlos con estoicismo. No hay otra alternativa. Y no la hay porque:

Una tesis negativa no puede ser demostrada.

A Usted, que siguió las recomendaciones y puso rejas en las ventanas, nunca le voy a poder mostrar la cantidad de robos que NO ocurrieron justamente porque tenía rejas en las ventanas. Nunca voy a saber cuántos rateritos pasaron por su casa, vieron las rejas, y dijeron "Naa, ésta es demasiado jodida. Vamos a una más fácil, loco". Y si le hago instalar una alarma, la misma se dispara y Usted es uno de esos amantes del riesgo que indefectiblemente la saben mejor, siempre me podrá argumentar que fue el gato, o que esas alarmas de mierda se disparan solas a cada rato y no sirven para nada.

Por supuesto que hubo casas con rejas hasta en las claraboyas en las que los ladrones entraron rompiendo todo o simplemente organizaron una "entradera" [7]. Por supuesto que muchas veces las alarmas (de mala calidad, o mal instaladas, o de diseño antiguo y especialmente las de los automóviles) se disparan solas. Y sí, es cierto que a veces se disparan por un gato o por un perro, sobre todo si no están bien ubicadas. Pero si hay casas desprotegidas en el barrio y la suya parece una fortaleza, póngale la firma que la de Usted va a ser una de las últimas que los señores ladrones van a querer visitar. Y si suena la alarma y no encuentra a nadie cuando se asoma a mirar, Usted tampoco va a saber jamás si fue un gato o un ladrón que la pensó mejor cuando escuchó la sirena y salió corriendo.

Yo nunca le voy a poder demostrar que lo que NO le pasó fue porque tomó las medidas de prevención del caso. Pero Usted tampoco me va a poder demostrar a mí cuantos casos NO le hubieran pasado incluso si NO tomaba esas medidas de prevención.

Del mismo modo, si usted en una pandemia se queda en su casa y no se expone al divino botón, NADIE va a poder demostrar de cuantas oportunidades de contagio se salvó. Pero Usted TAMPOCO me va a poder demostrar a mí que, si hubiera salido, NO se hubiera contagiado.

Así que no sea cabeza dura, quédese en casa y salga lo menos posible.

La Planificación

Por último, hablemos también un poco de planificación.

Toda vez que terminamos un análisis de riesgo y exponemos nuestras recomendaciones, los que toman estas cuestiones en serio – que, en general son los que tienen mucho para perder – varias veces nos piden que les hagamos un Plan de Seguridad.

Respecto de los planes de seguridad hay 3 cosas que deben saberse:
  1. Un Plan de Seguridad no es 1(un) plan. Son 3 (tres).
  2. Lo único que sabemos con seguridad absoluta es que la seguridad absoluta no existe.
  3. Los planes de seguridad no se construyen tratando de adivinar el futuro sino tratando de prever y prevenir la ocurrencia de riesgos conocidos.
Vayamos por partes.

Un buen Plan de Seguridad está compuesto por tres planes coherentes y consistentes:
  • Un plan de prevención para que lo indeseado no ocurra, o que cause el menor daño posible si ocurre.
  • Un plan de emergencia que detalla los procedimientos a activar si a pesar de la prevención lo indeseado ocurre igual.
  • Un plan de recuperación, con lo que hay que hacer para recuperarse lo más rápido posible de los daños que el evento indeseado causó.
El armado y la redacción de estos planes no es nada sencillo. Hay muchos detalles, muchos procesos, muchas cadenas de acontecimientos, muchos sucesos tipo "efecto dominó" a considerar. Incluso hay que tener presente que hay riesgos imposibles de evitar y que, encima, tienen fechas de ocurrencia también casi imposibles de prever. Son los eventos que hasta la industria del seguro conoce técnicamente como "actos de Dios": erupciones volcánicas, terremotos, tsunamis, inundaciones, huracanes, ciclones y tornados, etc.etc. En estos casos lo único que cabe hacer es tratar de minimizar el daño; por ejemplo con construcciones antisísmicas en el caso de terremoto.

De cualquier manera lo que hay que hacer es: analizar el riesgo, armar los tres planes que hacen al Plan de Seguridad, capacitar y adiestrar a  las personas afectadas con simulacros regulares, revisar todo al menos una vez al año y después....

¿Quieren que les diga con total sinceridad lo que hacemos después todos los analistas de riesgo? No se lo digan a nadie, es un secreto del oficio, pero cruzamos los dedos y le rezamos a San Azar y a Santa Alea pidiéndoles de rodillas que, por favor, intercedan ante el Altísimo para que el evento no ocurra.

¿Que por qué hacemos eso? Ya lo dije antes: lo único que sabemos con seguridad absoluta es que la seguridad absoluta no existe.

¡Cuídense!

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NOTAS
1)- Al momento de escribir estas líneas (21/03/2020) había en el mundo 305.000 diagnosticados y 13.000 muertos en 160 países con casos denunciados. La tasa de letalidad era, pues, del 4,26%.  
De los 13.000 fallecidos hasta ahora, el 22% de los casos tenía entre 80 y 99 años, el 11% entre 60 y 79.
2)- El SARS-CoV 2  es el nombre del virus; COVID–19 es el nombre de la enfermedad.
3)- https://www.bbc.com/mundo/noticias-51977246
4)- Nota de prensa del capítulo 4. EL IMPACTO FINANCIERODEL RIESGO DE LONGEVIDAD Informe sobre la estabilidad financiera mundial (GFSR), abril de 2012. Preparada por S. Erik Oppers (jefe del equipo), Ken Chikada, Frank Eich, Patrick Imam, John Kiff, Michael Kisser, Mauricio Soto yTao Sun. Disponible en: https://www.imf.org/external/spanish/pubs/ft/gfsr/2012/01/pdf/presss.pdf  (pág. Consultada el 21/03/2020)
5)- Pueden encontrarlo en: https://fundacioninade.org/sites/inade.org/files/web_libro_3_la_gestion_integral_de_riesgos_empresariales.pdf    (Consultado el 19/03/2020)
6)- www.lanuevaeditorialvirtual.blogspot.com  O directamente desde: https://drive.google.com/file/d/0B6QXUcoelzmpUGxYcmVqVXlhdVU/edit
7)- En la Argentina llamamos así al método que usan los ladrones cuando esperan y entran con Usted cuando abre el garage para salir o entrar con su auto, o cuando alguien de la casa entra o sale por la puerta de calle.














miércoles, 18 de marzo de 2020

LA GRAN PESTE


Quizá la única lección que nos enseña la Historia
es que los seres humanos no hemos aprendido
nada de las lecciones de la Historia.
Aldous Huxley

Víctimas de la Peste Negra

Sobre genoveses y mongoles

El Año del Señor de 1348 no fue un buen año.

Hacia fines del año anterior, más exactamente en Octubre de 1347, había echado anclas en la ciudad siciliana de Messina una flota genovesa procedente de Kaffa [1], una colonia que los genoveses tenían en la península de Crimea. Los marineros y demás miembros de esa flota no trajeron buenas noticias. De hecho, en Kaffa las cosas habían salido mal. Muy mal.

La ciudad de Kaffa, después de ser fundada en el Siglo VI AC por los colonizadores griegos de Mileto como Theodosia, llevó por mucho tiempo la existencia normal de un centro comercial de regular importancia en el Mar Negro, hasta que en el Siglo IV DC llegaron los hunos y la destruyeron. Después de eso, ya como pequeño asentamiento, tuvo una suerte variada durante los siguientes ocho o nueve siglos. En distintas oportunidades supo pertenecer a la esfera de influencia de los Khazares, el Imperio Bizantino y los Kipchaks turcos que, a su vez, venían presionados por los mongoles quienes, finalmente, la ocuparon hacia 1230.

En los últimos años de ese Siglo XIII, en su constante afán por abrir nuevas rutas comerciales, también los navegantes genoveses llegaron a Crimea y, por consiguiente, a Kaffa. Considerando que la ciudad les vendría bien para sus propósitos, decidieron quedarse con ella y recurrieron al expeditivo recurso de comprársela a los Señores de la Horda Dorada.

A partir de ese momento la ciudad volvió a florecer. Llegó a casi monopolizar el tráfico comercial del Mar Negro convirtiéndose en el principal punto de apoyo genovés de la región y – no en última instancia – en uno de los mayores mercados de esclavos de toda Europa. Obviamente, para los buenos y hábiles comerciantes genoveses, el origen del dinero no tenía demasiada importancia.

La mala suerte de los genoveses fue que, así como a ellos no les importaba un bledo el origen de su dinero, a los mongoles un contrato comercial les importaba menos todavía. De modo que, después de vender la ciudad y al ver que la misma prosperaba, calcularon que lo mejor que podían hacer era recuperarla. Al fin y al cabo, un mercado de esclavos no es algo tan difícil de administrar y ellos, los mongoles, eran los principales proveedores de materia prima para el negocio.

Consecuentemente, en 1347 pusieron sitio a Kaffa para gran desazón de los genoveses que se encerraron en ella.

Y no fue tan sólo que los genoveses – a pesar de sus recursos y de su dominio del mar – no estaban en condiciones de resistir en embate masivo de la Horda Dorada. Pasó algo más allí. Algo muy feo y realmente espantoso.

Los atacantes mongoles estaban enfermos.

Muy enfermos.

Tan enfermos que recurrieron a la guerra biológica.

Sucedió que, durante el sitio, las filas del ejército mongol comenzaron a ser devastadas por una extraña enfermedad que se extendía muy rápido y que nadie conseguía contener. Los combatientes de la Horda morían de a centenares y dice la leyenda que los oficiales mongoles, no sabiendo ya qué hacer con los cadáveres infectados que se les amontonaban día a día, decidieron deshacerse de ellos lanzándolos con catapultas hacia dentro de la ciudad.

El resultado no se hizo esperar. Los genoveses, contagiados y diezmados ellos también por la peste, no tuvieron más remedio que abandonar posiciones y regresar a Italia.

Llegaron a Messina, más muertos que vivos, hacia Octubre de 1347. Y no crean ustedes que con eso de “más muertos que vivos” estoy exagerando para dramatizar la historia. Fue realmente así. Se dice que hasta llegaron barcos sobre los cuales no quedaba absolutamente nadie con vida a bordo. Por supuesto que los avispados de siempre aprovecharon la oportunidad para subir a esos barcos y saquearlos hasta casi desmantelarlos. La enorme mayoría de los saqueadores, sin embargo, si es que en absoluto llegó a conectar un hecho con el otro, debe haber terminado arrepintiéndose de ese saqueo con lágrimas de sangre.

Porque de los saqueadores, la mayoría enfermó y terminó muriendo también. Pero no sin antes contagiar a una gran cantidad de personas.

La peste, que en Europa se inició en el Sur de Italia hacia fines del 1347, muy pronto se convirtió en pandemia. Al invierno siguiente ya estaba esparcida por gran parte de Italia. Estalló en Marsella en Enero de 1348. Para Abril estaba en París. En Septiembre llegó a Inglaterra. Ese mismo año asoló también a Alemania y a los Países Bajos. En Mayo de 1349 llegó a Noruega. Al año siguiente se esparció por Europa Oriental y arribó a Rusia en 1351. Con todo, según prácticamente todos los testimonios y estudios, el año más terrible, el de mayor espanto y mortandad, fue el de 1348. Para los conocimientos médicos e higiénicos de la época, la enfermedad resultó sencillamente imparable.

La gente la llamó “La Peste Negra”.

La enfermedad

El término un poco más técnico para denominarla es “Peste Bubónica”.

Hoy sabemos que su causa es una bacteria [2], por lo común portada por ciertos roedores quienes la transmiten a algunos insectos los cuales a su vez se lo transmiten al ser humano. Los agentes más comúnmente mencionados son la rata negra y las pulgas.

A pesar de su nombre, la enfermedad tiene tres formas: puede ser bubónica, septicémica o neumónica. Las primeras dos formas son transmitidas por pulgas, mientras que en la tercera, la infección se produce por las pequeñísimas gotas de saliva que expelen los enfermos (o los animales infectados) al toser, contagiando a las personas que están en contacto directo.

En la variedad bubónica, el enfermo comienza sufriendo la hinchazón de los ganglios en la ingle o bajo las axilas y con el tiempo estos tumores o “bubones” comienzan a supurar pus y sangre. Se producen daños a la piel y a los tejidos subyacentes hasta que el cuerpo se cubre de manchas negras (necrosis acral – de allí en nombre de “peste negra”). El afectado, por lo general, fallece entre cuatro a siete días después de haber sido infectado. La mortandad se halla entre el 30 y el 75% de los casos.

"Bubón" bajo la axila del paciente

En la variedad neumónica, que ataca los pulmones, el esputo del enfermo comienza a presentar gotas de sangre hasta que la secreción se hace continua y muy sanguinolenta. Prácticamente el enfermo comienza a vomitar sangre de un modo continuo. La mortandad de estos casos asciende a un 95%

En la forma septicémica, que ataca directamente a la sangre con una mortandad cercana al 100%, se presenta una fiebre muy alta con una piel que adquiere rápidamente tonos violáceos.

Los relatos

Dicho así, quizás hasta ni parece tan terrible. No sabría muy bien decir por qué, pero las enfermedades, tal como están descriptas en los libros de medicina, siempre parecen menos horribles de lo que son en realidad. Los testimonios de la época son bastante diferentes. Algunos resultan espantosamente conmovedores.

"La mortandad en Siena comenzó en Mayo. Fue una cosa cruel y horrible... Pareció que casi todos quedaron estupefactos por el dolor. A la lengua humana le resulta imposible contar la horrible verdad. De veras, puede considerarse bendito aquél que no ha visto estos espantos. Las víctimas morían casi inmediatamente. Se hinchaban debajo de las axilas y en la ingle, y llegaban a caerse mientras estaban hablando. El padre abandonaba al hijo, la esposa al esposo, un hermano al otro; puesto que la enfermedad parecía atacar a través del aliento y de la vista... No se podía hallar a nadie que enterrase a los muertos, ni por dinero ni por amistad. Los miembros de un hogar llevaban sus muertos a un pozo lo mejor que podían, sin sacerdote, sin oficios divinos. En muchos lugares de Siena se excavaron grandes y profundos pozos en dónde se apilaba la multitud de muertos. Y morían de a centenares, tanto de día como de noche, y se los tiraba en aquellos pozos cubriéndolos con tierra. Ni bien esos pozos se llenaban, se excavaban otros. Yo mismo, Agnolo di Tura ... enterré a mis cinco hijos con mis propias manos... Y así, murieron tantos que todos creían llegado el fin del mundo.” [3]


En Francia, con un país agotado después de la hambruna que siguió a la Guerra de los Cien Años, el cuadro fue horroroso.
"Los más escupían sangre, otros tenían en el cuerpo manchas rojas y obscuras y de éstos ninguno escapaba. Otros tenían apostemas o estrumas en las ingles o bajo las axilas y de éstos, algunos escapaban...y hay que saber que estos enfermos eran muy contagiosos y que casi todos los que cuidaban los enfermos, morían, así como los sacerdotes que recogían las confesiones". [4]
En Aviñón, según el testimonio de Guy de Chauliac:
"El padre no visitaba al hijo ni el hijo al padre, la caridad estaba muerta y la esperanza destruida. Los médicos no osaban visitar a los enfermos por miedo a quedar infectados". [5]

Hoy, con nuestros servicios médicos – por más defectuosos e insatisfactorios que sean en algunos casos – no podemos darnos siquiera una idea de lo que pudo haber sido aquello. Mal que bien, hoy un enfermo, de alguna forma, termina subido a una ambulancia y llevado a un hospital en dónde lo atienden, bien o mal, buenos o malos médicos. En aquella época sus parientes huían de él. Lo dejaban en la cama con un vaso de agua y quizás algo de pan. Le decían que irían a buscar ayuda y todo el mundo desaparecía para nunca más volver, dejándolo morir completamente solo, tosiendo, escupiendo sangre y delirando de fiebre.

Con suerte, podía conseguir algún buen fraile que le suministrara los últimos sacramentos.

Es algo que rara vez se destaca, pero me permitirán ustedes subrayarlo aquí. Proporcionalmente la mayor tasa de mortandad se dio en dos oficios: la de los sacerdotes y los médicos. Por la zona de Aviñón murió un tercio de los cardenales. En Montpellier, de 140 domínicos sólo sobrevivieron siete. En Perpignan quedó un solo médico de los nueve que había y únicamente sobrevivieron dos de los dieciocho cirujanos.

Valdría la pena detenerse a pensar un poco en esto.

Quizás nos enseñe a bajar los decibeles de nuestra soberbia y a ser un poco menos desagradecidos y más respetuosos con aquellas personas cuyo oficio es el de ayudarnos.

La Reacción

Con una catástrofe que estalla en forma explosiva de la noche a la mañana, matando a cientos de miles de personas en una semana y sin que nadie sepa exactamente cómo ni por qué, no es de extrañar que la enfermedad terminara siendo considerada como un misterioso castigo del cielo.

Hubo, por supuesto, muchas personas que la tomaron de esa manera. Pero, por sorprendente que pueda parecer, la mayoría de las autoridades de la época – aún a pesar de los más que escasos conocimientos médicos existentes – acertó bastante bien en diagnosticar el fenómeno como una enfermedad contagiosa, claro que, por desgracia, sin identificar su origen real.

Las ciudades fueron por supuesto mucho más duramente golpeadas que la campiña. En muchas de ellas se tomaron medidas bastante razonables si tenemos en cuenta los conocimientos disponibles; más allá de que hayan sido, como fueron, sólo limitadamente efectivas.

En varias partes se recurrió a la cuarentena para confinar a los enfermos. En Milán, por ejemplo, las autoridades aislaban inmediatamente a las casas en las que había enfermos, con los que éstos quedaban apartados del resto (aunque encerrados con todas las personas sanas que quedaban en la casa). En Venecia, también se aplicó la cuarentena y los barcos que llegaban se desviaron a una isla apartada. Por supuesto que estas medidas no terminaron con la plaga, pero la tasa de mortandad en estas ciudades fue, con todo, bastante menor que en otras partes.

La Danza Macabra

Tampoco es de extrañar que una crisis así produjese fuertes impactos sobre el ánimo de los sobrevivientes.

En este sentido, uno de los temas que aparece en el período – y que luego se reflejará en el arte – es una alegoría que tiene algunas variantes y que, en esencia, se refiere a la omnipresencia de la muerte entremezclada con los vivos, principalmente como recordatorio de la brevedad de la vida y de la futilidad de gran parte de nuestras preocupaciones y ambiciones habituales.

Danza de la Muerte
Michael Wolgemut siglo XV - XVI
 Quizás la metáfora tenga orígenes muy antiguos, pero es notorio como en el período posterior a 1350 aparece reiteradamente en muchas obras. Hay varias versiones. Quizás la más conocida es la “danza de la muerte”. [6] En pinturas y grabados aparecen esqueletos danzando. A veces los esqueletos bailan solos en las más extrañas y tétricas posturas. Otras veces, obispos, maestros, sacerdotes, damas de la corte, mercaderes y caballeros, danzan tomados de la mano de esqueletos, algunos de los cuales ejecutan instrumentos y otros parecen dirigir el baile.

Der Totentanz (El Baile de la Muerte) de la iglesia Marienkirche  de Lübeck
Versión de Julius Milde (1803-1875
  Otra leyenda relacionada con el mismo tema es la de “los tres vivos y los tres muertos”. El argumento básico es el de tres vivos – a veces representados como un duque, un conde y un príncipe – que se encuentran con tres muertos – a veces representados como eclesiásticos – dónde los muertos les recuerdan a los vivos que “así como tu eres, yo era; así como yo soy, tu serás.

Hans Baldung Grien
La Muerta y la Doncella
El tema de “la muerte y la doncella” – aunque podría interpretarse también como perteneciente al género de “la bella y la bestia” – es otra de las variantes. Hay varias obras de este estilo que hasta generará una especie de iconografía propia con un contenido no carente de fuerte erotismo. Por ejemplo, en un cuadro de Baldung Grien (1517) la muerte tiene a una hermosa doncella tomada de los pelos mientras le señala la tumba que está a sus pies. No quiero pecar de irreverente pero, en ese cuadro, sinceramente no creo que los caballeros de la época le prestasen demasiada atención a la figura de la muerte.

Y, por supuesto, tenemos el tema del Apocalipsis que, también y sin duda, aparece en este contexto de pesimismo cultural. Hay un magnífico grabado de Albrecht Dürer, de 1498, en dónde los cuatro jinetes del Apocalipsis, la Muerte, el Hambre, la Peste y la Guerra irrumpen cabalgando sobre los últimos seres humanos representados por individuos de varias clases sociales. Mientras en los cielos un ángel observa la escena, un obispo es engullido por las fauces de un dragón que surge de las entrañas de la tierra.

Albrecht Dürer
Los jinetes del Apocalipsis
Es que algunos sectores de la sociedad optaron por ver un motivo para el descreimiento en esa enfermedad que se llevaba con igual facilidad a virtuosos e impíos. Frente a una muerte impredecible e indiscriminada éste ha sido, en todos los tiempos, un comportamiento bastante común en muchos seres humanos. El ambiente de la “danza macabra”, con su rara mezcla de espíritu festivo y ambiente tétrico, siempre se esparce con notable rapidez y amplitud. Durante la Segunda Guerra Mundial, por ejemplo, esa predisposición a vivir el momento sin que importe el mañana se adueñó de muy amplios sectores de la población. Cuando es posible que “el mundo entero termine mañana”, ¿por qué flagelarse con el desastre que puede sobrevenir?, ¿por qué no disfrutar lo que se tiene mientras se pueda?

Frente a este tipo de situaciones se hace patéticamente evidente que la existencia es corta y ante una muerte que puede ser inminente no es de extrañar que se le quiera sacar a la vida disponible el máximo provecho posible o, dado el caso, el máximo placer disponible. Para una parte de la alta sociedad de Florencia el recurso fue refugiarse en las residencias de las afueras. Allí, en el campo, con las barreras del pudor bastante bajas y a falta de otra cosa mejor para hacer, los exilados se dedicaron a contarse historias. Boccaccio las inmortalizó en los divertidos y (para la época) muy impúdicos relatos del Decamerón. Al momento de ser escrito el Decameron de Boccacio seguramente no pretendió ser más que un pasatiempo picaresco. Pero quizás tampoco sea tan saludable burlarse de las barreras que detienen la decadencia aun cuando algunas de esas barreras no estén exentas de una dosis muy grande de hipocresía.

La risa y la burla han sido siempre grandes abrasivos de la moral, en especial cuando la hipocresía reinante la convierte en moralina.

Los remedios

Más allá de los recursos de los privilegiados y los artistas, la fantasía, la tradición, la imaginación y la superstición popular también aportaron lo suyo. Asustados por el hedor que despedían los cadáveres, muchos pensaron que el contagio se producía por el aire. El resultado fue que se comenzaron a quemar toda clase de sustancias: incienso, laurel, pino, enebro, hojas de limonero, hayas, alcanfor, romero, azufre. Lo curioso es que, en alguna medida al menos y aparte de las sustancias quemadas, el fuego pudo haber ayudado en algo: la bacteria de la peste bubónica no soporta demasiado bien temperaturas superiores a los 38°C. El Papa Clemente VI combatió el mal sentándose entre dos grandes fuegos.

Y después, naturalmente, hubo toda clase de talismanes y amuletos, invocaciones y sortilegios, hechizos, encantamientos, ensalmos, embrujos y exorcismos. Entre quienes creyeron que la plaga era un castigo enviado por Dios, hubo un sector que se propuso calmar la ira divina castigándose de la manera más cruel para hacer penitencia por los pecados de la humanidad. Grupos de personas, conocidas como los “flagelantes” recorrieron ciudades en Alemania, Flandes y Francia azotándose mutuamente con látigos de cuero provistos de clavos. No obstante, por más que la anécdota de los flagelantes se haya perpetuado en muchos libros de Historia como ejemplo de la ignorancia imperante en la Edad Media, también debería decirse que las autoridades de la Iglesia nunca apoyaron al movimiento. De hecho, el Papa condenó a los flagelantes en Octubre de 1349 y ordenó que fuesen reprimidos por las autoridades.

Flagelantes.
Grabado del Siglo XV

Pero si la superstición del vulgo nos resulta un tanto ridícula, tampoco nos enceguece precisamente el brillo de los grandes intelectuales. Cuando el Papa pidió, en 1348, consejo a la Universidad de París, algunos doctos y académicos caballeros, luego de pensarlo un buen rato, le enviaron un informe en el que se adjudicaba la causa de la pandemia a una desafortunada conjunción de Saturno, Júpiter y Marte – ocurrida, dicho sea de paso, tres años atrás, en 1345 – por culpa de la cual se daban condiciones para que la tierra expeliese ciertas emanaciones tóxicas. En su medular informe, los craneotecos parisinos aconsejaban combatir la plaga mediante la abstención de comer carne de ave, cerdo, vaca y pescado. Además, no se debía dormir durante el día; nada debía ser hervido en agua de lluvia; no había que ponerle aceite de oliva a la comida; no debían realizarse ejercicios físicos en demasía y, por sobre todo, los eruditos caballeros no podían dejar de advertir algo importantísimo: según ellos, el bañarse era peligroso.

¿Por qué la fatuidad académica ha llegado – y sigue llegando – tantas veces al extremo de lo grotesco? ¿Por qué a ciertas personas les resulta tan difícil decir sencillamente “no sé ” ? El informe de la Universidad de París de 1348 revela con claridad meridiana que sus redactores no tenían ni la más pálida idea de las causas de la enfermedad y optaron por salir del paso redactando un engendro con todos los lugares comunes y con todas las supercherías de la época, renunciando incluso a usar el simple sentido común.

En eso, es curioso como el informe resulta muy similar a varios de los artículos periodísticos que aparecen hoy en día.

Las consecuencias

Tratar de dar una idea exacta de la magnitud de la catástrofe causada por la peste del Siglo IV es algo difícil. No tenemos estadísticas precisas y todo lo que podemos hacer son estimaciones. Pero aún así, la enorme mayoría de quienes se han dedicado a estudiar el fenómeno coincide en señalar que la mortandad fue colosal: prácticamente un tercio de la población europea murió a consecuencia de la pandemia. El número de víctimas, calculado sobre la base de censos eclesiásticos y tributarios, se estima en más de 25 millones de personas. A eso hay que sumarle todavía un drástico descenso en la tasa de natalidad posterior de modo que, hacia fines del siglo, el continente contaba con aproximadamente el 50% de los habitantes que tenía antes de la crisis. Tuvieron que pasar al menos seis generaciones para que se recuperara el caudal demográfico original.

En el proceso, Europa cambió tanto que nunca más volvió a ser la que había sido.

En lo material, la Iglesia salió favorecida de la catástrofe por las cesiones, donaciones y herencias que recibió de las víctimas. Pero en la mente de muchos fieles resultó extremadamente difícil armonizar la tragedia con la idea de un Dios infinitamente bueno. Muy en especial en la mente de quienes, de un modo u otro, estaban dispuestos a aceptar la pandemia como un castigo de Dios. Con ello, la autoridad moral de la Iglesia sufrió un rudo golpe; la era de la obediencia sin preguntas y sin cuestionamientos comenzó a declinar. La Danza Macabra había sembrado sus dudas y esas dudas comenzaron a germinar y a echar raíces.

En el proceso, la Iglesia perdió una enorme cantidad de prestigio. Por ejemplo, en Inglaterra, cuando en 1170 Enrique II imprudentemente provocó el asesinato de Thomas Becket, arzobispo de Canterbury, el poder de la Iglesia y la lealtad de los fieles todavía fue suficiente para que el rey, a fin de ser perdonado, tuviese que asumir la penitencia por flagelación impartida por los sacerdotes de la Catedral. Después de la pandemia, en 1381, Simón de Sudbury – también arzobispo de Canterbury – terminó decapitado en medio de una multitud que aplaudió al verdugo y ante una Iglesia que sólo pudo ensayar una tibia protesta.

El fenómeno se acentuó por un grave error de parte de la propia Iglesia. Para cubrir las numerosas vacantes producidas por la peste – sobre todo entre los párrocos y los sacerdotes en contacto directo con la gente – las autoridades eclesiásticas ordenaron apresuradamente a un gran número de clérigos. Al darle prioridad a la cantidad por sobre la calidad, sucedió lo inevitable: la mayoría de los nuevos sacerdotes no sólo resultaron ignorantes e incompetentes sino, además y en buena medida, corruptos; lo cual condujo a una apreciable cantidad de decepciones y de abusos y esto, a su vez, trajo consigo, como no podía ser de otro modo, un aumento del anticlericalismo.

Es que la situación interna, institucional, de la Iglesia tampoco pasaba por sus mejores momentos. Entre 1309 y hasta 1377 la Iglesia vivió el "Papado de Aviñón" en el que siete papas se fueron de Roma para residir en esa ciudad francesa. Luego, después de la peste, entre 1378 y 1417 se produjo el Cisma de Occidente durante el cual dos obispos (tres a partir de 1410) se disputaron el trono de San Pedro.

Por la misma época nacen movimientos heréticos y secesionistas que al final desembocarían en el quiebre definitivo de la cristiandad con la Reforma. Durante el Concilio de Constanza en 1414 se condena post-mortem al reformador inglés John Wyclif. El teólogo checo Juan Hus, rector de la Universidad Carolina de Praga, es condenado por herejía y ejecutado en la hoguera en 1415. Un año más tarde le toca la misma suerte a Girolamo de Praga y entre 1420 y 1422 se desatan las Guerras Husitas.

En el ámbito internacional las cosas también se complican. En 1431 en medio de la Guerra de los 100 Años entre franceses e ingleses, Juana de Arco es quemada en la hoguera. En 1444 el Imperio Otomano avanza sobre el sud-oeste de Europa. La Guerra de los 100 Años (106 en realidad) termina en 1453 y en el mismo año Constantinopla cae en manos de los turcos otomanos musulmanes; muere Constantino XI, el último emperador romano, y la Universidad de Constantinopla, la famosa institución cultural del Imperio bizantino, deja de existir.

Al final del Siglo XV, en 1492, hay dos hechos importantes: los Borgia (Borja) llegan al poder en Italia. Rodrigo de Borgia es nombrado papa y, en medio de una casi inocultable decadencia, Italia se sumerge en una serie de intrigas y disputas entre los pequeños Estados en los que estaba dividida la península. Y, por supuesto, en Octubre del mismo año Cristóbal Colón llega a América.

Veinticinco años después, Martín Lutero – al menos según la leyenda – haría clavar sus 95 tesis en la puerta de la Universidad de Wittenberg. Lo que ya no es leyenda es que, con eso, comenzó la Reforma y el derrotero de la cultura de Occidente comenzó a tomar el camino por el que se desliza hoy. Ya no hay flagelantes pero parecería ser que todo el mundo se ha puesto de acuerdo en denostar y despreciar todo lo que tenga que ver con la Cultura Occidental mientras, simultáneamente, se endiosa en forma artificial cualquier otra cultura o mero atisbo de cultura bajo la suposición masoquista que vendríamos a ser algo así como lo peor que le pudo pasar a la humanidad.

Por supuesto que no todo fue consecuencia directa de la Peste Negra. Pero, para el que sabe mirar, no es muy difícil ver el quiebre. Es una prueba de la validez de la Teoría del Caos. A veces los grandes acontecimientos son como las avalanchas de nieve: empiezan con una bolita y terminan sepultando a todo un valle.

En la Historia de los seres humanos, un proceso catastrófico también puede empezar por una rata, una pulga, una bacteria... o algo similar.

Es como decía Huxley: quizá la única lección que nos enseña la Historia es que los seres humanos no hemos aprendido nada de las lecciones de la Historia.

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NOTAS:
1)-Actualmente Feodosiya, Ucrania. Ciudad balnearia de Crimea en la costa del Mar Negro con aproximadamente unos 85.000 habitantes.
2)- Yersinnnia Pestis, llamada así por Alexander Yersin que la descubrió en 1894 – 545 años después del peor año de la peste – trabajando para el Instituto Pasteur durante una epidemia en Hong Kong.
3)- Testimonio de Agnolo di Tura de Siena, citado por E.L. Skip Knox – Boise State University – “The Black Death” .
4)- "La Petite Cronique de St. Aubin" escrita por un monje agustino (Angers 1348), - Citado por el Dr. José M. Reverte Coma, “La Peste Negra”. 
5)- Citado por José M. Reverte Coma.
6)- El género probablemente tiene su origen en Francia. Quizás la obra más conocida es la del Cimetière des Innocents en Paris, pintada hacia principios del Siglo XV (reproducida en un libro publicado en 1485). Hay varios frescos en distintas ciudades como Londres, Basilea y Lübeck. Durante la segunda mitad del mencionado siglo el tema se hizo bastante frecuente