lunes, 13 de octubre de 2014

ESPAÑA, AMÉRICA Y COLÓN


Iten, ordenamos y mandamos que de aquí adelante 
por ninguna causa de guerra ni otra alguna, 
aunque sea so titulo de revelión ni por rescate ni de otra manera, 
no se pueda hazer esclavo indio alguno, 
y queremos sean tratados como vasallos nuestros 
de la Corona de Castilla, pues lo son. 
(Las Leyes Nuevas de Indias - 1542 - Cap. 21)


Con motivo del 12 de Octubre, una fecha en la que en mejores tiempos conmemorábamos el Día de la Raza, ha vuelto a desatarse la inútil diatriba acerca del supuesto "genocidio" de los ahora llamados "pueblos originarios" que en mi infancia llamábamos simplemente "indios" y nadie se enojaba por eso. Nadie. Ni siquiera los indios.

Aparte de las gruesas tergiversaciones sobre el comportamiento de los españoles en América (acabo de leer en uno de los diarios de esta capital el comentario de un lector afirmando que en Perú los conquistadores no dejaron con vida "ni a un solo indio". . . Ni a uno solo. ¡Lo crea Usted o no!), basta con contar los indios y mestizos que actualmente viven en Hispanoamérica y comparar ese número con el de los que quedaron en las zonas conquistadas por los anglosajones para acabar con la controversia.

Para derrumbar esas tergiversaciones podríamos mencionar largamente la obra de personalidades como Fray Bartolomé de las Casas o como Francisco de Vitoria. Podríamos hacer un extenso análisis de las Leyes Nuevas de 1542 sancionadas por Carlos V.  Podríamos destacar también que la primera Universidad de América se funda apenas 38 años después de la llegada de Colón a América mientras que solo cien años más tarde se fundaría la Complutense en España. Como opinión personal podría agregar que prefiero ir a misa y no a una ceremonia religiosa precolombina en donde podría terminar sobre un altar de piedra con el corazón extirpado por un sacerdote. O mis hijos podrían terminar drogados y sacrificados como lo fueron los Niños de Lullaillaco cuyas momias se pueden ver hasta el día de hoy en el Museo de Arqueología de Alta Montaña de Salta.  Pero estoy convencido de que la mención de todos estos hechos bien documentados sería inútil. Quienes se enamoran de un argumento porque condice con sus emociones o con sus intereses no lo abandonan por el mero y pequeño detalle de que se da de patadas con la realidad.

Además, mi argumentación caería en gran medida en el mismo error en el que caen quienes echan sapos y culebras contra la Conquista española.

Porque sucede que, más allá de las salvajadas que indudablemente cometieron algunas personas durante la Conquista -- y que unos cuantos siguen cometiendo hoy en día sólo que con armas más sofisticadas y excusas más ridículas -- es simplemente ilícito e improcedente juzgar a los personajes históricos de hace quinientos años atrás con las normas (y las modas intelectuales) del Siglo XXI. Con ese criterio no solamente tendríamos que denostar a toda la cultura egipcia porque los egipcios tuvieron esclavos sino que deberíamos descartar a los mismos griegos atenienses, los padres de la democracia según la doctrina vigente, puesto que en Atenas siempre hubo más esclavos y ciudadanos de segunda que hombres libres. Y los muy democráticos griegos a sus esclavos no los trataban con mucha benevolencia que digamos. Lean la opinión de Aristóteles al respecto y comprenderán lo que digo.

Realmente, uno de los peores errores que se puede cometer es juzgar los hechos pasados con los criterios actuales y con las tendencias actualmente en boga. El padre de Manuel Belgrano fue un comerciante de esclavos. ¡Pichón de problema! ¿Qué hacemos ahora con Belgrano? ¿Lo echamos de los libros de Historia por sospechoso de complicidad con el holocausto africano? Las costumbres de aquellas épocas son, por cierto, inaceptables en nuestros días, pero eso no autoriza a nadie a echar a la basura todo lo positivo que dichas épocas nos dieron. Como, por ejemplo y tanto como para poner un solo ejemplo, el idioma con el que todos los hispanoamericanos pueden comunicarse desde el Río Grande hasta Tierra del Fuego siendo que la actual América Hispana no es más que el Imperio Español despedazado y subdividido por el divide et imperat de la política exterior británica del Siglo XIX.

Con todo, la figura de Cristóbal Colón merece un estudio en profundidad. Porque, si vamos a hacer revisionismo histórico, no lo hagamos para encontrar en la Historia una base para las peloteras políticas o culturales actuales. Hagámoslo para encontrar algo mucho más importante. Hagámoslo para encontrar la Verdad.

O, por lo menos, para aproximarnos a ella lo máximo que sea humanamente posible.

Les dejo un libro relacionado con del descubrimiento de América.


Créanme: no tiene desperdicio.



 

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